Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

7 nov 2017

Leonard Cohen y la antipatía por el hereje................ Diego A. Manrique

Leonard Cohen encarnaba su ideal de Montreal: un enclave elegante, seductor, cosmopolita.

 

Un mural con un retrato de Leonard Cohen pintado en un edificio de la calle Crescent de Montreal.
Un mural con un retrato de Leonard Cohen pintado en un edificio de la calle Crescent de Montreal. AFP

Resulta reconfortante comprobar que Montreal está echando la casa por la ventana en la celebración del primer aniversario del fallecimiento de su creador más universal.
 No siempre fue así. En 1990, en compañía de un fotógrafo, el autor de estas líneas voló a esa ciudad para realizar un reportaje que queríamos titular El Montreal de Leonard Cohen.
  Contábamos con la bendición del artista, que mantenía allí una vivienda, en la Rue de Vallières.
Al tratarse de un encargo de la revista Ronda Iberia, seguimos los cauces institucionales: se informó al departamento de turismo de Quebec de nuestras intenciones. 
Al llegar a Montreal, nos esperaba una funcionaria anglófona con un mensaje inesperado.
 Muy incómoda, nos avisó que solo podría guiarnos unas horas, en un recorrido por el Montreal histórico. 
Parece que las autoridades de la provincia, nacionalistas del Partido Quebequés, juzgaron "altamente inadecuado" que Leonard Cohen representara a la gran metrópolis de Montreal.
 Ofrecían, en cambio, que pusiéramos el foco sobre Robert Charlebois, popular cantante francófono; en ese caso, tendríamos todas las facilidades.
 
Un mural con un retrato de Leonard Cohen pintado en un edificio de la calle Crescent de Montreal.
Un mural con un retrato de Leonard Cohen pintado en un edificio de la calle Crescent de Montreal. AFP



Con todos los respetos para Charlebois, no era lo mismo. 
Aparte, sugerí, Cohen también había cantado en francés. 
"No le consideran, dicen que tiene mala pronunciación".
 Y una de sus dos novelas, ahora reeditadas por Lumen, Hermosos perdedores, usa como decorado de fondo la vida de una india que vivió y murió junto a Montreal, Catalina Tekakwitha, ahora considerada santa.
 "Mejor no entrar en eso".
¿Habíamos tocado una zona sensible? Según Mordecai Richler, el novelista anglófono que encabezó la resistencia intelectual a los referendos independentistas, el nacionalismo quebequés esconde raíces antisemitas, propias de una identidad forjada en complicidad con la Iglesia católica preconciliar.
 Como Richler, Cohen no era "lana pura", denominación que allí se aplica a los nativos con abundantes ancestros franco-canadienses.

Para nuestro estupor, vimos que tampoco se amaba a Leonard en algunos sectores de la comunidad hebraica de Montreal, por su vida inmoral o por la disidencia religiosa.
 Localizamos la residencia de la familia Cohen en el próspero barrio de Westmount; estaba cerrada. 
Los vecinos eran judíos ultraortodoxos que huían —literalmente, salían corriendo— ante nuestras preguntas, como si hubiéramos mentado a Lucifer.
Fuera de esos ambientes enrarecidos, descubrimos que Leonard gozaba del aprecio de sus paisanos más abiertos:
 "Sí, suele volver a la ciudad y saluda a todo el mundo". Sus libros estaban en las librerías, al igual que se encontraban fácilmente sus discos (algo que no ocurría en Estados Unidos, donde llegó a estar sin contrato discográfico). 
Estéticamente, se le consideraba parte de la quinta de escritores modernistas de mediados del siglo XX, autores levemente bohemios que evitaron la extravagancia de sus coetáneos beats. Cohen encarnaba su ideal de Montreal: un enclave elegante, seductor, cosmopolita.

Gracias, Paco.................................. Justiniano Martínez Medina

El autor reniega de la actual dirección del PCE a la que acusa de "ser un sindicato amarillo de intereses personales" y de traicionar a la clase obrera de la mano de los nacionalistas.

Justiniano Martínez durante un pacto del PCC en Barcelona en 1983
Justiniano Martínez durante un pacto del PCC en Barcelona en 1983
El pasado 29 de octubre, en la manifestación convocada en Barcelona, Paco Frutos dio voz a la izquierda antiindependentista; gracias, Paco.
Diré quién soy. Fui, en 1979, concejal en Barcelona, miembro del equipo de gobierno de Pascual Maragall. 
También, diputat en el Parlament catalán, miembro de su Comisión de Derechos Humanos.
Gracias, Paco, por recordar que las instituciones catalanas democráticas no fueron producto de apaño como dicen el vocero de la mentira populista o el barato independentismo.
Pero mi historia viene de antiguo. 
Fui guerrillero, pasaba la muga con las planchas del prohibido Mundo Obrero a mis espaldas, fui responsable del PCE de Murcia en la clandestinidad, fui detenido, fui torturado, como atestiguan mis vértebras, cumplí seis años de cárcel, grité amnistía, perdoné a mi torturador.
 No me hablen de libertades quienes solo las han disfrutado.
No importa, me llaman fascista.
 Pero el fascismo mata, el franquismo mataba, que lo sepan esos miserables que al mentir, insultan la memoria de nuestros muertos y muertas.
 Gracias, Paco, por recordar a catalanes y catalanas la voz del estimado PSUC, partido nacional que no nacionalista, la voz de la izquierda comprometida con su clase.

Fui secretario general del PCE en Madrid, hasta que mi salud me lo permitió, miembro de su Comité Central.
 Partido de militancia y no grupúsculo, como el que hoy usurpa la sigla, convertido en un sindicato amarillo de intereses personales.
No dude nadie, gracias Paco por recordarlo, que el nacionalismo grande o pequeño es una traición a la clase obrera. 
Fui secretario de la Construcción de las Comisiones Obreras de Cataluña; y algunos pijos me llaman burgués y fascista, mientras asisten a huelgas pagadas por patrones y gobiernos.
Necesitamos que se recuerden las voces, la historia y la verdad porque necesitamos que nuestros nietos no compren las revoluciones en las redes sociales o las pistas cubiertas, necesitamos que se recuerden las huelgas de semanas, las cajas de resistencia, los salarios no cobrados.
 Hoy se hacen huchas para los responsables del “tres per cent”, no para ningún trabajador en huelga
Gracias Paco por recordar que la democracia no se conquistaba huyendo ni comiendo butifarras en las plazas, sino conquistando las plazas.

Nos lo explicó a ambos Manuel Vázquez Montalbán: nuestro propósito es la palabra libre en la ciudad libre.
 Gracias Paco por recordarnos que no debemos permitir que, en nombre de la libertad, se niegue la posibilidad de un proyecto solidario para España.
Gracias, Paco, por recordar la bandera de la izquierda que no le baila el agua al independentismo, sino que es capaz de crear un proyecto autónomo.
Me llamo Justiniano Martínez. Y yo sí fui preso político.
Justiniano Martínez Medina es exsecretario general del Partido Comunista de España en Madrid



 

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