La actriz y directora confiesa en una entrevista su trauma por vivir una infancia como famosa.
A Jodie Foster nunca le gustó hacerse la víctima. Ni la estrella. Por eso la ganadora del Oscar por Acusados (1988) y El silencio de los corderos (1991) siempre ha dicho que su infancia fue normal porque es la única que conoce.
“No tengo con qué compararla”, declaró hace unos años a EL PAÍS.
La madurez de esta intérprete de 54 años que comenzó a trabajar como actriz a los 6 le ha dado una nueva perspectiva. En declaraciones a la revista Harper’s Bazaar, la intérprete y directora asegura que carga con el trauma de una infancia famosa.
“Por eso me es imposible utilizar mi rostro o mi fama para vender nada.
Me da urticaria. Aprecio lo que hacen otros y veo sus beneficios y lo que se puede hacer pero yo no puedo”, asegura quien ha sido seleccionada como la mujer del año por la edición británica de la publicación.
Los Ángeles
Desde Claire Danes a Kirsten Dunst pasando por Britney Spears, Miley Cyrus, Lindsey Lohan o Emma Watson, todas las que, con menor o mayor suerte, comenzaron sus carreras como niñas prodigio de la pantalla han citado el nombre de Foster como su modelo a seguir. Miley Cyrus siempre recordará la llamada que recibió de la protagonista de Taxi Driver (1977) cuando solo tenía 15 años.
“Me recomendó que mantuviera la cabeza alta y me rodeara de los mejores”, recordó la cantante hace unos años.
Tanto Natalie Portman como Emma Watson decidieron poner un alto en sus carreras como intérpretes para dedicarse a los estudios siguiendo como ejemplo ese momento de la carrera de Foster. Aunque hoy la protagonista de Harry Potter se ha convertido en el rostro y la voz de la campaña en favor de la igualdad de género #HeForShe, una iniciativa que Foster envidia.
Pero la joven británica aprendió de Foster la necesidad de separar la vida personal de la profesional.
Y eso que como suele recordar los de Foster eran otros tiempos, anteriores a la invasión que suponen en la vida de las jóvenes estrellas las redes sociales.
Quizá por eso ella no tiene perfil en Twitter, Instagram o Facebook.
Pero como señala la protagonista de La habitación del pánico (2002), ahora volcada en la realización, las presiones también eran fuertes en la década de los años sesenta y setenta en los que creció delante de las cámaras.
Especialmente las que sentía como joven prodigio, como alguien que tenía que hacer las cosas bien.
“Tenía que demostrarlo una y otra vez”, recuerda a la revista sobre un afán por la perfección heredado de su madre.
En su opinión, las cosas no han cambiado tanto en algunos aspectos.
Hace un año recordó que cuando tenía 14 años un director la llamó para una entrevista de trabajo y le pidió que se quitara la chaqueta y se diera una vuelta para poder verle bien el cuerpo.
“Mi agente fue a su oficina y le dio un puñetazo”, contó la estrella que en 2007 habló por primera vez de su homosexualidad en público mientras recibía un premio a toda su carrera en la ceremonia de los Globos de Oro.