Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

30 oct 2017

Los líderes independentistas asumen la aplicación del 155 sin resistencia

  • El entorno del expresidente Carles Puigdemont pide transmitir una imagen de gobierno "sin estridencias".

    FOTO: "En el despacho, ejerciendo las responsabilidades que nos ha encomendado el pueblo de Cataluña", ha tuiteado Josep Rull. / VÍDEO: Declaraciones de Rull tras abandonar su despacho.
    Dar una imagen de Govern activo pero "sin estridencias".
     Esta fue la consigna que el núcleo duro del expresidente Carles Puigdemont ha dado a sus exconsejeros de cara al primer día laborable tras la declaración de independencia del pasado viernes en el Parlament. De esta manera, permiten, aun sin admitirlo, que se empiece a aplicar el 155 sin resistencia.
     Hasta las 9.30 de este lunes solo el destituido consejero de Territorio y Sostenibilidad, Josep Rull, había acudido al despacho, que ha abandonado apenas media hora después para acudir al comité nacional del PDeCAT.
     Y para demostrarlo, colgó en su cuenta de Twitter una foto.
     En otras consejerías también se ha visto entrar a altos cargos que aún desconocen si han sido destituidos o no pero que dependen directamente de consejeros.

    En el Parlament, disuelto por la aplicación del artículo 155 de la Constitución, la presidenta y una de las máximas activistas del independentismo, Carme Forcadell, ha desconvocado la reunión de la Mesa prevista para el martes a las 10 horas porque la Cámara "se ha disuelto", han explicado a Europa Press fuentes parlamentarias, que acatan así las medidas del Gobierno.
     Y, por su parte, el expresidente Puigdemont ha colgado en otra red social una fotografía en la que sugiere que se encuentra en el interior del Palau de la Generalitat con un escueto "bon dia". Sin embargo, el aspecto del cielo de Barcelona este lunes no coincide con el mostrado por Puigdemont.
    Además, el máximo responsable de la delegación catalana ante la Unión Europea ha aceptado este lunes su destitución por parte del Gobierno español.

    La foto de Rull, donde se puede ver un ejemplar de El Punt Avui de este lunes, ha sorprendido a varios periodistas que esperaban al exconsejero en la puerta de la sede de Territorio, cerca de la estación de Sants.
     El pasado viernes, Rull aseguró a los empleados del departamento que volvería hoy a trabajar como "ministro de Territorio".
    Los Mossos d'Esquadra tienen instrucciones para permitir que los cargos afectados por las medidas tomadas al amparo del artículo 155 de la Constitución entren a recoger sus objetos personales pero, según fuentes del Gobierno central, han de estar acompañados por un Mosso.
     Si se niegan a irse, "el mosso tiene instrucción de levantar atestado para el juez y fiscal", según las mismas fuentes. 

    El exresponsable de Territorio ha optado por una entrada discreta pero con el golpe de efecto de la foto en las redes sociales. 
    Así cumple con la consigna del entorno del expresident Puigdemont, que asegura que seguirá gobernando pese a la destitución, y que no quiere crear conflictos con los Mossos o que transmitan una imagen dura de desobediencia.
    Otros cargos de menor rango pero que teóricamente caen tras la destitución del Govern también han asistido a sus lugares de trabajo. 
    Tal es el caso del 'número dos' de vicepresidencia, Lluís Juncà, que ha llegado esta mañana a la sede de Economía, en la rambla de Catalunya. 
     También lo ha hecho Pere Aragonés, secretario de Economía. Y el secretario general de Interior, Cèsar Puig, que ha entrado, se ha despedido de un conserje y ha vuelto a salir. 
    El hasta ahora secretario general de Interior César Puig ha asegurado que no se da por cesado porque no le ha destituido el Govern, que fue quien le nombró.

    Dentro del Palau de la Generalitat está Elsa Artadi, coordinadora interdepartamental de la Generalitat y una pieza clave dentro de su gabinete.

     

29 oct 2017

Retrato de mi asesino............................................. Bernardo Marín

Se publica una biografía de Stalin en gran parte inédita que Trotski escribía cuando fue asesinado.

León Trotski en el despacho de su casa en México.
León Trotski en el despacho de su casa en México. AFP

 

“Stalin se divertía en su casa de campo degollando ovejas o vertiendo queroseno en los hormigueros y prendiéndoles fuego. Kámenev me dijo que, en sus visitas de ocio sabatinas a Zubalovka, Stalin caminaba por el bosque y continuamente se divertía disparando a los animales salvajes y asustando a la población local. Tales historias sobre él, procedentes de observadores independientes, son numerosas. 
Y, sin embargo, no faltan personas con este tipo de tendencias sádicas en el mundo. Fueron necesarias condiciones históricas especiales antes de que estos instintos oscuros encontraran una expresión tan monstruosa”.
Estas palabras forman parte de una biografía singular. 
Por la relevancia de sus protagonistas, dos de las figuras prominentes de la Revolución Rusa, enfrentadas por una de las rivalidades más encarnizadas del siglo XX. 
Y porque el perfil quedó inconcluso después de que el retratado ordenara la muerte de su biógrafo. 
Stalin, la obra que León Trotski escribía cuando fue asesinado por Ramón Mercader en México en agosto de 1940, ha permanecido dormida durante más de siete décadas.
 Y después de muchas peripecias, mutilaciones y añadidos, vuelve a ver la luz en un volumen de casi mil páginas, en gran parte inédito, coincidiendo con el centenario de la llegada al poder de los bolcheviques.

La historia de este libro merecería la publicación de otro que la contara. 
Trotski, exiliado en México tras serle denegado el asilo en varios países, se sabía sentenciado por el líder de la Unión Soviética Josif Stalin
 Pero no tenía particular interés en escribir la vida de su antiguo camarada.
 “No fue una venganza. Escribir esta biografía no entraba en los planes del abuelo. 
Estaba centrado en acabar otra sobre Lenin”, explica Esteban Volkov, nieto del revolucionario, en conversación telefónica desde Ciudad de México, donde reside.
 “Pero necesitaba dinero y la editorial Harper & Brothers de Nueva York le hizo una oferta generosa”.
Volkov, a punto de cumplir 92 años, ha sido durante décadas el guardián de la memoria de su abuelo. También es director de la Casa Museo León Trotski, entre cuyos muros fue asesinado el revolucionario en agosto de 1940 por un golpe de piolet del agente estalinista Ramón Mercader. 
El mismo escenario donde se presentará la versión en español del libro, publicada por la editorial mexicana Fontamara, el día 11, coincidiendo con el aniversario de una Revolución de Octubre que por diferencias entre los calendarios gregoriano y juliano, sucedió en noviembre para el resto del mundo.
 La obra se publicó hace un año en inglés en una editorial marxista de Londres y fue traducida después al italiano y al portugués, pero la noticia no tuvo repercusión en los grandes medios.
Harper & Brothers publicó una versión incompleta del libro en inglés en 1946.
 Antes no era posible, porque EE UU y la Unión Soviética eran aliados contra Alemania.
 Pero la viuda de Trotski, Natalia Sedova, pleiteó en los tribunales sin éxito para que fuera retirada.
 Sus objeciones se dirigían, sobre todo, contra el editor y traductor de la obra. 
“Hizo una deficiente edición del libro, con mutilaciones y múltiples añadidos de su cosecha muy alejados del pensamiento político del abuelo”, explica Volkov. 
El propio Trotski nunca tuvo demasiada confianza en su traductor, y había montado en cólera cuando supo que había enseñado algunos originales a terceras personas. 
“Parece tener al menos tres cualidades: que no sabe ruso, que no sabe inglés y que es tremendamente pretencioso”, escribió en una carta al periodista estadounidense Joseph Hansen. 

Pero una parte de la obra no llegó nunca a manos de la editorial. Cuando se supo sentenciado, Trotski envió a la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, muchos de sus documentos para su custodia.
 “Los archivos salen esta mañana en tren”, había escrito el revolucionario el 17 de julio de 1940, un mes y tres días antes de su asesinato. 
Y allí se acumularon 20.000 documentos que ocupaban 172 cajas de artículos, fotografías y papeles manuscritos, mecanografiados, traducidos y sin traducir, con gran cantidad de correcciones que demostraban lo extraordinariamente meticuloso que era con su trabajo.
Capítulos enteros del libro sobre Stalin permanecieron así dormidos hasta que en 2003 el historiador galés Alan Woods comenzó a indagar en la montaña de documentos para rescatar la versión más amplia e íntegra posible del libro. 
Y después de más de diez años de trabajo el resultado fue una obra un tercio más extensa que el libro publicado en los años 40, sin los añadidos del primer traductor y, ahora sí, con las bendiciones de la familia de Trotski.
Woods coincide con Volkov en que Trotski no quería escribir este libro.
 “Pero una vez que se puso a ello, lo hizo concienzudamente, con mucha documentación y detalles incluso del periodo más desconocido de la vida de Stalin, su infancia.
 Para cualquier lector es un estudio psicológico fascinante”, explica desde Londres, donde reside. 
El historiador es un activo miembro de la Corriente Marxista Internacional.
 Participó en la lucha contra el Franquismo en España y fue firme defensor de la revolución bolivariana y amigo personal de Hugo Chávez, aunque en los últimos tiempos se ha distanciado de la deriva del Gobierno venezolano.
Los dirigentes del Partido Bolchevique eran en general gente muy capacitada, y entre ellos brillaba Trotski, que dominaba cinco idiomas y escribía varios libros a la vez. 
Stalin aparece en cambio retratado por su gran rival político como un hombre de horizontes limitados. 
Ese perfil mediocre coincide con el que hicieron otros observadores, como el periodista estadounidense John Reed, que en su crónica Diez días que estremecieron al mundo menciona a El hombre de acero solo dos veces y a Trotski nada menos que 67.
Pero, por lo que se cuenta en el libro que ahora se presenta, las cualidades de Stalin eran otras:  la astucia y el arte de la manipulación. 
“La técnica de Stalin consistía en avanzar gradualmente paso a paso hacia la posición de dictador, mientras que representaba el papel de un defensor modesto del Comité Central y de la dirección colectiva. Utilizó a fondo el período de enfermedad de Lenin para colocar a individuos que le eran devotos.
 Se aprovechó de cada situación, de cada circunstancia política, de cualquier combinación de personas para promover su propio avance que le ayudara en su lucha por el poder y lograr su deseo de dominar a los demás. 
Si no podía elevarse a su altura intelectual, podía provocar un conflicto entre dos competidores más fuertes. 
Elevó el arte de manipular los antagonismos personales o de grupo a nuevas alturas. En este campo desarrolló un instinto casi infalible”.
Sin embargo, Woods no atribuye la llegada al poder de Stalin a su carácter. 
“Era un niño maltratado por su padre, rencoroso y con tendencias sádicas.
 Pero no todos los maltratados se vuelven monstruos. Como no todos los artistas fracasados se vuelven Hitler”.
 Y propone un argumento marxista para explicar su ascenso. “En todas las revoluciones hay un periodo que necesita héroes, gigantes. Cuando llega a un periodo de declive, necesitan mediocres. 
La degeneración burocrática hubiera tenido lugar sin o con Stalin, porque Rusia era un país aislado y atrasado.
 Pero en este caso la burocracia se encarnó en un personaje sanguinario”.
 ¿Pudo acelerar el libro el asesinato? 
Stalin estaba muy bien informado de lo que hacía su rival. 
Cada mañana tenía los últimos artículos de Trotski sobre su mesa. Y Volkov recuerda cómo Robert Sheldon Harte, guardaespaldas de su abuelo a quien se atribuye la traición que facilitó un primer atentado contra él en mayo de 1940, le preguntaba siempre por la marcha de la obra.
 “Como cualquier criminal tenía que eliminar los testigos”, coincide Woods.

Felipe Varela ya no es el único en el armario de la Reina

La llegada de la estilista Eva Fernández ha abierto el guardarropa de doña Letizia a otros diseñadores, el último Ángel Schlesser.


La reina Letizia.
La reina Letizia. Getty Images
La reina Letizia estrenó el jueves prenda y diseñador en la entrega de los Premios Mariano de Cavia en Madrid.
 Por primera vez se enfundó en una creación de Angel Schlesser: un elegante mono color burdeos sin mangas, con escote de pico y cinturón ancho en la cintura que combina dos tejidos del mismo color creando un interesante juego de pliegues en los laterales. “Estamos muy contentos de que se lo haya puesto, la repercusión que tiene ella es muy importante para nosotros. 
Se ha notado sobre todo en redes sociales y a todo el mundo le ha gustado”, explicaba a este periódico Pepe San Martín, responsable del departamento de comunicación de Angel Schlesser.
 Como todos los que han vestido a Letizia, éste se mostró muy cuidadoso de no desvelar ningún detalle sobre el cómo se habría fraguado el contacto entre la marca y la Reina.
La prenda que está disponible en este mismo tono y también en azul en la web de este reputado diseñador español por 430 euros podría haber sufrido algunos ajustes para el evento. 
La Reina la combinó con un bolso de mano estilo patchwork de Tita Madrid, unos salones de Lodi y joyas de Yanes y Cartier.
 Un conjunto más sobrio que en la anterior edición de los premios - en la que sorprendió a los presentes con un lujoso vestido de Nina Ricci y un peinado con efecto mojado - que reafirma la apuesta de Letizia y su equipo por el diseño nacional y su intención de ampliar el repertorio de marcas que viste.
Tras apostar durante mucho tiempo por Felipe Varela como modisto de cabecera continuando la línea más conservadora y discreta marcada por doña Sofía, la entrada de la exestilista de Cosmopolitan, Eva Fernández en mayo de 2015, significó un cambio de estrategia.
La reina Letizia.
La reina Letizia. Getty Images
Fernández que sigue visitando de incógnito los showrooms más importantes de la capital y que es quien gestiona y supervisa todas las prendas que envían las marcas a La Zarzuela, ha sido clave para acercar a la Reina a una mayor diversidad de firmas, sobre todo locales.
 Desde entonces, además de Varela, con el que sigue contando para ocasiones de protocolo estricto, ha lucido otras marcas como Nina Ricci, Carolina Herrera, Ailanto, Juan Vidal o Cortana.
 Para las marcas independientes, vestir a la Reina es todo un empujón: “lo hemos notado en ventas, en el tráfico de la web y en una repercusión que ha traspasado fronteras” explicaban desde la firma Juan Vidal.
 Schlesser se suma así a esta lista cada vez más abierta en la que todavía quedan otros nombres por estrenar:
 Delpozo, Teresa Helbig, Miguel Palacio, The 2nd Skin, Alvarno o Jorge Vázquez son algunos de los nombres que todavía no han vestido a Letizia y que bien podrían ser serios candidatos a enriquecer su estilo. El tiempo dirá.

 

 
 

El niño casi blanco...................................... Elvira Lindo.

Son tiempos para leer a Trevor Noah. Ayuda a distinguir la desgracia real de la fantasía del dolor.

Trevor Noah, en su programa de televisión 'The Daily Show'.
Trevor Noah, en su programa de televisión 'The Daily Show'. Getty Images

El sufrimiento se ha abaratado. 
Puede que algún día, cuando esta época convulsa se convierta en pretérita en los libros de historia, alguien caiga en la cuenta de que en el devenir de los tiempos influyó y no poco el que la gente hubiera perdido el sentido de la medida y reivindicara, como si se tratara de un derecho, que su dolor debía ser tomado en cuenta como el de las personas que de verdad sufren. 
Pero, ¿qué es la verdad y qué el falseamiento de la misma en el presente? 
 Los sentimientos son subjetivos, podemos estar de acuerdo, aunque en esta época de sacralización de la subjetividad hemos perdido por el camino algo tan eficaz para observar la realidad como es el sentido de la proporción.
 Echar un vistazo al mundo y compararse con el que nada tiene y nada puede esperar se ha quedado caduco, es más, apelar a la discreción o a la contención se considera un espantajo, como sacar del baúl de los recuerdos virtudes cursis que no conviene desempolvar. 
Algo de eso sabe Trevor Noah, el cómico sudafricano que desde The Daily Show sacude cada noche sin piedad a Donald Trump. En realidad, no solo dispara con sus chistes al presidente, Noah es un especialista desde niño en meterse en líos y se ríe hasta de su sombra y de la sombra de los suyos.
 Este mulato de 33 años nació en Johannesburgo.
 La edad y el lugar de nacimiento ya nos indican que la temeridad de su humor no fue espontánea: creció bajo el apartheid y su color le convirtió en clandestino desde la cuna, ya que estando prohibidas las relaciones sexuales mixtas, también se estigmatizaba a los descendientes de esas parejas que subvertían las normas raciales. Trevor, hijo de suizo y sudafricana, era un niño casi blanco de pelo afro.
 Su aspecto le impedía sentirse integrado y protegido en grupo alguno, salvo al calor de su madre, una mujer valiente y singular que no conformándose con la miserable educación con la que el gobierno racista de Pretoria condenaba a los niños negros o mulatos, se las ingenió para darle al niño idiomas, los propiamente locales y el inglés, para abrirle las puertas de un futuro distinto.
Las madres de nuestro país han aspirado a lo mismo, el inglés, el inglés, pero en el caso de una madre negra del apartheid dar a su hijo idiomas, libros y empujarle a tener sueños que fueran más allá de construir una pared de ladrillo para su chabola era un anhelo insensato.
Todo esto está contado en Prohibido nacer. Memorias de racismo, rabia y risa, las memorias de un gran pícaro que ahora se publican en España y que el año pasado sedujeron a la crítica estadounidense. 
El periodismo nos puede abrir los ojos a la realidad pero la primera persona de un relato nos sitúa en el puro centro de la acción: en Soweto, por ejemplo, en el camino que un chaval hacía todos los días al colegio; en la manera en que su madre se distanciaba de él en la calle para que la policía no dedujera que era hijo de una relación ilícita, o para que los suyos no la llamaran puta por haberse acostado con un blanco. 
Pero esa madre digna y valerosa, que educó a su hijo en el humor y la resiliencia, dos cualidades que comparten terreno porque nos salvan de la desgracia, solía decirle al pequeño Trevor: 
“Aprende de tu pasado y haz que ese pasado te ayude a ser mejor persona.
 La vida está llena de dolor. Haz que ese dolor te mantenga despierto, pero no te aferres a él. No te amargues”. 
Vacunó, en suma, a su hijo contra la amargura y el resentimiento, le ayudó a convertirse en una persona flexible y audaz. 
Esa manera de narrar la fatalidad con humor está emparentada con las memorias de Harpo Marx (Harpo Speaks), que destilan una ironía no exenta de inocencia a pesar de ser los recuerdos de un niño judío y pobre en el Nueva York de finales del XIX, o a las de nuestro Gila (Y entonces nací yo) en el Madrid previo a la guerra o en medio mismo de la contienda, cuando fue malamente fusilado, pasando luego hambre, frío y penurias en la cárcel. 
Todos huyen del dramatismo y a través de una mirada humorística, a veces cruda, a veces compasiva, siempre sincera y limpia aún a costa de confesar las mezquindades a las que cualquier ser humano se rinde forzado por la necesidad, nos cuentan historias llenas de verdad. 
Entendemos cuáles fueron las enormes carencias que padecieron en la infancia, el hambre, el frío, el miedo, la falta de libertad, la exclusión por motivos de religión, raza o clase, pero a un tiempo nos contagian unas ganas enormes de vivir, una bonhomía y una alegría que para nosotros querríamos.
 Son tiempos para leer a Trevor Noah. 
Ayuda a distinguir la desgracia real de la fantasía del dolor.
 Es una lección que no todo el mundo hoy está dispuesto a recibir.