Muchos fantasean con salirse de la norma. Estas cuatro personas lo hicieron y nos cuentan sus experiencias (una pista: no todas salieron bien).
El Efecto Coolidge,
acuñado por el etólogo Frank A. Beach hace medio siglo, describe un
fenómeno que se da entre los mamíferos por el cual, si los estímulos
siempre son los mismos y se repiten en el tiempo, provocan un descenso
del deseo.
El sexólogo Ignasi Puig da con una solución escueta: cambiar esos estímulos.
"Si una pareja solo mantiene relaciones sexuales una vez a la semana y siempre es el sábado después de ir a cenar y al cine, y siempre en el dormitorio, bajará la libido", explica, y advierte:
: "Una forma de introducir variedad a la relación (desde luego, no la única) puede ser abrirla sexualmente a otras personas, o el intercambio de parejas [lo que se conoce comúnmente como mundo 'swinger'], pero debe hacerse siempre con sinceridad y comunicación.
Si no, por mucho que estén dispuestos a compartirse con otros, llegará la sensación de engaño, y puede ser devastador para la pareja.
En el momento en el que entran en la ecuación terceras personas, pueden aflorar los miedos y las inseguridades, esto es:
los celos. Por eso es tan importante que esta práctica se haga siempre desde la absoluta sinceridad y entendimiento mutuo".
Su compañero, Miguel Vagalume, reflexiona: "Estamos en un boom parecido al de los años setenta con las comunas hippies,
el llamado verano del amor; había dos mil o tres mil comunas en Estados
Unidos, era la misma sensación.
Y como entonces, ahora es peligroso pintarlo como algo fácil. Tener dos parejas en lugar de una cambia un montón de reglas del juego que te había inculcado la vida, a ti y a gente de tu alrededor". Y puntualiza:
"A mediados del siglo pasado había relaciones abiertas en España, no es algo nuevo.
Pero en aquella época, generalmente, jugaba en contra de muchas mujeres: resignadas, aceptaban en silencio que sus maridos tuvieran una amante, incluso otras esposas y familias.
Por suerte, eso hoy ha cambiado. Las mujeres son más autosuficientes y eligen, en su caso, la poligamia, o lo que ahora se llama poliamor [tener relaciones plenas con más de una persona]. Pero de una forma abierta y pactada con su pareja.
No hay que olvidar que cambiar ese modelo de relación implica muchas preguntas:
¿Es posible estar con dos personas a la vez, incluso querer a más de una pareja al mismo tiempo?
Es importante desmontar muchos mitos, y no siempre es una aventura exitosa.
Pero no hay que confundirlo con la parte lúdica, por ejemplo, ir a un local de intercambio.
Ahí no estás desmontando ningún mito. Es algo lúdico que haces con tu pareja, solo desmontas la exclusividad sexual".
Puig añade: "Un error común es elegir una relación abierta como solución a problemas preexistentes.
Hay que darle la vuelta: si tienes problemas de pareja, primero soluciónalos.
Y luego plantéate si es mejor cambiar el modelo de relación y abrirla, para que no vuelvan a surgir.
Tengo relaciones abiertas desde hace 22 años, una principal que compagino con varios amantes, con algunos llevo desde hace cinco o seis años.
Nos gustamos y el sexo es fabuloso, pero sabemos que nunca llegará más allá.
En cuanto a mi pareja, aunque ahora estoy soltera, cuando la he tenido, se convierte en lo más importante.
He tenido relaciones duraderas que aceptaban cómo soy cuando se lo planteaba, o directamente eran liberales sexuales, como yo. Tengo claro que si hay total sinceridad desde el principio, los celos no tienen lugar.
Mis últimas tres relaciones han sido abiertas y lo hemos llevado bien: uno sale una noche y dice que no vendrá a dormir.
Al día siguiente: "¿Te lo has pasado bien? Sí, cariño". Y todo perfecto.
Nuestra vida sexual y afectiva es mucho mejor. Por supuesto, con algunas normas básicas, como no traer nunca a un amante al hogar que compartimos.
O no especificar quién es gratuitamente, si la otra persona no lo pregunta.
Los problemas que hemos tenido no han venido por ahí. Han sido problemas de convivencia, los de cualquier pareja.
También he tenido periodos monógamos de años, pero que yo prefiero llamarlos 'exclusivos'.
Cuando conozco a alguien y me enamoro me entran ganas de dedicarle mi energía en exclusividad a esa persona. También he tenido parejas que no han sido capaces de sobrellevar que yo sea poliamorosa. Pero esas personas han vuelto a mi vida como amigos, porque siempre quedó claro que no era una falta de respeto, una infidelidad ni ruptura de ningún acuerdo. Sencillamente, les desbordó que yo pudiera estar con otras personas, aunque fuera algo pactado de antemano.
La sinceridad es la clave para sobrellevar los posibles celos, aunque no siempre es suficiente.
También he tenido momentos de tristeza, de sentirme incomprendida y presionada por el entorno.
Pienso que el camino a seguir no es el amor egoísta y posesivo.
No estoy en contra de la monogamia, sino de cómo se practica: por falta de libertad.
El entorno también es un problema. Salgo en medios, escribí un libro, llevo el Moan Club con el objetivo de difundir este tipo de relación y apoyar a mujeres que decidimos vivir nuestra vida afectiva y sexual de forma abierta y libre.
Es una red de apoyo. Algunos amigos lo entendieron, y otros se apartaron.
Mi familia, por suerte, me ha comprendido, pero no es lo habitual. Hay mucha incomprensión en torno al poliamor. Se confunde con apertura sexual.
Una persona casada puede tener, si les va bien, el mismo sexo o más que una persona poliamorosa.
Con el trabajo y las obligaciones diarias, el tiempo es el que hay, para todos. Pero es más complicado tener relaciones sentimentales con más de una persona.
Todo lo malo y lo bueno se multiplica.
Me sentí muy afortunado porque nunca había tenido una experiencia así, y fue maravilloso.
Pensé que sería algo puntual, pero después, cada vez que salíamos a un bar o una discoteca y bebíamos, ella empezaba a plantearme hacer tríos con otras chicas. Me lo tomaba como una especie de juego. Pero llegó un punto en que lo hacíamos por sistema, y para mí todo se enrareció.
Eso fue perjudicando nuestra vida en pareja, también la sexual.
Y no lo podía compartir con nadie, mucho menos con los compañeros de trabajo, porque sentía que no iban a entender que hubiera llegado a este punto con mi pareja.
Un día me confesó que era bisexual (algo que obviamente yo ya sospechaba) y que había tenido relaciones abiertas en el pasado, que incluso había estado en locales de intercambio.
Me dolió mucho y tuve que romper con ella, por mucho que me gustara y ya lleváramos casi un año juntos.
Respeto a las parejas que deciden tener sexo con otras personas. No es un tema moral, pero lo veo como una experiencia más, que no tengo necesidad de repetir.
Sencillamente, no va conmigo.
El sexólogo Ignasi Puig da con una solución escueta: cambiar esos estímulos.
"Si una pareja solo mantiene relaciones sexuales una vez a la semana y siempre es el sábado después de ir a cenar y al cine, y siempre en el dormitorio, bajará la libido", explica, y advierte:
: "Una forma de introducir variedad a la relación (desde luego, no la única) puede ser abrirla sexualmente a otras personas, o el intercambio de parejas [lo que se conoce comúnmente como mundo 'swinger'], pero debe hacerse siempre con sinceridad y comunicación.
Si no, por mucho que estén dispuestos a compartirse con otros, llegará la sensación de engaño, y puede ser devastador para la pareja.
En el momento en el que entran en la ecuación terceras personas, pueden aflorar los miedos y las inseguridades, esto es:
los celos. Por eso es tan importante que esta práctica se haga siempre desde la absoluta sinceridad y entendimiento mutuo".
Y como entonces, ahora es peligroso pintarlo como algo fácil. Tener dos parejas en lugar de una cambia un montón de reglas del juego que te había inculcado la vida, a ti y a gente de tu alrededor". Y puntualiza:
"A mediados del siglo pasado había relaciones abiertas en España, no es algo nuevo.
Pero en aquella época, generalmente, jugaba en contra de muchas mujeres: resignadas, aceptaban en silencio que sus maridos tuvieran una amante, incluso otras esposas y familias.
Por suerte, eso hoy ha cambiado. Las mujeres son más autosuficientes y eligen, en su caso, la poligamia, o lo que ahora se llama poliamor [tener relaciones plenas con más de una persona]. Pero de una forma abierta y pactada con su pareja.
No hay que olvidar que cambiar ese modelo de relación implica muchas preguntas:
¿Es posible estar con dos personas a la vez, incluso querer a más de una pareja al mismo tiempo?
Es importante desmontar muchos mitos, y no siempre es una aventura exitosa.
Pero no hay que confundirlo con la parte lúdica, por ejemplo, ir a un local de intercambio.
Ahí no estás desmontando ningún mito. Es algo lúdico que haces con tu pareja, solo desmontas la exclusividad sexual".
Puig añade: "Un error común es elegir una relación abierta como solución a problemas preexistentes.
Hay que darle la vuelta: si tienes problemas de pareja, primero soluciónalos.
Y luego plantéate si es mejor cambiar el modelo de relación y abrirla, para que no vuelvan a surgir.
"Tengo relaciones abiertas desde hace 22 años, una principal y amantes varios", Afrodita Puig (42 años, doctorada e investigadora científica)
No soy 'swinger', pero me considero liberal.Tengo relaciones abiertas desde hace 22 años, una principal que compagino con varios amantes, con algunos llevo desde hace cinco o seis años.
Nos gustamos y el sexo es fabuloso, pero sabemos que nunca llegará más allá.
En cuanto a mi pareja, aunque ahora estoy soltera, cuando la he tenido, se convierte en lo más importante.
He tenido relaciones duraderas que aceptaban cómo soy cuando se lo planteaba, o directamente eran liberales sexuales, como yo. Tengo claro que si hay total sinceridad desde el principio, los celos no tienen lugar.
Mis últimas tres relaciones han sido abiertas y lo hemos llevado bien: uno sale una noche y dice que no vendrá a dormir.
Al día siguiente: "¿Te lo has pasado bien? Sí, cariño". Y todo perfecto.
Nuestra vida sexual y afectiva es mucho mejor. Por supuesto, con algunas normas básicas, como no traer nunca a un amante al hogar que compartimos.
O no especificar quién es gratuitamente, si la otra persona no lo pregunta.
Los problemas que hemos tenido no han venido por ahí. Han sido problemas de convivencia, los de cualquier pareja.
"Practico el 'poliamor' desde que tengo una madurez sentimental y sexual", Karen Moan (44 años, escritora)
Practico el poliamor –amar a más de una persona a la vez de manera pactada y ética– desde que tengo madurez sentimental y sexual. En este tiempo he tenido momentos de amor pletórico, algunos han durado años, cuando sentía que tenía una pareja que me daba libertad para estar con otras personas, de ser yo misma y de crecer juntos.También he tenido periodos monógamos de años, pero que yo prefiero llamarlos 'exclusivos'.
Cuando conozco a alguien y me enamoro me entran ganas de dedicarle mi energía en exclusividad a esa persona. También he tenido parejas que no han sido capaces de sobrellevar que yo sea poliamorosa. Pero esas personas han vuelto a mi vida como amigos, porque siempre quedó claro que no era una falta de respeto, una infidelidad ni ruptura de ningún acuerdo. Sencillamente, les desbordó que yo pudiera estar con otras personas, aunque fuera algo pactado de antemano.
La sinceridad es la clave para sobrellevar los posibles celos, aunque no siempre es suficiente.
También he tenido momentos de tristeza, de sentirme incomprendida y presionada por el entorno.
Pienso que el camino a seguir no es el amor egoísta y posesivo.
No estoy en contra de la monogamia, sino de cómo se practica: por falta de libertad.
El entorno también es un problema. Salgo en medios, escribí un libro, llevo el Moan Club con el objetivo de difundir este tipo de relación y apoyar a mujeres que decidimos vivir nuestra vida afectiva y sexual de forma abierta y libre.
Es una red de apoyo. Algunos amigos lo entendieron, y otros se apartaron.
Mi familia, por suerte, me ha comprendido, pero no es lo habitual. Hay mucha incomprensión en torno al poliamor. Se confunde con apertura sexual.
Una persona casada puede tener, si les va bien, el mismo sexo o más que una persona poliamorosa.
Con el trabajo y las obligaciones diarias, el tiempo es el que hay, para todos. Pero es más complicado tener relaciones sentimentales con más de una persona.
Todo lo malo y lo bueno se multiplica.
"Hace dos años tuve mi primera relación abierta y no funcionó. Lo veo como una experiencia más que no tengo necesidad de repetir", Álvaro Martínez (29 años, ingeniero)
Tuve mi primera y única relación abierta hace dos años y no funcionó. Me metí casi sin darme cuenta, porque nunca me lo había planteado. Me dieron una beca para trabajar en Berlín y allí empecé a salir con una chica. Una noche de juerga terminamos en su casa con una amiga suya y me propusieron hacer un trío.Me sentí muy afortunado porque nunca había tenido una experiencia así, y fue maravilloso.
Pensé que sería algo puntual, pero después, cada vez que salíamos a un bar o una discoteca y bebíamos, ella empezaba a plantearme hacer tríos con otras chicas. Me lo tomaba como una especie de juego. Pero llegó un punto en que lo hacíamos por sistema, y para mí todo se enrareció.
"Una noche me propuso un trío con otro tío y yo me sentí obligado a satisfacerla, porque antes siempre habíamos estado con chicas.
Y no lo podía compartir con nadie, mucho menos con los compañeros de trabajo, porque sentía que no iban a entender que hubiera llegado a este punto con mi pareja.
Un día me confesó que era bisexual (algo que obviamente yo ya sospechaba) y que había tenido relaciones abiertas en el pasado, que incluso había estado en locales de intercambio.
Me dolió mucho y tuve que romper con ella, por mucho que me gustara y ya lleváramos casi un año juntos.
Respeto a las parejas que deciden tener sexo con otras personas. No es un tema moral, pero lo veo como una experiencia más, que no tengo necesidad de repetir.
Sencillamente, no va conmigo.