Muchos
fantasean con salirse de la norma. Estas cuatro personas lo hicieron y
nos cuentan sus experiencias (una pista: no todas salieron bien).
Joel Moore, Paris Hilton, Christine Lakin y Adam Kulbersh en la comedia de 2008 'The Hottie and the Nottie'.Cordon
El Efecto Coolidge,
acuñado por el etólogo Frank A. Beach hace medio siglo, describe un
fenómeno que se da entre los mamíferos por el cual, si los estímulos
siempre son los mismos y se repiten en el tiempo, provocan un descenso
del deseo. El sexólogo Ignasi Puig da con una solución escueta: cambiar
esos estímulos. "Si una pareja solo mantiene relaciones sexuales una vez
a la semana y siempre es el sábado después de ir a cenar y al cine, y
siempre en el dormitorio, bajará la libido", explica, y advierte: : "Una forma de introducir variedad a la relación (desde luego, no la
única) puede ser abrirla sexualmente a otras personas, o el intercambio
de parejas [lo que se conoce comúnmente como mundo 'swinger'], pero debe
hacerse siempre con sinceridad y comunicación. Si no, por mucho que
estén dispuestos a compartirse con otros, llegará la sensación de
engaño, y puede ser devastador para la pareja. En el momento en el que
entran en la ecuación terceras personas, pueden aflorar los miedos y las
inseguridades, esto es: los celos. Por eso es tan importante que esta
práctica se haga siempre desde la absoluta sinceridad y entendimiento
mutuo".
Joel Moore, Paris Hilton, Christine Lakin y Adam Kulbersh en la comedia de 2008 'The Hottie and the Nottie'.Cordon
Su compañero, Miguel Vagalume, reflexiona: "Estamos en un boom parecido al de los años setenta con las comunas hippies,
el llamado verano del amor; había dos mil o tres mil comunas en Estados
Unidos, era la misma sensación. Y como entonces, ahora es peligroso
pintarlo como algo fácil. Tener dos parejas en lugar de una cambia un montón de reglas del juego
que te había inculcado la vida, a ti y a gente de tu alrededor". Y
puntualiza: "A mediados del siglo pasado había relaciones abiertas en
España, no es algo nuevo. Pero en aquella época, generalmente, jugaba en
contra de muchas mujeres: resignadas, aceptaban en silencio que sus
maridos tuvieran una amante, incluso otras esposas y familias. Por
suerte, eso hoy ha cambiado. Las mujeres son más autosuficientes y
eligen, en su caso, la poligamia, o lo que ahora se llama poliamor
[tener relaciones plenas con más de una persona]. Pero de una forma
abierta y pactada con su pareja. No hay que olvidar que cambiar ese
modelo de relación implica muchas preguntas: ¿Es posible estar con dos
personas a la vez, incluso querer a más de una pareja al mismo tiempo? Es importante desmontar muchos mitos, y no siempre es una aventura
exitosa. Pero no hay que confundirlo con la parte lúdica, por ejemplo, ir a un
local de intercambio. Ahí no estás desmontando ningún mito. Es algo
lúdico que haces con tu pareja, solo desmontas la exclusividad sexual". Puig añade: "Un error común es elegir una relación abierta como solución
a problemas preexistentes. Hay que darle la vuelta: si tienes problemas
de pareja, primero soluciónalos. Y luego plantéate si es mejor cambiar
el modelo de relación y abrirla, para que no vuelvan a surgir. Biel Duran, Adriana Ugarte y Nilo Mur mantienen una relación a tres en la película 'Castillos de cartón' (2008).
"Tengo relaciones abiertas desde hace 22 años, una principal y
amantes varios", Afrodita Puig (42 años, doctorada e investigadora
científica)
No soy 'swinger', pero me considero liberal. Tengo
relaciones abiertas desde hace 22 años, una principal que compagino con
varios amantes, con algunos llevo desde hace cinco o seis años. Nos
gustamos y el sexo es fabuloso, pero sabemos que nunca llegará más allá. En cuanto a mi pareja, aunque ahora estoy soltera, cuando la he tenido,
se convierte en lo más importante. He tenido relaciones duraderas que
aceptaban cómo soy cuando se lo planteaba, o directamente eran liberales
sexuales, como yo. Tengo claro que si hay total sinceridad desde el
principio, los celos no tienen lugar. Mis últimas tres relaciones han
sido abiertas y lo hemos llevado bien: uno sale una noche y dice que no
vendrá a dormir. Al día siguiente: "¿Te lo has pasado bien? Sí, cariño".
Y todo perfecto. Nuestra vida sexual y afectiva es mucho mejor.
Por supuesto, con algunas normas básicas, como no traer nunca a un
amante al hogar que compartimos. O no especificar quién es
gratuitamente, si la otra persona no lo pregunta. Los problemas que
hemos tenido no han venido por ahí. Han sido problemas de convivencia,
los de cualquier pareja.
"Practico el 'poliamor' desde que tengo una madurez sentimental y sexual", Karen Moan (44 años, escritora)
Practico elpoliamor –amar a más de una persona a la vez de manera pactada y ética–
desde que tengo madurez sentimental y sexual. En este tiempo he tenido
momentos de amor pletórico, algunos han durado años, cuando sentía que
tenía una pareja que me daba libertad para estar con otras personas, de
ser yo misma y de crecer juntos. También he tenido periodos monógamos de
años, pero que yo prefiero llamarlos 'exclusivos'. Cuando conozco a
alguien y me enamoro me entran ganas de dedicarle mi energía en
exclusividad a esa persona. También he tenido parejas que no han sido
capaces de sobrellevar que yo sea poliamorosa. Pero esas
personas han vuelto a mi vida como amigos, porque siempre quedó claro
que no era una falta de respeto, una infidelidad ni ruptura de ningún
acuerdo. Sencillamente, les desbordó que yo pudiera estar con otras
personas, aunque fuera algo pactado de antemano. La sinceridad es la
clave para sobrellevar los posibles celos, aunque no siempre es
suficiente. También he tenido momentos de tristeza, de sentirme incomprendida y
presionada por el entorno. Pienso que el camino a seguir no es el amor
egoísta y posesivo. No estoy en contra de la monogamia, sino de cómo se
practica: por falta de libertad. El entorno también es un problema.
Salgo en medios, escribí un libro, llevo el Moan Club con el objetivo de
difundir este tipo de relación y apoyar a mujeres que decidimos vivir
nuestra vida afectiva y sexual de forma abierta y libre. Es una red de
apoyo. Algunos amigos lo entendieron, y otros se apartaron. Mi familia,
por suerte, me ha comprendido, pero no es lo habitual. Hay mucha
incomprensión en torno al poliamor. Se confunde con apertura sexual. Una persona casada puede tener, si les va bien, el mismo sexo o más que una persona poliamorosa. Con el trabajo y las obligaciones diarias, el tiempo es el que hay,
para todos. Pero es más complicado tener relaciones sentimentales con
más de una persona. Todo lo malo y lo bueno se multiplica.
"Hace dos años tuve mi primera relación abierta y no funcionó. Lo
veo como una experiencia más que no tengo necesidad de repetir", Álvaro
Martínez (29 años, ingeniero)
Tuve mi primera y única relación abierta hace dos años y no
funcionó. Me metí casi sin darme cuenta, porque nunca me lo había
planteado. Me dieron una beca para trabajar en Berlín y allí empecé a
salir con una chica. Una noche de juerga terminamos en su casa con una
amiga suya y me propusieron hacer un trío. Me sentí muy afortunado
porque nunca había tenido una experiencia así, y fue maravilloso. Pensé
que sería algo puntual, pero después, cada vez que salíamos a un bar o
una discoteca y bebíamos, ella empezaba a plantearme hacer tríos con
otras chicas. Me lo tomaba como una especie de juego. Pero llegó un
punto en que lo hacíamos por sistema, y para mí todo se enrareció.
"Una noche me propuso un trío con otro tío y yo me sentí obligado a
satisfacerla, porque antes siempre habíamos estado con chicas.
Eso fue perjudicando nuestra vida en pareja, también la sexual. Y no lo
podía compartir con nadie, mucho menos con los compañeros de trabajo,
porque sentía que no iban a entender que hubiera llegado a este punto
con mi pareja. Un día me confesó que era bisexual (algo que obviamente
yo ya sospechaba) y que había tenido relaciones abiertas en el pasado,
que incluso había estado en locales de intercambio. Me dolió mucho y
tuve que romper con ella, por mucho que me gustara y ya lleváramos casi
un año juntos. Respeto a las parejas que deciden tener sexo con otras
personas. No es un tema moral, pero lo veo como una experiencia más, que
no tengo necesidad de repetir. Sencillamente, no va conmigo.
Un mendigo obsesionado con la velocidad mató a al menos 11 personas antes de ser detenido.
Francisco García Escalero, escoltado por la Guardia Civil en 1995.Gorka Lejarcegi
Francisco García Escalero,
el mendigo psicópata de 39 años que confesó haber asesinado al menos a
11 personas, lleva su destino tatuado en la piel. Su antebrazo derecho
muestra en tinta azul una tumba, en cuya lápida hay grabada una borrosa
leyenda: "Naciste para sufrir". Es un recuerdo de la cárcel, de esos
pabellones de castigo que le vieron hundirse desde el 28 de agosto de
1970, cuando a los 16 años ingreso en la prisión de Carabanchel
por robar una motocicleta. Fue la época en la que ese joven taciturno,
que siempre perdía en las peleas del barrio de casetas en Bilbao, inició
un descenso que le llevaría a confesar 19 años más tarde que había
profanado cementerios y violado cadáveres, que había degollado,
emasculado y quemado a sus compinches de siestas y borracheras. Una tumba cuya primera piedra se colocó el 24 de mayo de 1954. Aquel lunes,
su madre, Gregoria, le parió en el desaparecido hospital de El Cisne. Era el segundo y último hijo -el mayor le saca dos años- de un
matrimonio de agricultores que abandonó los campos de Zamora en busca de
un futuro mas cálido en la capital. Recalaron en la calle de Marcelino
Roa Vázquez, número 36, del barrio de casetas bajas de Bilbao. Su sueño
era poseer un piso. Tardarían dos décadas en conseguirlo.
Ocuparon un chamizo de dos habitaciones, sin agua corriente. En el
cuarto de los críos, donde los hermanos dormían en la misma cama, el
cuadro de una Virgen en tres dimensiones constituía el único adorno. El niño acudía al colegio público Emilio Ferrari. La madre, que
trabajaba de limpiadora en una empresa, no le podía acompañar a la
escuela. Tampoco el padre, albañil. Esta circunstancia era aprovechada por el crío para hacer novillos. No pasaba de los seis años y las clases le pesaban demasiado en su
cabeza. Prefería corretear por las lomas, descenderlas en patinete. Con
él, arrodillado sobre su madera oscura, el pequeño Paco descendía
incansable las empinadas cuestas del barrio. Con el paupérrimo aire de
los años cincuenta cortándole la cara, el chaval reía; reía con una
alegría que jamás le volverían a ver quienes le conocieron. Muy pronto
empezaría a deslizarse por otra pendiente. Al padre, Antonio, los novillos de su benjamín le sacaban de quicio. Pero el pequeño Paco, siempre testarudo, insistía una y otra vez, y no
sólo dejando de asistir a clase o jugando al patinete. Por las noches no
regresaba a casa. Se perdía por los alrededores con otros muchachos.
Más de una vez, su silueta recortó las tapias del cementerio de Nuestra
Señora de la Almudena, a dos pasos de su casa. La costumbre no le
abandonaría. Pero el espanto, en aquel tiempo, aguardaba al amanecer en la caseta
baja. El padre, cinturón en mano, le arreaba brutales palizas, en las
que el niño rompía su silencio y estallaba en insultos y golpes. El
padre, cada vez más afectado por una artrosis, andaba a duras penas. Ya
no podía ir a la obra.
El padre no podía con él
Agentes
judiciales retiran el cadáver castrado de una de las víctimas de
Francisco García Escalero, el mendigo psicópata, en un descampado de
Madrid (1989)Uly Martín
Para sacar unos duros, había montado un puesto ambulante de venta de
tabaco y chucherías. Al regresar, veía cómo su hijo pequeño se le iba. Incluso a rastras le perseguía con la correa. "El padre no podía con
él", recuerda un familiar. Una de las pocas alegrías le llegaba de la mano de su madre. Los
domingos por la tarde llevaba a los hermanos, pantalón corto, pelo
cepillo, al cine Lepanto, al Mundial, al Aragón. Las pupilas marrones
del futuro psicópata se inundaban del blanco y negro de aquellas
sesiones continuas. De 7 a 10, Paco permanecía quieto. Mucho más que con
el cinturón. Corrían los años sesenta. Los que le recuerdan de esos años
adolescentes hablan de un crío de mal genio, que nunca contaba chistes. Era difícil descubrirle una sonrisa. Indómito, su mundo adquiría volumen
junto a otros chavales de aquel barrio de aluvión. "Se juntaba con lo peor", señala un familiar. Formaban jaurías, donde
Paco, perdedor nato en las grescas, daba rienda suelta a una sensación
aprendida con el patinete, la velocidad. Las bicicletas, las motos, los
coches que no puede comprar. Un universo preparatorio para el futuro
ladronzuelo. A los 16 años consigue faena como repartidor en un ultramarino de la
calle de Goya. Durante un par de meses sale con una chica del barrio. Poco durará. Una noche, una pareja de la Policía Armada se presenta en la caseta
de la familia García. Francisco ha robado una motocicleta y está
detenido. Al padre, la rabia le inunda. Y a Paco, el chico incapaz de
estarse quieto, le abrazan las rejas de Carabanchel. Desde aquel día, las celdas dictarán la longitud de sus pasos. En 1973, al poco de salir del reformatorio, Francisco García Escalero
ya no es sólo un pequeño chorizo. En compañía de otros tres
delincuentes, viola y roba. Han atado al novio de la víctima y la han
forzado en su presencia, según un conocido. Nadie acudirá al juicio. A
la condena judicial se sumará la pena que impone la ley de la cárcel a
los violadores. En 10 años pisará, pese a sus intentos de evasión, las penitenciarías
de Ocaña, Cáceres, Carabanchel, El Dueso y Alcalá-Meco. Una tumba y un
epitafio se graban en su piel. El 1 de julio de 1984, con 30 años, recupera la plena libertad por
extinción de condena. Le espera un mundo distinto. Su familia, realojada
en 1977, vive en la misma calle, pero en un piso. El padre, postrado en
la cama, ya no puede andar. Francisco, con tatuajes de los pies al cuello, quiere integrarse.
Ayuda a su padre a lavarse. Todas las noches regresa a las diez a casa. Su ilusión es sacarse el carné de conducir y trabajar de camionero. De
nuevo, el amor a la velocidad. Compra una bicicleta, entra en una
autoescuela. La voluntad de aprender se quiebra, sin embargo, por el mismo motivo
por el que le pesaban las clases en el colegio. No logra acordarse de
las señales de tráfico, su memoria falla. Algo en su interior empieza a
revolverse. Carece de amigos o amigas. Nadie le da empleo, recuerda un
pariente. Acostumbrado al espacio cerrado de la prisión, ignora adónde
ir en la gran ciudad. "Estaba hecho a la cárcel, allí le hundieron",
dirá un familiar.
La grieta se abre al morir su padre, en marzo de 1985. Deja de ir a
casa y cuando vuelve apenas dice nada. Ha empezado a mendigar. Y si
alguna vez recuerda sus tiempos en la cárcel, es para hablar de
suicidios. Con los mendigos también lo hará. Pelea con sus compañeros de andanzas, los feligreses del barrio le
temen y más de un vecino de la infancia le da la espalda al reconocerle
rondando por las calles. Ese hombre de pantalones vaqueros y eterna cazadora verde ronda los
solares de la niñez. Algunas noches busca descanso en los crematorios. Ha empezado a matar. Tiene 37 años. El 11 de noviembre de 1987 el cuerpo
decapitado de una mujer es hallado en el descampado del cruce de la
calle de Alcalá con García Noblejas. Este crimen parece de momento el
primero de la serie. Sus víctimas siempre pertenecen a su círculo de
mendigos, desechos de un Madrid en plena euforia económica. Los mata,
según su confesión, por detrás, después de beber vino y tragarse unos
tranquilizantes. "Un impulso irrefrenable", dirá. Una habitación con santos
Cuando regresa a casa de sus correrías, dice que ha pasado por el
hospital Psiquiátrico Provincial. En el piso de su madre le espera una
habitación que él decora con estampas de santos. Duerme en la habitación
del padre fallecido, el de los correazos. Bajo una bombilla roja, las
figuras santas comparten espacio con una pila de imágenes truculentas de
El Caso. A pocos metros de la casa sigue el cementerio de la
Almudena. Lo frecuenta por las noches. Profana tumbas y funde sus
aberraciones con los cadáveres. Le descubren y le conducen al hospital
Psiquiátrico. De muy poco le sirve, pese a que era él mismo quien
forzaba su ingreso. En casa, por las noches, presa de dolores en el
vientre, aullaba des de el balcón: "¡Que llamen a la policía!". Varias
denuncias de vecinos dan fe de sus alaridos. Pero su caso pasó
inadvertido para psiquiatras, policías y jueces. El 7 de diciembre de 1991 roba en Arganda una motocicleta en compañía
de Antonio Serrano, otro mendigo. Ese mismo día les detiene la Guardia Civil. Ambos compañeros de parroquia pasarán ocho días en el penal de Madrid
II. Meses más tarde, el cadáver de Serrano es descubierto con la cabeza
aplastada y quemado. Nadie, otra vez, le relaciona con el crimen.
La policía finalmente le descubre en octubre de 1993. Escalero, el 19
de septiembre, se había atrevido a matar a un compañero del
Psiquiátrico junto al cementerio de su infancia. Poco después del
homicidio, según fuentes cercanas a la investigación, trató de
suicidarse tirándose bajo las ruedas de un coche. Ocho cadáveres corresponden a víctimas fichadas por los agentes de
homicidios. Otros tres sin identificar están siendo buscados en un pozo
ciego donde el mendigo asegura que los arrojó. En ese solar, pegado al convento de clausura de Santa Gema Galgani,
pasó muchas noches Escalero en compañía de otros mendigos. Se refugiaban
en una cueva de escombros y encendían hogueras. En ellas el fuego
alumbraba un rostro de pedigüeño que ocultaba al mayor asesino en serie
de la historia contemporánea de Madrid. Ahora, alargar la lista de sus
crímenes depende de su confesión. "Ha matado a más de 11", ha confesado
uno de los psiquiatras que le estudia en Carabanchel. La policía sigue
investigando. Pero la verdadera tumba permanece cerrada. Su brazo lo
dice. Esta reconstrucción se basa en testimonios de familiares, curas, vecinos, psiquiatras y policías.
Shakira y Gerard Piqué
llevaban varias semanas acaparando titulares de medios sudamericanos
que aseguraban que la pareja estaba al borde de la separación incluso
había alguno que se atrevía a asegurar que el distanciamiento ya se
había producido de manera irremediable. Ante estas voces incesantes, el
jugador del Barcelona ha publicado una foto en la que aparece Shakira de
espaldas con sus dos hijos Milan y Sasha con la etiqueta "domingo en
familia". La pareja lleva junta desde 2010. Las afirmaciones de que había una crisis en la pareja se fundamentaban
en que no publicaban fotos juntos en las redes sociales desde hace meses
cuando ellos suelen hacerlo habitualmente. La última tenía fecha 30 de
junio y correspondía a la boda de Leo Messi con Antonela Roccuzzo
en Rosario (Argentina) desde ese día, la cantante solo había difundido
imágenes preparándose en el gimnasio para la gira que va a comenzar o
grabando en su estudio. Por su parte Piqué
solo había tratado en sus cuentas de cuestiones futbolísticas. Además,
contribuyó a fomentar el rumor la variación con que Piqué celebró su
último gol. El jugador acostumbra a levantar dos dedos con cada mano en
referencia al 2 de febrero, fecha en la que él y la cantante cumplen
años, pero la última vez solo mostró tres.
La foto publicada por Piqué de Shakira y sus hijos.
Los medios suramericanos aseguraban, además, que el motivo de la
crisis era una infidelidad del futbolista descubierta por Shakira lo que
había provocado que esta abandonara con sus hijos la casa familiar. La
cantante ha dedicado a su pareja el tema Me enamoré. La artista, ajena a estos rumores, ha compartido el vídeo de su nuevo single, Perro fiel, canción que interpreta junto al cantante Nicky Jam, que Piqué ha retuiteado con el mensaje: "Boom".
Shakira inicia gira el 17 de noviembre en Barakaldo (Vizcaya), después
actuará en Madrid el día 19, en A Coruña el día 23 y en Barcelona los
días 25 y 26.
El jugador galés
del Real Madrid marcó el tercero de los blancos tras una gran asistencia
de Isco. La velocidad y la definición fueron espectaculares.
Su campo talismán rehabilitó a Bale.
El jugador galés volvió a marcar con una carrera extraordinaria en la
que dejó fuera de tono a Kevin y marcó ante Rulli con una definición de
altura. Alcanzó una velocidad de 35 km/h. El gol le puede dar tranquilidad tras los pitos del Bernabéu. A la Real le ha marcado el 7% de sus 69 tantos en 156 partidos como madridista. Es su víctima favorita a domicilio: seis dianas en cinco partidos en Anoeta. A
ningún equipo de los 44 que se ha enfrentado como madridista fuera de
casa le ha marcado tantos goles (seis), ni tiene mejor promedio (1,25
por encuentro).