Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

17 sept 2017

Mientras las cosas suceden.....................................Javier Marías

Con serlo mucho, lo más importante no es que sean neutralizados los jóvenes que atentan.
 Lo fundamental es que lo sean los adultos que los dirigen.

Javier Marías
MIENTRAS LAS COSAS suceden es difícil, imposible a veces, imaginar cómo serán vistas y consideradas una vez que hayan cesado, y en todo caso ha de tenerse presente que serán juzgadas de muy distinta manera según cuál sea su desenlace, o, dicho más a las claras, según quién resulte triunfante. 
Con razón se repite que el relato o la historia los cuentan siempre los vencedores, al menos en primera instancia. 
Mientras sucedía el régimen nazi, acerca de cuya maldad está de acuerdo casi todo el mundo desde hace muchas décadas, eran millones, y no sólo alemanas, las personas que lo vitoreaban y que luchaban por su aplastante victoria o la deseaban con todas sus fuerzas. 
Más millones todavía la veían inevitable, unas espantadas, otras resignadas.
 Hubo gente que detestaba ese régimen pero que decidió poner a salvo sus ahorros convirtiéndolos en marcos, convencida de que esa iba a ser la moneda segura del futuro próximo. 

Ahora, cuando hace unos cinco años que ETA no asesina ni secuestra ni extorsiona, algunos de los que la apoyaron o justificaron empiezan a extrañarse de su actitud benévola o jaleadora hacia esa organización terrorista. 
Tras el extrañamiento —es muy probable— vendrán la negación y el autoengaño, y habrá abertzales feroces y Arzallus que dirán con aplomo: “¿Yo? Yo siempre le quité el oxígeno a ETA”, del mismo modo que en Alemania y Austria resultó que nadie había sido nazi, ni en Italia nadie fascista, ni en España —muchos años más tarde— nadie franquista.
 Ahora hay individuos vascos que, a la luz de la novela Patria o de libros muy anteriores como Contra el olvido, escrito por Cristina Cuesta cuando ETA estaba activísima, se percatan de la vileza de buena parte de su sociedad, de su cobardía, de la crueldad con que se actuó contra las víctimas y sus familiares; de que parte de esa sociedad no se contentaba con matar a las primeras, sino que necesitaba matarlas varias veces, es decir, rematarlas, vilipendiarlas, difamarlas y profanar sus tumbas.
 El proceso, con todo, está siendo lento y desde luego parcial: hay muchos que todavía adoran a ETA, más que la exculpan con esa frase taimada: “Eran otros tiempos” (hay que ver cómo corren los tiempos cuando a uno le interesa); y hay partidos políticos como la CUP o Podemos que, sin ni siquiera ser vascos, no ocultan su simpatía o su comprensión hacia los etarras y se alían con sus herederos políticos para gobernar en tal o cual pueblo, ciudad y hasta autonomía.

Quizá es que ETA aún está sucediendo.
 Para empezar, no se ha disuelto. O quizá es que nada de lo sucedido termina nunca de suceder enteramente
Quizá es que ETA aún está sucediendo. Para empezar, no se ha disuelto.
 O quizá es que nada de lo sucedido termina nunca de suceder enteramente. 
En España hay numerosos franquistas confesos o que mal disimulan;
 en Europa se envalentonan formaciones neonazis; hasta el Ku Klux Klan asoma la capucha, confiado en la connivencia del Presidente de los Estados Unidos, Trump el deficiente y a un paso de ser el delincuente.
 A menudo nos figuramos que las “ideas” y las creencias desaparecen, pero la mayoría de ellas dormita a la espera de un despertar propicio.
 He visto hace poco un vídeo de 1958 en el que el entonces Presidente egipcio Nasser se burlaba de las pretensiones de los Hermanos Musulmanes de que el hiyab fuera obligatorio para las mujeres. 
  Se oyen las abiertas carcajadas de los asistentes, parecidas a las que oiríamos hoy en Europa si alguien propusiera retornar a usos del feudalismo. 
Había “ideas” y creencias que en el Egipto de 1958 parecían enterradas, lo mismo que en otros países árabes.
 Así que uno se pregunta cómo será visto y considerado el Daesh o Estado Islámico con su terrorismo, cuando haya cesado, si es que cesa. 
Son centenares de millares las personas que están de acuerdo con él y desean su triunfo aplastante. 
Que aplauden cuando unos descerebrados (ay, los jóvenes manipulados; qué poco pagan sus crímenes quienes los manipulan, los despreciables proselitistas religiosos o políticos) arrasan la maravillosa Rambla de Barcelona o el paseo marítimo de Niza; cuando niños y niñas son enviados a inmolarse con explosivos tan grandes como sus cuerpecillos.
 Hay mujeres que convencen a muchachas para que se unan a los combatientes del Daesh, y aquéllas saben perfectamente que lo que espera a éstas es la esclavitud sexual, ser un despojo.
 A diferencia de los nazis, que ocultaron los campos de exterminio cuanto pudieron, el Daesh ha proclamado su propósito genocida: se trata de aniquilar a los “infieles”, es decir, a la mayor parte del mundo, incluidos los musulmanes chiíes y cuantos no se les sometan.
El propósito es por suerte incumplible, pero centenares de millares de individuos celebrándolo es una anomalía colectiva equiparable a la del nazismo.
 Y éste sólo dejó de estar bien visto cuando cesó, y cuando fue derrotado.
 Con serlo mucho, lo más importante no es que sean neutralizados los jóvenes que atentan. 
Lo fundamental es que lo sean los adultos que los dirigen, engañan y sacrifican, mientras ven cómodamente el espectáculo. Ese imán de Ripoll y sus iguales y sus jefes.

16 sept 2017

Divas huracanadas............................................. Boris Izaguirre

Existe positividad en el desastre y belleza en la catástrofe.

Lady Gaga, durante la presentación de su documental en Toronto. Lady Gaga, durante la presentación de su documental en Toronto. AF

Me quedé en Miami, muy cerca del paso del huracán Irma, porque una aerolínea me dejó varado, sin otra opción. 
Hoy quiero confesar, como Pantoja, que ha sido una gran experiencia, solo comparable a la primera vez que Ana Obregón me contó cómo aliviaba su vejiga en las interminables grabaciones de ¿Qué apostamos?
  Para mí son dos momentos de supervivencia importantes.
 Cuando Irma estuvo enfrente mío, inflándose del agua caliente y salada de la bahía de Brickell, me di cuenta de que existe positividad en el desastre y belleza en la catástrofe. 
Esa visión me permitió drenar, convertir el huracán en una terapia. Pensé en muchas personas, buenas y malas, recordé y olvidé rencores. 
Y llegué a creer que el famoso ojo del huracán era más bien una puerta hacia una nueva dimensión.
 Irma ha dejado varias lecciones arremolinadas. 
Una de ellas es la crítica hacia el alarmismo en los medios de comunicación, que abusaron de las emociones y usaron el pánico como ingrediente para aumentar sus audiencias.
 La alarma que generaban fue volviéndose otro huracán que al final quedó maltrecho cuando la energía eléctrica colapsó y ningún televisor quedó encendido.
 Fue allí cuando las redes sociales volvieron a ganarle el pulso a lo analógico. 
Y crearon otro vendaval y un nuevo debate: ¿qué se debe subir y compartir en una red social cuando un huracán devasta poblaciones? 
En algunos de los vídeos que mis compañeros y yo mismo compartíamos había suficiente narcisismo para convertir a la madrastra de Blancanieves, esa mujer tempestuosa e incomprendida, en una atareada ama de casa.
Irma también ha arrinconado importantes eventos. 
A mí me ha dolido la muerte de Pierre Bergé, el gran mecenas y filántropo francés, compañero y socio de Yves Saint Laurent (un divo envuelto en tormentos), así como el cerebro detrás del huracanado viaje de esa firma de moda a uno de los grandes imperios económicos franceses.
 Bergé jamás ocultó su identidad, ni personal ni política ni de tiburón empresarial, y ese era su principal atractivo.
 Cuando lo conocí, en Madrid junto a Paloma Picasso, tuve la sensación, perfumada de narcisismo, que me miraba como si yo fuera un joven Saint Laurent. 
Estoy seguro de que mucha gente percibía su mirada de esta manera pero yo me sentí tocado y lamento no habérselo comentado. Solo pude agradecerle su participación en el documental L' Amour Fou, donde narra su vida junto al gran diseñador y los objetos, cuadros y casas que coleccionaron durante su vida en pareja.
 Es uno de los reportajes más aspiracionales que he visto. 

Pierre Berge, en París.
Pierre Berge, en París. AFP
Una ventolera no se lleva todas las preocupaciones, estoy ligeramente consternado por el anuncio de Lady Gaga, quizá la penúltima diva huracanada, de que planea dejar temporalmente la música.
 ¿Qué? Juan Manuel, uno de mis refugiadores durante Irma, me dijo que es porque ya no vende como antes.
 Casi me vuelvo un tornado allí mismo. ¿Por qué se le exige a las divas que solo tengan números uno? 
Lady Gaga, como Juan Gabriel, como Rocío Jurado, como Madonna, tienen éxitos que nos acompañan incluso en momentos tan íntimos como atravesar un huracán.
 Encuentro que cuando aparecen este tipo de titulares anunciando abandonos es porque la artista está siendo presionada y desviada del camino que se trazó para ser quien es. Lady Gaga, escúchame bien, no caigas en esa trampa.
 Lucía Bosé siempre defendió que una actriz jamás se retira porque sus películas siempre quedan.
 Profundizando en las declaraciones de Lady Gaga, descubro que padece de fibromialgia. 
¡La enfermedad de la Campanario! Tuve que controlarme y no volverme un vendaval de gestos.
 ¡Dos mujeres tan aparentemente distintas afectadas por el mismo dolor! Llegué a pensar que la enfermedad las escoge como embajadoras. 
En el caso de Gaga, nos la aparta, la retira por un tiempo. 
En el de Campanario, nos la coloca en casa, todos los días incluso en bañador.
 Se me ocurre que para Campanario sería un orgullo, como odontóloga, que gracias a ella todo un país sepa lo que es la fibromialgia. 
Pero también me interesa esa llamada secreta entre Belén Esteban, princesa del pueblo y huracán mediático, con su archienemiga, ingresada en un centro sanitario. 
Belén lo contó en su programa pero, al parecer, no pueden realizarse ese tipo de llamadas en centros de rehabilitación.
 ¿Cómo lo consiguió Belén? ¿Ha hecho bien en hacer pública esa llamada tan privada? 
Son cuestiones pendientes que conservaré para preguntarle al ojo del siguiente huracán que se me acerque.

 

 

Así funciona el lucrativo negocio de ser ‘influencer’ en España


Una foto o un vídeo en una de sus plataformas engancha y fideliza a miles de personas.

 Y, de paso, vende producto. 

El fenómeno de los influencers no parece ser, por el momento, una moda pasajera.

Así funciona el lucrativo negocio de ser ‘influencer’ en España
Antes de seguir, descifremos el concepto.
 ¿Qué es un influencer? «Un líder de opinión que, a través de las redes sociales, influye recomendando productos», responde Patricia San Miguel, investigadora del ISEM Fashion Business School. 
«Y no pasarán de moda, porque el ser humano necesita influencia», remacha. Claro que no todos están de acuerdo: «Va a caducar, ‘aprovechen’ es mi mensaje.
 Es mi opinión, no hablo por la compañía; a nosotros nos están funcionando muy bien.
 Pero es algo inmediato, joven.
 Las cosas no pueden ser tan inminentes. 
Se requiere un proceso, un tiempo; volveremos a lo anterior como ya está sucediendo en gastronomía o en viajes con lo slow», vaticina Carolina Herrera de Báez, directora creativa de la división de perfumes.
Comparten sus gustos, exponen su vida, fotografían y muestran sus estilismos, hablan sobre la cosmética que usan y se graban en vídeos, a veces, haciendo el tonto.
 «La clave no está en el youtuber, bloguero o instagramer; ni en la plataforma en sí, sino en la capacidad que tenemos las personas de influirnos», matiza San Miguel. 
El origen se remonta a los años 50. «Influential se empezó a usar tras la investigación de 1955 de Paul Lazarsfeld y Elihu Katz, sociólogos de la Universidad de Columbia. 
Anunciaban que los medios no influyen directamente sobre las audiencias, lo hacen a través de líderes de opinión, los influentials. 
Los blogs y el microblogging volvieron a ponerlos de moda porque les dieron poder: no se trata solo de opinar en círculos cercanos, sino ante miles de internautas», explica San Miguel.
 El universo tal y como lo conocíamos se atomiza. «La influencia se ha compartimentado porque una persona está conectada a muchas, hay más ruido, se consultan más webs, se siguen más perfiles. 
Antes, los consumidores eran heterogéneos; hoy ‘lo nicho’ es sostenible económicamente.
 De ahí esta fiebre que no es una moda, es un cambio de paradigma y ha venido para quedarse», razona Villanueva.
Las cinco protagonistas de este reportaje, españolas de entre los 21 y 35 años, acudieron a la sesión con maleta, móvil en mano y no pocas exigencias [Dulceida (Aída Domenech), protagonista de la última campaña del perfume Light Blue de Dolce & Gabbana, no aparece porque pidió ser portada y Laura Escanes, bloguera de 21 años, declinó la oferta porque, según fuentes cercanas, tras su reciente matrimonio con el presentador Risto Mejide, quiere dar un giro a su carrera y que la identifiquen como celebrity antes que influencer].
 
Alexandra Pereira lleva camisa de de TOD’S y suéter de Maje. Foto: Inés Ybarra

También hubo reticencias. Los medios tradicionales no siempre han sido amables con ellas. 
Su llegada supuso un terremoto en un sector ya de por sí inestable por la crisis. «Las marcas se dieron cuenta de su gran potencial publicitario: muestran sus artículos de una forma sencilla, natural y cercana a sus comunidades y su mensaje es viral. Por ello, muchas dejaron los banners y el patrocinio de las webs para realizar colaboraciones económicas con estos líderes de opinión, mercantilizando su influencia. Más de 200 millones de personas usan bloqueadores de anuncios en sus dispositivos: en 2015 se perdieron más de 21 millones de dólares en ingresos por ello. Además, la invasión de correo spam y de las newsletters ha causado rechazo», sentencia San Miguel.
Como sucedió con el vídeo, cada soporte encuentra su lugar: «Que mi marca [Lovely Pepa Collection] salga en mis plataformas aumenta las ventas porque cuando la gente me ve con la prenda puesta, le encuentra más posibilidades a la hora de combinarla. Pero que la saquen en una revista, me da prestigio», opina Alexandra Pereira, de 29 años y del blog Lovely Pepa. No es la única con firma de moda: Tipi Tent es la de María Pombo; À Bicyclette, la de Silvia Bartabac, y Paula Gonu planea asimismo vender sus propias camisetas. «Se trata de asegurarse otra fuente de ingresos; en su mayoría son beneficiosas; cuando la bloguera –como es el caso de Lovely Pepa– se encarga del diseño, de la producción y distribución los beneficios llegan a medio y largo plazo», explica San Miguel.
Los fans de los instagrams de estas influencers suman casi cinco millones de personas. No arrastran el cortejo infinito de las Kardashian, pero es que de eso se trata. «Los famosos no son tan determinantes. Las firmas hoy quieren trabajar con perfiles con muchos menos seguidores que los de las macroinfluencers (más de un millón; Pereira tiene 1,4 millones) como Lovely Pepa. 
Es la era de los micro, de perfiles con entre 5.000 y 70.000 fans en Instagram. 
Dan credibilidad porque generan contenido menos manejado por los anunciantes», opina Pelayo Santos, influencer marketing mánager de Globally.
Paula Gonu lleva vestido de Juanjo Oliva. Foto: Inés Ybarra

«Cuando hace dos años y medio escuché, ‘no soy bloguero, soy influencer’, pronunciado influenzer, a la española, me chocó. 
Yo me sigo considerando bloguera, no me gusta el término. ¿Influimos? Y si lo hacemos, ¿cómo?», plantea Pereira. La cuestión no es baladí. El internauta que más consume este contenido es joven. «Mi comunidad tiene entre 16 y 25 años, aunque también me sigue un 15% mayor de 25 años; son mayoritariamente de España, México, EE UU y Portugal», nos cuenta María Pombo, instagramer de 22 años.
 «Un hater me escribió: ‘Tú contenido es una mierda porque tus seguidores son menores de 12 años’. Reaccioné con este: ‘Un saludo a mis fans de más de 25 años; os ignoran’. 
 Me contestaron muchas madres de 40 años. Habían empezado a seguirme por curiosidad, para saber qué veían sus hijas. Al final, se enganchan, me siguen para desconectar, para reírse», explica Paula Gonu, youtuber 
. Para la barcelonesa de 24 años, el medio es terapéutico. «Arranco mis vídeos con ‘¡hola, personas guapas!’. Hace poco celebré mi cumpleaños con mil de mis suscriptores.
 Vinieron dos chicas que habían estado ingresadas por anorexia y se llevaron una camiseta con el saludo impreso. Sus madres se la hacen llevar ahora con el fin de que se crean el mensaje. Siempre me han escrito niñas acomplejadas con su físico.
 Debemos aprovechar la influencia para subir la autoestima. Hace poco les hablé de mis inicios. Hacía deporte de lunes a viernes, si me lo saltaba me ponía histérica.
 Hoy no hago nada, no tengo tiempo. Y vivo relajada. La gente me valora por mi creatividad no por mi físico, como ocurría cuando colgaba fotos ejercitándome. Contarlo ayuda a los demás», opina Gonu.
Desde este lado, desde la orilla del observador, su existencia parece idílica: bolsos de marca, cenas con champán en restaurantes con estrella Michelín, imágenes suyas en biquini en playas desérticas cuando de este lado hace un frío que pela. «Es más sacrificado que de lo que parece. No recuerdo la última vez que tuve vacaciones, pero fue hace mucho tiempo. Llevo nueve años sin descansar un día. Este trabajo requiere estar conectado los siete días de la semana. Aunque no me voy a quejar porque me gusta mi vida», reconoce Silvia García, más conocida como Silvia Bartabac, una de las pioneras (abrió su blog Bartabac en 2009).
Silvia lleva camisa de Juan Vidal y pantalón propio. Foto: Inés Ybarra

Son jóvenes y juegan con la fama, con la exposición: «Si estás más triste, una crítica te afecta más, claro.
 O si un día me veo más gorda, que me lo digan también», confiesa Pombo. Despertarse y conectar la radio, hablarle a la tele es hoy saludar a un influencer por la calle.
 «Son fieles. Me paran y me dicen que soy su amiga cercana. A veces, no soy consciente de todo lo que comparto, de que detrás del móvil hay casi medio millón de personas observando mi vida. Pero es gratificante: me escriben a diario agradeciéndome que les dé ánimos. 
Mola tener esa conexión», afirma Pombo. «Tengo followers que se han recuperado de crisis personales gracias al blog, porque al arreglarse se han sentido seguras y han salido más. La moda y la belleza suben la moral», defiende Bartabac.
En un país donde el cotilleo es una de las fuentes principales de ocio, parece lógico que en el universo digital también sea un negocio exponerse. «Funcionan mejor las fotos donde salgo con mi novio», reconoce Pombo. «Aquí la gente pide reality. Cuanto más se enseña, mejor… También triunfa más un vídeo en un hotel con mala luz y un escenario poco trabajado que uno supereditado en la semana de la moda de París…», coincide Bartabac. «Antes el usuario se enganchaba a una vida narrada en una serie de la tele o una revista del corazón, ahora a una vida real. Es el nuevo modo de entretenimiento», plantea San Miguel.
Segundo factor: cuando empiezan no son famosos y tienen que rellenarse de contenido. «Les toca generar su marca; construirse. En belleza y moda encaja mostrar la vida privada, en videojuegos por ejemplo, no», opina Villanueva. ¿Y por qué aquí se revela mucho más que en EE UU o en Francia? «En España no es necesario presentar una vida privada tan políticamente correcta según el modelo de familia convencional. Somos más laxos con la heterodoxia, por eso existe menos miedo al exhibicionismo, aunque pueda acarrear críticas y cotilleos. De hecho, en España es el primer paso para ser conocido y parecer cercano y simpático», argumenta Javier Garcés, presidente de la Asociación de Estudios Psicológicos y Sociales. «En EE UU las relaciones con las marcas están profesionalizadas. Al haber contratos más formales y regulados, los influencers se limitan a mostrar el producto según el acuerdo y no creen tan necesario exhibirse para producir engagement», razona San Miguel pronunciando así el Santo Grial del gremio. ¿Qué es el engagement? «La interacción de una publicación con la comunidad; es una regla de tres.
 Si me siguen 5.000 personas y de media me dan 50 likes, es el 10%. Los comentarios tienen más peso, aunque depende de la calidad: los generados con un concurso –‘quién me ponga un corazón, recibe una camiseta’–, no cuentan tanto como un calificativo gratis… 
Las firmas lo tienen en cuenta», responde una de las agentes de las influencers [que prefiere no dar su nombre].
María Pombo posa con camisa de Nina Ricci y falda de Georges Rech. Foto: Inés Ybarra.
¿La plataforma con más engagement? «YouTube; me metí porque quería transmitir mi yo más real.
 No se trataba tanto de conseguir seguidores como en Instagram, sino de llegar de una manera diferente a la gente», responde Pereira.
 «El vídeo es más auténtico y engancha porque no solo se ve el producto, se cuenta cómo se ha adquirido y se usa», opina San Miguel. Por cierto, aquella norma sobre la duración ha cambiado. «Triunfan largos, de unos 10 minutos», nos cuenta Gonu. 
El boom del streaming nos ha transformado: picoteamos menos. Además, YouTube indexa los clips largos primero, según un estudio de la consultora Backlinko.
Posan con un producto, pero no dicen que es un anuncio. Viajan a las Bahamas, se alojan en hoteles de lujo y cenan en restaurantes caros, financiados por una marca. 
Tienen contratos como embajadores, pero no lo especifican. En España no existe regulación.
  «En digital faltan leyes en Europa. Las asociaciones de agencias, los medios, entornos y las ordenanzas deben ponerse de acuerdo», opina Gaby Castellanos, CEO de la agencia @Socialphilia.
«Se suponía que este año iba a haber un avance pero no…, esperemos que pronto sepamos cómo actuar como sucede en Australia, Reino Unido o EE UU», explica Santos. En este último, es obligatorio informar con hashtags (como #ad) cuando se publicita algo y en Australia sale caro saltarse la ley: hasta 220.000 dólares puede pagar un influencer por una publicidad encubierta y hasta un millón de dólares una firma. «Ni siquiera en estos países se cumple: las Kardashian promocionan productos suyos y no lo notifican…», avisa Castellanos. Tampoco estamos acostumbrados al lenguaje: en Reino Unido, el 77% de los usuarios de Instagram no sabe lo que significa #sp [por producto esponsorizado], según la consultora Campaignlive . «En 2009, los blogueros mostraban productos de forma altruista y alguna marca les regalaba algo o invitaba a un evento de forma ocasional. Pero, cuando la relación se consolida y mercantiliza, es necesaria una regulación para proteger al cliente que tiene el derecho de saber si ese influencer utiliza un artículo simplemente porque le gusta o porque le han pagado por ello», opina San Miguel.
Jessica Goicoechea lleva vestido y cinturón de Sonia Rykiel. Foto: Inés Ybarra
No estamos hablando de pocos euros. «Los macro cobran 2.000 por foto, y unos 500 si el proyecto incluye una experiencia, como un viaje por todo lo alto», informa Santos.
 «Hay algunos que por un post en Instagram cobran cien y otras que ganan entre 10.000 y 15.000; eso sin irme a internacionales como Chiara Ferragni… Por ahí en el medio ando yo, aunque tirando un poco por abajo», reconoce Bartabac. 
 En EE UU cobran 187.500 dólares por post en YouTube, 75.000 en Instagram y 30.000 en Twitter si tienen entre tres y siete millones de seguidores y 2.500 en YouTube y mil dólares en Instagram o Snapchat y 400 en Twitter con una comunidad de entre 50.000 y 500.000 (estudio de la consultora Captiv8).
«No los elegimos por su cara bonita, ni tanto por sus fans, sino por su afinidad con nosotros y con nuestra filosofía. 
 El cliente sabe que algunos posan un día con un perfume y al siguiente, con otro.
 Eso no nos interesa. Los nuestros son de la familia: acuden a los eventos, quedamos con ellos fuera del trabajo…», nos cuenta Thomas James, mánager de Jean-Paul Gaultier.
Y falta mencionar la palabra clave: millennial, el término de esta década.
 «El cambio de paradigma está relacionado con el lenguaje, los influencers son una autoridad en esta nueva gramática porque han nacido con ella y entienden a clientes más jóvenes que quieren escuchar opiniones desde el punto de vista de un consumidor como él», explica Villanueva.
 El milénico quiere escuchar la verdad. «Aunque sea políticamente incorrecto, aunque se critique el producto», opina Villanueva. 
De ahí que en vez de explotar, la burbuja crezca: «La generación Z pisa fuerte; quiere verlo todo a través de consumidores como ellos», opina San Miguel.

 

Letizia de España reina en Europa........................... Mábel Galaz

La esposa de Felipe VI cumple 45 años ocupando portadas internacionales y elegida como icono de estilo y modernidad.

 

La Reina con Isabel II y el duque de Edimburgo, el pasado julio en Londres.

Su agenda de trabajo este viernes está en blanco. Letizia Ortiz cumple 45 años y ha optado por pasar el día de manera íntima, con su familia. 
Sin embargo, la fecha no ha pasado inadvertida para muchos medios tanto nacionales como internacionales, porque Letizia de España reina ya en Europa tres años después de que su marido se convirtiera en Felipe VI.
Un punto de inflexión en el éxito internacional de doña Letizia se produjo el pasado mes de julio durante la visita oficial de los Reyes de España a Reino Unido. 
La prensa británica cayó rendida ante ella. The Times le dedicó la foto de portada en la que aparecía vestida de rojo y luciendo una espectacular corona.
 Pero no fue el único periódico británico que le concedió el protagonismo, también lo hizo The Telegraph, que aseguró: “La Reina Letizia, que durante años ejerció como periodista, sabía de la importancia de este viaje y la repercusión que tendría a nivel internacional. 
No solo ha cumplido con las expectativas que todos los medios de comunicación ingleses tenían sobre ella, sino que las ha superado con su estilo estos días”. The Mirror calificó de “perfecto” su look amarillo de Felipe Varela y tocado de María Nieto que lució en la recepción oficial de Isabel II en la Horse Guards Parade de Londres.
 

Reina Letizia
La portada que The Times dedicó a doña Letizia.
Graham Keeley, corresponsal de The Times, asegura que en Reino Unido se valoran varias de las cosas que en España algunos critican en doña Letizia. 
“Con su llegada ha cambiado la percepción que había de la monarquía española.
 Como Kate Middleton, ella proviene de una familia de clase media.
 Además, tiene un pasado republicano y trabajó como periodista. 
Es una buena influencia tras los problemas con los que acabó el reinado de Juan Carlos I.
 Ha supuesto aire fresco para la institución. Además, se ocupa de cuestiones diferentes como de las enfermedades raras”.
 Keeley cita a sus colegas de The Daily Mail, que alabaron de ella su “estilo y belleza”. “Nosotros en The Times nos fijamos menos en la moda, por eso echamos de menos no haber oído cosas de su propia boca, pero casi no da discursos y los intentos de acercarnos a ella han sido inútiles”.

El activo que, en opinión del corresponsal de The Times en España, supone la personalidad de la Reina debería de usarse más.
 “Como una especie de embajadora de España ya que es inteligente. Me extraña que se la vea como fría y controladora.
 Quién sabe si es verdad”. Keeley cree que no hay comparación posible entre Kate Middleton y Letizia. “La duquesa de Cambridge nunca ha trabajado. 
Eso sí, ambas representan a la nueva monarquía.
 Letizia y Felipe saben que tienen que vender a los españoles la institución como algo necesario”.
James Badcock, corresponsal de The Telegraph y la BBC, corrobora el “interés y la fascinación” que hay por la figura de la Reina de España
“Se habla mucho de su estilo, de la moda que sigue. No tanto de su personalidad.  
Se la ve como una mujer moderna, como lo era Diana de Gales.
 En Reino Unido despertó mucho interés cuando acudió a la boda de Guillermo de Inglaterra con Kate Middleton pero tras la visita oficial de los Reyes en julio nos fijamos mucho más en ella.
 Fue un viaje importante con el Brexit y Gibraltar por medio”. Badcok explica que los británicos ven en Letizia una mujer “moderna y sencilla”, como Kate Middleton.
Letizia Ortiz
La Reina en una cena de gala en el ayuntamiento de Londres. CORDON PRESS
Pero esta fascinación creciente que Letizia despierta a nivel internacional no se corresponde con la percepción que todavía se tiene de ella en algunos círculos de opinión españoles, que la tachan de distante y fría en su afán por obtener la perfección. Sandrine Morel, corresponsal de Le Monde en España, no lo entiende:“Me sorprende el rechazo que puede despertar en algunos sectores de la sociedad, quizá todavía hay gente que la critica por no ser de sangre azul, por estar divorciada, haber sido periodista y porque su familia fuera republicana.
 Pero con el Rey forma una pareja joven con mucho glamour. Recuerdo el duelo de estilo que mantuvo con Carla Bruni, una primera dama que antes fue modelo”. Hans Günther Kellner, de la radio pública alemana Deutschlandfunk, asegura que en Alemania las monarquías son vistas como algo muy lejano que solo interesa a la prensa del corazón, pero de Letizia resalta que se trata de una “ciudadana normal que ahora forma parte de una familia real”. 
Eso sí, asegura que el hecho de que haya dos reyes es algo que no entienden. 
“En Reino Unido, el marido de la reina es un príncipe”.
 Los especialistas en moda corroboran el ascenso de la Reina.
 La semana pasada, la revista Vanity Fair incluía a la esposa de Felipe VI en la lista de las mejor vestidas del mundo.
 Una aparición en la que probablemente haya influido su decisión de vestir diseños de Carolina Herrera, ya que el marido de la diseñadora, Reinaldo Herrera, tiene mucha influencia en la tradicional clasificación de la revista estadounidense.