Pero como más me ha gustado Ana Rosa ha sido con su "no peinado" el día en que cubrió en directo el atentado de las Ramblas. Me la imagino sobrecogida por ese momento terrible. Pero a pesar de
todo enchufándose el tapa raíces a la cabeza e intentando ocultar con
ese mínimo maquillaje que se lleva en el bolso algún pelito inoportuno. Y
escogiendo en su colorido armario de verano una prenda adecuada. ¡Es
urgente, corre, Quintana, corre!
El
programa de Telecinco 'Sentido común' hace cantera de tertulianos
expertos en todo entre la gente de la calle. Y consigue una importante
colección de perlas.
La mayoría de los tertulianos de la televisión son todólogos,
saben de todo. Lo mismo te opinan del último partido de la selección
que del huracán Irma que del desafío soberanista en Cataluña. Pero ¿cómo
se habla de estos temas en la calle? ¿Qué dirían las loteras del
barrio, los albañiles de la calle de al lado o los chinos del bazar de
la esquina? Telecinco responde a la duda en Sentido común, programa que ha arrancado este lunes. La fórmula es sencilla: junta a dos o tres amigos o familiares y
proponles un tema de los que protagonizan titulares en los medios. El
resultado es una, digamos, peculiar mezcla que combina el tan extendido
cuñadismo typical Spanish con el trospidismo que tan bien se le da a la cadena hermana, Cuatro. Una mezcla explosiva que deja perlas constantes.
Una de las parejas que más frases para el recuerdo ha dejado en la
primera entrega es la formada por dos primos ganaderos. Uno de ellos se
declara "macho ibérico español con carné", tiene muy claro que la Tierra
es redonda, "pero no redonda del todo, es ovalada a cachos" y cree que
"los americanos son los tíos más modorros del mundo" porque
tendrán mucho dinero y lo que quieran, pero luego hay varios millones de
ellos que creen que la leche con chocolate la dan las vacas marrones.
Porque en este programa parece que puede opinar cualquiera y de
cualquier tema. Cantera de tertulianos, vamos. Uno puede manifestarse a
propósito de Alba Carrillo, comentar el supuesto machismo de un anuncio
de una línea aérea con las azafatas en cueros o debatir sobre el hecho
de que ninguna universidad española esté entre las 200 mejores del
mundo . "Tampoco hace falta ser tan listo, solo hay que ser un poco más
apañado", es la conclusión a la que llega uno de los albañiles.
Dentro del aparente sinsentido de este Sentido común, tanta perla junta termina por arrancar sonrisas inesperadas. Gente como las amigas instagramers,
los camilleros o las barrenderas de Málaga del programa existen y viven
entre nosotros, incluso es fácil que algún que otro comentario de esos
lo haya escuchado más cerca de lo que le gustaría reconocer. Porque hay
que reconocerlo, yo también creo que la letra de Despacito no existe, "como los chinos viejos", como se ha oído en este espacio. Y para quien no le guste reconocer que convivimos con gente así, la
opción la da una pareja gótica en un cementerio: "yo me bajo en esta
parada del tren de la vida. Qué horror".
El autor de 'Berta Isla' se enfrenta al reto de guardar sus propios secretos.
A Javier Marías
le aturden las presentaciones de sus libros. Y ha escrito quince
novelas, y otras tantas recopilaciones de sus textos periodísticos,
ensayos literarios, traducciones, entre ellas la de la célebre Tristram Shandy de Laurence Sterne. Pero este libro, Berta Isla, que acaba de sacar Alfaguara,
contiene varios secretos que ni siquiera conoce Berta Isla, la
protagonista. Y aunque su libro no va “de espías ni de aventurillas” a
él no le gusta que le levanten la falda a la escritura y nos lancemos
los periodistas a destripar lo que hay dentro.
Pues es una novela “de espera y de incertidumbre”, como le dijo a Antonio Lucas,
poeta y periodista, que le entrevistó anoche en el Círculo de Bellas
Artes para celebrar lo que su editora, Pilar Reyes, llamó “el bautismo
en Madrid” de la novela más secreta (“y más desolada”, ha dicho la
crítica) de Javier Marías. Acaso por eso, por la desolación y por la espera, “y por la
incertidumbre que contiene”, Marías hacía tiempo fumando por fuera del
Círculo. Fumando uno, dos, tres cigarrillos. Es un hombre de esperas
fumando; allí estaba con su terno negro, su camisa blanca, bien
afeitado. Y en el terno negro el pin de siempre, William Shakespeare, su
santo patrón británico, de la misma nacionalidad que el personaje
ausente de la novela, el espía que guarda el secreto, y los secretos,
que Berta Isla nunca (quizá, no hagan spoiler, pide el autor) llegará a
saber. En esa espera con tabaco a Marías le pregunta un contertulio: --¿Y si el espía fuera Javier Marías? --A eso no te voy a contestar. ¡Quizá lo sea! No quiere que empiece el acto, aunque luego le dirá a Lucas: --Empecemos cuanto antes, que así terminamos pronto, que de eso se trata. Empezaron puntual, como acuciados por la nacionalidad del espía, a
pesar de que antes había dicho, con la voz esa que tiene para susurrar
en los libros: “No tengo ganas de que empiece ni de que se celebre ni de
que se haya celebrado ni de nada, no tengo ganas de nada de esto,
vamos”. Acaso la clave de esa desgana se la dijo también a Lucas, en
medio de la conversación que tuvieron luego:
-Haber escrito 544 páginas para que luego tenga que resumirlas y abaratarlas diciendo una frase cualquiera o cualquier bobada... Porque él no puede decir en qué consiste esta novela “porque trata de
la vida misma”. Es decir, de la necesidad que el hombre tiene “de
espera y de incertidumbre”. Si el hombre no tiene que esperar ni se
siente concernido por la dificultad de averiguar qué es lo que viene con
la vida “todo sería desgarrador e insoportable”. Así que si bien la novela trata de un espía y de su decisión de
aceptar la llamada de la Patria y de abandonar así, tan pronto, una vida
marital normal que se hubiera iniciado en 1969 y resulta, y esto podría
ser tenido como un fracaso, en 1996 sin que el secreto del hombre no
sea compartido (ni eso parece que han compartido) por Berta Isla, la que
espera… Así que siendo todo eso la novela no es eso. Léanla. En ese tiempo de su propia espera antes de que empezara el acto,
Javier Marías se fumó exactamente cuatro cigarrillos; y no se los fuma
como quien tiene prisa (va a empezar el acto, no puede empezar sin mí),
sino como si estuviera interpretando parte de su novela. Los que le
rodean ante el Círculo se fijan en que este Javier Marías melancólico,
“de precisión relojera”, como le ha dicho Lucas, podría ser también el
espía que hace esperar, el que crea la pena de incertidumbre.
-¿Y si usted fuera el espía, y si en ese pin de Shakespeare ocultara usted el micrófono?
--Sí, que ahora te lo voy a revelar… Anda, vamos, debemos ser puntuales. Por Shakespeare al menos.
La reina
Letizia acompaña a sus hijas en su primer día de colegio.
Don Felipe fue
el gran ausente en esta cita en la que, a diferencia de otras casas
reales europeas, no hubo posado.
Leonor y Sofía de Borbón Ortiz
han comenzado este lunes, como muchos otros niños, el curso escolar. Las hijas de los Reyes de España lo han hecho en Santa María de Los
Rosales, un centro privado de Aravaca a muy pocos kilómetros del palacio
de La Zarzuela. A las nueve de la mañana las niñas han llegado al
colegio en un coche conducido por la Reina. El vehículo llevaba los
cristales tintados por lo que ha sido imposible fotografiar a la
princesa y a la infanta. Solo doña Letizia ha bajado un momento el
cristal de su ventanilla para saludar brevemente a los periodistas que
aguardaban su llegada. El gran ausente fue don Felipe que siempre ha acompañado a sus hijas en el inicio del curso. El Rey estuvo en Palma de Mallorca el fin de semana para asistir a
una boda pero sin la compañía de la Reina. Don Felipe coincidió en el
enlace con Marta Gayá, gran amiga de su padre.
A diferencia de otras casas reales europeas
desde hace varios años los Reyes evitan que sus hijas sean
fotografiadas en el colegio. Hace tiempo desde el palacio de La Zarzuela
se informó que no se quería alterar el normal funcionamiento del
centro, una excusa que siguendo el ejemplo de la casa real británica se
puede evitar. El jueves pasado, Jorge de Cambridge comenzó las clases en
un nuevo colegio en Londres y para inmortalizar este momento se diseñó
un plan que evitó molestias a otros alumnos pero que permitió ver el
momento de la llegada de niño acompañado por su padre, el príncipe
Guillermo. Para ello, una cámara de palacio grabó el instante y
distribuyó la señal y las fotos por las redes sociales oficiales. Son muy pocas las ocasiones que los Reyes posan con sus hijas. Lo
hacen dos veces al año en Palma de Mallorca, una en Semana Santa durante
la misa de Pascua y otra en verano, en el palacio de Marivent. Leonor y
Sofía también se dejan ver en el desfile del 12 de octubre. Son las
únicas tres citas en las que participan salvo raras excepciones. Leonor, de 11 años, heredera al trono comienza este año primero de
ESO. El colegio, tal y como señala en su página web, divide las materias
impartidas en tres campos, considerados "fundamentales", que los
alumnos deberán asimilar en esta etapa, que abarca desde los 12 hasta
los 16 años. Estas tres competencias son: científica, entendida como la
"comprensión de las ciencias y la tecnología"; lectora, mostrando su
habilidad para asimilar un texto; y matemática, trabajando " la
capacidad de los alumnos para analizar, razonar y comunicarse
eficazmente cuando plantean, formulan, resuelven e interpretan problemas
matemáticos en diversas situaciones". Sofía, de 10 años, comienza
quinto de primaria. Ambas hermanas dan clases de ballet y música, además
de participar en el aula medioambiental con que cuenta el colegio. Las
dos hablan muy bien inglés ya que una de sus niñeras es británica. Además, la familia Borbón y Grecia suele usar habitualmente el inglés. El colegio Nuestra Señora de los Rosales es privado y laico que imparte
clases de religión si los padres así lo quieren para sus hijos. Don
Felipe y doña Letizia pagan en torno a 700 euros al mes por cada una de
sus hijas. El uniforme del colegio es falda gris, jersey azul, zapatos
oscuros y abrigo azul. Las clases comienzan a las 9.30 y acaban a las
17.30, de lunes a jueves. El viernes, la salida se adelanta a las 15.45.
Leonor almuerza con sus compañeros y asiste a las fiestas de cumpleaños
a las que la invitan sus amigos.