Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

3 sept 2017

El enemigo en casa...........................................Rosa Montero..

¿Quién no ha sentido alguna vez cómo se pone en marcha en su interior esa bola de nieve de la inseguridad que amenaza con arrasarlo todo? 

COLUMNISTAS-REDONDOS_ROSAMONTERO
EL HIJO DE una amiga (he emborronado un poco los datos para que no lo reconozcan) está atravesando momentos amargos. 
Tiene 22 años y es un genio; bilingüe en inglés y español, fue número uno en selectividad y premio extraordinario de bachillerato. Tras empezar la carrera en Madrid, consiguió una prestigiosa beca internacional para continuar sus estudios en Estados Unidos.
  Se incorporó este curso a la universidad estadounidense y, de pronto, las cosas empezaron a torcerse.
 Fue enhebrando enfermedades una detrás de otra, gripe, bronquitis, gastritis; al final sufría mareos, taquicardias. 
Por primera vez en toda su vida obtuvo malas notas y cada día fueron empeorando. 
Le diagnosticaron depresión y ansiedad y volvió a casa sin terminar las clases.
 Aún podría regresar en septiembre y, haciendo un esfuerzo, salvar el año y la beca. Pero se siente incapaz: “No conseguía ni siquiera entender lo que me decían. Era como si no supiera hablar inglés”.

He aquí el maldito enemigo interior haciendo de las suyas. 
Qué extrañas, enfermas criaturas somos los humanos: por si la vida no bastara para aporrearnos; por si no tuviera ya toda existencia su cuota de conflictos, de sufrimiento, de adversarios tocapelotas y envidiosos malignos, resulta que además nos las solemos apañar muy bien para convertirnos en la peor compañía para nosotros mismos.
 Es lo que se llama la tentación del fracaso, una oscura atracción por el daño y la derrota, un resbaladizo coqueteo con los abismos. Como dice mi amiga la violinista Mirari:
 “Es eso que hace que, justo el día que te tienes que levantar a las seis, te acuestes la noche anterior a las dos de la madrugada”.

El enemigo en casa. 
Convivimos con un tirano íntimo que nos lo hace todo mucho más difícil. 
Y además actúa de una manera capciosa, de modo que muchas personas se pasan la existencia ignorando que son ellas mismas quienes se están saboteando.
Por ejemplo, rechazan determinadas promociones laborales porque dicen preferir una vida más sencilla, cuando lo cierto es que el reto les aterra; o bien aseguran que en realidad no les gusta tanto escribir, o hacer teatro, o dedicarse a las carreras de motos; que sólo son aficiones juveniles y que prefieren ser, por ejemplo, abogados, cuando lo que sucede es que se mueren de miedo de probar y no valer, de querer y no llegar.
Convivimos con un tirano íntimo que nos lo hace todo mucho más difícil
Por no hablar del terreno sentimental, en el que el autosabotaje llega a alcanzar niveles grandiosos. 
Y así, puede haber quien se queje amargamente de su mala suerte amorosa, sin advertir que siempre escoge al amante inadecuado: el que vive muy lejos, el que ya está emparejado y carece de futuro.
 Y luego está ese clásico que consiste en forzar una ruptura por miedo a que la otra persona rompa contigo, o porque estás demasiado bien con ella y, como esa dicha tendrá que acabarse algún día, prefieres, antes de sufrir más, pegarte un hachazo en el corazón ahora mismo. 
El miedo a la felicidad y la tentación del fracaso son las dos caras roñosas de la misma moneda.
Sé bien que no todo el mundo es igual de autodestructivo, pero ¿quién no ha sentido alguna vez cómo se ponía en marcha en su interior esa bola de nieve que poco a poco amenazaba con arrasarlo todo? 
Basta con ser demasiado perfeccionista, basta con fallar en algo que te interese mucho, basta con sentir tu propia fragilidad y no saber asumirla para que empieces a boicotearte, para que cada vez seas más incapaz de hacer las cosas bien, para desear salir corriendo hacia el precipicio, que el final sea rápido, morir ya para no tener que seguir soportando la agonía de la lucha, alcanzar la pasividad final de los vencidos, la congelada paz de los cementerios.
 Me encantaría poder decirle al hijo de mi amiga que su inseguridad se arregla con el tiempo, pero la verdad es que creo que esa línea de sombra nos acompaña siempre.
 Eso sí, podemos aprender a convivir con ella, a desdramatizar nuestros dramatismos, a no darle tanta importancia a las derrotas. Nadie fracasa en todo, de la misma manera que nadie triunfa en todo.
 La frustración forma parte de la vida, los miedos son siempre más grandes que las heridas reales y desde luego nadie tiene tan mala opinión de ti como tu maldito enemigo interior. 

Niños listos y adultos pueriles........................Javier Marías

Si busca hoy un cuento como Caperucita, le será muy difícil encontrarlo sin censurar.
 Pero con tanto engaño, se deja a los críos indefensos.

Javier Marías
CUANDO EL AÑO pasado se estrenó con nulo éxito una nueva versión de Ben-Hur, me prometí no ver ni un solo plano ni un tráiler, no me fuera a contaminar la clásica de William Wyler de 1959, con Charlton Heston de protagonista y Stephen Boyd interpretando a su amado enemigo Messala. 
Esta versión era ya un remake de la de Fred Niblo de 1925, pero en fin, la que ha quedado para varias generaciones —y lo prueba que se exhiba en las televisiones sin cesar— es la de Wyler y Heston, que además fue premiada con el récord de Óscars hasta la fecha. Pero qué quieren, una noche ofrecían la de 2016 en el cada vez más defectuoso e idiotizado Movistar +, así que no la vi, pero la tuve puesta mientras leía prensa y contestaba correspondencia. 
De tarde en tarde levantaba la vista, y baste con decir que a Messala lo encarnaba una especie de Enrique Iglesias en garrulo, y a Ben-Hur un buen actor de la familia Huston, pero tan mal dirigido que parecía no haber salido todavía de su papel en la serie Boardwalk Empire, en el que llevaba media máscara reproduciendo su rostro, destrozado en la Primera Guerra Mundial; es decir, estaba forzado a la inexpresividad.
Sí, alzaba los ojos y nada me invitaba a mantenerlos en la pantalla más de dos minutos seguidos.
 Hasta llegar a la conclusión.
 La carrera de cuadrigas —exagerada, empeorada e inverosímil— y lo que sucede después. 
Habrá quien me acuse de destripar las películas, pero también hay gente que ignora que Romeo y Julieta, Macbeth, Hamlet, Don Quijote y Madame Bovary mueren al final, y no por eso dejamos de hablar de esos desenlaces.
 Como la mayoría recordará, en la clásica el cruel Messala acaba la carrera muy maltrecho por culpa de sus felonías.
 Han de cortarle las piernas para que sobreviva. 
Él exige que esperen, para que su rival amado no lo vea demediado cuando se presente a saborear su triunfo. 
Llegan a cruzarse unas frases acerbas y Messala expira amargado. Pues bien, mi sorpresa fue mayúscula al descubrir que en la nueva —dirigida por un individuo de nombre irreproducible, parece uzbeko o kazajo— esas palabras no son acerbas, sino que Messala, ya con una pierna amputada, se incorpora y los dos se abrazan mientras se sueltan cursilerías como “Perdóname todo lo que te he hecho, hermano Ben-Hur” y 
“No, eres tú el que debe perdonarme, Messala querido”. 
Y no sólo eso, sino que como colofón se los ve cabalgando felices como en sus años mozos, cuando eran uña y carne.  
Es de suponer que Messala con una pierna ortopédica como la del atleta Pistorius, que dejó de correr cuando le metió a su novia cuatro tiros. Pero esa es otra historia.


No he leído la novela (1880) del Coronel Lew Wallace de la que procede Ben-Hur.
 Quién sabe si ahí el protagonista y Messala se “ajuntan” de nuevo tras haberse destrozado.
 Da lo mismo. Como la de Lo que el viento se llevó, son novelas eclipsadas por sus mucho más célebres versiones cinematográficas. La historia es la que éstas han contado.
 Así que sólo me explico el brutal cambio final a la luz de la misma sobreprotección que se puso ya en marcha hace décadas para los niños.
 Si usted busca hoy un cuento infantil como Caperucita Roja, los Tres Cerditos, Hansel y Gretel o Blancanieves, le será muy difícil encontrarlos sin adulterar y sin censurar. 
El Lobo Feroz no se come a nadie, sino que es amigo de los caminantes y les regala pasteles; a los Cerditos los quiere para jugar; a Hansel y Gretel nadie los enjaula ni ceba; y la manzana de la madrastra es una manzana caramelizada, para que Blancanieves engorde y no sea tan guapa, cómo vamos a decirles a los críos que la quiere envenenar. 
He hablado de ello otras veces:Los niños no son idiotas (a diferencia de demasiados padres), y en seguida saben distinguir los miedos, los peligros y las asechanzas ficticias de las reales. Sabiéndose seguros, en esas ficciones aprenden de la existencia de los enemigos y del mal, algo con lo que inevitablemente se van a encontrar cuando crezcan, si no antes, pobrecillos.
 Los ayudan a ser precavidos y a protegerse, sin correr verdadero riesgo.
 Conciben el peligro sin padecerlo, se fortalecen, se emocionan, vibran y se ponen en guardia sin exponerse.
 Con tanta memez y tanto engaño (se les presenta como idílico un mundo que nunca lo es), en realidad se los debilita, se los convierte en pusilánimes y se los deja indefensos.
 Y como la infancia hoy se prolonga indefinidamente, alumbramos universitarios que exigen “espacios seguros” en los que nadie emita una opinión que los “perturbe” y les pinche la burbuja o cuento de hadas en que se los ha criado. 
A raíz de esta nueva y empalagosa versión de Ben-Hur, infiero que tampoco los pueriles adultos soportan ya la falta de reconciliación, el afán de venganza, la enemistad hasta la muerte, la muerte misma. No, ahora Ben-Hur y Messala se abrazan lloriqueando y se piden mil perdones por las tropelías.
 El subtítulo de la novela es A Tale of the Christ. Así que: Cristo bendito, nunca mejor dicho.



1 sept 2017

Alaska y Mario Vaquerizo salvan a Bibiana Fernández de Hacienda

La pareja compra la casa de la artista que ha tenido que vender en 500.000 euros para poder hacer frenta a una deduda con la Agencia Tributaria.

 

Mario Vaquerizo, Alaska, Bibiana Fernádez, y Manuel Bandera.
Mario Vaquerizo, Alaska, Bibiana Fernádez, y Manuel Bandera. GTRES

Bibiana Fernández ha vivido unos meses complicados por una deuda con Hacienda que le obligó a poner a la venta su casa de Boadilla del Monte, en la que ha vivido muchos años para trasladarse a otra más pequeña en el centro de Madrid. 
La fecha tope para la operación debía de ser el 21 de agosto, cuando cumplía el plazo dado por la Agencia Tributaria.
 Bibiana logró su propósito y formalizó la venta. De todo ello ha dado cuenta en sus redes sociales. 
Ahora la musa de Pedro Almodóvar ha desvelado que los compradores de su casa han sido dos de sus mejores amigos Alaska y Mario Vaquerizo, que han pagado por ella cerca de 500.000 euros.
 La propia Bibiana ha sido la encargada de anunciar de lo más feliz esta noticia en su Instagram: 
"Familia por terminar de un modo alegre, los que me seguís de continuo, recordaréis y día puse un cartel,
 Y cuando menos lo esperas todo sale bien, pues si entre otras muchas cosas, ellos se quedan con la casa, no puede estar en mejores manos, volveremos cienes y cienes de veces, el patrimonio emocional que al final es lo que más me importa, #davidelfinforever un olivo de mis compadres el abeto de Miguel nadie los cuidara como ellos, quiero hacer una foto, como la rendición de breda pero hoy no teníamos Producción feliz noche os amo".
La casa que ahora es propiedad de Alaska y Mario Vaquerizo cuenta con una planta baja en la que hay tres dormitorios, uno de ellos a modo de suite con un gran vestidor y un baño con hidromasaje y jacuzzi, otros dos baños, una amplia cocina abierta al salón, un comedor con chimenea y amplios ventanales con vistas a un terreno ajardinado de 1.913 metros cuadrados que incluye piscina, trastero y garaje.
La intérprete de Tacones lejanos llevaba más de un año intentando vender esta propiedad para conseguir dinero que le permitiera hacer frente a este pago y poder salvar con la misma operación las dos propiedades que posee a su nombre en Málaga.
A los tres, además, de una gran amistad les une el trabajo. 
Tras un periodo de descanso Bibiana Fernández, Alaska y Mario Vaquerizo retomarán la función El amor sigue en el aire, con la que llegará al Teatre Tívoli de Barcelona el próximo diciembre y en la que también participa Manuel Bandera.

El estilo pijama se impone entre los famosos

Victoria Beckham, Jessica Alba o Rihanna, entre las celebridades que han apostado por esta prenda para dormir como vestuario más 'cool'.

 













Victoria Beckham es una firme defensora de este estilo. La diseñadora lo ha incluido en su colección.

Heidi Klum, una de las modelos más veteranas, se suma a la tendencia de llevar lenceria en la calle.
La periodista Sara Carbonero fue una de las primeras españolas en sumarse a este tendencia.





Jessica Alba eligió este kimono de Dolce & Gabanna para la premiére de 'My Bloody Valentine' en 2009. Chiara Ferragno, icono de moda, fue una de las primeras en apuntarse a esta tendencia.