Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

15 ago 2017

La nueva obra de arte de Ana Rosa Quintana

Una artística estampa urbana enamora a la periodista, ¿quién firma el cuadro?

ana-rosa-arte

 Ana Rosa Quintana sigue disfrutando de sus vacaciones a caballo entre Ibiza y Cádiz. 
El mar Mediterráneo vuelve a ser, una vez más este año, el contexto perfecto para la temporada estival de la reina de las mañanas televisivas.
 Así lo ha hecho saber la comunicadora en su perfil de Instagram donde, aunque de forma muy puntual, Quintana ha compartido con sus seguidores varias instantáneas en las que demuestra que su familia, la playa y el descanso, están siendo los auténticos 
protagonistas.
 Dos de los últimos posts de la periodista corresponden a sendas estampas vacacionales que dan buena cuenta de los preciados instantes de los que está disfrutando Ana Rosa junto a su marido Juan Muñoz y sus dos mellizos, Juan y Jaime
 Precisamente, en una de las fotografías tomadas por la propia Quintana, Muñoz aparece posando muy sonriente junto a su hijo Juan en un Seat Panda retro color rojo.
 La otra imagen corresponde a un bonito paisaje con el que, nada más empezar sus días de descanso, hacía una alegoría al mar Mediterráneo con la letra de la célebre canción de Joan Manuel Serrat.
Sin embargo, la última instantánea publicada por la periodista se ha desmarcado de la tendencia vacacional que muchos famosos siguen cuando llegan los meses de verano.
 En la imagen aparece Ana Rosa posando sonriente mientras agarra un cuadro en el que se representa un paisaje urbano muy cosmopolita.
 Vestida con una veraniega camisa de rayas rojas y un estiloso gorro borsalino de rafia, la presentadora parece encantada con el original cuadro que parece ser una nueva incorporación a su colección particular.
Junto a la fotografía, una emocionada Ana Rosa comenta: “Gracias Cristóbal, me encanta tu obra”.
 Y es que se trata de una de las pinturas del artista murciano Cristóbal Perez García-Toval, un pintor especialista en paisajes urbanos que, además de ser muy conocido en los círculos de arte de nuestro país, ha conseguido más de ciento cincuenta premios en competiciones pictóricas al aire libre.
 Ciudades como Nueva York, París, Venecia, Madrid, o su Murcia natal han sido algunas de las estampas más conocidas del pintor. Curiosamente, Ana Rosa no es la única ‘celebritie’ que admira a Cristóbal. 
 El pintor compartía en sus redes sociales una instantánea con Bibiana Fernández, compañera de Ana Rosa en las mañanas de Telecinco, disfrutando de un aperitivo en Tarifa.
 Sin duda, un vínculo en común muy artístico.

José Coronado, imparable a los 60

Repasamos algunos de los momentos que ha vivido el actor en estos últimos años.

"Muchas gracias por vuestras felicitaciones. 60 ya!!!! Feliz con la nueva etapa que comienza". Con este mensaje acompañado de una imagen de un José Coronado prescolar, agradecía el actor hace una horas en su cuenta de Twitter todas las felicitaciones y el cariño de sus 270.000 seguidores. Y es que sus 60 años recién cumplidos no le han privado de subirse al carro de las redes sociales, plataforma que utiliza a menudo para anunciar sus proyectos y nuevos trabajos. Por esta vía el intérprete de 'No habrá paz para los malvados' también comunicó el pasado mes de abril que había sufrido un infarto.  

"Muchas gracias por vuestras felicitaciones. 60 ya!!!! Feliz con la nueva etapa que comienza". 

Con este mensaje acompañado de una imagen de un José Coronado prescolar, agradecía el actor hace una horas en su cuenta de Twitter todas las felicitaciones y el cariño de sus 270.000 seguidores. 

Y es que sus 60 años recién cumplidos no le han privado de subirse al carro de las redes sociales, plataforma que utiliza a menudo para anunciar sus proyectos y nuevos trabajos. 

Por esta vía el intérprete de 'No habrá paz para los malvados' también comunicó el pasado mes de abril que había sufrido un infarto. 

El pasado 18 de abril el actor abandonaba el hospital madrileño de La Princesa donde había sido intervenido tras sufrir un infarto. Después de una semana ingresado, Coronado agradecía a todos los medios de comunicación, así como a todo el personal sanitario, la atención y el apoyo recibido. No fue hasta un par de meses después cuando hizo su siguiente aparición pública. Ocurrió, cuando se incorporó al rodaje de la serie en la que participará actualmente 'Gigantes'. En ese momento aseguró que ya había comenzado a cuidarse más: ha dejado de fumar, ha empezado a hacer deporte y ha mejorado su alimentación.

Nacido en Madrid en 1957, José Coronado hizo su debut televisivo en un anuncio de whisky. Tras haber estudiado cuatro años Derecho y dos Medicina, el actor se decantaba por la interpretación, haciendo su debut en la pequeña pantalla en 1989 con ‘Brigada Central’. A esta serie le siguieron ‘Compuesta y sin novio’, ‘Hermanos de leche’ y ‘Periodistas’, donde su papel de jefe de la sección de Local de un periódico le lanzó a la fama absoluta. Poco después se especializó en el registro policíaco y tras otras series como ‘Los 80’ o ‘Acusados’ llegaba ‘El príncipe’, donde formó junto al actor Álex González una de las parejas televisivas más conocidas del país. Con González repetirá de nuevo en ‘Vivir sin permiso’ y también tiene pendiente de estreno ‘Gigantes’.

Durante los 30 años de trayectoria en la interpretación, Coronado ha estado tres veces nominado a un Goya. Aunque el cabezón se hizo de rogar y no llegó hasta hace seis años, en 2011, por su papel de policía en 'No habrá paz para los malvados. Las otras dos ocasiones que ha peleado por el premio ha sido en 1999 con 'Goya en Burdeos' y en 2002 con 'La Caja 507'.

 Durante los 30 años de trayectoria en la interpretación, Coronado ha estado tres veces nominado a un Goya. 

Aunque el cabezón se hizo de rogar y no llegó hasta hace seis años, en 2011, por su papel de policía en 'No habrá paz para los malvados.

 Las otras dos ocasiones que ha peleado por el premio ha sido en 1999 con 'Goya en Burdeos' y en 2002 con 'La Caja 507'.

 

 

Pero el Goya no es el único reconocimiento del que el intérprete hace gala. También le han sido concedidos un premio de La Unión de Actores, una medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos y un galardón Sant Jordi de Cine, entre otros. En la imagen, el actor posa con su estrella antes de colocarla en el Paseo de la Fama de Almería el pasado mes de noviembre. 



Coronado tiene dos hijos, de los que siempre habla muy orgulloso. Nicolás, de 29 años y también actor como su padre, es fruto de su relación con Paola Dominguín, hija de Lucía Bosé yel torero Luis Miguel Dominguín y hermana del cantante Miguel Bosé. Su otra hija se llama candela, tiene 15 años y nació de su unión con la cantante y actriz Mónica Molina. Coronado tiene dos hijos, de los que siempre habla muy orgulloso. Nicolás, de 29 años y también actor como su padre, es fruto de su relación con Paola Dominguín, hija de Lucía Bosé yel torero Luis Miguel Dominguín y hermana del cantante Miguel Bosé. 
Su otra hija se llama candela, tiene 15 años y nació de su unión con la cantante y actriz Mónica Molina.
 
Toda la fama de duro que derrocha ahora en las series y películas en las que participa fue almíbar en sus comienzos, cuando le acompañaba su aura de galán. A las dos mujeres madres de sus hijos, hay que añadir una larga lista de féminas que han vivido algo más que una amistad con Coronado, aunque algunas de ellas haya sido fruto de un simple capricho de la prensa. Amparo Larrañaga, Paula Echevarría, Esther Cañadas, Silvia Abascal Isabel Pantoja o Eugenia Martínez de Irujo, como se aprecia en la foto realizada en julio de 2015, son algunas de las mujeres con las que se ha relacionado al actor.
Pero es la periodista Elena González, su última y discreta pareja, con quien se le conoce una relación más larga ya que, con idas y venidas, se les une desde hace unos seis años. A pesar de los 25 años de diferencia de edad que hay entre ellos, la pareja mantiene en la actualidad una relación muy consolidada. Además de disfrutar de las playas de Ibiza el verano pasado, González acompañó al actor durante su ingreso hospitalario. 
Pero es la periodista Elena González, su última y discreta pareja, con quien se le conoce una relación más larga ya que, con idas y venidas, se les une desde hace unos seis años.
 A pesar de los 25 años de diferencia de edad que hay entre ellos, la pareja mantiene en la actualidad una relación muy consolidada.
 Además de disfrutar de las playas de Ibiza el verano pasado, González acompañó al actor durante su ingreso hospitalario.

George Lucas se compra un viñedo en Francia............. Silvia Ayuso

El creador de 'Star Wars' amplía su imperio vinícola con una propiedad vecina a la de Angelina Jolie y Brad Pitt.

George Lucas, en Hollywood.
George Lucas, en Hollywood. Cordon press

El hombre que imaginó el lado oscuro de la fuerza del universo se ha acabado dejando seducir por una de las esquinas más hedonistas de la Tierra. 
El creador de la saga de Star Wars, George Lucas, se ha comprado un lujoso viñedo en el sureste de Francia, con mansión incluida y a un tiro de piedra del que en su momento compraron los actores Angelina Jolie y Brad Pitt.

La adquisición del Chatêau Margüi, una propiedad de 115 hectáreas, 15 de ellas dedicadas a los viñedos, fue realizada por la compañía vinícola de Lucas, Skywalker Vineyards, en abril, pero ha trascendido esta semana.
Según adelantó el diario local Var-Matin, el precio de la operación ronda los 9,5 millones de euros, aunque Skywalker Vineyards, que también posee viñedos en Italia y California, planea invertir otros 15 millones para modernizar la bodega y construir un complejo hotelero que permita acoger reuniones empresariales, familiares o celebrar recepciones en esta privilegiada zona del departamento de Var, en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul situada a poco más de una hora de Marsella.

Mucho más cerca, a solo 8 kilómetros, está otra bodega famosa, el Chatêau Miraval que adquirieron Angelina Jolie y Brad Pitt cuando todavía eran una de las parejas más consolidadas de Hollywood —se casaron allí en 2014— y también soñaban con producir su propio vino, como tantas estrellas de la gran pantalla estadounidense.

El hombre que imaginó el lado oscuro de la fuerza del universo se ha acabado dejando seducir por una de las esquinas más hedonistas de la Tierra.
 El creador de la saga de Star Wars, George Lucas, se ha comprado un lujoso viñedo en el sureste de Francia, con mansión incluida y a un tiro de piedra del que en su momento compraron los actores Angelina Jolie y Brad Pitt.

La adquisición del Chatêau Margüi, una propiedad de 115 hectáreas, 15 de ellas dedicadas a los viñedos, fue realizada por la compañía vinícola de Lucas, Skywalker Vineyards, en abril, pero ha trascendido esta semana.
Según adelantó el diario local Var-Matin, el precio de la operación ronda los 9,5 millones de euros, aunque Skywalker Vineyards, que también posee viñedos en Italia y California, planea invertir otros 15 millones para modernizar la bodega y construir un complejo hotelero que permita acoger reuniones empresariales, familiares o celebrar recepciones en esta privilegiada zona del departamento de Var, en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul situada a poco más de una hora de Marsella.
Mucho más cerca, a solo 8 kilómetros, está otra bodega famosa, el Chatêau Miraval que adquirieron Angelina Jolie y Brad Pitt cuando todavía eran una de las parejas más consolidadas de Hollywood —se casaron allí en 2014— y también soñaban con producir su propio vino, como tantas estrellas de la gran pantalla estadounidense.
El Chatêau Margüi que pertenece ahora al director estadounidense se alza sobre un “terreno milenario” donde se hallan aún múltiples “vestigios romanos”, según la descripción del viñedo en su página web, que no hace mención alguna al cambio de manos de la propiedad. El “chatêau” data del Siglo XVIII pero fue profundamente restaurado por sus anteriores dueños, la familia Guillanton, que adquirió la propiedad hace 17 años. Cuenta con su propia capilla románica y la producción de la bodega asciende a 65.000 botellas anuales que se comercializan bajo la denominación de origen protegida côteaux-varois-en-provence.
Lucas no es la única estrella apasionada por el vino. Entre los que se han granjeado fama como viticultores destaca el también director Francis Ford Coppola, aunque también hay otros nombres rutilantes como el actor Kurt Russell, el fundador de Pixar John Lasseter o hasta el cantante Sting.

 

Diez obras tan universales como sobrevaloradas

Publicado por

Imagen: JoAnne Sellar Productions/Ghoulardi Film Company/Annapurna Pictures

La lectura es un hábito sobrevalorado.
 Al menos, un hábito del que no se cuenta toda la verdad al presentarlo como imprescindible para el desarrollo intelectual. Porque por cada obra maestra nos encontramos mucho pasto para culturetas, porque por cada libro entretenido tenemos que pagar con unos cuantos mediocres, porque por cada genio tenemos que aguantar a no pocos poetuchos… por todo esto, resumamos diciendo que la literatura no solo consiste en embriagarse de párrafos inolvidables o sufrir stendhalazos inesperados; la literatura consiste, también, en aprender a convivir con el bodrio de manera más o menos constante.
 Ahora bien, una cosa es convivir con el bodrio y otra es que nos hagan pasar dicho bodrio por obra maestra de la literatura universal, por luz para nuestra ceguera humanística.
 A eso hemos venido a este texto: a desenterrar mitos del imaginario, a golpear la intocable piñata de los libros de oro con pies de barro.
 Supongo que esta lista de títulos sobrevalorados hará temblar los cimientos de más de un gusto literario firmemente construido, pero dejen que este que ahora teme por su vida conteste con una frase de Séneca:
 «El verdadero héroe en una obra literaria es el lector que la aguanta».
El guardián entre el centeno
La mítica obra de Salinger por la que el propio Salinger quiso esconderse durante años para no ser preguntado. 
Pero la realidad es que ese es el mismo Salinger que se bebe la orina propia mientras se niega en rotundo a mantener relaciones con su esposa.
 Seamos sinceros: esa figura, la del creador de la novela, es casi más atractiva que su mítica obra.
 El guardián entre el centeno tiene dos problemas principales. El primero tiene que ver con la expectativa creada. Una novela que cambia la vida de tanta gente, que consigue que esa misma gente peregrine hasta la casa de ese misterioso Salinger, tiene que ser una especie de Biblia. 
Y luego, nada, apenas un par de metáforas bien construidas pero ninguna guía espiritual, nada que moldee almas como la del asesino de John Lennon, que al ser capturado llevaba consigo el dichoso librito. 
El segundo problema es la edad. Holden Caulfield aguarda entre el centeno para que los adolescentes no se despeñen por el barranco de la madurez.
 Luego es una metáfora adolescente para lectores adolescentes. Leída por un cincuentón quizás resulte, cuando menos, anacrónica.
El alquimista
Uno puede pretender que su obra venda millones de ejemplares a lo largo y ancho del planeta, vale. 
Uno puede pretender que su obra venda millones de ejemplares siendo un libro de autoayuda, vale que vale.
 Lo que ya no tiene perdón es que se pretenda buscar la gloria literaria con un libro de autoayuda cursi. 
Un pastor andaluz buscando «el tesoro que todos tenemos sobre la faz de la Tierra». 
Es tan repelente que hasta le coloco comillas pese a no tratarse de una cita literal (aunque sí utiliza esas palabras para definir la columna vertebral de su argumento). 
Además, disfraza toda su obra de una especie de misterio que luego no nos lleva a ninguna parte.
 Me recuerda a esas series norteamericanas que te mantienen en vilo semana a semana durante cinco años para acabar «nadeando». Autoayuda cursi y misterios absurdos… casi nada.

Los pilares de la tierra
Nótese que el título de este artículo habla de «libros sobrevalorados», es decir, el texto no quiere sentenciar que estas obras sean malas, sino que la opinión general es exagerada ponderando sus méritos. 
Este tocho de Ken Follet, de hecho, no es malo. 
Yo lo definiría más como una novela mediocre, ni fu ni fa, o algo así. El principal problema reside en el ritmo narrativo.
 En ocasiones es lento, pesado, tedioso, con descripciones arquitectónicas que te conducen a la más simple de las construcciones: un puente para el suicidio; en otras ocasiones es rápido, diría que es tan rápido que no existe, pues pasa por alto años, terrenos, personajes… un sinsentido novelístico que está pidiendo a gritos que Tolstói, Galdós o algún maestro canónico del género resucite para liarse a escopetazos.
 Eso sí, mantiene la eterna dicotomía entre el bien y el mal: los buenos son muy buenos y muy desgraciados; los malos son malísimos y muy suertudos.
 Del final no hablo porque me he prometido no colar spoilers… pero, si el editor me dejara, terminaría este párrafo con unos puntos suspensivos de esos decepcionantes.

Soy muy fan de Sylvia Plath.
 Quizás esté entre mis cinco o diez escritores favoritos.
 Sin embargo, en esta especie de autobiografía, pareciera como si la maravillosa poeta hubiera escrito con los pies, con su genio habitual lejos, hasta casi hacerse imperceptible.
 Quizás sea porque estemos acostumbrados a su simbolismo brutal, a su manera de arrojarnos a las pupilas sus confesiones con un lenguaje poético inigualable.
 Claro, cuando ese simbolismo y ese lenguaje salen de la poesía para no llegar o llegar mal a la prosa, todo pierde sentido.
 Sylvia, si me estás leyendo desde alguna parte, perdóname; pero vale más un verso tuyo que las trescientas páginas de tu novela más conocida.
El hobbit
Es cierto que el fenómeno Tolkien se ve influido, para bien o para mal, por el pantagruélico banquete que la industria de Hollywood se ha pegado a su costa durante los últimos años. Pero no es menos cierto que El hobbit es el menos tolkieniano de los libros tolkienianos, y que más tiene de cuento que de gran novela. Cuentan que había escrito el texto para uso y disfrute de su hijo, pero la realidad es que el juez de la obra fue un niño de diez años por orden del editor (¿debió de ver este un excesivo infantilismo en la obra?). 
De cualquier manera, el lector no tiene más que comparar la profundidad de El señor de los anillos y, sobre todo, de su gran obra, El Silmarillion, para darse cuenta de que nos enfrentamos a una obra menor dentro del universo que supo construir J. R. R. Luego, insisto, vino América para equiparar la trilogía con el pequeño cuento (al menos en extensión, quizás también en el tono), pero hasta el más fanático de los fanáticos de Tolkien sabe que la comparación es burda y cruel.
Tokio blues
Aparece Murakami, ya se le esperaba. 
Y además aparece su primera novela, la más celebrada (precisamente por esto último aparece).
 De nuevo, y como pasa con casi todo en esta vida, el problema lo encontramos en la expectativa. 
Título de una canción de los Beatles («Norwegian Wood»), argumento tejido sobre las revoluciones a las que el mundo se apuntó sistemáticamente durante los años sesenta, melancolía y tristeza en las primeras páginas… 
Sin embargo, los personajes van desnudándose poco a poco y, cuando ya han conseguido mostrar lo que ocultan, el lector descubre que se trata del exhibicionismo de la nada. 
Es decir, todo lo que auguraban se queda flotando en una superficie muy sugerente, pues al hundirte (a eso hemos venido aquí, a hundirnos) tienes la sensación de que podían haber mostrado mucho más, haber ahondado más en las miserias que les mueven.
 A ver, no digo yo que psicoanalice al personaje como Dostoyevski cien años antes, pero a una novela le pido no solo que ocurran cosas, sino también que me explique por qué ocurren.
 O que lo sugiera, no sé.
 Permitan que haga nuestra una frase que Ortega escribió para Baroja, y que ahora le dedicamos aquí al japonés: «De cada página suya parece querer levantarse un arte novísimo que al volver la hoja vemos caer en tierra como un gran pajarraco de alas muy cortas».
Poeta en Nueva York
 
Vamos con las polémicas.
 Adorando a Lorca como lo adoro, decir que este libro está sobrevalorado me duele en el alma.
 Pero es que aquí la valoración ha de hacerse comparando con la propia obra del poeta.
Poeta en Nueva York se mueve por ese terreno surrealista que ya entonces pisaba la moderna Europa, escapando de lo que había elevado al todavía joven Lorca a los altares de la literatura: la mezcla entre el personalísimo mundo del granadino y el mundo popular, es decir, la mezcla entre la palabra lorquiana y la tradición. En su Romancero, en su Cante jondo o en sus sonetos (género elitista por naturaleza) puede masticarse esa tradición popular que se pierde en su obra póstuma.
 De algún modo, las tragedias universales que golpean a Yerma o a la familia de Bernarda Alba se difuminan entre el lenguaje exagerado que nace de su pasión por Nueva York.
 Es cierto que cualquier palabra del poeta de Fuentevaqueros es siempre mágica, y que incluir este título junto a otros de esta lista es un crimen, pero algo me dice que el día que Federico, ya intuyendo el trágico desenlace de aquel agosto del 36, le confió el manuscrito de Poeta en Nueva York a José Bergamín, sabía muy bien que con aquel pecado de juventud mucho había del nuevo Lorca y poco del antiguo.
 Yo, me temo, echo de menos al segundo.

El sí de las niñas
También hay espacio para la literatura hispánica en esta lista más allá de Lorca.
 Hablemos del género dramático, que ya se ha rozado con el autor granadino. El sí de las niñas es, probablemente, la obra teatral de más éxito si nos atenemos a la fría realidad de los números. 
 Nadie acierta a dar una cifra exacta de la cantidad de público que fue a comprobar que la fama de Moratín no se sustentaba sobre exageraciones, aunque se habla de decenas de miles de espectadores. 
Es más, salgamos del puro éxito mercantil, pues otras obras hubo después de no poco éxito: la propia tragedia lorquiana ya citada, las obras de Galdós que acababan con el autor trasladado hasta su casa a hombros («¡Que viva Galdós, pero que viva más cerca!», solían decir), los nobeleados Echegaray y Benavente o la escalera de Buero.
 Por eso, abandonamos ese éxito popular para hablar de la trascendencia literaria: ninguna obra trajo consigo una repercusión tal como para ser prohibida por la Corona, como para aparecer en un Episodio nacional galdosiano con todo su esplendor, como para dar por cerrada la Ilustración española (muy tenue esta, dicho sea de paso).
 Ahora, con la perspectiva de los siglos algo perdida, no se comprende cómo una obra tan plana puede alcanzar semejante cota de trascendencia. 
Si tuviera que elegir un adjetivo para ella, me debatiría entre aburrida y simplona. 
Típico enredo romanticón que se soluciona a última hora. Lento, poco ingenioso… No me extraña que Moratín se retirara del ruedo dramático con esta obra.
La colmena
Esta novela lleva consigo varias cargas.
 La primera: es aceptada mayoritariamente por los lectores (no tanto por la crítica) como la gran obra del quizás más prestigioso novelista español del siglo XX, Nobel mediante.
 Es cierto que Cela es poliédrico y que resulta difícil aupar un solo título habiendo tantos y tan diferentes, pero qué carajo: una página de su familia Pascual Duarte entierra en la mediocridad todo este tocho.
 La segunda carga: es cierto que retrata la sociedad de posguerra, una sociedad gris y pútrida, con ese sello personal que siempre gastaba don Camilo José; pero, puestos a ahogar al lector, prefiero otras sociedades de posguerra como la de Nada de Laforet o cualquiera que haya salido de la tinta de Delibes
 Tercera: si vas a retratar a una sociedad de posguerra, no retrates solo a la clase media-baja.
 Habla también de la aristocracia, del bando que desfiló el 19 de mayo del 39.
 No dibujes solo los hilos rotos, Camilo José, y traza también las manos que los manejaron.
Veinte poemas de amor y una canción desesperada
Neruda es, probablemente, uno de los diez poetas más importantes de nuestra lengua.
 Pero nótese que a menudo en esta lista se cuelan obras de los grandes genios de la literatura por compararse con otras de su misma producción y quedar claramente escaldadas. 
Es el caso de los Veinte poemas de Neruda, de aquel primer Neruda algo cursi y empalagoso. 
El problema no es tanto de esta obra, que contiene diez o doce versos memorables, como de, insisto, la comparación con el resto de su producción.
 Y es que ese Neruda juvenil, meloso y zalamero se irá convirtiendo en un poeta de verdadero tronío, con, por ejemplo, ese canto a lo pequeñito, de tono popular machadiano, que son las Odas elementales, o con esa gigantesca obra, esa historia de América en verso, que es el Canto general, o en ese surrealismo maravilloso que se respira en Residencia en la tierra.
 Sin embargo, pareciera que el único Neruda que hoy sobrevuela el imaginario es aquel primer poeta simple, cuyos versos (alguno que otro, más bien ripioso) adornan hoy más carpetas que antologías de postín.