La obra de Eric Baudelaire, que expone en San Sebastián, cuestiona el sistema de producción de imágenes en la era de la posverdad.
Se dice que el escritor Bertolt Brecht tenía un cartel que colgaba en
su habitación donde se podía leer: “La verdad es concreta”.
Ahora que la llamada posverdad y los hechos alternativos están de actualidad, el recordatorio de Brecht parece una afirmación utópica. Las “noticias falsas” han cobrado definitivamente vida propia.
De este contexto informativo, la conspiración y paranoia global pos-11/S se desprende la obra del cineasta y artista francoamericano Eric Baudelaire (Salt Lake, Estados Unidos, 1973).
Al igual que otros practicantes de ensayo-documental e instalación audiovisual (Omer Fast, Hito Steyerl), Baudelaire cuestiona el sistema de producción de imágenes en nuestra confusa era visual. Formado en ciencias políticas y más tarde fotógrafo, Baudelaire oscila ahora entre los campos del cine y el arte, en concreto, en el llamado “cine de exposición”.
En esta primera gran muestra institucional en España, en el centro Tabakalera de San Sebastián, Baudelaire parte de las potencialidades de la ficción.
De un modo más preciso, de la legendaria emisión radiofónica de 1938 en la que Orson Welles interpretaba La guerra de los mundos, de H. G. Wells, con tanta vehemencia que hizo estallar la alarma de una invasión alienígena en la Tierra. La música de Ramón Raquello y su orquesta, título de la exposición, remite al seudónimo del compositor Bernard Herrmann durante la conducción de dicho programa radiofónico.
La recreación documental de aquella emisión es una de las principales obras aquí, esto es, las “noticias falsas” como activadoras de imaginación colectiva en tiempos donde la capacidad de imaginar parece estar en crisis.
Eric Baudelaire parte a veces de la división entre texto e imagen, por ejemplo, de las noticias en los periódicos.
Juega a disgregarlas como una técnica que interroga qué se esconde detrás de un titular y una foto de prensa.
Esta separación formal es llevada al límite en un nuevo vídeo que cuenta el trayecto de un yihadista desde Francia a Siria, y vuelta a su país de origen. Also Known as Jihadi (2017) recoge la radicalidad formal del cineasta japonés Masao Adachi, quien en A.K.A. Serial Killer (1969) realizó el experimento de rodar el retrato de un asesino en serie exclusivamente a través de la filmación de paisajes como estructuras de opresión y poder que determinan el comportamiento de los individuos.
La ideología invisible del paisaje, los aparatos ideológicos del Estado y ninguna imagen del sujeto en cuestión.
Esta aproximación es repetida por Baudelaire, aunque el texto aquí es un extenso recuento judicial sobre este presunto yihadista que no aclara ni las motivaciones ni la implicación del sujeto.
La narración ha de ser leída, sin voz en off.
A este ejercicio sociológico le falta el pulso y ritmo de The Anabasis of May and Fusako Shigenobu, Masao Adachi, and 27 Years Without Images (2011), otro videoensayo de Baudelaire presentado fuera de la exposición.
Es en la articulación de texto, narración, voz e imagen que Baudelaire despunta (recordando en ocasiones a Chris Marker).
Sin embargo, su empeño en situar su trabajo a la vez en el cine y en la institución-museo o galería de arte tiene entonces sus contraindicaciones, por ejemplo el display y la estetización del documento.
Al igual que Marker, Eric Baudelaire también escribe cartas, y esta forma epistolar es uno de sus recursos más habituales.
La sala dedicada a Letters to Max (2014), un ensayo-documental donde se recoge su amistad con un diplomático de Abjasia (Maxim Gvinjia), un Estado independiente no reconocido internacionalmente, muestra la correspondencia entre ambos.
El propio Max habitaba por unos días la exposición de Tabakalera en una simulación de embajada exsoviética concebida para la ocasión.
Pero lo que queda es el audiovisual en sí, la realidad convertida en arte, en otra muestra del afecto con el que Baudelaire incorpora tiempo y espacio al ensayo fílmico.
La verdad será concreta, pero esta solo puede desvelarse a la mirada y al entendimiento a través de la forma del ensayo.
Ahora que la llamada posverdad y los hechos alternativos están de actualidad, el recordatorio de Brecht parece una afirmación utópica. Las “noticias falsas” han cobrado definitivamente vida propia.
De este contexto informativo, la conspiración y paranoia global pos-11/S se desprende la obra del cineasta y artista francoamericano Eric Baudelaire (Salt Lake, Estados Unidos, 1973).
Al igual que otros practicantes de ensayo-documental e instalación audiovisual (Omer Fast, Hito Steyerl), Baudelaire cuestiona el sistema de producción de imágenes en nuestra confusa era visual. Formado en ciencias políticas y más tarde fotógrafo, Baudelaire oscila ahora entre los campos del cine y el arte, en concreto, en el llamado “cine de exposición”.
En esta primera gran muestra institucional en España, en el centro Tabakalera de San Sebastián, Baudelaire parte de las potencialidades de la ficción.
De un modo más preciso, de la legendaria emisión radiofónica de 1938 en la que Orson Welles interpretaba La guerra de los mundos, de H. G. Wells, con tanta vehemencia que hizo estallar la alarma de una invasión alienígena en la Tierra. La música de Ramón Raquello y su orquesta, título de la exposición, remite al seudónimo del compositor Bernard Herrmann durante la conducción de dicho programa radiofónico.
La recreación documental de aquella emisión es una de las principales obras aquí, esto es, las “noticias falsas” como activadoras de imaginación colectiva en tiempos donde la capacidad de imaginar parece estar en crisis.
Eric Baudelaire parte a veces de la división entre texto e imagen, por ejemplo, de las noticias en los periódicos.
Juega a disgregarlas como una técnica que interroga qué se esconde detrás de un titular y una foto de prensa.
Esta separación formal es llevada al límite en un nuevo vídeo que cuenta el trayecto de un yihadista desde Francia a Siria, y vuelta a su país de origen. Also Known as Jihadi (2017) recoge la radicalidad formal del cineasta japonés Masao Adachi, quien en A.K.A. Serial Killer (1969) realizó el experimento de rodar el retrato de un asesino en serie exclusivamente a través de la filmación de paisajes como estructuras de opresión y poder que determinan el comportamiento de los individuos.
La ideología invisible del paisaje, los aparatos ideológicos del Estado y ninguna imagen del sujeto en cuestión.
Esta aproximación es repetida por Baudelaire, aunque el texto aquí es un extenso recuento judicial sobre este presunto yihadista que no aclara ni las motivaciones ni la implicación del sujeto.
La narración ha de ser leída, sin voz en off.
A este ejercicio sociológico le falta el pulso y ritmo de The Anabasis of May and Fusako Shigenobu, Masao Adachi, and 27 Years Without Images (2011), otro videoensayo de Baudelaire presentado fuera de la exposición.
Es en la articulación de texto, narración, voz e imagen que Baudelaire despunta (recordando en ocasiones a Chris Marker).
Sin embargo, su empeño en situar su trabajo a la vez en el cine y en la institución-museo o galería de arte tiene entonces sus contraindicaciones, por ejemplo el display y la estetización del documento.
Al igual que Marker, Eric Baudelaire también escribe cartas, y esta forma epistolar es uno de sus recursos más habituales.
La sala dedicada a Letters to Max (2014), un ensayo-documental donde se recoge su amistad con un diplomático de Abjasia (Maxim Gvinjia), un Estado independiente no reconocido internacionalmente, muestra la correspondencia entre ambos.
El propio Max habitaba por unos días la exposición de Tabakalera en una simulación de embajada exsoviética concebida para la ocasión.
Pero lo que queda es el audiovisual en sí, la realidad convertida en arte, en otra muestra del afecto con el que Baudelaire incorpora tiempo y espacio al ensayo fílmico.
La verdad será concreta, pero esta solo puede desvelarse a la mirada y al entendimiento a través de la forma del ensayo.
‘La música de Ramón Raquello y su orquesta’. Eric Baudelaire. Tabakalera. San Sebastián. Hasta el 15 de octubre.