Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

5 ago 2017

Soy quien soy............................................... Boris Izaguirre..

Neymar, muy amistoso, marcó su último gol con los blaugranas esa tarde y se bajó raudo del autobús con unos auriculares de último diseño francés, dejando claro por dónde iba el regate.

El jugador brasileño Neymar.
El jugador brasileño Neymar. AFP/Getty Images

 

Debe ser mi idiosincrasia latina, pero la improvisación me parece un don. Ese toque extra que te garantiza una fiesta estupenda con cuatro cosas y lo puesto, que te da cierta sensualidad a la hora de bailar Despacito 90 veces en el mismo mes. Por eso agradecí que Alan Faena me sorprendiera invitándome al clásico, el partido amistoso entre el Real Madrid y el Barça que tuvo a Miami en vilo la semana pasada. La invitación de Alan fue al palco Nine, que es una especie de miniciudad vip dentro del Hard Rock Stadium y que aglutina palcos y restaurantes de sushi, hamburguesas de dos pisos dobles y hot dogs de medio metro de largo. Champagne de verdad, porque en Miami hay mucho prosecco.
 Me encontré saludando a Florentino Pérez y al presidente del Barça Josep Maria Bartomeu, que miraban los lujos del lugar con mi mismo asombro. Parecían el espíritu deportivo y el encuentro amistoso refugiados del calor del trópico, imaginando cosas así para sus estadios. Hablamos del clima, desde luego, porque no era momento de preguntar a Bartomeu si sabía cómo iba a terminar el culebrón Neymar de 222 millones de traspaso.
 Neymar, muy amistoso, marcó su último gol con los blaugranas esa tarde y se bajó raudo del autobús con unos auriculares de último diseño francés, dejando claro por dónde iba el regate.
Mucho menos iba a interrogar a Florentino por la ausencia de Cristiano Ronaldo o los gastos en Marivent este verano, con tanta pernoctación. “Aquí, ¿estás mejor que en España?”, preguntó Florentino, y no pude responderle porque en ese momento Michael Smith y James Costos pasaron americanísimos y ligeros a saludar y, a continuación, Fernando Morientes me presentó a Raúl González. Me quedé sin habla delante de esos ojos tan marrones, tan oscuros, tan misteriosos.
Recordé una frase de mi mamá, que pidiera el plato más barato si me invitaban a comer. 
Y me privé de ponerme ciego de champagne rosé y hamburguesas. Entendí al señor Villar cuando organizaba partidos amistosos: multiplicas y te impresiona ver que cada aficionado son 250 dólares en directo. 
Está claro que el fútbol ciega con su exhibición de fuerza, dinero y moda.
 Y se me ocurrió que podría sugerirle al presidente de la Real Federación que, en su libertad bajo fianza, escriba un libro de autoayuda y exculpación que le hará más millonario.
 Una sugerencia que también podría servirle a Urdangarín después de presentar su exculpación ante el Tribunal Supremo. “Era un conseguidor amigable sin conocimientos en Derecho Administrativo”, declaró.
 Y sonó a algo muy medieval o como de celestina. 
Pensaba que un mediador tenía más bien conocimientos sobre la conducta humana y que dejaba lo del derecho administrativo a otros.
 Urdangarín lo argumenta para echarle la carga a su exprofesor y socio, que sí tenía esos conocimientos. 
En cualquier caso, si lo tuvo y lo perdió, no me consta señoría.
Tras digerir todo lo que me comí y bebí en el clásico, la declaración de Cristiano Ronaldo, retransmitida por la televisión hispana en Estados Unidos, me resultó el mejor espectáculo ante la llegada de la tormenta Emily, que ha sido ciclogénica, la lluvia y los relámpagos parecían avanzar dentro de casa con la velocidad de Ronaldo hacia la portería contraria.
 Me alegró el día el grito de Cristiano de que le perseguían por “ser quien soy”. Bravo. 
Es lo que a muchos nos gustaría decirle a Hacienda y a esos expertos en derecho administrativo que te meten en tantísimos problemas: esto me pasa por ser quien soy
. Cristiano luego publicó un mensaje críptico en su Instagram, anunciando que al ser la luz, atrae bichos. Lejos de mostrarse humilde y consternado, el futbolista  se ha venido arriba. ¿Qué esperaban? Al igual que Despacito, Cristiano suena todos los días, sin haberlo previsto.
 Es un divo herido que exhibe sus heridas hasta que las ves más bellas que a él mismo. Es por esa vanidad, ese ser quien es, que no estoy tan de acuerdo con que el camino judicial para Ronaldo haya empezado mal. Todo lo contrario.
 Él da la cara, aunque entre por el garaje, que es por donde se ha ido Neymar del Barça.
 Deja una frase exculpatoria más afortunada que la del entrañable conseguidor, Urdangarín. “Es por ser quien soy”. 
Y así, improvisadamente, nos damos cuenta de que los que son quien son, son deportistas a los que el dinero les cae por goles
. O por matrimonios.

Antonio Banderas tiene que pasar por el quirófano otra vez

Según su hermano, Javier Banderas, el actor todavía sufre "alguna que otra arritmia”.

Antonio Banderas
El actor Antonio Banderas.

 

Desde principios de este año todo el mundo ha estado muy atento a la salud de Antonio Banderas ya que el pasado 26 de enero el actor sufrió un ataque al corazón.
 Una noticia que confirmó el propio artista dos meses después de haber sido intervenido en el quirófano. 
“Me implantaron tres stents en las arterias coronarias y como sufría arritmias desde hace tiempo, me sometí a una termoablación”, explicó en marzo, cuando recibió el premio de honor del Festival de Málaga.
Ahora, su hermano Javier Banderas, ha confirmado que aunque “ya no tiene secuelas”, tendrá que someterse a una nueva intervención, aunque se desconoce la fecha. 
"Mi hermano ya padecía unas arritmias y ahora han aprovechado para hacerle un cateterismo y se las han quitado.
 La operación ha salido bien, pero creo que se la hará otra vez porque a veces le pega alguna [arritmia] y él prefiere que le operen", ha declarado al diario La Razón durante el concurso de regatas en Palma de Mallorca que preside el rey Felipe VI.


En su momento Banderas, de 56 años, quiso rebajar el dramatismo que había leído y escuchado en algunos medios, pero reconoció que fue un aviso que le dio su corazón debido a la “paliza importante” que le había metido en los últimos 37 años. 
Un cambio que poco a poco ha ido realizando y que su hermano también reconoce.
 “Él nunca ha bebido, pero se ha quitado el tabaco y todas las mañanas sale a correr. Solo le queda un poco de estrés”, ha explicado sobre los nuevos hábitos del actor.
El actor Antonio Banderas y su novia, la empresaria Nicole Kimpel.
El actor Antonio Banderas y su novia, la empresaria Nicole Kimpel.
Ese estrés al que hace referencia el hermano de Banderas quizá sea por la ajetreada agenda que tiene el actor.
 Actualmente se encuentra en Londres y después viajará a Italia a rodar el biopic en el que da vida al magnate Feruccio Lamborghini, aparte de otras dos películas que le han salido en Colombia. 
A los rodajes se une su faceta de diseñador y empresario del mundo de la moda, además de ejercer de anfitrión por octavo año consecutivo de la Gala Benéfica Starlite en Marbella, que se celebra el próximo fin de semana.
Sobre su nueva intervención quirúrgica, de momento el actor no ha publicado nada en sus redes sociales, plataformas que utiliza a menudo para comunicarse con su público y compartir momentos de su vida privada como su relación con la empresaria Nicole Kimpel, con quien sale desde 2014.

‘Verano Azul’ es Nunca Jamás

Cuando la serie se estrenó, ya en el otoño, me quedé con la extraña impresión de que me había perdido lo mejor aquel verano en 'MálagaNerja'.

Los protagonistas de 'Verano azul'.
Los protagonistas de 'Verano azul'.
Llegamos en un 127 que recorría la carretera con la desidia trabajosa de los últimos setenta.
 Con las ventanillas abiertas. 
Mis padres fumando. En el transistor, sobre la guantera, la interferencia permanente de la antena que no daba para más. MálagaNerja parecía querer decir el ruido de los baches.
 Creía entonces, aquella primera vez que salí de mi barrio, que el lugar al que íbamos se llamaba así. MálagaNerja.
 Así lo pronunciaba mi padre. 
Todo junto.
 Este año vamos de vacaciones a MálagaNerja
Y a mí me parecía un lugar misterioso con nombre de trabalenguas. Como Nunca Jamás. Aquello debía ser otro país.
Y cuando llegué confirmé que lo era.
 A mis seis años, nunca había visto playas con la arena de aquel color. 
Ni a niños tan rubios como aquellos niños. 
Niños que hablaban una lengua arcana e incomprensible. Venajugaalgurejoquél
 Lo decían muy rápido señalando con el dedo más allá del mirador. Y yo me quedaba petrificada con mi cubo y mi pala. Fascinada por la velocidad de sus palabras amontonadas. 
Pero cuando gritaban venvenven y me tiraban de la mano, comprendía que había que seguirles y explorar. Gurejoquél resultó ser un tremendo boquete entre las rocas por el que entraban las olas mojándonos la cara.
 Y nos reíamos sin que la risa necesitara más traducción.
Me pasé los diez días comiendo filete con patatas porque no conocía nada más de lo que ponían en el menú.
 Salmorejo. Ajoblanco. No-sé-qué-a-la-rondeña. 
Aquel comedor tenía algo de nave espacial: una sala circular acristalada suspendida sobre el mar

 Me creía a los mandos de Halcón Milenario. Lo que nunca entendí era que ese lugar se llamara Balcón de Europa si Europa caía justo en la otra dirección. 

El último día, los señores del hotel me regalaron un bastón lleno de caramelos. Fui a repartirlos con los niños rubios, pero ya nos les encontré. 

Tenían la capacidad de esfumarse al grito de su mamá.

Cuando volví a clase nadie en el colegio conocía aquel lugar de nombre abigarrado. MálagaNerja
Hasta que un año después estrenaron Verano Azul. “Oye, ¿MálagaNerja no era el sitio ese en el que estuviste tú?” 
Y no sabía muy bien qué decir porque el pueblo de aquella serie no se parecía demasiado al que recordaba yo.
 Sí, eran iguales los botes de Copertone. Y la fruición con la que las madres nos embadurnaban convirtiéndonos en pequeñas croquetas. Los padres llevaban las mismas mariconeras con el tabaco y la cartera. 
Y gorritos absurdos. Los más postineros, cadenas de oro que se recalentaban al sol. Y ya.
Me había pasado el verano buscando una pandilla porque había oído que eso era lo que se tenía que hacer. 
Pero los chicos rubios que el primer día me llevaron a los acantilados nunca se quedaban juntos demasiado tiempo. Mallamaomimama, decían y se desperdigaban sin más. 
No. En mi verano azul nunca pasó un grupo de chavales risueños en bicicleta. 
Ni una rubia en chándal rojo corriendo por las mañanas con su corte de niños perdidos.
Juro que jamás vi un barco plantado en medio de una huerta. 
 Ni a un pescador barbudo que tocara el acordeón.
 Ni nunca Bruno se contoneó al ritmo de Soy como tu arropado por el Ballet Zoom.
 Ni ningún chaval de ciudad se quedó atrapado en un risco. Ni nadie, nunca nadie, cantó No nos moverán
Y jamás me crucé con un chico con los ojos tan grandes como los de Pancho. 
Eso lo habría recordado pese a mi corta edad.
Quizá MálagaNerja sí era Nunca Jamás.
 Cuando Verano Azul se estrenó, ya en el otoño, me quedé con la extraña impresión de que me había perdido lo mejor.
 En el fondo fue una buena lección. 
Muchos años después comprendí que esa es la trampa y la bendición de la ficción: hacernos creer que en la vida hay algo más.

Marilyn Monroe, el mito angustiado que encontraba consuelo en los coches

Tal día como hoy, hace 55 años, apareció muerta la mayor leyenda erótica de Hollywood: una estrella angustiada que sosegaba sus fantasmas personales conduciendo.
  


Marilyn Monroe, el mito angustiado que encontraba consuelo en los coches Aunque una bellísima Marilyn Monroe cantaba en Los caballeros las prefieren rubias aquello de que “los diamantes son los mejores amigos de una chica” en realidad, fuera de la pantalla, la actriz prefería los automóviles a las joyas.
Sin duda, una de las facetas menos conocidas de Norma Jean Baker (el verdadero nombre de la ambición rubia) es que le encantaban los coches y llegó a poseer una nada despreciable flota de automóviles.
A medida que su vida se volvía más tormentosa e infeliz, ponerse ella misma al volante de uno de sus coches y conducir durante horas se convirtió en una de sus válvulas de escape preferidas… para disgusto de sus productores, a los que no hacía nada de gracia que una estrella, ya con reputación de inestable y depresiva, se lanzara a toda velocidad por la carretera.  

Y justamente por esa razón, y pese a disponer de infinidad de chóferes a su servicio en todo momento, Marilyn se preocupó siempre de mantener perfectamente al día su carnet de conducir de California con el número 35223569; sobre todo desde que en febrero de 1956 fuera multada por tenerlo caducado.

Una pequeña flota

En lo tocante estrictamente a sus gustos automovilísticos, Marilyn elegía sus coches más por estética, elegancia y confort que por prestaciones o marca. Era bastante ecléctica y lo mismo se enamoraba de un todoterreno que de un familiar o un deportivo.
marilyn
Repartidos entre sus casas de Los Ángeles, Nueva York y Connecticut llegó a tener más de medio centenar de vehículos, de los cuales únicamente han aparecido registrados a su nombre una docena porque los restantes iban documentados a través de un colaborador o fueron regalo de algún productor o de marcas comerciales.
Regalar automóviles era, y sigue siendo, una práctica habitual en Hollywood; bastaba una simple fotografía de Marilyn con un modelo determinado para que las ventas de este se dispararan, así que las marcas se los cedían encantados con la esperanza de que las cámaras la captaran con alguno de ellos.
Precisamente durante el rodaje de Vidas rebeldes a Marilyn le regalaron un Chrysler 300 convertible del 62 que le gustó tanto que quiso agradecer la atención con una exclusiva sesión de fotos que, paradojas del destino, se convertiría en la última llevada a cabo por el mito de Hollywood.
Claro que no siempre a Marilyn le fue tan fácil acceder a buenos coches.
 De hecho, su primer turismo fue de segunda mano y comprado a plazos.
 Se trataba un Ford Súper Deluxe Convertible del 48 de color rojo, por el que pagaba 50 dólares al mes.
Era bastante dinero para una época en la que el salario medio en Estados Unidos era de 150 dólares mensuales, pero Norma Jean Dougherty (Dougherty era el apellido de su primer marido) acababa de firmar un contrato como actriz de reparto con la Metro/Fox y esperaba poder costearlo con sus próximos trabajos.
Sin embargo, el estudio canceló sin previo aviso dicho contrato y Marilyn se encontró con que no tenía dinero para mantenerlo.
 Fue precisamente para evitar el embargo de su coquetón Ford por lo que Marilyn aceptó posar desnuda para el famoso calendario que, a la postre, la catapultaría a la fama.
marilyn
Poco después, ya con un renovado contrato como joven promesa de los estudios bajo el brazo y con la situación económica algo más desahogada, quiso darse el gustazo de comprarse un automóvil completamente nuevo y se hizo con un Pontiac Sedan Coupé Convertible del 50.

¡Ese maravilloso Cadillac!

Pero, sin ningún tipo de duda, el coche favorito de la estrella rubia fue siempre ‘su’ Cadillac Convertible del 54; un vehículo enorme, un mastodonte de 230 CV, brillante color negro y sin absolutamente ningún detalle femenino que Marilyn recibió como pago por su aparición en el show de Jack Benny.
Precisamente por eso, por ser un coche en el que nadie imaginaría a la frágil Marilyn Monroe, Norma Jean se sentía muy protegida en él. Le encantaba conducirlo y tuvo varios ejemplares, incluido uno que perteneció a Joe DiMaggio (su segundo marido) que se quedó tras su divorcio, y otro blanco y tapizado en rojo que solo usaba para llegar a los estrenos y grandes eventos y que se ha vuelto icónico.

En 1956 Marilyn se casó con el famoso escritor Arthur Miller, se trasladó a vivir a Nueva York y buscó un vehículo más discreto y apropiado para circular por la Gran Manzana. 
El elegido fue un Ford Thunderbird negro del 56 que a la actriz le gustaba porque era compacto, rápido y le permitía pasar inadvertida. 

El ocaso de la estrella

Conducir en soledad se convirtió en una de las formas preferidas de Marilyn de liberar presión y sosegar sus fantasmas personales. Por supuesto no lo hacía por Los Ángeles, ya que su popularidad descomunal se lo impedía, pero se escapaba a menudo a un aislado bungalow en el desierto de Nevada, sin más compañía que su secretaria/ayudante o algún amante ocasional y un Land Rover Serie 1 personalizado que la actriz encargó directamente al fabricante británico y con el que recorría durante horas las solitarias carreteras.
Con el tiempo, en la medida que la depresión y la necesidad de fármacos comenzaron a pasar factura a sus reflejos, la pobre Norma Jean ya no era capaz de ponerse al volante de ninguno de sus coches. 
El 4 de agosto de 1962, pocas horas antes de su muerte, aún le pidió prestado a su asistente su modestísimo Dodge Custom Royal y sacó fuerzas de flaqueza para conducir durante un rato por las colinas que rodean Los Ángeles.

Fueron los últimos instantes de felicidad al volante de una chica a la que gustaban los coches y que solo quería que la amaran por ella misma… antes de convertirse en un mito.
A la actriz le encantaba también el Jaguar descapotable de su marido y al principio se lo tomaba prestado, pero pronto dejó de hacerlo porque, según confesó, en ese coche se sentía vulnerable. Cuando Marilyn se divorció del dramaturgo y volvió a Los Ángeles, le regaló el Thunderbird a John Strasberg (el hijo de Lee Strasberg, su profesor de interpretación en el Actor’s Studio) por su 18 cumpleaños.



Marilyn Monroe, el mito angustiado que encontraba consuelo en los coches
Marilyn Monroe, el mito angustiado que encontraba consuelo en los coches