El expiloto, de 70 años, sufrió un empeoramiento súbito en la madrugada de este jueves.
Ángel Nieto
(Zamora, 70 años) se encuentra en estado "muy crítico", según el parte
médico difundido en la tarde de este jueves por la Policlínica Nuestra
Señora del Rosario de Ibiza, en la que el expiloto se encuentra
ingresado desde hace una semana por un accidente de quad. Nieto ha sido intervenido quirúrgicamente esta madrugada tras "un
empeoramiento súbito" debido a un aumento brusco de la presión
intracraneal. El centro añade que en las horas siguientes no ha
respondido satisfactoriamente a la intervención y los fármacos. "Su
pronóstico es muy grave y se teme por su vida", concluye el parte. Pablo y Gelete Nieto, hijos de Ángel Nieto,
han suspendido la conferencia de prensa prevista para esta tarde en
Brno donde debían estar este jueves para participar en el Gran Premio de
la República Checa y han viajado con urgencia Ibiza para estar cerca de
su padre. Ricardo Urgell, fundador de la discoteca Pachá y amigo de Ángel Nieto,
ha asegurado a su llegada a la policlínica que "el último parte es
malo, entonces verdaderamente es una tristeza". "Está muy mal", ha dicho
muy afectado.
En parte oficial de este miércoles se destacaba que Ángel Nieto estaba en proceso de despertar del coma inducido
y se aseguraba que no había signos de complicaciones, añadiendo además
que la evolución que está teniendo hasta la fecha está dentro de la
normalidad. Los médicos le habían retirado incluso la placa intracraneal para controlar la presión después de que Ángel Nieto ingresase el pasado miércoles 26 de julio tras sufrir un accidente de quad en la carretera de Santa Gertrudis.
El mítico piloto de motos montaba en quad por la isla de
Ibiza cuando recibió el impacto de otro vehículo. El campeón del mundo
de motociclismo en 13 ocasiones (12+1, como él, supersticioso, matiza
siempre) sufrió un traumatismo craneal y le indujeron un coma.
El actor asegura que su drogadicción la superó hace tiempo y explica que practica surf para combatir su depresión
Hablando sucio bien podría ser el título de una película de James Franco o incluso de alguna biografía sobre el actor. Sin embargo, es lo que el intérprete, de 39 años, ha hecho con la revista Out
y no sorprende que la publicación se haya decantado por ese titular.
Depresiones y adicciones. Nada nuevo para quien sigue de cerca la vida
del intérprete deThe Deuce, pero esta vez Franco ha hablado sin tapujos. “Tengo una personalidad adictiva”, ha aceptado.
El actor confiesa que comenzó con las adicciones cuando aún era adolescente.
“Empecé con algunas adicciones justo cuando inicié mi carrera como
actor, a los 17 años”. Pero su carrera también le presentó toda una
nueva adicción. “Realmente me involucré en ella, se convirtió en mi todo
hasta el punto que dejé de socializar”, cuenta en la entrevista. “Después de unos 10 años de vivir así, o sea, cuando tenía unos 27 años,
me di cuenta de lo que me pasaba. ‘Tío, lo que tengo es depresión’. De
cara para fuera todo parecía bien, tenía una carrera, lo tenía todo. Pero en realidad me sentía tan solo, alejado”, revela. La estrella de King Cobra cuenta que para intentar navegar
los mares de la depresión se volvió aficionado al surf. “Comencé un
nuevo capítulo de mi vida. Era un verdadero adicto al trabajo
y adicto a otras cosas —no sustancias, esas ya hace años que las
superé— así que encontré algo que me cambió por completo la vida y
surfear es parte de esa terapia”, reconoce. En cuanto a uno de sus últimos trabajos, James Franci admite que trabajar en The Deuce, un show de HBO
que indaga en el mundo de la pornografía y la prostitución en la década
de los setenta y ochenta, fue todo un reto. “Tuve que dirigir escenas
de sexo en The Deuce y jolines fue muy interesante”. El primer episodio de ocho que tiene la temporada se estrenará el 10 de septiembre. El también director no es el único que ha aceptado públicamente que ha sufrido depresión. Selena Gomez, Zayn Malik, Demi Lovato, Catherine Zeta-Jones, Ben Stiller, Jim Carrey y la misma Adele han hablado de este trastorno en un intento por normalizar la forma en que se abordan estas enfermedades en público.
Las marcas más cool han convertido al vestido
vintage por excelencia en la prenda fetiche del momento.
Su curioso
origen no tiene nada ver con el verano: se llevaba para tomar el té.
Huele a vintage y evoca cierta elegancia del pasado, pero de antiguo
solo tiene el diseño. Por su escote en pico, las mangas o el talle
ajustado es imposible no rescatar de la memoria las fotos de tu abuela
en su juventud. Y es precisamente ese vestido delicado el que han
decidido convertir las marcas más imitadas del momento en el fetiche del
verano. Tras haber llevado sus cómodos zapatos, no era de extrañar que acabásemos por desempolvar del armario de la yaya el llamado ‘tea dress’, una de sus prendas más versátiles y favorecedoras. Firmas como Reformation
lo saben muy bien: más allá de sus invitadas de boda, la enseña
norteamericana propone creaciones con las que no es difícil imaginarse
por la campiña francesa o disfrutando del ‘dolce far niente’. Además de los tonos lisos, incluye el omnipresente vichy y deliciosos estampados como lunas o cerezas.
Los diseños con cerezas son muy comunes , como muestran HVN y Reformation.
Diseños de HVN, Réalisation y Reformation.
Las it-girls y sus respectivas marcas también han sabido ver el filón en el vestido de abuela. Las flores y los lunares son dos motivos presentes en las prendas de Réalisation, al igual que los diseños que se pueden encontrar en la tienda online de Rouje. Desde su firma, Harley Viera-Newton ha conseguido que celebrities
como Selena Gómez, Katy Perry o Emily Ratajkowski no se quiten sus
piezas caracterizadas por pequeños y coloridos ‘prints’ retro. Aunque
más tímidamente, el low-cost también ha querido apostar al caballo
ganador con vestidos lisos y estampados que pueden encontrarse en Zara,
Mango o Topshop.
De izq. a dcha. : Mango, Zara y Topshop.
Los 40, sus años dorados La década de los 40 supuso una de las épocas más significativas para el tea dress. En Making vintage 1940’s clothes for women, Sarah Magill explica que los ‘tea dresses’ incluían una pieza de tela a la cintura que unía la falda y el cuerpo del vestido,
a veces “fruncidos”. Este diseño varía influido en enorme medida por
la Segunda Guerra Mundial, que acabó por dar forma a esos vestidos de Marilyn Monroe, Rita Hayworth o Liz Taylor.
De izq. a dcha: Ava Gardner, Marilyn Monroe y Liz Taylor. Foto: Getty
En 1940 entró en vigor la limitación de suministros, que regulaba la
cantidad de tejido que se podía utilizar en la producción textil. Con
las cartillas de racionamiento y los cupones presentes, se creó una una
moda utilitaria de inspiración militar cuya máxima aspiración era ser
práctica. Hasta la Cámara de Comercio británica pidió a la Sociedad de
Diseñadores de moda de Londres su colaboración para crear una línea
utilitaria a fin de convencer a las mujeres de que la austeridad podía
ser chic. Norman Hartnell, el maestro del armario real de la reina Isabel II, fue uno de los creadores que acabó diseñando elegantes vestidos utilitarios.
Entre las medidas, se prohibieron las cremalleras, que se sustituyeron por corchetes o ganchos, se acortaron las faldas y se utilizaron estampados pequeños para hacer casar más fácilmente las costuras, lo que permitía ahorrar metros de tela.
Esa misma intención impregnó los vestidos de posguerra, momento en el
que la mujer volvió a asumir el papel de ama de casa. Con el influjo
irresistible de la silueta ‘New Look’, revistas de moda como Votre Mode
se llenaron de figurines con cintura de avispa que proponían “vestidos
de casa para mujeres prácticas y elegantes”. Se mezclaron diseños como
el del tea dress y el vestido camisero, muy entallados en cintura y con
amplias faldas. El concepto siguió vigente en las décadas posteriores,
de mano de diseñadores como la birtánica Laura Ashley, que en los 80 reprodujo versiones de los ‘tea dresses’ de los años 30 y 40.
El
ideal de ama de casa de los 50 es que debía estar impecable también en
el hogar. Por eso necesitaba prendas cómodas y prácticas sin perder
estilo. Foto: Getty
Rita Hayworth enfundada en un ‘tea dress’. Foto: Getty
A finales de los 40 la cintura de los vestidos se estrechará todavía más por influencia del ‘New Look’ de Dior. Foto: Getty
La intérprete sudafricana encarna a una espía en ‘Atómica’. “Mi madre me crio para que mi sexo no fuera una limitación”, asegura.
“¡Somos tan buenas como los hombres!”. Las proclamas de Charlize Theron
retumbaron ante 6.500 personas reunidas la semana pasada para escuchar a
la estrella sudafricana en esa cueva de las maravillas con apariencia
de convención del entretenimiento llamada Comic-Con. Había de todo entre
las miles de sillas plegables, el olor a humanidad y las gigantescas
pantallas digitales de la meca anual de la cultural popular celebrada en
San Diego: hombres, niñas, jóvenes vestidas con trajes de Wonder Woman
hechos en casa, mujeres, imberbes de músculos postizos con pinta de Iron
Man y ejecutivos de Hollywood, una especie en sí misma.
Familias enteras de frikis o pandillas de amigos de todos
los géneros, razas y edades... todos escuchaban a la última reina. No se
trataba de un discurso político sino de la presentación de su último
estreno, Atómica, película escapista llena de acción y sin apenas diálogo y donde queda claro que la belleza también puede ser letal. El filme, que Theron, de 41 años, no solo protagoniza sino que también produce —y se estrena este viernes en España— aspira a atrapar el zeitgeist
de un tiempo de lucha definitiva por la igualdad. “Podemos hacer el
mismo trabajo o incluso mejor”, añadió en una conferencia titulada Mujeres que pisan fuerte. “Yo tengo la suerte de disfrutar de una posición en la que puedo
escoger lo que hago. Pero en la industria en la que me muevo las hay que
no disfrutan de ese lujo, que no se pueden plantar porque tienen
familias que alimentar. Y los productores [saben] que siempre habrá otra chica esperando una oportunidad. Y eso es con lo que tenemos que acabar”, añadió ante los aplausos del público. “También es mi responsabilidad, como parte de esta industria, darme
cuenta que tengo en mi mano un espejo que debe reflejar la sociedad en
la que vivimos, algo que no suele ocurrir. Y hay momentos en los que la
discrepancia es tal que eso me motiva a tomar cartas en el asunto”,
reconoció Theron después en una entrevista con EL PAÍS. En sus más de dos décadas como actriz lo ha hecho todo. Ha sido novia-amante-esposa y demás comparsas (Pactar con el diablo,Mighty Joe Young,La cara del terror). Ha interpretado a asesinas reales o ficticias (Monster,Aeon Flux), a chicas duras de pelar como su célebre icono feminista contemporáneo, Imperator Furiosa de Mad Max: Furia en la carretera o la Meredith Vickers de Prometheus y a malvadas de tomo y lomo, como Ravenna en Blanca Nieves y la leyenda del cazador o la Cipher de la última entrega de Fast & Furious.
En la actualidad no hay hombres en su vida. Siempre se ha mostrado
reservada en lo tocante a su intimidad, y, más aún, tras concluir su
relación más sonada, la que le unió al actor Sean Penn. Theron prefiere
hoy hablar de esas otras mujeres de las que aprendió a ser quien es como actriz y como estrella: principalmente Sigourney Weaver y Linda Hamilton. Todavía recuerda la primera vez que vio en Alien,
a la teniente Ripley, un personaje revolucionario a la hora de desafiar
los cánones de género. Y cómo lo que parecía una revolución,
desapareció. “En cuanto un proyecto no funciona, cancelan el resto”, se
lamenta. Espera que eso no ocurra con Atómica. El éxito de otros filmes protagonizados por mujeres, desde la saga de Los juegos del hambre hasta el bombazo de Wonder Woman le dan razones para la esperanza. Igual que Hollywood tiene otros grandes proyectos protagonizados por mujeres —como Capitán Marvel (Brie Larson), Red Sparrow (Jennifer Lawrence) o Tomb Raider (Alicia Vikander)— Theron tiene planes para trabajar en esa dirección con su productora, Denver & Delilah. Lejos de ser una compañía destinada a alimentar su vanidad, su
empresa se centra en dar oportunidades a otras mujeres. “Estoy harta,
cansada de justificaciones. De que para ser fuerte en la pantalla tengas
que ser una mujer que ha perdido al marido o que defiende a los hijos. O
que para disfrutar del sexo casual tengas que ser hombre o ser puta”,
resume en alusión a todo lo que ha evitado en Atómica. “Menos
mal que Charlize era la productora porque de otra forma hubiera habido
más cortapisas para conseguir lo que queríamos”, reconoce su director,
David Leitch.
Los logros tienen su precio. Theron se dislocó una rodilla, sufrió
magulladuras en las costillas y tuvo que arreglarse los dientes tras los
dos meses y medio de intenso entrenamiento que precedieron a los 50
días de rodaje en un Budapest helado que hizo las veces de un Berlín en
la década de los 90. Tampoco fue inmune a la gripe. Pero los golpes no
fueron tan duros como los que recibió su personaje, al que mostró
ensangrentado, saltándose el decoro de un Hollywood al que no le gusta
que sus mujeres reflejen la violencia sufrida. “Un día mis hijos me
vieron con todo el maquillaje y la sangre y por un instante pensé ‘ahí
va una fortuna en psicólogos para quitarles el trauma’ pero se me
ocurrió decirles que era Halloween y desde entonces cuando voy a
trabajar dicen que mamá va a celebrar Halloween todos los días”, se ríe a
carcajadas esta leona de Hollywood.