Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

3 ago 2017

Muere Ángel Nieto, leyenda del motociclismo 13 veces campeón del mundo

Hartas ya de llorar, nos ha dado por reír..............Isabel Valdés

Querer resquebrajar los muros del patriarcado a base de carcajadas acaso sea la demostración palpable de que ya han sido debilitados.

Si hasta ahora las feministas éramos para la inmensa mayoría unas cenizas que nos pasábamos el día protestando por cosas tan inocuas como el patriarcado, el androcentrismo o el techo de cristal, ya nadie volverá a llamarnos amargadas. 

Un nuevo elemento ha entrado en nuestra lucha sin cuartel: ¡el sentido del humor!

 Se ha convertido en un arma más de nuestro arsenal, y no saben cómo dispara. 

El sentido del humor se ha alineado en nuestras filas violetas y ha venido para quedarse, como el casco de los ciclistas o la comida sin gluten. 

Youtubers como Alicia Murillo (El conejo de Alicia), La Pulla, Andrea Compton, María Herrejón o Yellow Mellow, se pasan por el forro lo políticamente correcto y se ensucian la lengua todo lo que haga falta si sirve para la causa.
 Cantautoras como Vicu Villanueva defienden los derechos de las mujeres a golpe de guitarra gamberra. Y otro tanto pasa en el campo literario.
 Lo demuestran títulos como Un libro para ellas, de la humorista británica Christie Bridget (que no Bridget Jones), una beligerante amiga del sarcasmo que igual nos cuenta una vivencia personal como reflexiona sobre las mal vistas sufragistas o combate la idea de que las feministas parecemos todas la Velma de Scooby-Doo. Esta Bridget resulta que triunfó con un espectáculo de lo más feminista, aunque…
 “De veras no esperaba que un espectáculo sobre feminismo tuviera éxito.
 De hecho, deseaba fracasar estrepitosamente, verme obligada a tirar la toalla y pasar a depender económicamente de mi marido imaginario”.
También otros libros made at home publicados este año a la reflexión sesuda han preferido la chanza. 
Me refiero a Yo también soy una chica lista, de Lucía Lijtmaer, o a dos títulos en catalán, Feminisme de butxaca. Kit de supervivència [Feminismo de bolsillo. Kit de supervivencia] de Bel Olid, y Feminisme per a microones [Feminismo para microondas], de Natza Farré.
 Las tres son hijas de los 70 (en el sentido literal), escriben también en la prensa y creen que la llamada revolución de las mujeres —que por cierto es la revolución de todos— necesita armas nuevas más allá que del lanzamiento de sujetadores viejos, de esos con las gomas como chicles, aunque aún resultan útiles frases como “sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios”, que parece que no ha perdido actualidad. 

La buena noticia no es sólo que sus libros se leen muy bien, sino que también se venden.
 Y es que esa reciente ola de títulos en clave irónica ha sido bien recibida por las librerías, por los medios y por los lectores y las lectoras.
 Son libros que el boca-oreja lleva a segundas y terceras ediciones. Allí donde antes había mala leche apenas cortada con unas gotas de inflexible reclamación de unos derechos que nos pertenecen y se nos niegan, ahora hay una negociación hábil entre lo que nos merecemos y lo que se resisten a darnos, entendiendo por negociación un “te voy a sacar lo que me debes con la vaselina de la risa y sin que te duela”. 
Y aunque Bourdieu defendiera que no puede haber humor en la tragedia, cuando la tragedia dura demasiado no queda otra.
 Y esta de la desigualdad de género ya sabemos que está durando.
En Yo también soy una chica lista, Lucía Lijtmaer (1977) llama golpe en la cabeza a lo que Bridget (1971) llama caída del caballo, es decir, al momento en que a una se le aparecen ante los ojos las gafas violetas y empieza a ver más claro.
 Las cuatro le sacan punta a asuntos muy serios para despistar así al contrario, y lo consiguen. Lijtmaer pone en la picota los estereotipos en el sector audiovisual, que tanto daño hacen, se retrotrae a la figura clásica de la bruja y escribe: “¿Qué es la bruja sino una señora que vive sola en una casa? 
 Desde el Medievo, la bruja es simplemente la manera en que la ficción retrata a una mujer no casada a la que se le ha pasado el arroz y que decide irse a tomar un cóctel.
 ¿O qué pensábamos que era la pócima sino la versión del siglo XIII del pisco sour?”.
 Natza Farré (1972) evoca la operación biquini en estos términos: “La operación biquini es una operación que sólo se hace a las mujeres. Va sin anestesia.
 Consiste en sacárnoslo todo y dejarnos sólo el cuerpo. Hace un daño de cojones. ¿Hablamos de la anorexia?”. 
Y Bel Olid (1977), hablando de la lacra de las agresiones sexuales, afirma sin ambages: “Si cada vez que un hombre le toca el culo a una mujer en un transporte público hubiera una denuncia, se colapsaría la policía”.
 Y no se equivoca, pues las muertas anuales víctimas de la violencia de género no caen del cielo, sino que se anuncian a diario a diestro y siniestro con miradas lascivas, faltas de respeto y micromachismos que no lo son tanto (me refiero a micros).

Principales ganchos de las tarjetas de crédito

El número de tarjetas de crédito ha aumentado durante los últimos años.

Principales ganchos de las tarjetas de crédito
Los datos que arroja el Banco de España afirman que se cerró el primer trimestre de 2017 con casi 50 millones de tarjetas de crédito. Teniendo en cuenta que hay una población de 46 millones y medio de españoles, tenemos más tarjetas de crédito que ciudadanos. 
Y no son todas las tarjetas que están en circulación ya que se podrían sumar los casi 26 millones de tarjetas de débito que contabiliza el BdE.
El aumento de los últimos años de tarjetas de crédito en circulación, casi un 9% en 2016 respecto al año anterior (según los datos del BdE), parece que corrobora la tendencia a disminuir el uso de metálico.
 Tal vez por la comodidad que supone pagar con tarjeta o por llevar un control más exhaustivo de los gastos. 
Tal vez por la oferta que hay en el mercado o por el aumento de las compras online
Hay varias características de las tarjetas que las hacen más útiles para el titular, las entidades emisoras lo saben y, a veces, potencian.

El crédito: es la característica que da nombre a este tipo de tarjetas. El crédito que acompaña a este producto bancario es muy atractivo para el cliente. 
Los intereses suelen ser superiores al 20%, una cifra muy por encima del préstamo al consumo que se sitúa alrededor del 8%.
Este crédito, bien usado por el titular de la tarjeta de crédito, puede funcionar de seguro al que recurrir en caso de incidencia económica inesperada.
 Al ser titulares de la tarjeta se puede recurrir al crédito vinculado de forma inmediata, sin papeleo, porque ya está concedido.
 Es una red de seguridad económica gratuita ya que no se pagan intereses hasta que no se usa el dinero a crédito. 
El uso a evitar es hacerlo como un modo habitual para conseguir financiación.

Aunque se pueda realizar una contratación online de forma sencilla y rápida esto no exime de leer detenidamente la letra pequeña y saber qué producto se va a contratar. 
Se trata de ir más allá del mensaje directo y leer asteriscos, enlaces, pies de página… Tener toda la información sobre el producto entes de firmar el contrato.
Fácil gestión (sin cambiar de banco): hay entidades que ofrecen sus tarjetas de crédito sin la necesidad de contratar otros productos vinculados, el que se pide más habitualmente es la cuenta bancaria. Si la tarjeta de crédito es “sin cambiar de banco”, significa que los cargos de la tarjeta se pasarán a una cuenta del mismo titular ya existente. 
Se evita así el papeleo y el contratar un producto más.
A pesar de que los cargos vayan a una tarjeta ya existente hay que tenerlos en cuenta para el presupuesto. 
Muchas veces este modelo permite elegir entre cobro inmediato, cobro mensual o fraccionado.
Contratación online: el mundo online también facilita el acceso a este tipo de productos. 
Se convierte, no solo en un canal para obtener información y conocer las tarjetas de crédito que ofrece el mercado, sino también en una herramienta para contratarlo.

Descuentos exclusivos: Un modo de diferenciar una tarjeta de crédito de otra es la oferta de descuentos que ofrecen. 
Por una parte, las que ofrecen descuentos resultan más interesantes para el cliente frente a otras tarjetas de crédito.
 Por otra parte, contribuyen a incentivar el uso del plástico ya que suelen ser descuentos a partir del uso de la tarjeta. 
Actualmente podemos encontrar descuentos en gasolineras, establecimientos de hostelería o espectáculos.
A tener en cuenta estaría aclarar antes de firmar si el descuento se aplica a todas las compras o solo a las aplazadas.
Seguros: Los seguros son un complemento de las tarjetas de crédito que los titulares del producto deben tener en cuenta. 
Este tipo de características tienden a revisarse solo cuando sucede algún percance pero no es lo más recomendable.
 Entre otras cosas, porque podemos estar dejando de recurrir a ellos en situaciones donde solucionarían un problema.
 Algunas de las coberturas habituales son el seguro por robo o el seguro de viaje.

 

 

¿Por qué no engordan los frutos secos?



Los españoles consumen muy poco estos alimentos que se asocian con menos peso y más salud.

Los españoles consumen muy pocos frutos secos.
Los numerosos estudios que han constatado efectos beneficiosos atribuibles a los frutos secos suelen terminar con frases como esta: “Nuestros hallazgos apoyan la recomendación de aumentar el consumo de frutos secos para mejorar la salud”.
 Es el caso del metaanálisis publicado en diciembre de 2016 por el doctor Dagfinn Aune y sus colaboradores en BMC Medicine, que concluyó que una mayor ingesta de frutos secos se relaciona con reducciones en el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular, cáncer, enfermedades respiratorias, diabetes, infecciones e incluso con menos posibilidades de morir de forma prematura.
 Seguro que estos resultados no sorprendieron a la doctora Marta Guasch-Ferré, quien capitaneó en julio de 2013 un estudio (también en BMC Medicine), que llegó a una conclusión similar.

 

Pese a ello, buena parte de la población se resiste a sumar un puñado de almendras o avellanas a su dieta por miedo a ganar peso. Y es que, como sabe todo el que haya revisado una tabla de composición de alimentos, se trata de alimentos muy energéticos. Presentan, como diría un nutricionista, una alta densidad calórica, dado que su contenido en energía supera los 225-275 kilocalorías por 100 gramos. 
Según el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF, en sus siglas en inglés), los alimentos tan calóricos deben ser limitados si queremos controlar nuestro peso.
 Sin embargo, los frutos secos son una excepción. 
Así, pese a que si nos comemos 100 gramos de nueces estaremos ingiriendo 674 kilocalorías, ni los investigadores ni las entidades de referencia en nutrición parecen tener miedo a que la población gane peso por consumir más frutos secos, como se detalla a continuación.
En 2007, el WCRF declaró que los frutos secos, consumidos como parte de una alimentación habitual, no contribuyen al incremento de peso. 
Algo similar leímos en 2012 en el “Consenso FESNAD-SEEDO”, también denominado “Recomendaciones nutricionales basadas en la evidencia para la prevención y el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en adultos”. Tras revisar 15 años de literatura científica, se llega a la conclusión de que “la adición de frutos secos a la dieta habitual no se asocia al aumento de peso corporal”. 
En ese mismo año, tres investigadores de la universidad de Hohenheim (Stuttgart), afirmaban en la revista Nutrition que tanto los estudios epidemiológicos como los ensayos controlados disponibles “apoyan que la inclusión de frutos secos en la dieta no provoca un aumento de peso, a pesar incrementar la ingesta calórica total”.
 Un año después, esta vez en PLoS One (2013;8(2):e57367), la doctora Núria Ibarrola-Jurado y sus colaboradores revisaban el efecto del consumo de frutos secos en una población mediterránea de alto riesgo cardiovascular (7.210 hombres y mujeres), para concluir, de nuevo, que el consumo de estos alimentos se relaciona con menores tasas de obesidad.
Más riguroso (por haber evaluado ensayos controlados mediante metaanálisis) es el estudio recogido en la edición de junio de 2013 en la revista American Journal of Clinical Nutrition.
 De nuevo, la conclusión es: “Las dietas ricas en frutos secos, comparadas con diferentes dietas de control, no aumentan el peso corporal, el Índice de Masa Corporal o la circunferencia de la cintura. 
 Nuestros hallazgos apoyan la inclusión de frutos secos en dietas saludables para la prevención cardiovascular”.
 El más reciente trabajo sobre esta cuestión es el aparecido el pasado 21 de julio en European Journal of Nutrition (publicación en línea previa a la publicación impresa), que ha consistido en un seguimiento de 5 años de 373.293 europeos.
 En él, el doctor Heinz Freisling (miembro de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer) y sus colaboradores vuelven, de nuevo, a darnos razones para tener a mano un puñado de estos alimentos: 
“Un mayor consumo de frutos secos se relaciona con un menor incremento de peso y un menor riesgo de padecer sobrepeso u obesidad”.
 Pese a ser un estudio observacional, los investigadores controlaron con mucha precisión los posibles factores de confusión (como el tabaquismo, el sedentarismo, la educación o la calidad de la dieta seguida por los participantes).