Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 jul 2017

Un asunto paranormal.........................................Juan José Millás

QUIENES TENEMOS CIERTA edad hemos contemplado esta imagen conmovedora decenas, quizá centenares de veces.
 En su momento significó la soledad política del presidente Suárez. Observada hoy, sin conocimiento histórico del contexto en el que fue tomada, pensaría uno que se trata de la fotografía de un suceso paranormal: el del nacimiento, desde las entrañas de un escaño, de un hombre de luto, no nos importa ahora la pérdida que haya sufrido.
 Un hombre, y aquí viene lo misterioso, que nace del cuero de la silla para corporeizarse poco a poco ante nuestras miradas como en un proceso de revelado de la realidad.
 El hombre no está completo todavía (le faltan los hombros, así como una definición mayor de los rasgos faciales), pero se aprecian en él todas las características que atribuimos a un ser humano.
La tristeza dibujada en la posición de los labios, a juego con lo que expresan sus ojos, nos conduciría a pensar que procede de un pasado ingrato.
 O que se retira hacia un futuro incierto, pues si bien hasta el momento nos parecía un hombre naciendo de una silla, también podría interpretarse como la de un hombre diluyéndose en ella.
 Una especie de cámara Kirlian lo habría sorprendido a la mitad de ese proceso de disolución. No nos estaba diciendo hola, sino adiós. Tal vez, en los escaños de su derecha había otros hombres que han desaparecido ya o, por el contrario, que están a punto de visibilizarse.
 Nos ­preguntamos si esto que se nos acaba de ocurrir es un ejemplo de aquello a lo que los lingüistas llaman el deslizamiento del significado por debajo del significante. 

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Marisa Flórez

Los rincones de la estupidez..............................Rosa Montero.....

Los humanos nos golpeamos en el pecho como gorilas para alardear de nuestras opiniones, y en realidad somos pequeños, contradictorios. 

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HAY UN rincón de estupidez hasta en el cerebro del hombre más sabio”, dijo Aristóteles, probablemente tras haberlo experimentado en sus propias carnes. 
La necedad brilla de manera más aparatosa cuando nuestra mente colisiona contra los dos mayores enemigos de la razón y la convivencia: los prejuicios y los dogmas. 
Los primeros son esos parásitos del pensamiento, anteriores al juicio y por lo tanto inconscientes, que todos padecemos (bien es verdad que unos más que otros). 
Por ejemplo, y ciñéndonos tan sólo al prejuicio machista, que da mucho juego, diré que el filósofo Locke, defensor de la libertad natural del hombre, pensaba que ni los animales ni las mujeres participaban de esta libertad, sino que tenían que estar subordinados al varón.
 Rousseau aseguraba que “una mujer sabia es un castigo para su esposo, sus hijos, para todo el mundo”. 
Y el gran Kant, de cuya sabiduría nadie puede dudar, sostenía que “el estudio laborioso y las arduas reflexiones, incluso en el caso de que una mujer tenga éxito al respecto, destrozan los méritos propios de su sexo”. 
En fin, ya se sabe que es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio, como decía Einstein.

En cuanto a los dogmas, son fisuras en el equilibrio emocional que nos pueden llevar directamente al abismo. Un dogmático, un fanático, es alguien con una construcción personal tan frágil, egocéntrica, inmadura o enferma que necesita un armazón de certezas rotundas para tenerse en pie. Voy a citar de nuevo a Kant (hoy me he levantado muy citona): La inteligencia de un individuo se mide por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar”. 
Muy cierto, si tomamos la palabra inteligencia en su sentido más amplio, es decir, no sólo como una aptitud para el razonamiento abstracto, sino también para la madurez emocional, para la comprensión de uno mismo y de los demás.
 ¿Se puede ser sabio siendo una mala persona? 
Este es un viejo e interesantísimo debate aún sin resolver.
 El filósofo Heidegger fue partidario de los nazis, y el historiador francés Christian Ingrao, en su libro Creer y destruir, los intelectuales en la máquina de guerra de las SS (Acantilado), demuestra cómo los peores criminales del Tercer Reich, los mandos que dirigieron el Holocausto, fueron hombres de alta capacidad intelectual con doctorados universitarios. 
Personalmente yo creo que no se puede ser sabio si eres un malvado; puedes ser culto, incluso brillante; pero esa debilidad personal, esa enfermedad moral que te impulsa a arrojarte en brazos del fanatismo, crea un rincón ciego en tu cerebro que hace que cometas los errores más espantosos.
 Sin empatía no hay verdadera sabiduría. 
En la mente de todo ser humano no sólo hay una dosis de estupidez, sino también la terrible posibilidad de crear un infierno.
Pero además hay quien sostiene que nuestro intelecto no sólo puede estar infestado por la necedad y por el delirio dogmático, sino que ni siquiera rige nuestra vida.
 El neurocientífico David Eagleman, en su formidable libro Incógnito (Anagrama), dice con inquietante elocuencia que “casi todo lo que hacemos, pensamos y sentimos no está bajo nuestro control consciente (…). La conciencia es como un diminuto polizón en un ­trans­atlántico”.
 Es decir, que creemos que dirigimos nuestras existencias, que tomamos decisiones voluntaria y libremente, que apoyamos estas o aquellas ideas porque así lo queremos, y en realidad, según Eagleman, somos poco más que un cúmulo chisporroteante de células que campan por sí solas sin más sentido que el de seguir siendo.

En fin, no comparto con Eagleman una conclusión tan radical (aunque debo decir que sus argumentos son difíciles de rebatir), pero de lo que sí estoy segura es de que los humanos chillamos muchísimo y nos golpeamos el pecho como gorilas para alardear de nuestras opiniones, y en realidad somos pequeños, irresponsables, contradictorios y lerdos (no hay más que asomarse al griterío de las redes para comprobarlo). 
No somos nada, somos un amasijo paradójico, y el único camino hacia una posible sabiduría es asumirlo,
Lo dijo consoladoramente Walt Whitman en sus hermosos versos: “¿Me contradigo? Muy bien, pues me contradigo. Soy grande, contengo multitudes”.

Timos democráticos.............................................Javier Marías

En las apelaciones de los partidos a la opinión continua de las “bases” hay un elemento de cobardía. 
Un afán de guardarse las espaldas. 

Javier Marías
Hemos llegado al punto en el que debe desconfiarse de quienes se proclaman “demócratas” con excesivo y sospechoso ahínco.
 O de quienes compiten denodadamente por parecerlo más que el resto.
 Porque entre ellos se esconden precisamente los individuos más autoritarios —por no decir dictatoriales— de nuestras sociedades. Maduro apela a la democracia para cargarse la poca que queda en su país, ya desde Chávez.
 Los políticos independentistas catalanes la invocan para instaurar, si pudieran, un régimen monocolor, con control de los jueces y la prensa, e incluso con la figura del “traidor” o “anticatalán” para todo el que no aplaudiera y bendijera sus planes.
 Y van en aumento las formaciones políticas que practican o defienden la llamada “democracia directa” o “asamblearia” en detrimento de la representativa, alegando que sólo la primera es verdadera.
 Lo curioso de estos partidos es que, al mismo tiempo, no prescinden de secretarios generales, presidentes, líderes y ejecutivas.
 Si todas las decisiones las van a tomar los militantes, no se ve qué falta hacen los próceres y dirigentes, por qué luchan entre sí y ansían hacerse con el poder y el mando.
Los autoritarios no se conforman con serlo (como lo es el PP, sin escrúpulos), sino que además quieren presumir de ser los más democráticos de todos
Todo esto es un timo, como ya se ha comprobado en las “consultas populares” que ha organizado el inefable Ayuntamiento de Madrid, dominado por Ahora Madrid y encabezado por Carmena. Recordarán que una de estas votaciones fue respecto a la reforma de la Plaza de España. Se dio a elegir a los ciudadanos entre setenta proyectos —­setenta—. 
 Como era de esperar, sólo 7.000 residentes se molestaron en pronunciarse, probablemente los partidarios de Ahora Madrid y unos cuantos ociosos (la gente ya tiene bastante con ocuparse de sus problemas y ganarse la vida). 
7.000 madrileños debe de ser algo así como el 0,3% de la totalidad, lo cual invalidaría per se cualquier resultado.
 En todo caso, ese 0,3% mostró su preferencia por los proyectos Pradera urbana (903 aplastantes votos) y The Fool on the Hill (784 abrumadores).
 Pero entonces intervino un jurado, que decidió que los ciudadanos no tenían ni puta idea y declaró finalistas los proyectos que habían quedado en tercera y décima posición.
 La organización de la ridícula consulta pudo costar 600.000€ (no sé la cuantía final), sólo para que Ahora Madrid fingiera burdamente ser más democrático que nadie y luego pasarse por el forro la elección de los consultados. 
Poco después vino otra consulta, por el mismo precio barato, sobre la peatonalización de la Gran Vía, la cual, sin embargo, estaba ya decidida por el autoritario Ayuntamiento. 
Pero como “la ciudadanía de Madrid es soberana”, según dijo con gran cinismo el concejal Calvo, se llevó a cabo la farsa de preguntarle acerca de detalles menores y estúpidos como el número de pasos peatonales, o “¿Consideras necesario mejorar las condiciones de las plazas traseras vincu­ladas a Gran Vía para que puedan ser utilizadas como espacio de descanso y/o estancia?”
 No obstante, y según reconoció ese edil experto en cinismo, el Ayuntamiento ya había convocado el concurso de jóvenes arquitectos para remodelar dichas “traseras”.
 Lo que por supuesto no se consultó fue lo principal del asunto, a saber:
 “¿Desea la peatonalización de la Gran Vía o lo considera un disparate?”
 No, eso los demócratas preferían no preguntarlo, por si su brutal imposición a la capital entera se les torcía e iba al traste.
 La palabra que he empleado no es exagerada: todo es un timo.
La cuestión no acaba aquí, ahora que también el PSOE anuncia toda clase de consultas y votaciones de sus militantes para resolver cualquier asunto … que seguramente sus líderes se pasarán por el forro si no les conviene el resultado. 
En estas apelaciones a la opinión continua de las “bases” hay un elemento de cobardía.
 Un afán de guardarse las espaldas, de declararse irresponsable cuando vienen mal dadas.
 Cuando algo es un manifiesto error, o una injusticia, o una metedura de pata con consecuencias graves, los dirigentes pueden escaquearse: “Ah, no fuimos nosotros, lo quiso la gente y nosotros estamos a su servicio”.
 Pero, como se hizo patente en los “referéndums” de Carmena, los que se molestan en votar esas cosas son cuatro gatos —los activistas, los fieles, y éstos son fácilmente manipulables por los convocantes, o más bien suelen estar a sus órdenes—. 
Estos dirigentes son unos vivos: si destrozan una ciudad o un partido, pretenderán no ser castigados, como sucedería si se hicieran responsables de sus decisiones.
 Así que lo mejor es tomarlas (para qué, si no, quieren mandar) y echarles luego la culpa de los ­desaguisados a la ciudadanía o a la militancia.
 Dejen de tomar el pelo: si han sido elegidos, hagan su trabajo y gobiernen, no mareen al personal continuamente, expónganse y asuman sus equivocaciones y aciertos, si es que alguno hay de estos últimos.

8 jul 2017

La fiesta del primo.................................. Boris Izaguirre

La reina Letizia demuestra que tiene una intuición diferente: la intuición Ortiz.

La reina Letizia, en una audiencia en la Zarzuela el pasado miércoles. 
La reina Letizia, en una audiencia en la Zarzuela el pasado miércoles. WireImage

 

El verano es sinónimo de fiestas.
 Y de echar una cana al aire. Cumplir 50 años, también. En cualquier caso, nuestro Rey decidió viajar a Inglaterra para asistir a la fiesta de cumpleaños de su primo Pablo de Grecia.
 La campiña es deliciosa en esta época del año y en las imágenes de la fiesta, calificada de estrambótica, se nota que Marie Chantal Miller, la reina del duty free, lo organizó a lo grande para hacer sentir a su esposo como un rey. 
No faltó casi nadie. Ni siquiera Iñaki Urdangarin, a quien se le ve sonriente.
 Los exduques de Palma decidieron fugarse un par de días a Inglaterra antes de comenzar sus vacaciones en el País Vasco francés.
 Un tour ejemplar al que la reina Letizia, impermeable a la extravagancia inglesa, no asistió.
A la Reina se le critican sus peinados estrambóticos, sus gustos cinematográficos y cosas así, pero esta vez, probablemente, acertó al no figurar entre las extravagantes invitadas a la fiesta del primo de su marido.
 Más compiyogui que campechana, Letizia ha demostrado que tiene una intuición diferente: la intuición Ortiz, que la convierte en un pararrayos. 
Quizás sea una de las razones por la que cambia tanto de peinado. Porque su cabellera se queda cargada de electricidad negativa cada vez que tiene que parar un rayo como el de esta fiesta.
 Es cierto que de haber ido se le habrían puesto los pelos de punta al ver a Paris Hilton y Valentino tan cerca.
 Además, Cristina e Iñaki empalmaron con un entorno de amigos que no le habrían dejado mucho hueco.
 Y ese delicado y tenso equilibrio tan difícil de sostener, desde que nos quedáramos electrocutados por el caso Nóos, se habría ido al garete si la Reina tuviera que tragarse un selfie con ellos en las redes.
Más sabe Letizia por Ortiz que por Borbón.
 No necesita revisar los vídeos del cumpleaños de Pablo de Grecia para adivinar que sus invitados parecen venir de un mundo raro y con un esponjoso contacto con la realidad.
 Dan la sensación de vivir en un duty free vitalicio. Como si no hubieran pasado dificultades. 
Y si las han sufrido, como Iñaki y Cristina, se nota que saben sobrellevarlas divinamente. 

Más sabe Letizia por Ortiz que por Borbón. No necesita revisar los vídeos del cumpleaños de Pablo de Grecia para adivinar que sus invitados parecen venir de un mundo raro y con un esponjoso contacto con la realidad. Dan la sensación de vivir en un duty free vitalicio. Como si no hubieran pasado dificultades. Y si las han sufrido, como Iñaki y Cristina, se nota que saben sobrellevarlas divinamente.
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Cristina Cifuentes entregó el pasado 3 de julio la medalla Internacional de las Artes de la Comunidad de Madrid al cantante Miguel Bosé.
Cristina Cifuentes entregó el pasado 3 de julio la medalla Internacional de las Artes de la Comunidad de Madrid al cantante Miguel Bosé. WireImage
Por su parte, los invitados al WorldPride en Madrid pudieron saludar a otras “reinas” y ver a Cristina Cifuentes y a Manuela Carmena bailando juntas A quien le importa.
 Carolina Herrera saludó a los participantes en la celebración desde el balcón de su hotel. “Algunos de los trajes eran francamente ingeniosos.
 Y me asombró cómo se sostenían sobre unos tacones de infarto esos chicos tan voluminosos”, nos contó durante el almuerzo. Hablando de cifras y volúmenes, comentó el impresionante número de venezolanos asentados en Madrid. “Hablan de 80.000 venezolanos en la ciudad”.
 Esa misma noche quise imitar a Marie Chantal Miller e invité a amigos caraqueños a casa y comprobé que, aunque se sienten muy a gusto, les cuesta un poco utilizar el adjetivo “mono”, porque en esa Caracas suya se usa estrambóticamente para calificar a gente que consideras inferior. 
 También se ríen cuando alguien o algo es “cuca”, porque allí es una manera de nombrar a los genitales femeninos.
 Era tal la excitación de los venezolanos que provocó un corte eléctrico en casa
 Mi marido improvisó un set de candelabros empleando las botellas de vino vacías y velas, creando un ambiente de bistró bohemio.
 Los españoles encendieron sus linternas para revisar los fusibles, mientras los venezolanos continuaron su agitada charla, salpicada de preocupación por Venezuela pero también de halagos para la merluza de la cena. 
“Deben de estar acostumbrados a los apagones”, susurró una invitada española. “Mi amor, somos los reyes de la supervivencia”, zanjó, mezclando monarquía y resistencia, una de mis reinas venezolanas favoritas.
El verano siempre es una prueba de resistencia. 
El día después del apagón, Cristina Cifuentes entregó la medalla de las Bellas Artes de la Comunidad de Madrid a Miguel Bosé. Cifuentes sonreía a su lado con una bata reversible muy estampada diseñada por Adriana Iglesias.
 Muchas contribuyentes tenían dudas de cómo nombrar esta prenda que la presidenta de Madrid ha convertido en rúbrica. 
Nostálgicos ochenteros dijeron “guardapolvo”. 
Los millennials sugirieron kimono. La propia Cifuentes desveló, delante de una montaña de quesos madrileños, que se le decía casaca.
 Y que no hay nada estrambótico en vestirlas y ser presidenta. 
Y sin hacerte la prima.