Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

25 jun 2017

Temas de conversación.................................Juan José Millás

COLUMNISTAS-REDONDOS_JUANJOSEMILLAS
Hubo un tiempo en el que una favela solo era una favela del mismo modo que un socavón es solo un socavón.
 No hay en México ni en Rusia ni en Pekín socavones merecedores de salir en las guías turísticas.
Las favelas existían, desde luego, pero aún no habían dado el salto al lenguaje para instalarse en él como un hecho normalizado. Ahora, cualquier persona de clase media ha visitado una favela de Delhi, de Bogotá, qué sé yo, o de Caracas.
 
BRAZIL - THEME - HOUSING
Vanessa Carvalho (Brazil Photo Press)
 
Fuimos de vacaciones a Haití y visitamos la favela de Cité Soleil.
—¿Y el museo antropológico?
—El museo antropológico está en la calle.
Hemos convertido las favelas en productos de consumo en los que entramos con la excitación de si nos ocurrirá algo. Se trata de una excitación artificial, pero los sucedáneos del peligro estimulan tanto como los del café. 
 La de la foto es una de las favelas más famosas del mundo. Paraisópolis, tal es el oxímoron con que el que se la conoce.
 Aparece en la Wikipedia, con eso está dicho todo. Hace meses, sufrió un incendio muy complicado de apagar por la falta de accesos para los camiones cisterna.
 Lo que fascina al turismo de las favelas en general, y de esta de São Paulo en particular, es que estén hechas como de calaveras. 
Fíjense, si no, en todas esas cuencas vacías a las que llamamos ventanas. 
Las miras y te devuelven la mirada, al contrario de los edificios del fondo, que parecen ensimismados. 
También gusta mucho que se encuentren al pie de los rascacielos, como para metaforizar la desigualdad. 
La desigualdad es uno de los grandes temas de conversación de nuestros días. 

Lo eterno......................................................Rosa Montero

Acaba de fallecer un amigo íntimo, el escritor mexicano Antonio Sarabia. Se ha ido de golpe. Visto y no visto: en tan sólo un parpadeo se fue Antonio.
COLUMNISTAS-REDONDOS_ROSAMONTERO
VERÁN, LLEGA un momento en la vida en que se te empieza a morir la gente alrededor.
 Sí, desde luego, la parca nos acecha en cualquier rincón; como dice Fernando de Rojas en La Celestina, nunca se es lo suficientemente viejo como para no vivir un día más ni lo suficientemente joven como para no morir mañana. 
Así que a mí, como a cualquier humano, ya me había tocado atravesar unas cuantas pérdidas.
Pero lo que digo es que llega un momento en el que se empiezan a morir muchos a la vez.
 Demasiados. Gente de tu edad o algo mayor que tú, pero que ha formado parte de tu vida. 
En ocasiones han sido amigos muy queridos; otras veces se trata de simples conocidos, pero añejos.
 El bosque humano de tu existencia comienza a ser talado. 
Esta es otra de las malditas consecuencias de envejecer, un proceso que no tiene ni pizca de gracia, más allá del alivio de saber que aún no estás en el suelo convertido en leña. 

Justamente acaba de fallecer uno de esos amigos íntimos, el escritor mexicano Antonio Sarabia, que vivía en Lisboa desde hacía años. Se ha ido de golpe, apareció cadáver una mañana, una salida de escena estupenda para el protagonista, pero sobrecogedora para los demás.
 Visto y no visto: en tan sólo un parpadeo, allá se fue Antonio con todas sus vivencias, sus recuerdos, sus deseos, sus amores y sus disgustos, sus sueños y su talento, que era mucho.
 La muerte es increíble, impensable. Venimos a este mundo con un yo inmenso que lo llena todo, somos para nosotros mismos lo más importante que sucede en el universo, y de pronto se apaga la luz y ya no queda nada de todas esas ansias colosales de vivir.
 Fue precisamente Antonio Sarabia quien me hizo conocer estos bellísimos versos de Salvatore Quasimodo: “Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra / atravesado por un rayo de sol: / y de pronto anochece”.
Bueno, sí perdura algo durante cierto tiempo: el nostálgico recuerdo de la gente que te quería.
 Pero ellos a su vez también morirán. En el caso de Antonio queda además su obra, que es magnífica y mucho menos conocida de lo que debería. 
Como su última novela publicada, Los dos Espejos, que trata precisamente de un hombre, el doctor Espejo, que es asesinado, y que se pasa la mitad del libro siendo un fantasma.
 O como la que sacará la editorial Malpaso el próximo otoño, No tienes perdón de Dios, genial y deliciosa. 
Aun así, la posteridad es esquiva, arbitraria. Autores formidables terminan arrumbados en estanterías nunca visitadas de bibliotecas remotas. Salvo escasísimas y azarosas excepciones, el destino de todos es el olvido. 
Pero justamente ese estar abocados a la nada convierte la vida en algo precioso y único.
 Qué gran triunfo es una vida bien vivida. Y creo que esas vidas bellas quedan de algún modo resonando en la estela de la humanidad. 
Aunque no nos acordemos de quienes las vivieron, su efecto perdura.
 Y en esto mi amigo Sarabia fue también ejemplar. Era un hombre guasón y muy gracioso, pero en lo importante de la vida era estoico, riguroso, impecable.
 Con ese rigor se aplicaba a la escritura.
 Y al cuidado de su gente querida. 
Y a sobrellevar los mordiscos del destino con impávida entereza. Con el tiempo, Antonio fue creciendo ante mis ojos.
 En los últimos años le vi alcanzar la altura de un gigante. Era una de las personas más valientes que he conocido; valiente de verdad, sin los aspavientos del temerario. 
 Valiente de sostenerle la mirada a la muerte y al deterioro.
 En el último chat de WhatsApp que nos intercambiamos, pocos días antes de irse, estuvimos comentando las tropelías de unos cuantos malvados; yo le dije que por desgracia los malos ganaban casi siempre, y él me contestó: “No siempre, linda, y sus pequeñas victorias sólo impresionan a los más tontos que ellos. Las verdaderas victorias ni siquiera son públicas”. 
Consiguió ser un sabio y su gran victoria privada fue hacer de su vida una obra de arte.
 En su novela Los dos Espejos, el fantasma del doctor logra resolver su propio asesinato y comprender lo que ha sido su existencia.
 Una vez alcanzado el conocimiento, comienza a disolverse en la nada.
 Y sus últimas palabras, con las que acaba el libro, son:
 “Qué maravilla: por fin, lo eterno”



Más daño que beneficio............................................Javier Marías

Francamente, me resulta imposible suscribir que Gloria Fuertes fuese una grandísima poeta a la que debemos tomar muy en serio.

Javier Marías
SI MUCHA gente desconfía del cine español no es por la persecución que el PP y sus Gobiernos desataron contra él en venganza por las críticas y protestas de la mayoría de los miembros del gremio ante la indecente Guerra de Irak apoyada por Aznar, Rajoy y sus huestes en 2003.
 Los políticos, y en particular los de ese partido, carecen de crédito respecto a sus juicios artísticos.
 Por desgracia influyen en demasiadas cosas, pero no, por suerte, en lo que sus compatriotas leen o van a ver. 
 La razón principal para esa desconfianza es que durante muchos años los críticos cinematográficos y la prensa decidieron que había que promover el cine nacional, hasta el punto de que casi todas las películas españolas que se estrenaban eran invariablemente “obras maestras”, “necesarias” (el adjetivo más ridículo imaginable) o (cómo detesto ese tipo de expresiones) “puñetazos en el estómago del espectador”. 
Hay muchas personas ingenuas y de buena fe. 
Acudían obedientemente a ver los “portentos” y cómo “se incendiaba la pantalla”, al decir de esos críticos paternalistas, y frecuentemente —no siempre, claro está— se encontraban con bodrios y mediocridades y pantallas llenas de pavesas. 
Ningún puñetazo, sino más bien tedio o irritación.
A veces no hay nada tan dañino para una profesión, un colectivo o un sexo entero que sus defensores a ultranza, y me temo que un daño parecido al que se infligió hace décadas al cine español está a punto de infligírsele al arte hecho por mujeres. 
En la actualidad hay una corriente feminista que ha optado por decir que cuanto las mujeres hacen o hicieron es extraordinario, por decreto.
 Y claro, no siempre es así, porque no lo puede ser.
 Como no puede serlo cuanto hagan los catalanes, vascos o extremeños, o los zurdos o los gordos o los discapacitados.
 O los negros estadounidenses, ni aún menos los blancos, que son más.
 Todos sabemos de las injusticias históricas cometidas contra las mujeres.
 Hoy lamentamos que durante siglos no se las dejara ni siquiera estudiar, ni ejercer más oficios que los manuales.
 Que se las confinara al hogar y a la maternidad, sometidas a la voluntad de padres y maridos.
 Es sin duda el principal motivo por el que a lo largo de esos siglos ha habido pocas pintoras, compositoras, arquitectas, científicas, cineastas y escritoras (más de estas últimas, a menudo camufladas bajo pseudónimos masculinos). 
Las que hubo tienen enorme mérito, por luchar contra las circunstancias y las convenciones de sus épocas. 

Gran mérito, sí, pero eso no las convierte a todas en artistas de primera fila, que es lo que esa corriente actual pretende que sean. Es más, sostiene esa corriente que todas esas artistas geniales fueron deliberadamente silenciadas por la “conspiración patriarcal”. No se les reconoció el talento por pura misoginia.
 Se quejan, por ejemplo, de que a Monteverdi se lo tenga por un genio y en cambio no a Francesca Caccini
 No sé, yo soy aficionadísimo a la música, pero el único Caccini que me suena es Guido, un pigmeo al lado de Monteverdi. 
Así, cada vez que se descubre o redescubre a alguna pionera de algún arte, pasa a ser al instante una estrella del firmamento, a la altura de los mejores, sólo que eclipsada tozudamente por los opresores del otro sexo.
En contra de esa supuesta y maligna “conspiración”, tenemos el pleno reconocimiento (desde hace ya mucho) de las artistas en verdad valiosas: por ceñirnos a las letras, Jane Austen, Emily y Charlotte Brontë, George Eliot, Gaskell, Staël, Sévigné, Dickinson, Dinesen, Rebecca West, Vernon Lee, Jean Rhys, Flannery O’Connor, Janet Lewis, Ajmátova, Arendt, Penelope Fitzgerald, Anne Sexton, Elizabeth Bishop, en el plano del entretenimiento Agatha Christie y la Baronesa Orczy, Crompton y Blyton y centenares más; en España Pardo Bazán, Rosalía, Chacel, Laforet, Fortún, Rodoreda y tantas más. 
En realidad son legión las mujeres llenas de inteligencia y talento, a las cuales ninguna “conspiración” de varones ha estado interesada en ningunear.
 ¿Por qué, si nos proporcionan tanto saber y placer como los mejores hombres? 
Lo que no es cierto, lo siento, es que cualquier mujer oscura o recóndita sea por fuerza genial, como se pretende ahora.
 Las decepciones pueden ser y son mayúsculas, tanto como las de los espectadores al asomarse a la enésima “obra maestra” del cine patrio. 
También la gente bienintencionada se cansa de que le tomen el pelo, y acaba por desertar y recelar.
 Hoy, con ocasión de su centenario, sufrimos una campaña orquestada según la cual Gloria Fuertes era una grandísima poeta a la que debemos tomar muy en serio.
Quizá yo sea el equivocado (a lo largo de mi ya larga vida), pero francamente, me resulta imposible suscribir tal mandato.
 Es más, es la clase de mandato que indefectiblemente me lleva a desconfiar de las reivindicaciones y redescubrimientos feministas de hoy, que acabarán por hacerle más daño que beneficio al arte hecho por mujeres.
 Lean, por caridad, a las que he enumerado antes: con ellas, yo creo, no hay temor a la decepción.
Y Gloria Fuertes si dice que gue una poeta a la que debemos tomar en serio , también, quítele "Grandisima y Muy, esas exageraciones no le van ni a mujeres que usted nombra ni a Hombres.....
Por supuesto que hay autoras que no gustan, igual que hay escritores que tampoco, ya ve a mi no me gustó nada"Mañana en la batalla piensa en mi......ni muy ni grandisima secilamente a usted algunas cosas de las que escribe no me han gustado nada. Pero no le tengo por un Grandisimo escritor, lo siento.

24 jun 2017

El sello igualitario de la Reina....................... Miquel Alberola

Defensa de la paridad y condena de la violencia machista marcan otro estilo en la Corona en tres años.

La reina Letizia, en un encuentro con alumnos y profesores en Avilés. 
La reina Letizia, en un encuentro con alumnos y profesores en Avilés. EFE
Las apariciones públicas de la Reina suscitan un notable interés mediático.
 Pero más allá del atuendo, de si asiste o no a los actos a los que solía acudir su antecesora, la reina Sofía, o si acompaña o no al Rey en determinados viajes, hay otras claves que la singularizan frente a la tradición que la precede y que, por ser respuestas a estímulos de su tiempo, tienden a actualizar la institución de la que forma parte.

A pesar de que su papel es muy limitado en las actividades en las que participa el Rey y está muy circunscrito en las que ella protagoniza, algunos de los discursos que pronuncia le ofrecen una brecha para la afirmación de su personalidad. 

En ellos ha establecido su particularidad frente a su predecesora, a pesar de que ambas ocupan un mismo ámbito de representación de marcado cometido social, sanitario, cultural y humanitario. 

En sus tres años como reina, su posición en la defensa de la igualdad de género y contra la violencia machista constituye el rasgo distintivo de un nuevo estilo en las recientes cuatro décadas de la Corona española.

 La reina Sofía, más centrada en la infancia, la lucha contra la pobreza y la educación en sentido clásico, apenas hizo algunas referencias a estos asuntos en sus más de 130 discursos. 

Solo entró más a fondo en la III Conferencia Plenaria de la Red de Comisiones Parlamentarias para la igualdad de oportunidades entre Mujeres y Hombres de la Unión Europea.

Pero nunca con el brío y la persistencia de la reina Letizia, que ha llegado a exhortar a las mujeres a ser valientes, valorarse y alcanzar puestos de decisión que parecen predestinados en exclusiva a hombres
 Ese sello lo empezó a imprimir todavía como Princesa de Asturias, en 2013, cuando asumió la presidencia del I Congreso Internacional Contra la Violencia de Género organizado por la Comunidad de Madrid.
 En el acto expuso convicciones que ha ido profundizando en sus intervenciones como reina: “Solo con educación de valores de igualdad y respeto conseguiremos que la violencia de género sea erradicada”.
En ese sentido, reclamó que la educación fuese “el elemento integral y esencial” para “romper los tabúes, los prejuicios negativos y las ideas preconcebidas hacia roles tanto de la mujer como del hombre que lleven a conductas basadas en la superioridad, en la falta de respeto, en la violencia verbal y física”. Un instrumento que, además, fomentara la independencia de la mujer, “su seguridad personal y su capacidad para buscar alternativas, para romper el silencio”.
 Fue un modo diferente de abordar el asunto desde La Zarzuela.
La reivindicación de igualdad también encontró su eco en la entrega de los Premios Woman en abril de 2015, ya como reina.
 En ese acto tan propicio celebrado en el Casino de Madrid defendió que “en el mundo de la mujer hay muchas cosas que se pueden hacer de otra manera”.
 Citó las tasas de analfabetismo, los matrimonios de niñas, el paro femenino y la desigualdad salarial y la diferencia de tiempo que el hombre y la mujer dedican a la casa y a los hijos.

Volvió a subrayar este mensaje un mes después con su presencia en Honduras durante su primer viaje de cooperación, donde dio visibilidad ante las instituciones de la violencia de género, un problema pendiente de incorporar a la agenda política y social del país.
En el discurso pronunciado durante su nombramiento como embajadora especial de Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura para la Nutrición, en Roma, en junio de 2015, tampoco desaprovechó la oportunidad. 
 Consideró como un “tema capital” el papel de la mujer, incidiendo en la Declaración de Roma: “Una mujer con acceso al conocimiento, y piensen en la magnitud de lo que esto significa cuando me refiero a cada mujer de cada país de los diferentes modelos sociales que existen, es la mejor garantía de que una comunidad mejore”.
En otro escenario adecuado, la reunión anual del patronato de la Fundación Mujeres por África, celebrada en Madrid en noviembre de 2015, volvió a llamar la atención sobre la importancia del binomio igualdad-educación.
 Preconizó la igualdad de acceso a las mismas oportunidades para hombres y mujeres y el “derecho a elegir cumpliendo siempre con las obligaciones”.
“Propiciar la igualdad entre hombres y mujeres es abonar la paz, disminuir la pobreza”, añadió.
 La Reina supeditó la educación al “acceso de las mujeres a los núcleos de poder donde se toman las decisiones, políticas y económicas, en las mismas condiciones que los hombres”.