El
historiador francés Christian Ingrao subraya en un estudio monumental el
papel decisivo de los intelectuales en la élite de la Orden Negra de
Himmler.
Oficial del SD en Ucrania en 1941
La imagen que se tiene popularmente de un oficial de las SS es la de
un individuo cruel hasta el sadismo, corrupto, cínico, arrogante,
oportunista y no muy cultivado. Alguien que inspira (aparte de miedo)
una repugnancia instantánea y una tranquilizadora sensación de que es un
ser muy distinto, un verdadero monstruo. El historiador francés
especializado en el nazismo Christian Ingrao (Clermont-Ferrand, 1970)
nos ofrece ahora un perfil muy diferente, y desasosegante. Hasta el
punto de identificar a un alto porcentaje de los mandos de las SS y de
su servicio de seguridad, el temido SD, como verdaderos "intelectuales
comprometidos". El término, que ha escandalizado en el mundo intelectual francés,
resulta escalofriante cuando se piensa que esos son los hombres que
estuvieron a la cabeza de las unidades de exterminio. En su libro de
reciente aparición en castellano Creer y destruir, los intelectuales en la máquina de guerra de las SS
(Acantilado, 2017) Ingrao analiza pormenorizadamente la trayectoria y
las experiencias de ochenta de esos individuos que eran académicos
—juristas, economistas, filólogos, filósofos e historiadores— y a la vez
criminales. Hay un fuerte contraste entre ellos y el cliché del oficial
de las SS. Asesinos de masas en uniforme con un doctorado en el
bolsillo, como describe el propio autor. Lo que hicieron los
"intelectuales comprometidos" , teóricos y hombres de acción, de las SS
fue espantoso. Ingrao cita el caso del jurista y oficial de la SD Bruno
Müller, a la cabeza de una de las secciones del Einsatzgruppe D, una de
las unidades móviles de asesinato en el Este, que la noche del 6 de
agosto de 1941 al transmitir a sus hombres la nueva consigna de
exterminar a todos los judíos de la ciudad de Tighina, en Ucrania, se
hizo traer una mujer y a su bebé y los mató él mismo con su arma para
dar ejemplo de cuál iba a ser la tarea. .
Christian Ingrao, retrtado en Barcelona.MASSIMILIANO MINOCRI
"Resulta curioso que Müller y otros como él, gente muy formada,
pudieran meterse así en la práctica genocida", dice Ingrao que ha
presentado su libro en Barcelona, "pero el nazismo es un sistema de
creencias que genera mucho fervor, que cristaliza esperanzas y que
funciona como una droga cultural en la psique de los intelectuales". El historiador recalca que el hecho es menos excepcional de lo que
parece. "En realidad, si examinamos las masacres de la historia reciente
veremos que hay intelectuales bajo el felpudo. En Ruanda, por ejemplo,
los teóricos de la supremacía hutu, los ideólogos del Hutu Power, eran
diez geógrafos de la Universidad de Lovaina. Casi siempre que hay
asesinatos de masas hay intelectuales detrás". Pero, uno no espera eso
de los intelectuales alemanes. Ingrao ríe amargamente. "Es cierto que
eran los grandes representantes de la intelectualidad europea, pero la
generación de intelectuales que nos ocupa experimentó en su juventud la
radicalización política hacia la extrema derecha con marcado énfasis en
el imaginario biológico y racial que se produjo masivamente en las
universidades alemanas tras la Gran Guerra. Y entraron de manera
generalizada en el nazismo a partir de 1925".
¿Pero el nazismo no les inspiraba repugnancia moral?
"Desgraciadamente, la moral es una construcción social y política para
estos intelectuales. La Primera Guerra Mundial ya los había marcado:
aunque la mayoría eran demasiado jóvenes para haber luchado, el duelo
por la muerte generalizada de parientes y la sensación de que se libraba
un combate defensivo por la supervivencia de Alemania, de la
civilización contra la barbarie, prendieron en ellos. La invasión de la
URSS en 1941 significó el retorno a una guerra total aún más
radicalizada por el determinismo racial. Hasta entonces había sido una
guerra de venganza, pero a partir de 1941 se convirtió en una gran
guerra racial, y una cruzada. Era la confrontación decisiva frente a un
enemigo eterno que tenía dos caras: la del judío bolchevique y la del
judío plutócrata de la Bolsa de Londres y Wall Street. Para los
intelectuales de las SS, no había diferencia entre la población civil
judía que exterminaban al frente de los Einsatzgruppen y las
tripulaciones de bombarderos que lanzaban sus bombas sobre Alemania. En
su lógica, parar a los bombarderos implicaba matar a los judíos de
Ucrania. Y si no sería el final de Alemania. Ese imperativo construyó la
legitimidad del genocidio. Era 'o ellos o nosotros". Así se explican casos como el de Müller. "Antes de matar a la mujer y
el niño habló a sus hombres del peligro mortal que afrontaba Alemania. Era un teórico de la germanización que trabajaba para crear una nueva
sociedad, así que el asesinato era una de sus responsabilidades para
crear la utopía. Curiosamente Había que matar a los judíos para cumplir
los sueños nazis". Ingrao sostiene que los intelectuales de las SS no eran oportunistas,
sino personas ideológicamente muy comprometidas, activistas con una
cosmovisión en la que se daban la mano el entusiasmo, la angustia y el
pánico, y que, paradójicamente, abominaban de la crueldad. "Las SS era
un asunto de militantes. Gente muy convencida de lo que decía y hacía, y
muy preparada". Pues resulta más preocupante aún. "Por supuesto. Hay
que aceptar la idea de que el nazismo era atractivo y que atrajo como
moscas a las élites intelectuales del país”.
Un estudio
de la OCDE y la UE analiza las rutas del tráfico de falsificaciones y
destaca la creciente importancia del correo para distribuir bienes
piratas.
Manteros instalados en el paseo Joan de Borbó de la Barceloneta.JOAN SÁNCHEZ
¿De dónde vienen los productos falsificados? ¿Quién los produce?
¿Por dónde pasan en su camino hacia el destinatario final? A estas
preguntas trata de dar respuesta un informe elaborado conjuntamente por
la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y la Oficina de Propiedad Intelectual de la UE
(EUIPO, por sus siglas en inglés) que se publica hoy y al que ha tenido
acceso EL PAÍS. Según las conclusiones del estudio, China es el
principal país productor de productos falsificados y pirateados, que se
venden en todo el mundo, mientras que Hong Kong, Emiratos Árabes Unidos y
Singapur se destacan como los países donde estos productos hacen escala
antes de llegar al consumidor. El informe llama la atención también
sobre la creciente importancia de los envíos postales y del comercio
electrónico en el proceso de mercadeo de las falsificaciones.
El informe quiere dar una nueva vuelta de tuerca a otro publicado el año pasado
por ambos organismos en el que se analizaba el impacto económico del
tráfico de falsificaciones y productos pirateados. En dicho estudio, en
el que se usaron datos de incautaciones en aduanas de todo el mundo, se
concluía que el comercio de productos falsos ascendió en 2013 a 461.000
millones de dólares (413.500 millones de euros), el equivalente al 2,5%
del comercio total global. En el caso de la UE, el porcentaje ascendía
al 5%. China y Hong Kong fueron identificados como el país de
procedencia del 80% de los productos intervenidos por las autoridades. Ahora, los dos organismos seleccionan una gama de los productos más
falsificados o pirateados, distribuidos en 10 categorías, que
representan un 63% del valor total de las falsificaciones: productos
alimenticios, farmacéuticos, perfumería y cosméticos, artículos de cuero
y bolsos, ropa y tejidos, calzado, joyería, equipamiento electrónico y
eléctrico, aparatos ópticos, fotográficos y médicos y juguetes. Además,
desarrollan el concepto "país de procedencia", que no distinguía países
productores de países de tránsito. Aunque admite "limitaciones" por
cuanto es muy difícil saber realmente dónde se producen los bienes
falsificados –los criminales no suelen dar datos de sus actividades-, el
estudio diferencia países productores y de tránsito cruzando los datos
de "países de procedencia" del estudio de 2016 con datos sobre su
capacidad industrial –si es capaz de fabricar productos legítimos,
también puede hacerlo con los falsos- y sobre sus reexportaciones –si es
punto de tránsito de productos legítimos, también puede serlo de
falsificaciones.
China, principal productor
Con esta metodología, los autores del informe concluyen que
China es el país donde se producen la mayor parte de productos
falsificados del mundo. De hecho, el gigante asiático es el mayor
productor de nueve de las 10 categorías de bienes, exceptuando solo la
de productos farmacéuticos, que lidera India. Además, el informe destaca
también que estos productos farmacéuticos tuvieron como destino
principal países del África subsahariana, mientras que los países
desarrollados fueron el destino principal de los productos electrónicos. Turquía sale mal parada del informe. Aunque no es el país
productor líder en ninguna categoría, aparece en los primeros puestos en
varias de ellas, por lo que es calificada como un "productor
relativamente importante", sobre todo de artículos de cuero, alimentos y
cosméticos, que distribuye a la UE por carretera. En cuanto a los puntos de tránsito, un simple vistazo al
mapa adjunto da una idea cabal de por dónde se mueven los productos
falsificados. Básicamente, se producen en Asia (China, India,
Tailandia...) y viajan hacia occidente haciendo parada en puertos como
Hong Kong, Macao o Singapur y países del este de Europa (Ucrania,
Albania), del norte de África (Marruecos, Egipto) y de Oriente Medio
(Emiratos Árabes, Kuwait, Arabia Saudí o Yemen). Panamá destaca como
escala en el tráfico hacía EE UU. Algunos de ellos son países de
"Gobiernos débiles o con fuerte presencia del crimen organizado"
Estos puntos de tránsito son esenciales para ocultar el
origen ilícito de los productos porque en ellos, además de albergar
auténticos centros de distribución ilícita, se llevan a cabo
falsificaciones de documentos, reetiquetados, reempaquetados o
redistribuciones en contenedores con cargamento legales. El informe
señala que las "organizaciones criminales" juegan un papel muy relevante
en el tráfico de falsificaciones, "identificando rápidamente los puntos
débiles" para burlar a las autoridades.
El problema de los envíos por correo
Entre los métodos que tienen las mafias para engañar a los
servicios aduaneros, el informe señala el crecimiento de los envíos
postales para distribuir los productos falsificados. Del total de
intercepciones de productos falsificados entre 2011 y 2013, el 62%
fueron envíos postales. Hong Kong, Singapur y Emiratos Árabes Unidos son
señalados como puntos de tránsito donde los productos falsificados son
reempaquetados desde grandes contenedores a pequeños envíos postales. Para los autores, estos envíos por correo reflejan "los cada vez más
reducidos costes de los envíos postales y la creciente importancia de
internet y del comercio electrónico en el comercio internacional",
también el de bienes falsificados. Para mejorar la eficacia de la lucha contra el tráfico de productos
falsos, el documento recomienda analizar más en profundidad el problema
de los pequeños envíos postales y el papel de las "zonas de libre
comercio" establecidas por muchos países para estimular el comercio. Estas zonas francas, en países de tránsito, acaban por convertirse en
paraísos fuera del alcance de las autoridades aduaneras que son usadas
por los traficantes para "ocultar el origen de los cargamentos", manejar
"impunemente" (reetiquetar, reempaquetar o redistribuir) los bienes
falsificados y establecer empresas en un marco legal benigno para
"apoyar sus operaciones ilegales".
Mientras seguimos en plena luna de miel con Primark,
Kiabi abre su nueva tienda en pleno paseo de Gràcia de Barcelona frente
a Emporio Armani.
Una muestra más de la gran competencia que existe
entre las compañías de ropa ultrabarata.
El 'ultra low cost', un fenómeno imparable para el consumidor español.
Foto: Getty
Frente a Emporio Armani y al lado de las macrotiendas
de Apple y Adidas. Ahí, en pleno paseo de Gràcia, se ubicará la próxima
tienda de la marca francesa Kiabi, una ultra low cost
que busca ahora sacudirse la etiqueta de hipermercado de la moda con
una estrategia que pasa en parte por ubicarse en las avenidas del gran
lujo, sin olvidar su territorio habitual, los grandes centros
comerciales. Entre las 25 y 35 tiendas que abrirá la marca en España en
los próximos cinco años hay dos de más de 1800 metros cuadrados en
Madrid Parque Sur y Fan Mallorca. La enorme expansión de Kiabi coincide la luna de miel, que todavía dura, de Primark en España
–la cadena irlandesa tiene en nuestro país su segundo mercado y superó
en 2016 los mil millones de ventas en sus 42 tiendas, empezando por la
de la Gran Vía madrileña, que es ya casi un fenómeno turístico de la
capital. Además, llega en pleno relanzamiento de Lefties. La ultralow cost
de Inditex es ahora la marca del grupo que más crece y se está
reforzando con nuevas tiendas, como la de más de mil metros cuadrados de
Diagonal Mar, en Barcelona. Aunque nació en 1993 con la idea de que
sirviese como canal de salida para la ropa que no se vendía en Zara y
las prendas taradas, desde hace años cuenta con sus propias colecciones
que diseña un equipo e la casa en la sede de Tordera.
No acaba ahí la competencia entre las cadenas de ropa ultrabarata.
Shana, conocida como “el Mercadona de la moda” cambió el año pasado su
estrategia de empresa. Se rebautizó como Shana 3.0, bajó todos sus
precios un 40% y prometió llevar “el concepto de pronto moda hasta el extremo”,
tardando solo cuatro semanas desde que detectan una tendencia hasta que
llega a sus más de 250 tiendas propias. De hecho, el nombre oficial de
la tienda online no esconde sus intenciones: “Shana tienda de ropa
online barata”. Además, está Terranova, el Primark italiano, que
descendió en España el año pasado con potencia y muy centrada en el
público adolescente, y el gran disruptor de este mercado, la inglesa
Boohoo, que vende solo por internet y ha modificado el modelo de negocio
de la ultra fast fashion con el sistema que llaman “test and repeat”
(prueba y repite). Cada día, pone a la venta entre 100 y 300 prendas
nuevas, tan solo unas 200 piezas de cada modelo. En 48 horas queda claro cuales triunfan y cuales no y a partir de ahí multiplican la producción o la detienen. Boohoo, que también se está abriendo mercado en España –su web está
disponible en castellano– tiene fascinado al sector, sobre todo desde
que sus beneficios de 2016 crecieron en un 260% respecto al año
anterior. Lo que no es tan deslumbrante son sus condiciones de trabajo. El pasado enero un reportaje de investigación de Channel 4 destapó
prácticas laborales rayanas en la explotación en la sede de Manchester
donde la marca trabaja de manera verticalmente integrada. Allí se hace
todo, desde el diseño hasta las fotos de las prendas, que se sacan con
un sistema robotizado. El programa Dispatches reveló que los
trabajadores temen ir la lavabo o a beber agua por miedo a no cumplir
con sus cuotas y que algunos empleados han sido amonestados por mirar la
hora en su móvil o llegar cinco minutos tarde. Ni este tipo de informaciones ni las relacionadas con la
producción de estas marcas en países en desarrollo suelen frenar el
consumidor español, que acoge con inmensa calidez todas las propuestas low cost. Los expertos, como el profesor Julián Villanueva, de IESE, que publicó
un estudio sobre Primark ya en 2011, coinciden en que en España, al contrario que en otros países, no existe una connotación negativa asociada a comprar barato. Según Villanueva, Inditex y Mango hicieron ya el trabajo de desestigmatizar el low cost. La recesión y los salarios bajos hicieron el resto.
Ese desprejuicio en torno ultra low cost también
tiene que ver con su llegada al centro de las ciudades. Las tiendas de
estas marcas ya no quieren esconderse en los centros comerciales de la
periferia y no ven el problema con vender camisetas a 2,99 euros a tiro
de piedra de tiendas de lujo. La tienda de Kiabi es el último ejemplo. Tiene más de 2.200 metros cuadrados y se ubica en el antiguo local de
H&M, que se mudó justo al lado hace unos meses cuando abrió una
flagship que incluye cafetería y todas sus colecciones, incluida la de
decoración. Su director general en España, César de Vicente, prefiere
hablar de “low Price” que de “low cost” porque “la calidad es
importante” y dice que la marca ha incorporado “más moda”. Uno de sus
puntos fuertes sigue siendo las tallas grandes. También, como Primark,
tiene un mercado potente en la ropa de niños y bebés, pero su objetivo
no es el público adolescente ni la ultimísima tendencia crecida en
Instagram, como puede ser el de Terranova o Boohoo.
El delantero de la selección lusa, Cristiano Ronaldo durante un entrenamiento.
Mario CruzEFELlamadme exagerada, pero me privan las hipérboles, las
metáforas y las polisílabas esdrújulas. Así que no seré yo quien
critique un exceso, y mucho menos verbal, en estos tiempos de
hiperpapanatismo, perdón, hipercorrección política. Por eso, y porque
envidio a muerte el talento ajeno, me maravilla la capacidad de los
periodistas deportivos para superarse a sí mismos a la hora de calificar
las gestas de los protagonistas, perdón, héroes de sus crónicas. Todo
es histórico, espléndido, magnífico, galáctico, cósmico, épico,
apoteósico. Ditirámbico, en un vocablo, para que luego digan que no
tengo léxico. Eso, las cosas. Los hombres son directamente deidades. El
Mesías, llaman a Messi los días malos. Cristiano es Dios desde que se
levanta hasta que se acuesta. Juegos de palabras, de acuerdo. Nada que
objetar, salvo cierta vergüenza ajena. . A todos nos gustan los fuegos artificiales A mi solo de Lejos) y, para los muy
letraheridos como la que suscribe, la pirotecnia verbal puede ser tan
deslumbrante como la más vistosa de las palmeras de fuego derramándose
sobre el mar en una noche de verano. El
problema viene cuando nos lo creemos y nos lo tomamos todo al pie de la
letra. La Agencia Tributaria ha denunciado ante la fiscalía al
futbolista Cristiano Ronaldo por defraudar presuntamente 15 millones de
euros y, lo que es un problema de un particular con el fisco, se ha
convertido casi en cuestión de Estado. Mientras el presidente de su club
deplora que algunos medios le hayan tratado “como a un delincuente” y
el hueso del ministro Montoro clama contrito por su presunción de
inocencia, el denunciado ha amenazado por boca de sus voceros con que se
va, nos deja y nos abandona a nuestra suerte sin su sagrado magisterio.
Como si le estuviéramos tirando piedras por la calle. La culpa no es
solo suya. Debe de ser duro de tragar que, después de adorarte como a un
dios, te traten como a un humano.