17 jun 2017
De bien nacido es ser agradecido, Majestad............ Antonio Lorca
El Juli cortó una solitaria oreja a una noble y rajada corrida de Victoriano del Río.
Del Río / El Juli, Manzanares, Talavante
Toros de Victoriano del Río-Toros de Cortés —el segundo,
devuelto— correctos de presentación, cumplidores en los caballos, a
excepción del manso primero, nobles, desfondados y corto recorrido;
fiero y rajado el tercero.
El sobrero, de Domingo Hernández, bravo y con clase.El Juli: pinchazo y casi entera atravesada (silencio);
estocada caída y trasera (oreja).
José María Manzanares: estocada —aviso— (silencio); casi entera caída y atravesada (silencio).
Alejandro Talavante: pinchazo y estocada (silencio); pinchazo y media trasera (silencio).
Plaza de Las Ventas. Corrida de Beneficencia. 16 de junio. Lleno de "no hay billetes" (23.624 espectadores).
Presidió el rey Felipe VI desde el palco real, acompañado por el ministro de Cultura y la presidenta de la Comunidad de Madrid.
El sobrero, de Domingo Hernández, bravo y con clase.El Juli: pinchazo y casi entera atravesada (silencio);
estocada caída y trasera (oreja).
José María Manzanares: estocada —aviso— (silencio); casi entera caída y atravesada (silencio).
Alejandro Talavante: pinchazo y estocada (silencio); pinchazo y media trasera (silencio).
Plaza de Las Ventas. Corrida de Beneficencia. 16 de junio. Lleno de "no hay billetes" (23.624 espectadores).
Presidió el rey Felipe VI desde el palco real, acompañado por el ministro de Cultura y la presidenta de la Comunidad de Madrid.
La plaza, de bote en bote, puesta en pie, silenciosa primero, y emocionada después, manifestó de modo tan ceremonioso y expresivo su cariño a la Corona y el agradecimiento al Rey por su presencia en la corrida de Beneficencia.
Pues que no se engañe Su Majestad.
Recibió un afecto que él no se ha ganado, porque la fiesta de los toros no ha recibido del nuevo monarca más que desapego y frialdad.
Es la segunda vez que asiste a Las Ventas desde que asumió la jefatura del Estado, un balance muy pobre para quien representa a todos los españoles.
Y en lugar de que la afición le recibiera como merece, con desaprobación por su lejanía manifiesta, va y le ofrece un abrazo de amigo, como si el Rey fuera de los nuestros —los aficionados—, que no lo es.
No debiera olvidar el Rey que en Las Ventas no escucha pitos —solo recibe simpatía— y sería lógico que, en justa reciprocidad, devolviera algún gesto de apoyo a la fiesta; aunque no le gusten los toros.
Algún republicano habría en la plaza y, sin embargo, estaba de pie, en actitud de respeto, porque estaba allí el jefe del Estado.
Pues eso… En dos palabras, que si don Felipe no es aficionado, al menos que sea agradecido, que ya se sabe que esa condición es de bien nacido.
Asunto distinto es que el Rey se aburriera; primero, porque la corrida fue un pestiñazo; segundo, porque debe de estar corto de conocimientos taurinos, y tercero, porque tenía a su lado al ministro de Cultura, que va a los toros menos que él, y de poca ayuda le pudo servir.
Nobleza Obliga. desde pequeño el Rey siendo Príncipe iba a conciertos con su madre, la reina Sofía, nunca fue a los Toros con su Padre que si iba con su hija la infanta Elena. Así que debe ir ahora por lo dicho: Nobleza Obliga.
En fin, que la extraordinaria corrida de Beneficencia no cumplió con las expectativas.
Los toros de Victoriano del Río ofrecieron un juego muy desigual; cumplieron en varas, pero se rajaron en la muleta, a excepción del cuarto, al que El Juli le cortó una oreja, y del sobrero, de Domingo Hernández, el más completo de la tarde, con el que naufragó Manzanares.
La corrida no fue buena, pero tampoco quiso comerse a nadie; muy noble toda ella, bobalicona y dulce, puso, también, de manifiesto que la zona alta del escalafón, las llamadas figuras, no está sobrada de ideas.
José María Manzanares, por ejemplo, se lució con unas buenas verónicas a su primero, que fue devuelto, y otro manojo de estimables capotazos al quinto, al que llevó al caballo con una larga cambiada en el centro del ruedo y un vistoso galleo por chicuelinas. Pero ahí acabó su obra.
Se encontró con el buen sobrero de Domingo Hernández, muy bravo en el caballo y al que picó con eficacia y torería Chocolate, que llegó al tercio final con clase y recorrido.
Se esperaba faena grande —el público, entusiasmado, eufórico y entregado al torero alicantino—, pero todo quedó en una triste decepción.
Comenzó con un trincherazo, un recorte y un pase de pecho, a los que siguieron dos bellos redondos, y no hubo más.
Muletazos enganchados, falta de acoplamiento con el toro y de conexión con los tendidos; toreo anodino, sin gracia ni sentimiento. Todo muy embarullado y desdibujado.
Pronto se rajó el quinto, noble y soso, y Manzanares se fue con más pena que gloria.
No es bien recibido El Juli en esta plaza, y no parece posible relajarse, asentarse y torear en un ambiente manifiestamente hostil. No está bien que eso ocurra, pero el propio torero debiera preguntarse su cuota de responsabilidad en este desafuero.
Han sido muchas las tardes en las que se ha anunciado con reses impresentables después de un ajetreado baile de corrales; y, claro, el que siembra vientos ya se sabe lo que recoge…
No estuvo a gusto —no parecía posible— ante el noblón y descastado primero; y se esforzó ante el muy noble y bobalicón cuarto, en una labor intermitente, menos emocionante de lo que expresaron los veleidosos tendidos, pero con destellos de su experiencia y torería.
Cortó una oreja tras una estocada trasera y caída y quedó la impresión de que se esperaba algo más.
Talavante tuvo peor suerte con su lote, pero tampoco estuvo lúcido. Fiero y codicioso llegó a la muleta su primero, y el torero no supo cómo frenar la velocidad impetuosa del animal.
Pero pronto se rajó, se refugió en tablas y se esfumó la codicia.
Y el sexto era blando, como casi todo, y sin pizca de calidad.
El Rey se marchó entre nuevas muestras de afecto. ¡Cómo es el público de toros…!
16 jun 2017
Lo que tienen que hacer los ‘famosos’ para continuar en televisión
José Luis nomina en 'Supervivientes' conectado a un gotero, Arrocet vuelve a España, Kiko es expulsado y se separa de Gloria Camila e Iván se rapa el pelo. ¿Alguién da más?
Los realities protagonizados por famosos que lo son por participar previamente en otros programas del mismo género, por ser pareja de o que participan en un intento de dar nuevo lustre a una profesión que vivió mejores épocas, se ven abocados a dar espectáculo casi hasta el límite del esperpento.
Al menos así ocurrió este jueves en la gala del programa Supervivientes de Telecinco, donde se pudo ver de casi todo menos supervivencia y convivencia.
Con Edmundo Bigote Arrocet en el palafito y a un paso de la expulsión, el personaje tranquilo que ha demostrado ser el humorista chileno parecía abocado a ser el protagonista de la noche si la audiencia decidía que fuera el expulsado.
Así ocurrió, pero no pasó nada, incluso cuando su salida del concurso prácticamente coincide con el 76 cumpleaños de su novia, María Teresa Campos, que acaba de recuperarse de un ictus del que él no sabe nada y que la semana pasada le declaró su amor en directo en una emocionante llamada que disparó las audiencias de la cadena de televisión.
Francia reabre tres décadas después el crimen sin resolver de un niño de cuatro años
Varios familiares han sido detenidos por el asesinato del pequeño Grégory Villemin, que fue hallado en la orilla de un río atado de pies y manos
crónicas internacionales.
En octubre de 1984, la foto de un niño sonriente inundó los periódicos
y las pantallas de televisión de toda Francia, para nunca abandonarlas
del todo.
El pequeño Grégory Villemin, de cuatro años, había sido hallado muerto, atado de pies y manos, al borde de un río en el departamento de Vosges, en el noreste del país.
La pesadilla no acabó allí.
A lo largo de los años, varios familiares, incluida la madre, fueron tratados como sospechosos.
El padre de Grégory, Jean-Marie Villemin, cumplió una condena de cárcel por matar a su primo, uno de los primeros señalados por la policía
. Pero el crimen, que conmocionó a todo el país, nunca fue resuelto. Ni cerrado.
Ahora, la justicia ha vuelto a detener a varios familiares. Y el drama se abre de nuevo.
Cuando quedan pocos meses para que se cumplan 33 años del misterioso crimen, tres personas han sido puestas bajo detención preventiva.
No son desconocidas.
Se trata de los septuagenarios tíos del padre de Grégory, Marcel y Jacqueline Jacob, así como una de sus cuñadas.
Según el diario local L’Est Républicain, los cargos por los que permanecen retenidos son “complicidad en asesinato, no denuncia de un crimen, la no asistencia a una persona en peligro y omisión voluntaria de impedir un crimen”.
Su detención preventiva ha sido prolongada este jueves.
En una localidad donde todos se conocen y todos recuerdan como si fuera ayer el drama del “caso Grégory”, ha supuesto “un verdadero seísmo”, apuntaba el rotativo.
El fiscal general de la corte de apelaciones de Dijon, Jean-Jacques Bosc, confirmó este jueves que lo que ha hecho reabrir el caso una vez más, nueve años después del último intento de resolver el crimen, han sido intensas investigaciones grafológicas de las cartas que el presunto asesino o asesinos enviaron a los padres y que ligaban el asesinato del pequeño a una presunta venganza contra los padres de este.
Aunque fue muy cauto, indicó que se sospecha que al menos algunos de los familiares interrogados -citó a la tía abuela y a la abuela de Grégory- podrían haber tenido algo que ver, como mínimo, con las cartas amenazantes.
También adelantó la convicción de que la muerte de Grégory fue obra de varias personas, no de un solo asesino, y que antes del día del crimen un hombre "con bigote", acompañado a veces de una mujer, vigilaron la casa familiar del pequeño.
"Creo que nos acercamos a la verdad", agregó.
Los detenidos han invocado su derecho a permanecer en silencio, reveló Bosc.
Laroche fue puesto en libertad en febrero de 1985, después de que la joven se retractara de su testimonio.
Pero Jean-Marie Villemin, convencido de que su primo era el asesino de su hijo, lo mató dos meses después con un fusil de caza.
El padre de Grégory pasó cuatro años en la cárcel por ello. El drama de los Villemin no acabó allí.
En julio de ese mismo año, la policía empezó a sospechar de la madre de Grégory, Christine, que sufrió entonces un calvario judicial que no acabó hasta que en 1993 fue declarada “totalmente libre de cargos”.
Después de tantas acusaciones intrafamiliares, basadas en pruebas de ADN y otros análisis nunca concluyentes, la detención de los tíos abuelos de Grégory, y de una de sus tías, confirma al menos que la policía no ha cambiado su línea investigativa, ya que desde un principio sospechó del entorno más próximo del pequeño.
Una sospecha compartida por los padres de Grégory, según su abogada, Marie-Christine Chastant-Morant, que pese a todo ha llamado a la “prudencia”, tras tres décadas de una tragedia y un circo mediático en torno al crimen.
El diario Le Parisien afirma que los investigadores están convencidos de que la muerte del niño fue el resultado de un compló “para castigar a Christine y Jean-Marie Villemin, los padres de Grégory, por su éxito social”.
Los ahora detenidos ya habían estado bajo sospecha, pero nunca se pudo probar su culpabilidad.
De acuerdo con los reportes, el trabajo de dos analistas criminales, que han releído las 12.000 páginas del informe policial, ha vuelto a abrir la esperanza de que se resuelva un crimen que vuelve a obsesionar a los franceses.
El pequeño Grégory Villemin, de cuatro años, había sido hallado muerto, atado de pies y manos, al borde de un río en el departamento de Vosges, en el noreste del país.
La pesadilla no acabó allí.
A lo largo de los años, varios familiares, incluida la madre, fueron tratados como sospechosos.
El padre de Grégory, Jean-Marie Villemin, cumplió una condena de cárcel por matar a su primo, uno de los primeros señalados por la policía
. Pero el crimen, que conmocionó a todo el país, nunca fue resuelto. Ni cerrado.
Ahora, la justicia ha vuelto a detener a varios familiares. Y el drama se abre de nuevo.
Cuando quedan pocos meses para que se cumplan 33 años del misterioso crimen, tres personas han sido puestas bajo detención preventiva.
No son desconocidas.
Se trata de los septuagenarios tíos del padre de Grégory, Marcel y Jacqueline Jacob, así como una de sus cuñadas.
Según el diario local L’Est Républicain, los cargos por los que permanecen retenidos son “complicidad en asesinato, no denuncia de un crimen, la no asistencia a una persona en peligro y omisión voluntaria de impedir un crimen”.
Su detención preventiva ha sido prolongada este jueves.
En una localidad donde todos se conocen y todos recuerdan como si fuera ayer el drama del “caso Grégory”, ha supuesto “un verdadero seísmo”, apuntaba el rotativo.
El fiscal general de la corte de apelaciones de Dijon, Jean-Jacques Bosc, confirmó este jueves que lo que ha hecho reabrir el caso una vez más, nueve años después del último intento de resolver el crimen, han sido intensas investigaciones grafológicas de las cartas que el presunto asesino o asesinos enviaron a los padres y que ligaban el asesinato del pequeño a una presunta venganza contra los padres de este.
Aunque fue muy cauto, indicó que se sospecha que al menos algunos de los familiares interrogados -citó a la tía abuela y a la abuela de Grégory- podrían haber tenido algo que ver, como mínimo, con las cartas amenazantes.
También adelantó la convicción de que la muerte de Grégory fue obra de varias personas, no de un solo asesino, y que antes del día del crimen un hombre "con bigote", acompañado a veces de una mujer, vigilaron la casa familiar del pequeño.
"Creo que nos acercamos a la verdad", agregó.
Los detenidos han invocado su derecho a permanecer en silencio, reveló Bosc.
La familia, siempre en el centro de las sospechas
Menos de un mes después de que se descubriera el cuerpo de Grégory, el primo de su padre, Bernard Laroche, era detenido y acusado del asesinato, en base al testimonio de su cuñada adolescente, que aseguraba que lo vio partir con el niño en su coche “y regresar solo” más tarde.Laroche fue puesto en libertad en febrero de 1985, después de que la joven se retractara de su testimonio.
Pero Jean-Marie Villemin, convencido de que su primo era el asesino de su hijo, lo mató dos meses después con un fusil de caza.
El padre de Grégory pasó cuatro años en la cárcel por ello. El drama de los Villemin no acabó allí.
En julio de ese mismo año, la policía empezó a sospechar de la madre de Grégory, Christine, que sufrió entonces un calvario judicial que no acabó hasta que en 1993 fue declarada “totalmente libre de cargos”.
Después de tantas acusaciones intrafamiliares, basadas en pruebas de ADN y otros análisis nunca concluyentes, la detención de los tíos abuelos de Grégory, y de una de sus tías, confirma al menos que la policía no ha cambiado su línea investigativa, ya que desde un principio sospechó del entorno más próximo del pequeño.
Una sospecha compartida por los padres de Grégory, según su abogada, Marie-Christine Chastant-Morant, que pese a todo ha llamado a la “prudencia”, tras tres décadas de una tragedia y un circo mediático en torno al crimen.
El diario Le Parisien afirma que los investigadores están convencidos de que la muerte del niño fue el resultado de un compló “para castigar a Christine y Jean-Marie Villemin, los padres de Grégory, por su éxito social”.
Los ahora detenidos ya habían estado bajo sospecha, pero nunca se pudo probar su culpabilidad.
De acuerdo con los reportes, el trabajo de dos analistas criminales, que han releído las 12.000 páginas del informe policial, ha vuelto a abrir la esperanza de que se resuelva un crimen que vuelve a obsesionar a los franceses.
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