15 jun 2017
“Me puso el cuchillo en el hombro y me dijo: ‘¿Cómo quieres morir?”
Kasia, a quien su ex pareja asestó 12 puñaladas hace un año, ha decidido dar un paso al frente: "No quiero vivir con miedo"
"A veces tengo pesadillas... Recuerdos e imágenes que regresan... Veo algunos cuchillos y me quedo paralizada...
Pero, ¿miedo a él? No.
A él no le tengo miedo. ¿Qué más puede hacerme? ¿Puede salir de prisión y volver a intentar matarme?
Sí, puede hacerlo. Pero he decidido que no quiero vivir con miedo. No me voy a esconder".
Las palabras de Kasia, de 45 años, resuenan en el salón de su casa de Navacerrada, donde decenas de libros comparten estanterías con las fotografías de sus dos hijas adolescentes, de 14 y 15.
Aquí, a solo unos metros del dormitorio donde su ex marido se le acercó por la espalda y le asestó 12 puñaladas; rememora el día —era un lunes, recuerda— en el que se convirtió en "superviviente" de la violencia machista.
Una lacra que dejó 44 mujeres asesinadas el pasado año y que este 2017 suma ya 28.
El último caso sucedió esta misma semana: el martes en Las Gabias (Granada), donde un hombre de 51 años mató de un disparo a su pareja.
El intento de asesinato de Kasia se produjo hace un año. Aquella jornada, España acababa de perder frente a Italia en los octavos de final de la Eurocopa de Francia.Un encuentro que Kasia tiene grabado en la memoria.Después de que el árbitro pitara el final, empezó todo. "Llegué a casa y él estaba viendo el partido.Me fui al dormitorio a cambiarme. Entonces, sentí que se acercaba por detrás", explica, apenas unas semanas después de exponer su historia en el Congreso, donde participó el 29 de marzo en una sesión de la subcomisión para un Pacto de Estado en materia de Violencia de Género."Qué mejor que el testimonio de una mujer que lo ha pasado, para animar a otras a que denuncien", repite esta polaca, economista de formación."Es difícil dar el primer paso.
La agresión no se produce de un día para otro. La violencia machista es todo un proceso.
Es como una tela de araña que, progresivamente, te va atrapando.
Sin que te des cuenta.
Hasta que no te deja moverte", subraya esta mujer natural de Katowice, que describe cómo funciona esa red que "te va aprisionando" y que, en su caso, comenzó con la renuncia a su vida laboral porque él se lo pidió —"en ese momento, pensaba que no quería que trabajase por cariño.
Ahora veo, en cambio, que era para tenerme controlada"—; con esa ropa que no quería que se pusiese; con ese objeto que ella compraba y que él tiraba porque no le gustaba...
"En ese contexto, justificas todo", añade Kasia, que conoció a su ex marido, Jarek F., también polaco, en su país natal: "Fue un flechazo.
Lo dejé todo y me vine con él a España".
El 23 de enero de 2001 llegó a Madrid para comenzar una nueva vida, que se tradujo en infinidad de perdones que "nunca debí haber concedido".
Como cuando, harta de aguantar insultos, se marchó a casa de una amiga durante una semana y se llevó a las niñas con ella: "Pero vinieron las promesas y me dijo que iba a dejar el alcohol. Y volvimos".
Kasia tardó años en denunciar.
Lo hizo por primera vez en octubre de 2015. "Fue después de una discusión. Había llegado borracho a casa y empezó a insultar a mi padre.
Le dije que parara. Entonces, me agarró por la espalda y me empujó.
Yo conseguí escaparme y avisar a la policía", cuenta sobre un ataque que derivó en una orden de alejamiento. Y en el divorcio, en marzo de 2016.
Pero en junio del pasado año, tras meses sin verse, le dijo a Jarek que podía quedarse en casa unos días.
Se había marchado a Polonia y había vuelto a España por negocios.
"Pensé que así sus hijas podrían pasar tiempo con él. Lo echaban de menos", continúa Kasia al adentrarse en el relato sobre la agresión.
"Lo llamaba accidente"
27 de junio de 2016. "Me puso el cuchillo en el hombro y dijo: '¿Cómo quieres morir?'
Y empezó a apretar. Después, sentí un golpe en el costado. Me tiró a la cama y traté de defenderme".
Entonces, Kasia agarró la hoja del cuchillo con sus manos, marcadas todavía hoy por las cicatrices.
Y gritó. Los vecinos la oyeron y alertaron a la Guardia Civil, que tardó unos minutos en llegar.
Los agentes entraron por la ventana del dormitorio. Inmovilizaron al agresor y auxiliaron a la víctima: "Luchaba por seguir consciente.
Aún lo estaba cuando me metieron en la ambulancia. De hecho, recuerdo que un médico me dijo en ese momento: 'Ya puedes dormir tranquila".
"Durante mucho tiempo, fui incapaz de hablar de intento de asesinato.
Lo llamaba accidente.
Sé que es difícil de entender, pero era incapaz de pronunciar esa palabra hasta que, en el Congreso, un diputado la dijo.
Al oírla en su boca fue como un golpe seco. Me cambió el chip", narra Kasia un año después de la agresión; cuando, según dice, ya se ha deshecho de la “tela de araña” que aún la envolvía meses después del ataque.
"Cuando desperté en el hospital, tenía unas enormes ganas de vivir.
No quería saber nada de él. Pero, en los meses posteriores, lo echaba de menos.
Me daba pena. Es que recuerdas los buenos momentos y vuelves a justificarlo.
Por eso, desde el momento en el que una mujer denuncia, tienen que recibir ayuda psicológica".
Mis ‘milenials’.................................... Luz Sánchez-Mellado
En el fondo siempre se siente uno un principiante. No es así, claro. Lo sé porque estoy rodeada de ellos.
De un tiempo a esta parte, me invitan a todos sitios. Openings, meetings, afterworks, brunches,
eventos de todo pelaje, te lo juro, o sea.
Bueno, de todo menos bodorrios. Igual que te pasas los 30 y los 40 yendo a bodas, bautizos y comuniones, en cuanto rondas los 50 solo te salen divorcios, prejubilaciones y, lagarto, lagarto, funerales. Pero hablaba de curro, que estoy proyectando.
Últimamente me llaman superinteresados de sitios donde antes ni me miraban.
Debe de ser que está una en el cenit de su carrera, si es que a llevar trabajando toda la vida en lo mismo se le puede llamar carrera y no maldición bíblica.
El caso es que una ni se había enterado.
Bueno, de todo menos bodorrios. Igual que te pasas los 30 y los 40 yendo a bodas, bautizos y comuniones, en cuanto rondas los 50 solo te salen divorcios, prejubilaciones y, lagarto, lagarto, funerales. Pero hablaba de curro, que estoy proyectando.
Últimamente me llaman superinteresados de sitios donde antes ni me miraban.
Debe de ser que está una en el cenit de su carrera, si es que a llevar trabajando toda la vida en lo mismo se le puede llamar carrera y no maldición bíblica.
El caso es que una ni se había enterado.
De lo del cenit, digo. Mientras un día pasas de junior a senior a ojos de todo pichichi, tú te sigues viendo como una niñata a la que le va a pedir el carné el segurata en cualquier momento antes de invitarla a dejar la sala por intrusa.
En el curro, cobrando la tercera parte sabiendo el doble.En casa, dejándose las pestañas para arañar una décima en Selectividad y poder estudiar lo que quieren.
En todas partes, abduciditos por sus pantallas, ora adorables, ora insufribles, esperando su momento, que es ahora, y que no acaba de llegar nunca.
Son los milenials, así, sin tanta ele y tanta ene y tanta tontería, como acepta Fundeu que se escriba el palabro.
Y, a veces, les cae la bronca padre por parte de quienes no los han visto ni en pintura.
Decía Capote que, al principio, no conoces a nadie en los cócteles porque todos son más viejos; luego conoces a todos porque son tus coetáneos, y, al final, vuelves a no conocer a nadie porque son más jóvenes.
Antes de que llegue ese día y me jubilen los milenials creo que lo mínimo exigible a un observador es tener las antenas alerta para detectar lo nuevo y después poder contarlo.
Nos va en el sueldo. O debería.
14 jun 2017
“Ese periódico que les trata tan mal”.............Por JUAN CRUZ
El líder de Podemos utiliza su intervención en el Parlamento para resucitar modos de su maestro Anguita
Al tiempo que Pablo Iglesias le aconsejaba al portavoz del PSOE
en el Congreso, José Manuel Ábalos, que desconfiara “de ese periódico
que le trata tan mal”, periodistas de EL PAÍS (“ese periódico que les
trata tan mal”) madrugaban en Washington para contar un tiroteo, se ponían en marcha en Londres para informar sobre el grave incendio
de Latimer Road o se aprestaban en Moscú a poner en orden lo que en los
próximos días se leerá aquí sobre Chechenia o Bielorrusia.(Es lo que deben hacer....Y????)
Un periódico que trata de la realidad aquí y en cualquier parte y que ha sido señalado en el Parlamento como “ese periódico que les trata tan mal”, es un periódico como cualquier otro: trata de la realidad. Y para hacerlo, sus periodistas salen a la calle, miran, se reúnen, también con políticos (como Pedro Sánchez, como Pablo Iglesias, como Mariano Rajoy o como Julio Anguita, por ejemplo).
Para Iglesias, desde que se fija en EL PAÍS para tomarse su propia temperatura, este es el periódico que trata bien o trata mal, según le va a él en la feria.
Ya hace unos años hizo un programa (en La Tuerka) para avisar al mundo entero de la maldad que suponía EL PAÍS para América y para el mundo.
Y luego se ha pasado parte de su vida avisando a la prensa de que se portara bien. No amedrenta: señala, y lleva esas señales al Parlamento.
Es habitual que Iglesias imite a Julio Anguita, el líder cuyo aliento marca su línea de ataque.
Y de Anguita hay mucho en las hemerotecas que se parece a lo que hace Iglesias con los medios para llevarlos a su rincón de pensar. En la hemeroteca de EL PAÍS, por ejemplo, se cuenta lo que hizo Anguita para convertir un almuerzo en una “insoportable presión” del equipo de editorialistas de este periódico.
Esos periodistas, entre los que estaban el director de entonces (mayo de 1993), Joaquín Estefanía; el director que le siguió, Jesús Ceberio, y Javier Pradera (que había sido el primer responsable de Opinión de EL PAÍS), le preguntaron al líder comunista sobre los pactos poselectorales que se proponía su coalición, Izquierda Unida, tras los comicios inmediatos.
La conversación fue propia de este tipo de conciliábulos entre políticos y periodistas: el político expone, los periodistas le preguntan.
Pero Anguita salió de allí dándole la trascendencia de esa “insoportable” presión.
Fue tal la pasión que puso en el supuesto acoso que este periódico publicó dos páginas para explicar, bajo el título La conspiración de La Ancha (16 de mayo de 1993) lo que de veras había pasado en el restaurante.
En esta ocasión, Iglesias le habla a Ábalos de una supuesta presión sufrida por Sánchez por parte de este periódico o del grupo que lo sustenta.
A él no le importa comprobar si eso fue así o no. Está en su estrategia “comprar” la versión que mejor le vaya. Un político responsable, así como un periodista como aquellos que ayer trabajaban para EL PAÍS en Washington, en Londres o en Moscú, preguntan qué pasó de veras antes de contar cualquier cosa. Iglesias se conforma con cualquier cosa: es un narrador omnisciente, que en este caso tira para su casa.
Su arte imita a Anguita. Su maestro.
Juan, siempre te metes con la Izquierda....y da un tufo derechista a tu Periódico que resulta imposible leerlo. Nunca dices nada así contra el PP.
Un periódico que trata de la realidad aquí y en cualquier parte y que ha sido señalado en el Parlamento como “ese periódico que les trata tan mal”, es un periódico como cualquier otro: trata de la realidad. Y para hacerlo, sus periodistas salen a la calle, miran, se reúnen, también con políticos (como Pedro Sánchez, como Pablo Iglesias, como Mariano Rajoy o como Julio Anguita, por ejemplo).
Para Iglesias, desde que se fija en EL PAÍS para tomarse su propia temperatura, este es el periódico que trata bien o trata mal, según le va a él en la feria.
Ya hace unos años hizo un programa (en La Tuerka) para avisar al mundo entero de la maldad que suponía EL PAÍS para América y para el mundo.
Y luego se ha pasado parte de su vida avisando a la prensa de que se portara bien. No amedrenta: señala, y lleva esas señales al Parlamento.
Es habitual que Iglesias imite a Julio Anguita, el líder cuyo aliento marca su línea de ataque.
Y de Anguita hay mucho en las hemerotecas que se parece a lo que hace Iglesias con los medios para llevarlos a su rincón de pensar. En la hemeroteca de EL PAÍS, por ejemplo, se cuenta lo que hizo Anguita para convertir un almuerzo en una “insoportable presión” del equipo de editorialistas de este periódico.
Esos periodistas, entre los que estaban el director de entonces (mayo de 1993), Joaquín Estefanía; el director que le siguió, Jesús Ceberio, y Javier Pradera (que había sido el primer responsable de Opinión de EL PAÍS), le preguntaron al líder comunista sobre los pactos poselectorales que se proponía su coalición, Izquierda Unida, tras los comicios inmediatos.
La conversación fue propia de este tipo de conciliábulos entre políticos y periodistas: el político expone, los periodistas le preguntan.
Pero Anguita salió de allí dándole la trascendencia de esa “insoportable” presión.
Fue tal la pasión que puso en el supuesto acoso que este periódico publicó dos páginas para explicar, bajo el título La conspiración de La Ancha (16 de mayo de 1993) lo que de veras había pasado en el restaurante.
En esta ocasión, Iglesias le habla a Ábalos de una supuesta presión sufrida por Sánchez por parte de este periódico o del grupo que lo sustenta.
A él no le importa comprobar si eso fue así o no. Está en su estrategia “comprar” la versión que mejor le vaya. Un político responsable, así como un periodista como aquellos que ayer trabajaban para EL PAÍS en Washington, en Londres o en Moscú, preguntan qué pasó de veras antes de contar cualquier cosa. Iglesias se conforma con cualquier cosa: es un narrador omnisciente, que en este caso tira para su casa.
Su arte imita a Anguita. Su maestro.
Juan, siempre te metes con la Izquierda....y da un tufo derechista a tu Periódico que resulta imposible leerlo. Nunca dices nada así contra el PP.
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