Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 jun 2017

Figuras retóricas................................................Juan José Millás..

COLUMNISTAS-REDONDOS_JUANJOSEMILLAS
EL SOFÁ, que diría un guionista de TV, es un tema. Un temazo, añadiría su colega. 
Y yo lo corroboro. Solo hay que ver uno fuera de su contexto habitual para advertirlo
. Ocurre algo semejante con los intestinos: que no les prestamos atención ninguna cuando están dentro, pero que nos ponen los pelos de punta cuando los vemos fuera. 
El sofá es el intestino de la casa.
 En él se digieren las judías verdes y se procesan las ideas. 
Lo invades después de comer, preocupado por una obsesión dañina, das una cabezada, y cuando te despiertas la obsesión ha cambiado de cabeza. 
A lo mejor está en la del vecino, que ha dormido la siesta al mismo tiempo que tú y en un sofá idéntico al tuyo, separado tan solo por un frágil tabique de rasilla. 
El sofá es también el lugar sobre el que te dejas caer por la noche cuan largo eres para narcotizarte con la tele antes de irte a la cama. La tele y el sofá están misteriosamente conectados, de manera que aquella casi se enciende sola cuando alguien se derrumba sobre este.
A child eats breakfast in a garbage dump, where hundreds of people live and make a living by recycling waste and making charcoal, in Tondo
Darren Whiteside (Reuters)
 El sofá tiene asimismo algo de cápsula espacial. 
Desde él, sin moverte del sitio, puedes viajar imaginariamente a Marte, a Venus o a la Luna. 
Es quizá lo que hace este niño, que vive con su familia en un conocido vertedero de Manila
 De acuerdo con la información del pie de foto, está desayunando. Significa que se acaba de despertar rodeado de toda esa inmundicia y que se ha subido al sofá para imaginar que vive en una casa. 
Sin saberlo, está realizando una figura retórica que consiste en tomar la parte por el todo.
 Pero no nos engañemos, el “todo” real es una mierda.

Ganarse la vida................................................Rosa Montero

Esta expresión suele hacer referencia a lo económico, pero quizá su significado de verdad sea el de encontrarle un sentido a la existencia. 

COLUMNISTAS-REDONDOS_ROSAMONTERO
CRISTINA BALBÁS es una mujer muy peculiar
Nació hace 29 años en Burgos, pero abandonó su ciudad natal a los 16 y ya no ha vuelto a residir ahí. 
Primero se fue a hacer el bachillerato con una beca en el colegio del Mundo Unido de Hong Kong, lo cual ya es de lo más exótico. 
Después estudió Biología Molecular en la prestigiosa Universidad de Princeton (EE UU) y regresó a España para hacer el doctorado en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas.
 Todo le auguraba una más que prometedora carrera como investigadora, pero se le cruzó el tumulto de la vida: mientras hacía la tesis, fundó con unos compañeros Escuelab, un proyecto social que busca acercar la ciencia a los niños de una manera muy interactiva, “muy parecida a como es en realidad trabajar en un laboratorio”. 
La iniciativa no sólo tuvo una buena acogida sino que además reafirmó en Cristina el convencimiento de que mejorar la cultura científica en nuestro país y fomentar las vocaciones es una necesidad acuciante.
 Y, con pasión y generosidad, decidió “colgar la bata” y dedicarse de lleno a intentar impulsar Escuelab: “Sin quererlo, me convertí en emprendedora social para desconsuelo de mis familiares, que siguen enviándome todas las ofertas del BOE que encuentran con la secreta ilusión de que siente la cabeza y me haga funcionaria”. 

No es un empeño fácil.
 No cuentan con más apoyo que el de su propia pasión y su talento y conseguir que el proyecto sea sostenible roza lo milagroso.
 En 2015 el ministerio les concedió el Premio Nacional de Educación por la promoción de la cultura científica y ahora han ganado el premio Emprende de Unicef por su trabajo con niños con talento en riesgo de vulnerabilidad. 
Quizá gracias a Escuelab logre salir adelante algún genio español, hombre o mujer, que de otro modo hubiera sido aplastado en la infancia por el peso abrumador del desamparo social y la pobreza.

No cuentan con más apoyo que el de su propia pasión y su talento y conseguir que el proyecto sea sostenible roza lo milagroso
Para no depender de apoyos externos han fundado una empresa social. 
 Piensan invertir todos los beneficios (si es que algún día consiguen tenerlos) en becar a esos chicos inteligentes y vulnerables. Y además acaban de crear un grupo en Teaming (una plataforma solidaria por la cual, de una manera fácil y segura, podemos donar un euro al mes a una causa), para sacar fondos y llevar a niños sin recursos a sus campamentos de verano; para colaborar, googlea “Escuelab Teaming” y sigue las instrucciones.
Produce vértigo pensar en lo complicado que debe de ser hacer lo que están haciendo estos guerreros de la ciencia: tantos números que tendrán que cuadrar, tantas horas de trabajo que meter, tantos sacrificios que asumir.
 “Pero el trabajo con niños es muy gratificante y nos sigue moviendo el intentar enseñar de una manera diferente y mostrar la ciencia como es, una apasionante carrera de obstáculos para comprender mejor el mundo que nos rodea y mejorar un poquito la vida de las personas”.
Los humanos somos juguetes del azar. 
No tenemos ningún control sobre lo que nos sucede, empezando por el cuerpo, la familia, la sociedad que nos han tocado para vivir. Pero sí podemos decidir cómo reaccionamos ante lo que nos sucede.
 Siempre hay un margen de elección, aunque sea ínfimo; y en esa decisión nos labramos nuestro destino. 
“Sin quererlo, me convertí en emprendedora social”, dice Cristina Balbás, pero no es cierto; es queriendo y haciendo cien pequeñas elecciones cada día como vamos dibujando nuestro camino.
Decisiones generosas, estoicas, empáticas, que no sólo has de pagar con carencias materiales, es decir, con más precariedad económica y laboral, sino también, en este caso, con una renuncia que ha tenido que ser dolorosa, porque no me cabe la menor duda de que a Cristina le fascina la investigación. 
Qué extraordinario que, teniendo la posibilidad de un brillante futuro científico, des la espalda a esa apasionante aventura individual para volcarte y de algún modo borrarte en la acción colectiva.
 En fin, hablamos a menudo de la importancia de ganarse la vida y nos referimos siempre a lo económico. 
Pero no tenemos más que una existencia y, como nos demuestran Cristina y sus socios, quienes se ganan la vida de verdad son aquellos que logran encontrarle un sentido. 

Andanadas contra el diccionario.........................Javier Marías

La Real Academia Española recibe peticiones de supresión de acepciones o términos en su ‘Diccionario’, pero carece de potestad para prohibir nada.

EN LA REAL Academia Española hay de vez en cuando algún pleno soporífero, pero en las comisiones —divididas en grupos de ocho o nueve académicos, y donde más se trabaja con las palabras—nos divertimos mucho, en contra de lo que cree la mayoría de la gente. 
 Ahí se encuentra uno con la tarea y la dificultad de definir un término, de mejorar o matizar esa definición, de añadir algo nuevo o que extrañamente se nos había escapado; de calibrar si un vocablo está lo bastante arraigado para incorporarlo al Diccionario, por supuesto de atender las peticiones de instituciones y particulares, hay legión de ellas.
 Pero he de confesar que la mayor fuente de diversión (y de desesperación también) son las quejas y protestas, que rebasan todo lo imaginable.
 Lo curioso —y de esto ya he hablado en otras ocasiones— es el carácter intolerante y censor de la mayoría: su objetivo final suele ser que el DLE (ahora se llama así lo que se llamaba DRAE) suprima sin más, por las bravas, tal acepción o término, como si con eso fuera a desaparecer su uso.
 Lo he explicado en esta columna, pero mucha gente no se entera o no se quiere enterar o hace caso omiso, así que hay que insistir infatigablemente: la RAE carece de potestad para prohibir nada.
 Es un mero registro neutral de lo que los hablantes dicen y escriben, o han dicho y escrito en el pasado.
 En época de Franco sí había censura (impuesta), y no figuraban en el Diccionario los tacos ni las palabras malsonantes u “obscenas”.
Por fortuna esa época pasó a la historia, y hoy nos parecería inaceptable no encontrar en el DLE “follar”, “felación”, “polla” y cosas por el estilo. 
Sin embargo nuestra sociedad está llena de franquistoides, sólo que su pretensión es la cancelación de lo que a cada cual le molesta u ofende. 
Ya he hablado aquí de las quejas contra acepciones de uso corriente como “autista”, “cáncer”, etc. Me ocupé de la expresión “sexo débil”, que recientemente millares de firmas han querido extirpar del Diccionario
 Se le puede poner una marca de “despectiva”, “peyorativa” o “desusada”, pero no puede ni debe extirparse, porque se halla en numerosos textos, incluidos los de feministas pioneras como Emilia Pardo Bazán, y un lector o un traductor a otra lengua han de encontrar su significado en el DLE, lo mismo que el de “judiada” —que está en Quevedo, entre otros—, por mencionar una palabra especialmente desagradable y “condenable”.
 Qué quieren, si los hablantes —cuya libertad siempre ha de respetarse— la han utilizado o la utilizan aún si les da la gana. 
 
Ya digo, la Academia no es quién para prohibir, expulsar, censurar ni suprimir nada.
 Pero lo cierto es que los inquisidores actuales desean versiones expurgadas del Diccionario 
. Imagínense si se les obedeciera: unos lo querrían limpio de obscenidades y palabrotas, otros de sacrilegios e irreverencias, otros de machismos y “sexismos”, otros de términos como “tullido” o “lisiado”. 
Otros de “gordo” y “chaparro”, no digamos de “enano” y “gigante”. Otros de “ciego”, “sordo” y “cojo”. 
 Muy completo y muy útil iba a quedar el DLE si se hiciera caso a todas las exigencias quisquillosas.
Sin embargo nuestra sociedad está llena de franquistoides, sólo que su pretensión es la cancelación de lo que a cada cual le molesta u ofende
Hace unas semanas me divertí, lo reconozco.
 “Ahora tenemos las protestas de los panaderos”, nos informó un compañero. “¿De los panaderos?”, pregunté estupefacto. “¿Qué les pasa?” “Quieren que se suprima el dicho ‘Pan con pan, comida de tontos’, que además, como la mayoría de refranes y dichos, ni siquiera aparece en el Diccionario”, me contestaron. 
“No entiendo”, repuse, “a no ser que eso sea lo que coman los panaderos, y lo dudo.Y si no figura, ¿qué piden, que lo metamos para enfadarse y exigir que lo quitemos?”
 (Ojo: digo “los panaderos” pero no sé si era una agrupación de ellos o unos cuantos, no se me vaya a soliviantar ahora el gremio entero, al que profeso agradecimiento y respeto.)
 Pero claro, si nos ponemos en este plan hipersusceptible, supongo que los fruteros querrán suprimir la expresión “manzana podrida”, los gaiteros “soplagaitas” (creo que ya ha habido intentonas), los bomberos “ideas de bombero”, los barqueros “verdades del barquero” (quedan como impertinentes), los porqueros la frase “la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero” (la verán como el colmo del desprecio), los fabricantes de sopas “sopa boba”, las putas los derivados negativos (“hijoputa”, “putear”, “putada”), los labradores “más bruto que un arado”, los perros “hijo de perra” y “perrería”, los zorros una acepción de “zorra”, los noctámbulos el proverbio “A quien madruga Dios lo ayuda”, los curas “vivir como un cura” y así hasta el infinito.
 ¿Tan difícil es entender en qué consiste un diccionario? ¿Que lo más que se puede permitir es advertir, orientar y desaconsejar, pero nunca, nunca, suprimir ni censurar ni prohibir? 
¿Tan difícil le resulta a la sociedad actual aceptar que los hablantes son libres y que son ellos quienes conforman la lengua? La Academia no juzga. Se limita a tomar nota.
No solo eso sino que además Fija y da explendor...AHHH!!! y Limpia.....Nunca supe que es lo que limpia, creo que la Rae, se queda obsoleta, fijo que no hay palabras como Wasapera por ejemplo, o Retwuit aunque muchos acádemicos Twiteen.....Ese verbo aparece en el Diccionario de ustedes? O Dioses del Olimpo que no ven la realidad......saben que es "Margullar" porque está casi en desuso y los propios canarios ya no la usan, En Fin..... Javier Marías

10 jun 2017

Sabina vuelve emocionado a los cerros de Úbeda


El cantautor, que lucía entre melancólico y gozoso, actúa en su pueblo natal ante más de 8.000 paisanos.


Joaquín Sabina, durante su concierto en Úbeda.
Joaquín Sabina, durante su concierto en Úbeda. EFE



Estaba emocionadísimo y no consta si quería, pero desde luego no podía disimularlo.
 Le temblaban las manos, anillados el corazón y el anular de diestra y siniestra con gruesos aros de plata, agarrando el micro como quien ase una toma de tierra para no morir del calambrazo y sentándose largos ratos “por consejo geriátrico” para mitigar la flojera de canillas.
Ni cinco minutos más joven ni tres afeites más guapo ni dos trucos más listo. Joaquín Sabina ni quiso ni pudo parecer ni más ni menos que quien es ahora en su regreso a la escena después de dos años de ausencia.
 Lo hizo en Úbeda, su pueblo, bajo una luna llenísima y a los pies de los cerros donde dicen que se perdió con su amada un cruzado enamorado que retrasó por tal lance una batalla de la Reconquista. A él no le hizo falta reconquistar ningún territorio. 
Tenía el papel vendido, y el público comprado, desde hace meses y generaciones, respectivamente. Así, las cartas bocarriba, la noche fue un idilio.
“No es fácil volver a estas alturas a los paisajes, los olores y los sabores de la infancia.
 Esto me pone un nudo en la garganta, que es con lo que uno hace que canta.
 Y me he puesto el traje de los domingos para estar a la altura”, dijo el paisano Joaquín.
 El “hermano de Paco y Mari Carmen y el tío y tío abuelo de su cada vez más numerosa reata de hijos y nietos”, a quienes dedicó el concierto. 
Acicalado a su estilo con un terno violeta que le hacía cinturita y un par de bombines blanco y negro calados sucesivamente hasta el ceño, confesó Sabina que viene de cuando en cuando de tapadillo a su pueblo camino a o de vuelta de Sevilla, y se sienta en la plaza a llorar por los ausentes.
 Leonard Cohen, J. J. Cale, Javier Krahe, Gabriel García Márquez y otros referentes y amigos que le van faltando alrededor. 
“No es fácil volver a estas alturas a los paisajes, los olores y los sabores de la infancia.
 Esto me pone un nudo en la garganta, que es con lo que uno hace que canta. 
Y me he puesto el traje de los domingos para estar a la altura”, dijo el paisano Joaquín.
 El “hermano de Paco y Mari Carmen y el tío y tío abuelo de su cada vez más numerosa reata de hijos y nietos”, a quienes dedicó el concierto.
 Acicalado a su estilo con un terno violeta que le hacía cinturita y un par de bombines blanco y negro calados sucesivamente hasta el ceño, confesó Sabina que viene de cuando en cuando de tapadillo a su pueblo camino a o de vuelta de Sevilla, y se sienta en la plaza a llorar por los ausentes. Leonard Cohen, J. J. Cale, Javier Krahe, Gabriel García Márquez y otros referentes y amigos que le van faltando alrededor.
 Sus paisanos, 8.000 localidades en un municipio de 35.000 tomaron nota por ver si la próxima vez lo trincan.
A la vez melancólico y gozoso.
 Así lucía Sabina. 
Así, a secas. Como la rúbrica manuscrita en rojo rabioso sobre negro absoluto, la ese como una víbora flaca, el punto insolente sobre la i enhiesta, de la firma del artista que presidía el escenario. Muy consciente de sus años, 69 -“En el pop la vejez es tabú, ni siquiera a mí me gusta que me hablen de envejecer”-, pero sin renunciar a la sana costumbre de reírse de todas las sombras, empezando por la suya.
 “Aquí tenemos a mi núcleo duro, que es lo único que les queda duro a estas alturas”, dijo para presentar a Antonio García de Diego y Pancho Varona, su “familia verdadera” y sus escuderos desde hace 35 años.