Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

2 jun 2017

El arte desnudo de Mario Testino............................ Enrique Müller

El fotógrafo expone en el museo Helmut Newton de Berlín imágenes gigantes de hombres y mujeres sin ropa.

James Gooding y Donovan Leitch, en Los Ángeles, en 1999.
James Gooding y Donovan Leitch, en Los Ángeles, en 1999.
Paredes tapizadas con fotografías gigantes que muestran la belleza de hombres y mujeres, la mayoría sin ropa o con vestimentas que dejan traslucir la perfección del cuerpo humano.
 Así es la exposición en el museo de fotografía Helmut Newton de Berlín, donde se puede disfrutar de la genialidad de Mario Testino, uno de los fotógrafos más afamados, que muestra 50 retratos en una colección que recibió el nombre de Undressed. 
 La exposición, que abrirá sus puertas mañana, 3 de junio, podrá visitarse hasta el próximo 19 de noviembre.
La fiesta visual que ofrece el museo es singular.
 Los retratos gigantes de Testino que cubren las paredes de tres salas del museo, muestran hombres y mujeres que lucen sus cuerpos de forma desenfadada, un experimento para intentar analizar la transición de la moda hacia el erotismo y la anatomía humana en la frontera con la pornografía.
 Las fotos tienen la magia de enseñar al público que la desnudez humana sigue siendo un arte siglo tras siglo. 
Testino muestra que la fotografía inspirada en la moda tiene un espacio que permite copiar las obras de arte en cuerpos humanos.
La muestra del Helmut Newton extrae de la sexualidad entre hombres y mujeres y entre parejas homosexuales un aura mágica que evita lo cotidiano e invita a soñar.
 Las fotos de Testino convierten además al espectador en un voyeur cómplice de un gran fotógrafo.
La iniciativa está acompañada por otra exposición del propio Helmut Newton, titulada Unseen, una selección de imágenes que en su mayoría nunca habían sido expuestas en galerías o museos. Newton, gran inquisidor de la belleza femenina y que siempre mostraba a sus modelos en poses lascivas o en ambiguas sesiones casi masoquistas, combinaba la desnudez y la moda en forma sutil y, al igual que Testino, buscaba transformar al público en voyeur. La serie de fotos de distinto formato que se puede contemplar en el museo, realizada a lo largo de cinco décadas, subraya también el cambio de rol de la mujer en la sociedad occidental y su elegancia sin tiempo.
Una tercera muestra del museo recoge la afición de Jean Pegozzi por la fotografía. 
Este empresario multimillonario y coleccionista de arte africano es quizás el anfitrión más famoso de Cap d’Antibes, en la Costa Azul, donde posee una villa que heredó de su padre.
 A sus famosas fiestas acuden estrellas del cine y de la música que se dejan retratar por el anfitrión.
 Aunque el oficio de Pegozzi no tiene nada que ver con Testino y Newton, durante años se ha dedicado a retratar a sus invitados en sus célebres fiestas en la piscina.

 

Los Obama se compran una casa de 8,1 millones

Un portavoz del expresidente asegura que es una buena inversión ya que la familia permanecerá en Washington al menos dos años.

 

Los Obama en la Casa Blanca, en 2011.
Los Obama en la Casa Blanca, en 2011. Getty Images
 
Barack Obama y su esposa Michelle se han comprado la casa en la que vivían alquilados desde que abandonaron la Casa Blanca, situada en el barrio de Kalorama Heighs, al noroeste de Washington. por 8,1 millones de dólares, según ha informado el Chicago Sun Times
El inmueble tiene nueve habitaciones y ocho cuartos de baño.
 En esta zona ya vivieron otros expresidentes como Franklin D. Roosevelt o Woodrow Wilson, entre otros.

"Teniendo en cuenta que el presidente y la señora Obama estarán en Washington durante, al menos, dos años y medio más, tenía sentido para ellos que comprasen la casa y convertirla en su hogar en vez de seguir alquilándola", ha detallado el portavoz de Obama, Kevin Lewis al citado diario.
La vivenda, de 2.500 metros cuadrados, está ubicada en el barrio de Kalorama, en Washington.
 En un primer momento fue vendida por cerca de 5,5 millones de dólares al exsecretario de prensa de la Casa Blanca, Joe Lockhart, y su esposa, en el 2014.
Barack Obama jugando al golf en St Andrews, Escocia.
Barack Obama jugando al golf en St Andrews, Escocia. Getty Images
El matrimonio Obama ha decidido seguir viviendo en Washington una vez abandonaron la Casa Blanca, hasta que su hija Sasha termine secundaria en el colegio.
 Una vez finalizado el curso continuará sus estudios en la escuela Sidwell Friends, en la que ingresará el próximo otoño
Barack, que no ha abandonado su agenda profesional, compagina sus visitas oficiales, conferencias y encuentros con sus partidas de golf y escapadas a Palm Springs, en el sur de California, uno de los lugares de descanso y desconexión favoritos de los Obama.
Lo que todavía tiene pendiente el expresidente es ponerse al volante de un coche, pues según ha declarado su jefa de gabinete, Anita Breckenridg, Barack aún no puede conducir y no lo hará por un tiempo.
 
 

Jose Coronado vuelve al trabajo: “No sé estar sentado”

El actor, tras sufrir un infarto, empieza el rodaje de su nueva serie con unos nuevos hábitos de vida y da gracias por no haberse ido "al otro barrio".

El actor José Coronado, el jueves en la presentación del rodaje de la serie 'Gigantes'. 
El actor José Coronado, el jueves en la presentación del rodaje de la serie 'Gigantes'. EFE

 Desde que el pasado 18 de abril abandonara el hospital tras sufrir un infarto, a Jose Coronado no se le había visto en eventos, celebraciones o estrenos.

 Hasta este jueves, cuando en la presentación de su nuevo proyecto hizo sus primeras declaraciones públicas tras su paso por el hospital.

 "Me siento un privilegiado de que me hayan dado este aviso y no me haya ido al otro barrio", dijo el intérprete a la agencia Efe durante la presentación del rodaje de la nueva serie de Movistar+, Gigantes, dirigida por Enrique Urbizu.

A la pregunta de si aquel susto para su salud le ha hecho tomarse su faceta laboral de manera más relajada, el artista ha señalado que a él, lejos de provocarle estrés, el trabajo le “da la vida". 

En su día a día, eso sí, ha comenzado a cuidarse más: ha dejado de fumar, ha empezado a hacer deporte y ha mejorado su alimentación. 

"No sé estar sentado, tengo que estar donde me gusta", dijo Coronado, que calificó como "una suerte" la llamada que recibió para integrarse en el reparto de esta nueva serie. 

El director Enrique Urbizu y el actor José Coronado, en la presentación de la serie 'Gigantes'.
El director Enrique Urbizu y el actor José Coronado, en la presentación de la serie 'Gigantes'. EFE
Coronado, de 59 años, fue hospitalizado el 15 de abril por sufrir un infarto cuando se encontraba en su domicilio en Madrid. 
Allí se desplazó una ambulancia del SUMMA que le trasladó al hospital madrileño de La Princesa, donde al día siguiente fue intervenido para solucionar el problema que había producido el fallo cardiaco.
Tras recibir el alta tres días después, abandonó el hospital muy sonriente y saludando a los medios de comunicación que aguardaban su salida.
 Una vez instalado de nuevo en su domicilio, el intérprete escribió varios mensajes en su Twitter en los que dio las gracias tanto al hospital y al SUMMA como a la prensa que estuvo pendiente de su evolución.
Muchos fueron los mensajes de ánimo y apoyo que recibió el actor de sus compañeros de profesión, como el de Antonio Banderas, que poco después de enterarse de la noticia escribió a su colega también a través de su cuenta de Twitter. "Ánimo Jose. Comprenderlo, hacer lo indicado y comenzar a caminar de nuevo", le aconsejaba el actor malagueño que a finales de enero también sufrió un infarto y como consecuencia de ello le implantaron tres stend.
Después de unos días de descanso, Coronado ha retomado su vida laboral, aunque con más calma, compaginando series de televisión, cine y teatro.
 En su día a día sigue acompañado por su hijo Nicolás, también actor, nacido de su relación con Paola Dominguín Bosé, y que vive con él. 
El actor es, además, padre de una niña, Candela, fruto de su noviazgo con la cantante Mónica Molina. 

Mira que te lo tengo dicho..................... Por JUAN CRUZ

La (mala) costumbre de leer con un solo ojo.

Cada vez es más difícil entablar una discusión con argumentos para convencer al otro. El pescado ya está vendido.

 
 
Periódicos extranjeros, británicos y estadounidenses: 'Financial Times', 'Herald Tribune' y 'The Wall Street Journal', en un quiosco de prensa de Madrid.
Periódicos extranjeros, británicos y estadounidenses: 'Financial Times', 'Herald Tribune' y 'The Wall Street Journal', en un quiosco de prensa de Madrid.
Hay lectores de un solo ojo.
 Guillermo Cabrera Infante contaba la historia de un pariente que, al tener que decir qué había leído Guerra y paz, la imponente novela de Tolstoi, confesaba: “Solo me he leído los capítulos de paz”. 
Claro, había acabado pronto, y en paz.
 Woody Allen resumió esa lectura de la misma novela con más desparpajo: “¿Guerra y paz? Sé que va de Rusia”.
Y hay lectores de dos ojos: leen un lado y otro de la trama, se hacen una idea global, no se quedan solo con Paz o con Guerra, o con Rusia.
 Ven los dos espectros del suceso, y salen del libro habiendo discutido.
  Con los periódicos debería pasar lo mismo: lo lees, discutes con él, y te vas a seguir buscando tus propios argumentos.
 Si siempre estuvieras de acuerdo con lo que lees vete al oculista. Es posible que estés leyendo con un ojo solo.

Como consecuencia de la intromisión de las redes sociales en el gusto e incluso en las ideas o en las ideologías, ahora se levanta el dedo muy pronto, para decir sí o para decir no.
 Y si es que no, o cae el libro o cae el periódico. 
Como en el circo romano. ¿Qué ha dicho X? ¡Condenado! ¿Qué ha dicho Y? ¡Es de los nuestros!
Las redes sociales, lo advertía Nicholas Carr en su imprescindible libro Qué está haciendo Internet con nuestras mentes, nos han acostumbrado a recibir por un solo ojo, por un solo oído y por un único gusto lo más sobresaliente de lo que pasa, de lo que se cuenta o de lo que se opina.
 Leer con una idea fija y preconcebida, qué placer para el entendimiento… del ojo único.
Decía Arthur Miller (y lo recuerda con frecuencia Javier Moreno, exdirector de este periódico) que un diario es una nación discutiendo consigo misma. 
 El autor de Las brujas de Salem hablaba de otros tiempos: a juzgar por lo que sucede ahora, un periódico, cualquier medio, tendría que ser una nación de acuerdo consigo misma.
 O eso es lo que parecen haber sido conducidos los oyentes, los televidentes, los lectores de periódicos.
No parece estar ahora el terreno para jugar mirando a los lados. 
Por la propia configuración de la red, e incluso por su nomenclatura más habitual, desde los emoticonos a la propia fraseología, se está de acuerdo o en desacuerdo como principio y fin de la discusión.
 Es decir, no hay discusión: o dices lo que el otro espera escuchar, o leer, o cierra el pico.
 Estamos para el aplauso; la oveja negra vive, durmiendo, en una novela de Monterroso. 
Ahora las ovejas o son blancas, o rojas, o azules, o no hay nada que hacer.
 Para dormir, mejor ovejas iguales.
Eso tiene un efecto en el que escribe, periodista o comentarista, arrojado a la necesidad de enfrentarse a una comunidad que no discute sino que repudia o jalea.
  Que te repudia o que te jalea. 
Aquí Bertrand Russell o Miguel de Unamuno estarían en el infierno, comidos por los leones del circo.
 En un lado está el disgusto y en el otro está el enfrentamiento, o la melancolía del esfuerzo inútil. 
¿Para qué razonar, en un sentido o en otro, si ya está el pescado vendido, o podrido? ¿Si ya nadie se convence con un argumento o su contrario? ¿Si ya sabemos cómo sigue la historia, para qué argumentar sobre la historia?

Ocurre en la opinión, sobre todo; el razonamiento, o la exigencia del razonamiento, pasa a mejor vida a manos de la exigencia más habitual: que solo se jalee a favor, que se construya, en torno al pensamiento único, la apariencia de la discusión, pero que esta no exista.
 Ocurre con la relación que se ha establecido, en esta era de dedos que van a favor o en contra, sin términos medios, con los medios. Esta es mi emisora, este es mi periódico, este es mi programa. Donde se dice lo que quiero escuchar, lo que quiero leer.
 Lo que quiero querer, lo que prefiero odiar.
Rafael Azcona contaba en sus charlas del tiempo antes de Twitter lo que le pasaba a un amigo suyo que acompañaba a su hermano, un muchacho, a las sobremesas bohemias de la posguerra. De pronto había silencio.
 Y el muchacho gritaba: “¡Discutan, que me estoy aburriendo!” Ahora se discute para que el otro deje de exponer su razonamiento. Y el silencio que sigue, un día nos pasará factura. 
Alguien gritará que se está aburriendo. Yo ya empiezo a gritarlo.