Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

17 may 2017

María Teresa Campos permanece ingresada en la unidad de ictus

La presentadora se encuentra en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid "consciente y clínica y hemodinámicamente estable". Ha pedido que no se informe del estado de salud a su pareja, Bigote Arrocet.

La periodista María Teresa Campos, de 75 años, fue ingresada este martes en la unidad de ictus de un hospital de Madrid, afectada de una isquemia cerebral (falta de flujo sanguíneo en el cerebro), según informó el programa de televisión Sálvame. Está previsto realizarle un escáner a alrededor de las 14.00 de hoy para evaluar el alcance del daño cerebral, momento a partir del cual el cuadro médico que la atiende emitirá un nuevo parte sobre el estado de salud de la presentadora.

Campos que se encontró mal en su domicilio de Madrid y desde allí fue trasladada a la Fundación Jiménez Díaz, acompañada por sus dos hijas, Carmen Borrego y Terelu Campos.

 En los primero momentos David Valldeperas, director de Sálvame fue quien dijo en antena: “Ha tenido este pequeño susto y está bajo cuidados médicos”.

 Posteriormente sus hijas aseguraron que su madre está "tranquila" y que las próximas horas serán cruciales para ver la evolución de la paciente.

 La periodista ha pedido que no se informe de su estado a su pareja Edmundo Bigote Arrocet, que se encuentra en una isla de Honduras participando como concursante en Supervientes. .

La presentadora se encuentra "consciente y clínica y hemodinámicamente estable", como se refleja en el primer comunicado de la Fundación Jiménez Díaz difundido en el programa de televisión de Telecinco, cadena en la que hasta hace poco María Teresa Campos tenía un programa los sábados por la tarde. 
 La misma cadena en la que ella y su familia protagonizaron su propio reality show.
Carmen Borrego, la hija de María Teresa Campos, ha explicado en la misma cadena que su madre se sintió mareada por la mañana. Tras perder la visión de un ojo, decidieron trasladarla al hospital.  "Ella lo está llevando mejor de lo que esperábamos", ha afirmado. "Está tranquila, creo que del mismo pánico que le entra quiere que todos nos riamos, para quitarle importancia".
 La presentadora permanece ingresada en vigilancia intensiva.

La periodista María Teresa Campos, de 75 años, fue ingresada este martes en la unidad de ictus de un hospital de Madrid, afectada de una isquemia cerebral (falta de flujo sanguíneo en el cerebro), según informó el programa de televisión Sálvame. Está previsto realizarle un escáner a alrededor de las 14.00 de hoy para evaluar el alcance del daño cerebral, momento a partir del cual el cuadro médico que la atiende emitirá un nuevo parte sobre el estado de salud de la presentadora.
Campos que se encontró mal en su domicilio de Madrid y desde allí fue trasladada a la Fundación Jiménez Díaz, acompañada por sus dos hijas, Carmen Borrego y Terelu Campos. En los primero momentos David Valldeperas, director de Sálvame fue quien dijo en antena: “Ha tenido este pequeño susto y está bajo cuidados médicos”. Posteriormente sus hijas aseguraron que su madre está "tranquila" y que las próximas horas serán cruciales para ver la evolución de la paciente. La periodista ha pedido que no se informe de su estado a su pareja Edmundo Bigote Arrocet, que se encuentra en una isla de Honduras participando como concursante en Supervientes. .

María Teresa Campos despidió el pasado 1 de abril el programa ¡Qué tiempo tan feliz! tras 660 ediciones.
 Solo dos semanas después, tras todo tipo de especulaciones sobre los motivos de la desaparición en antena de este espacio, Telecinco comunicó que había firmado un contrato de larga duración con Teresa Campos, aunque no especificó en qué tipo de nuevos proyectos se embarcarían, pero sí su firme decisión de contar con ella para el futuro:
 "Este acuerdo permitirá a la periodista seguir vinculada al grupo con nuevos proyectos", dijo Mediaset.
En las últimas semanas la presentadora también ha sido noticia por la participación de su pareja, el humorista Edmundo Bigote Arrocet, en el reality show Supervivientes emitido también por Telecinco, una idea que no fue muy de su agrado. 
Las normas del programa establecen que sus participantes deben permanecer aislados de cualquier noticia del exterior y por tanto Arrocet no se enterará de la noticia, salvo que le sea comunicada de forma excepcional para que pueda decidir si quiere continuar en el concurso o regresar a España para acompañar a su pareja en estos delicados momentos, algo que dependerá casi con seguridad de la evolución de la periodista.

Antes de que Arrocet se marchase a la isla, la pareja estuvo grabando un disco que esperan poner a la venta para la próxima Navidad.
 La periodista lleva muy mal las críticas, pero tras saltar a los titulares por esta relación, en los últimos meses ha estado en el ojo del huracán por el programa Las Campos, un espacio que se ha adentrado en su vida diaria y en la de sus hijas.
Los últimos años no han sido muy halagüeños para Teresa Campos en el campo de la salud.
 En junio de 2016 ingresó en el hospital de Málaga aquejada de un fuerte dolor abdominal.
 Las primeras exploraciones apuntaron a piedras en el riñón, pero finalmente el lunes 13 de junio tuvo que someterse a una intervención por lamparoscopia para extirparle la vesícula.
 Esta no ha sido la única operación que le han practicado.
 En 1998 le detectaron unos nódulos en la garganta que finalmente fueron diagnosticados como un cáncer en estado uno que fue cogido a tiempo.
Precisamente el cáncer ha sido la espada de Damocles que ha perseguido a la familia Campos.
 Las dos hijas, Carmen Borrego y Terelu Campos, han padecido cáncer de útero y de mama respectivamente.
 Y el golpe más duro le llegó a la periodista con la repentina muerte de su hermana Araceli que falleció en agosto de 2015, a los 58 años, también a causa de un cáncer de mama. 

En Telecinco, María Teresa Campos ha estado al frente de programas como Día a día (1996-2004), El laberinto de la memoria (2007), La mirada crítica (2008-2009) y, más recientemente, ¡Qué tiempo tan feliz!, formato que desde su estreno en 2009 ha acompañado a la audiencia de los fines de semana con entrevistas a personajes míticos de la música y la interpretación y a artistas nacionales e internacionales que han presentado en el programa sus últimos trabajos.
La periodista no ha querido nunca hablar del momento de su retirada. 
En una entrevista con EL PAÍS aseguró que el trabajo era su vida y que si lo dejaba temía lo peor.


 

La reencarnación del niño poeta......................... Elsa Fernández-Santos

La publicación de la obra completa de Félix Francisco Casanova, muerto en 1976 a los 19 años, pone en valor un talento que sigue fascinando por su exuberancia.

La reencarnación del niño poeta 
Félix Francisco Casanova (La Palma, 1956-Tenerife, 1976) solo ambicionaba coleccionar discos, pero entre canciones, escribía, asombrando con su precoz torrente poético a todo el que lo descubría. 
Primero a su propio padre, el dentista y poeta Félix Casanova de Ayala, quien le enseñó a jugar con palabras; después, a sus profesores y conocidos; y más tarde, pese a la distancia cultural y geográfica, a un grupo de jóvenes vascos que adivinaron su talento en los márgenes de la revista Disco Express.
Le llamaron el nuevo Rimbaud, nunca una muerte fue tan injusta, aunque todas lo son. Félix Casanova era un muchacho bellisimo, se fue tan pronto que mos quedamos aterrados y sin creerlo.
Se barajó si su muerte fue casual o no, pero eso hace acrecentar la duda.
Escribía y cantaba, componía, justo el murió cuando me tenía que ir de las Islas, un tio suyo que escribió un precioso artículo sobre él recuerda que hubiera preferido un concierto de rock. Nadie se imajinaba que se iba a marchar tan pronto.
Detectaron en su aura mesiánica, de hermoso niño iluminado, el reflejo de sus propios anhelos juveniles.
 Cuarenta años después de su muerte a los 19 años —Casanova cayó desplomado en la ducha como consecuencia de un escape de gas, un accidente sobre el que planea la duda del suicidio—, su obra conforma una isla dentro de la literatura española, tan insondable y magnética como la propia isla atlántica que lo vio nacer y crecer.
La publicación de su obra completa a cargo de Demipage (editorial madrileña que en 2010 rescató del olvido El don de Vorace, única novela del malogrado autor) viene apadrinada por el novelista Fernando Aramburu, que firma el prólogo, y por el poeta y crítico Francisco Javier Irazoqui, a cargo de la edición.
 La historia se remonta a cuando los dos escritores vascos, pertenecientes al grupo posdadaísta CLOC de Arte y Desarte, quedaron fascinados por aquella voz lejana: “Irazoki fue, desde su caserío de Lesaka, en Navarra, quien me puso al corriente. Encontramos en Casanova un alma gemela
. Quizá sería más justo decir un modelo”, escribe Aramburu en el volumen.
 Para Irazoki, que ahora reside en París, aquel arrebato juvenil se ha mantenido milagrosamente vivo: 
 “El impacto no ha envejecido”, asegura, “y se expande en otros países.
 Casanova ya ha sido editado en Francia, Alemania, Turquía.
 A Francia llegó con la etiqueta del ‘Rimbaud hispano’, algo que puso en guardia a los críticos.
 El humor francés se evapora si infliges el menor daño a su santoral poético.
 Sin embargo, los reseñistas agacharon su orgullo, celebraron los méritos de El don de Vorace, le dedicaron los elogios máximos”.

 Casanova escribió esa novela en apenas 40 días con 17 años.
 Un texto febril, cargado de ensoñaciones y obsesiones que es imposible no asociar a su malogrado destino: “Me muevo ágilmente como un potro salvaje con las crines mojadas por la lluvia.
 Me encamino al gran río. El frío penetra en mis huesos como cirios. 
Toco el agua y en agua me convierto”, escribe.
 “Él rompe en añicos el tópico literario que niega a los jóvenes la capacidad de crear novelas valiosas. 
Demuestra que ese dogma es irrisorio frente a su talento”, afirma Irazoki.
 Pero es en la poesía donde su estilo florece: “Con tan escaso tiempo de vida quemó rápidamente varias etapas artísticas. 
Puede ser el más refinado de los poetas japoneses.
 A menudo salta de lo exquisito a la ironía inesperada.
 O nos sacude con una ráfaga de hondura y desgarro. Nunca cae en la convención.
 En mi opinión, en tres poemarios (La memoria olvidada, Una maleta llena de hojas y Agua negra) alcanza gran altura artística. En ellos prescinde de su capacidad para la exuberancia de imágenes y la sorpresa, consigue la depuración formal y nos ofrece textos muy profundos”. 
Pese a compartir esta admiración, el crítico canario Jorge Rodríguez Padrón se muestra receloso con el encumbramiento de la obra de Félix Francisco Casanova, para él un gran proyecto frustrado. 
“Es un embrión. Una magnífica promesa. Pero 19 años no dan para más”, asegura.

Félix Francisco Casanova y su padre en el metro de París.
Félix Francisco Casanova y su padre en el metro de París.
Lo cierto es que, en vida, Casanova disfrutó del eco que provocaba su escritura. 
El propio Rodríguez Padrón formó parte del jurado que en diciembre de 1973, recién cumplidos sus 17 años, concedió a Casanova el Premio Julio Tovar por El invernadero, su primer poemario. 
 Éxitos que el escritor vivió sin darse importancia. “Acabo de ganar el Pérez Armas”, escribe en sus diarios, “¡estupendo! 
El dichoso Bernardo Vorace Martín me ha dado una gran alegría: 125.000 calas.
 Tengo música para rato”.
 El joven prodigio sin resabio reunió elementos suficientes para embalsamar su recuerdo.
 En las fotografías que le hizo su hermano pequeño, José Bernardo, se reconoce esa aura melancólica, con filtro setentero, casi irreal. Canarias, lejos de la Península para lo bueno y lo malo, tuvo su primavera propia y todo, desde los vaqueros americanos a la vida en cámara lenta, hacía de las islas un mundo aparte.
 Casanova no era ajeno a esa belleza atemporal.
 Alto, delgado y pálido, guardaba un parecido más que razonable a la triste figura del músico británico Nick Drake, otra hermosa isla devorada por el agua. 
Reservado, “pero hablador”, recuerda su hermano, poseía la luz de su madre. 
“Como ella, era un foco de atracción para todo el mundo. La gente venía a casa a verle a él, jóvenes, viejos, de todas las edades”. Tocaba la guitarra eléctrica, tenía un grupo, Hovno (mierda, en checo), y destacaba porque además poseía una cualidad desafiante. En la mayoría de las fotos que le sobreviven algo sustancial parece quedarse siempre fuera del encuadre.
Es difícil entender a Félix Francisco Casanova sin la figura de su padre.
 Ambos mantuvieron un intenso diálogo literario que traspasó las barreras de la muerte. 
En el prólogo del libro póstumo Cuello de botella, firmado por ambos, el hijo escribe: “Padre e hijo, poetas con el tiempo, han creído hallar la vena primitiva del viejo arte poético y han comenzado a beberla juntos…
 Y si los tiempos están cambiando, más vale ir con ellos y aún mejor en dúo: las grietas del camino no suelen ser tan anchas como para que en ellas caigan dos aliados a la poesía.
 ¡Ojalá sean éstos, poemas para la reencarnación!”. Prólogo al que el padre, con el hijo ya enterrado, responde:
 “Hijo: la grieta del camino fue apenas ancha, apenas el hueco estricto, absurdamente necesario para tu delgadez… 
Tú, el único poeta al que yo no podía envidiar, aunque me era envidiable, me has dado la respuesta, a tu modo, sobre la marcha, alegremente.
 Sí, ¡ojalá sean éstos, poemas para la reencarnación!”. 

“La influencia fue mutua”, explica Irazoki. “El padre, poeta postista en el Madrid de los años cuarenta, regresó a la vanguardia al ver la potencia creadora de su hijo”. 
El hermano recuerda cómo su padre usaba un balón de baloncesto para marcarles a los dos hijos el ritmo en sus grabaciones de música casera.
 “Los tres conversábamos mucho. Y muchas veces era de poesía, un juego para mi hermano, su forma de jugar desde niño con mi padre.
 Aquello le permitió construir un mundo propio y quizá le dificultó la posibilidad de volver al mundo real”.
Félix Francisco Casanova, de niño, en una foto del álbum familiar.
Félix Francisco Casanova, de niño, en una foto del álbum familiar.
Fue la muerte de la madre, Concepción Martín Díaz, una palmera aficionada al piano cuya belleza todavía se recuerda en la isla, la que sentenció el fuerte vínculo entre padre e hijos. 
Tres años antes de la muerte de Félix Francisco, la madre sufrió un coma que la dejó postrada en la cama de un hospital seis meses. Una experiencia devastadora para los suyos.
 José Bernardo Casanova recuerda el enorme trauma que fue para su hermano contemplar aquella belleza corromperse en silencio. Cuando la entierran, el padre escoge dos versos del hijo poeta como epitafio: 
 “La luz de los ojos de madre / guiará mi balsa serena y abismal”.
“Yo tenía 13 años y mi hermano 16, los que tenía yo cuando él murió.
 Mi padre nos llevó de viaje. Viajamos mucho con él después de aquello.
 Y luego estaban nuestros largos paseos juntos, y el cine. 
Siempre estuvimos muy unidos a él.
 De pequeños nos contaba cuentos para dormir que improvisaba cada noche. No podíamos vivir sin ellos, las aventuras de los piratas Vico y Tato”.
“La literatura fue un refugio”, afirma Jorge Rodríguez Padrón, que conoció a padre e hijo en los setenta en Tenerife. 
“El don de Vorace tiene mucho que ver con la ausencia de la madre.
 El padre había abandonado la escritura, pero recuperó el hilo de la literatura a través del hijo, a quien protegía, cobijaba y animaba a escribir.
 Por desgracia su muerte lo dejó otra vez perdido y desubicado”. Para el crítico hay una corriente que subyace en toda la obra del joven canario: la música progresiva.
 “El suyo no es el ritmo del habla, de la conversación, sino uno sincopado que es el que él tenía en su cabeza constantemente.
 Era el sonido de su música y de su vida”.
Algo que el propio escritor alcanzó a descifrar en su última entrevista:
 “Muchas veces no sé distinguir yo mismo entre lo que he vivido y lo que he soñado.
 Mi vida es rápida, triste y alegre como un larguísimo rock”.

 

María Teresa Campos, ingresada por una isquemia cerebral

La presentadora ha sido trasladada a la Fundación Jiménez Díaz de Madrid y se encuentra "consciente y clínica y hemodinámicamente estable"

Maria Teresa Campos
María Teresa Campos, periodista y presentadora de televisión, en entrevista en los estudios de Telecinco.

 

La periodista María Teresa Campos, de 75 años, ha sido ingresada este martes en un hospital de Madrid, afectada de una isquemia cerebral (falta de flujo sanguíneo en el cerebro), según ha informado el programa de televisión Sálvame.
 Acompañada de sus dos hijas, Carmen Borrego y Terelu Campos, la periodista ha sido trasladada desde su casa de Madrid a la Fundación Jiménez Díaz. “Ha tenido este pequeño susto y está bajo cuidados médicos”, ha transmitido David Valldeperas, director de Sálvame.

La presentadora se encuentra "consciente y clínica y hemodinámicamente estable", como se refleja en el comunicado de la Fundación Jiménez Díaz difundido en el programa de televisión de Telecinco, cadena en la que hasta hace poco María Teresa Campos tenía un programa los sábados por la tarde. 
 La misma cadena en la que ella y su familia protagonizaron su propio reality show.

Carmen Borrego, la hija de María Teresa Campos, ha explicado en la misma cadena que su madre se sintió mareada por la mañana. Tras perder la visión de un ojo, decidieron trasladarla al hospital.  "Ella lo está llevando mejor de lo que esperábamos", ha afirmado. "Está tranquila, creo que del mismo pánico que le entra quiere que todos nos riamos, para quitarle importancia".
 La presentadora permanece ingresada en vigilancia intensiva.
María Teresa Campos despidió el pasado 1 de abril el programa ¡Qué tiempo tan feliz! tras 660 ediciones.
 Solo dos semanas después, tras todo tipo de especulaciones sobre los motivos de la desaparición en antena de este espacio, Telecinco comunicó que había firmado un contrato de larga duración con Teresa Campos, aunque no especificó en qué tipo de nuevos proyectos se embarcarían, pero sí su firme decisión de contar con ella para el futuro: 
"Este acuerdo permitirá a la periodista seguir vinculada al grupo con nuevos proyectos", dijo Mediaset.

En las últimas semanas la presentadora también ha sido noticia por la participación de su pareja, el humorista Edmundo Bigote Arrocet, en el reality show Supervivientes emitido también por Telecinco, una idea que no fue muy de su agrado. 
Las normas del programa establecen que sus participantes deben permanecer aislados de cualquier noticia del exterior y por tanto Arrocet no se enterará de la noticia, salvo que le sea comunicada de forma excepcional para que pueda decidir si quiere continuar en el concurso o regresar a España para acompañar a su pareja en estos delicados momentos, algo que dependerá casi con seguridad de la evolución de la periodista. 

Antes de que Arrocet se marchase a la isla, la pareja estuvo grabando un disco que esperan poner a la venta para la próxima Navidad. 

La periodista lleva muy mal las críticas, pero tras saltar a los titulares por esta relación, en los últimos meses ha estado en el ojo del huracán por el programa Las Campos, un espacio que se ha adentrado en su vida diaria y en la de sus hijas.
De izquierda a derecha: Terelu Campus, María Teresa Campos y Carmen Borrego, en la recepción por el día de la Comunidad de Madrid el 2 de mayo.
De izquierda a derecha: Terelu Campus, María Teresa Campos y Carmen Borrego, en la recepción por el día de la Comunidad de Madrid el 2 de mayo.

Los últimos años no han sido muy halagüeños para Teresa Campos en el campo de la salud. 
En junio de 2016 ingresó en el hospital de Málaga aquejada de un fuerte dolor abdominal.
 Las primeras exploraciones apuntaron a piedras en el riñón, pero finalmente el lunes 13 de junio tuvo que someterse a una intervención por lamparoscopia para extirparle la vesícula.
 Esta no ha sido la única operación que le han practicado.
 En 1998 le detectaron unos nódulos en la garganta que finalmente fueron diagnosticados como un cáncer en estado uno que fue cogido a tiempo.
Precisamente el cáncer ha sido la espada de Damocles que ha perseguido a la familia Campos.
 Las dos hijas, Carmen Borrego y Terelu Campos, han padecido cáncer de útero y de mama respectivamente. 
Y el golpe más duro le llegó a la periodista con la repentina muerte de su hermana Araceli que falleció en agosto de 2015, a los 58 años, también a causa de un cáncer de mama. 
En Telecinco, María Teresa Campos ha estado al frente de programas como Día a día (1996-2004), El laberinto de la memoria (2007), La mirada crítica (2008-2009) y, más recientemente, ¡Qué tiempo tan feliz!, formato que desde su estreno en 2009 ha acompañado a la audiencia de los fines de semana con entrevistas a personajes míticos de la música y la interpretación y a artistas nacionales e internacionales que han presentado en el programa sus últimos trabajos.
La periodista no ha querido nunca hablar del momento de su retirada. 
En una entrevista con EL PAÍS aseguró que el trabajo era su vida y que si lo dejaba temía lo peor.

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