La editora de ‘Vogue’ Japón es una prescriptora de tendencias gracias a sus apuestas por lo inesperado y a su estilo barroco.
Para ella la moda consiste en reinventarse y en arriesgar, y así lo
demuestra con las prendas que elige y muestra a través de las redes
sociales, donde acumula más de un millón de seguidores.
La italiana Anna Dello Russo (1962), editora de Vogue Japón, icono de estilo y una de las personas más influyentes para fijar las nuevas tendencias, siempre sorprende.
Habla de la moda como una obsesión y se declara una “maniática” del diseño, omnipresente en desfiles, presentaciones y fiestas.
Igual recibe a Domenico Dolce y Stefano Gabbana en Japón y viaja a China a presentar la colección de los diseñadores italianos que posa en su Instagram para Michael Kors o Fendi y se convierte en imagen de la cadena de hoteles de lujo Rosewood.
Por encima de todo, la periodista, con más de 18 años de carrera en Condé Nast Italia, considera que la moda es “una musa a la que hay que seducir” y, para lograrlo, vale casi todo.
El secreto está en sorprender, en apostar por lo inesperado y provocar un impacto en los demás y en uno mismo.
El shock se produce vistiendo prendas de noche durante el día, apostando por accesorios brillantes o mezclando colores.
El secreto del éxito para ella se halla en sentirse bien con el conjunto elegido y en encontrar la armonía entre el cuerpo y las prendas.
“La moda es autenticidad, es una declaración de la propia libertad”, afirma la italiana en su página web.
Es esencial disfrutar de las creaciones que uno lleva.
“Si no sientes el vestido, significa que estás deprimido. Necesitas un cambio de look”, aconseja en una lista de recomendaciones de estilo.
Su imagen va ligada a los minivestidos y a un estilo barroco, colorido y excesivo cargado de brillos y lentejuelas, tocados, llamativos estampados, transparencias y tacones de vértigo.
Poco tiene que ver con lo práctico pero, para ella, “la moda es siempre incómoda.
Si te gusta estar relajado, nunca conseguirás el look”. El ejemplo más claro de la desmesura es la confesión que hacía al diario italiano Corriere della Sera, al que contó que tenía dos viviendas unidas, una para ella y otra exclusivamente para sus vestidos y sus más de 4.000 pares de zapatos.
Su gusto lo reflejó en una colección especial que lanzó con la firma sueca H&M en 2012.
Tonos dorados, brillos, pieles y figuras de serpientes y cocodrilos caracterizaron una línea excesiva que incluyó botas de piel hasta la ingle, bisutería con su nombre grabado y complementos celebrados como un cinturón de cadenas con abalorios o un clutch metalizado dorado con una serpiente de brillantes ojos verdes.
Su pasión por la moda le obliga a estar presente en las redes sociales, donde comparte varias imágenes al día, que suman miles de me gusta.
Además de vídeos de desfiles, imágenes de las portadas de Vogue y de sesiones de fotos, también muestra su lado más personal y comparte su rutina de yoga y natación —tiene sus iniciales grabadas en el fondo de su piscina— e imágenes de su perro, Pedro.
En su perfil se entremezclan looks de infarto —la mayoría de las fotos están tomadas en la calle, en muchas ocasiones en movimiento— con imágenes relajantes de la naturaleza.
Su paisaje preferido es Apulia, su lugar natal, donde acude a descansar en vacaciones y disfruta de las tradiciones del sur de Italia.
No faltan las imágenes con otras personas influyentes de la industria, como la modelo Gigi Hadid, el estilista Edward Enninful —el primer hombre al frente del Vogue británico— o su mano derecha en Vogue Japón, Carlotta Oddi.
Y, por su puesto, en sus redes da lecciones de moda, que también ofrece en persona en encuentros solidarios con estudiantes que quieren hacer carrera en la industria que ella domina.
A ellos les cuenta, según publica el Quotidiano di Puglia, que “con pasión e ideas claras se puede llegar a cualquier parte, también partiendo de una pequeña ciudad” y que los blogs de moda “no son suficiente para alcanzar el éxito, aunque sí son un buen modo para comenzar un camino que exige mucho trabajo y formación”.
La italiana Anna Dello Russo (1962), editora de Vogue Japón, icono de estilo y una de las personas más influyentes para fijar las nuevas tendencias, siempre sorprende.
Habla de la moda como una obsesión y se declara una “maniática” del diseño, omnipresente en desfiles, presentaciones y fiestas.
Igual recibe a Domenico Dolce y Stefano Gabbana en Japón y viaja a China a presentar la colección de los diseñadores italianos que posa en su Instagram para Michael Kors o Fendi y se convierte en imagen de la cadena de hoteles de lujo Rosewood.
Por encima de todo, la periodista, con más de 18 años de carrera en Condé Nast Italia, considera que la moda es “una musa a la que hay que seducir” y, para lograrlo, vale casi todo.
El secreto está en sorprender, en apostar por lo inesperado y provocar un impacto en los demás y en uno mismo.
El shock se produce vistiendo prendas de noche durante el día, apostando por accesorios brillantes o mezclando colores.
El secreto del éxito para ella se halla en sentirse bien con el conjunto elegido y en encontrar la armonía entre el cuerpo y las prendas.
“La moda es autenticidad, es una declaración de la propia libertad”, afirma la italiana en su página web.
Es esencial disfrutar de las creaciones que uno lleva.
“Si no sientes el vestido, significa que estás deprimido. Necesitas un cambio de look”, aconseja en una lista de recomendaciones de estilo.
Su imagen va ligada a los minivestidos y a un estilo barroco, colorido y excesivo cargado de brillos y lentejuelas, tocados, llamativos estampados, transparencias y tacones de vértigo.
Poco tiene que ver con lo práctico pero, para ella, “la moda es siempre incómoda.
Si te gusta estar relajado, nunca conseguirás el look”. El ejemplo más claro de la desmesura es la confesión que hacía al diario italiano Corriere della Sera, al que contó que tenía dos viviendas unidas, una para ella y otra exclusivamente para sus vestidos y sus más de 4.000 pares de zapatos.
Su gusto lo reflejó en una colección especial que lanzó con la firma sueca H&M en 2012.
Tonos dorados, brillos, pieles y figuras de serpientes y cocodrilos caracterizaron una línea excesiva que incluyó botas de piel hasta la ingle, bisutería con su nombre grabado y complementos celebrados como un cinturón de cadenas con abalorios o un clutch metalizado dorado con una serpiente de brillantes ojos verdes.
Su pasión por la moda le obliga a estar presente en las redes sociales, donde comparte varias imágenes al día, que suman miles de me gusta.
Además de vídeos de desfiles, imágenes de las portadas de Vogue y de sesiones de fotos, también muestra su lado más personal y comparte su rutina de yoga y natación —tiene sus iniciales grabadas en el fondo de su piscina— e imágenes de su perro, Pedro.
En su perfil se entremezclan looks de infarto —la mayoría de las fotos están tomadas en la calle, en muchas ocasiones en movimiento— con imágenes relajantes de la naturaleza.
Su paisaje preferido es Apulia, su lugar natal, donde acude a descansar en vacaciones y disfruta de las tradiciones del sur de Italia.
No faltan las imágenes con otras personas influyentes de la industria, como la modelo Gigi Hadid, el estilista Edward Enninful —el primer hombre al frente del Vogue británico— o su mano derecha en Vogue Japón, Carlotta Oddi.
Y, por su puesto, en sus redes da lecciones de moda, que también ofrece en persona en encuentros solidarios con estudiantes que quieren hacer carrera en la industria que ella domina.
A ellos les cuenta, según publica el Quotidiano di Puglia, que “con pasión e ideas claras se puede llegar a cualquier parte, también partiendo de una pequeña ciudad” y que los blogs de moda “no son suficiente para alcanzar el éxito, aunque sí son un buen modo para comenzar un camino que exige mucho trabajo y formación”.