Isabel Preysler (Manila, Filipinas, 18 de febrero de 1951) es considerada una de las mujeres más hermosas, sofisticadas y elegantes de España. ‘Reina del glamour’, ha sido durante años una de las figuras más
mediáticas del país. Nació en el seno de una familia acomodada, con
pasados aristocráticos. Su padre, Carlos Presley Pérez de Tagle, era
gerente de Philippine Airlines (Líneas Aéreas Filipinas) y delegado del
Banco Español de Crédito en Manila. Su madre, Beatriz
"Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler necesitan liquidez"
Pilar Eyre
¿Qué? ¿Qué hace tiempo que no hablo de Isabel y Mario? ¡Pues aquí van
unas notas de su viaje a Perú apuntadas en el puño de mi camisa! “Me
casaré en Cuzco”, ha dicho Mario a sus compatriotas. Aclarando “con
Isabel”, que en la prensa peruana es “la novia” o “la acompañante”,
porque allí don Mario es el único Dios que brilla en el firmamento
Vargas Llosa. Y un misterio, ¿dónde estaban los 7.000 libros que acaba de donar a
Arequipa? Como en la biblioteca de la casa de Puerta de Hierro no caben,
pues siguen ahí los de Boyer, deben proceder del espléndido apartamento
de la calle Flora, cerrado desde hace dos años. Quizás Mario lo está
vaciando para poder alquilarlo o venderlo, porque la pareja necesita
liquidez, y es que los azulejos, la publicidad, las exclusivas, las conferencias, los artículos, no llegan para mantener su fabuloso tren de vida. Y si no incluyo los ingresos por literatura es porque el último y
publicitado libro del peruano ha vendido la cuarta parte del de Jorge
Javier Vázquez, por ejemplo. ¡Oh, como me gustaría ver las aportaciones
de cada uno a la hucha común, menuda sorpresa nos llevaríamos! ¿Será un
cerdito? (la hucha, digo).
El filme suma 246 años entre sus tres protagonistas, contando los 84 de Michael Caine
y los 83 de Alan Arkin. O 321 si se añaden los 75 de Ann Margaret,
también parte de esta comedia centrada en un grupo de jubilados que
deciden robar un banco para recuperar las pensiones que les han sido
arrebatadas en la actual crisis económica.
Entre los cuatro también
reúnen cuatro premios Oscar y 13 candidaturas a la misma estatuilla, ejemplo de lo que valen sus carreras.
Pero el valor es relativo porque a lo largo de los años son
demasiados los ejemplos de gerontofobia en una industria enamorada de la
carne joven. La miniserie FEUD, centrada en las carreras de Bette Davis y Joan Crawford,
deja claro que el problema viene de antaño. La obra de Ryan Murphy
muestra las dificultades que tuvieron estas grandes estrellas en la
década de los sesenta una vez cruzado el umbral de los 50 como si fuera
un problema actual. “Hollywood ha cambiado poco en materia de
discriminación” dijo el autor. Pero las tornas están cambiando. Robert de Niro, de 73 años, está más activo que nunca. Glenda Jackson ha vuelto al teatro a los 80 como protagonista de El rey Lear. Entre los grandes estrenos en Estados Unidos está la comedia de acción Snatched,
que supone el regreso de Goldie Hawn a sus 71 años y tras tres lustros
alejada de Hollywood. Además, en la actualidad comparten marquesina
Shirley MacLaine (82), Warren Beatty (80) o Rachel Welch (76), que
trabaja en How to Be aLatin Lover. "Hago oídos sordos a los que me llaman el último sex symbol. ¿Acaso Charlize Theron no es un sex symbol?
Hubo un momento en el que Brad Pitt también lo fue. Y Angelina es una
mujer bellísima y muy sexy. Todo depende de los ojos con los que se
mira", comentó Welch a este diario.
El actor, Robert de Niro.Cordon
Caine atribuye el resurgir de los más veteranos al éxito de películas como El exótico hotel Marigold (2012),
con un reparto donde Judi Dench y Maggie Smith marcaban la media de
edad. “Son muchos los espectadores de nuestra edad que se sienten
subestimados y que se identifican con nosotros . La vida no se detiene
cuando llegas a una edad”, puntualizó Ann Margaret. El género ya cuenta
con su propio nombre: comedias de geriátrico, un término que hace reír a
sus protagonistas. Lo que les gustaría a todos estos veteranos
dispuestos a morir con las botas puestas no es solo continuar trabajando
sino contar con historias que no hablen únicamente de la edad. “Yo
simplemente me veo como un actor que se las apaña para sobrevivir como
actor”, añade sin prestarle atención a la edad.
Se acabaron comidas de soltero, con carne
roja; a llenar el frigorífico de verduras.
A partir de ahora, deporte
cardiosaludable.
De todo ello Jose (sin acento según su deseo) Coronado
ha tomado buena nota y, aseguran, ha hecho propósito de enmienda y
empezado a cumplir la penitencia.
No en todos: a pesar de que hasta el próximo lunes no
se incorporará a una rutina laboral, este jueves ya estuvo charlando con
su amigo, el director Enrique Urbizu,
sobre la pequeña aparición que tendrá en el nuevo trabajo del cineasta
bilbaíno.
El día en que filme esa colaboración, el 24 de mayo, volverá
al tajo de uno de los actores españoles más estajanovistas del audiovisual español.
Porque Coronado no para. Su currículo en este siglo XXI
rebosa de películas y series. Ya ha superado el medio centenar. A pesar
de ser ya en los años noventa un rostro muy popular, los críticos
empezaron a tomárselo en serio con dos películas, Goya en Burdeos (1999) y Anita no pierde el tren
(2001), en el que se alejaba mucho de sus personajes precedentes, en
los había sacado partido de su porte y sus grandes espaldas. Hijo —el mediano entre dos chicas— de un ingeniero de
telecomunicaciones, Coronado estudió Derecho y Medicina, facultades que
le convirtieron, según suele contar entre risas, en un gran jugador de
póquer y mus. Había sido un adolescente osado, más echado para adelante
que díscolo, y esa esencia queda en su interior: "No soy una persona con
un modo de vida al uso, sino que siempre he dado tumbos, y por suerte o
por desgracia los sigo dando. Pero lo que no voy a dejar de hacer es
vivir como me apetece, ¿no? Todos tenemos un pasado, aunque he intentado
que mi carrera y mi vida sean conocidas a través de mis personajes",
decía a EL PAÍS. A mitad de sus estudios universitarios, ya le habían
llamado de alguna agencia de modelos, y Coronado se resistió un tiempo,
hasta que le ofrecieron un buen sueldo por un anuncio de whisky a filmar en Menorca, y cambió su actitud.
Jose Coronado en el Festival de San Sebastián en 2016.Getty
Durante tres años trabajó como modelo por medio mundo, montó
su agencia, se hizo coreógrafo de desfiles y hasta abrió un
restaurante, Zona Centro. Hasta que otra actriz, Maru Valdivieso, le
convenció de que fuera a verla a sus clases de interpretación en la
escuela de Cristina Rota. A Coronado le picó el gusanillo, y de repente
con 30 años varió de rumbo. Mientras que otros compañeros hablan de decisiones
instantáneas, Coronado siempre ha pensado en una carrera a largo plazo,
en madurar, aprender y retirarse en los escenarios. Debutó en el teatro
con El público (1987), de García Lorca, en el Centro Dramático Nacional, y en el cine ese mismo año con Waka-Waka. Y nació el otro Coronado, el intérprete, aquel que hizo su segunda película con Ricardo Franco, Berlín Blues,
y al que el cineasta defendió cuando le calificaban de actor verde:
“Estará más verde que la hostia, pero sabe mirar a una mujer”.
Empezó su escalada. Con Brigada Central y Hermanos de leche en televisión, con Yo soy esa, Salsa rosa, La mirada del otro o La vuelta del Coyote en la pantalla. Con Periodistas (1998-2002) asciende a mito catódico, con la obra Algo en común logra el respeto teatral, y con Anita no pierde el tren adelanta a posibles competidores en la etiqueta de galán maduro.
En su casa de Madrid haciendo planes
De regreso a su casa desde el hospital de La Princesa, Jose Coronado ha dejado claro que mantiene su calendario laboral. Y eso incluye la serie Vivir sin permiso, de Telecinco en la que repetirá con Álex González tras El príncipe y que le llevará a mudarse en Galicia durante el verano. Inspirada en el libro de Manuel Rivas Todo es silencio,
Coronado encara a un rey del narcotráfico al que empieza a devorar el
alzhéimer y que deberá de encarar el ansia de poder de sus propios
hijos. Una de las preocupaciones del actor estos días es decidir en qué casa
vivirá durante la grabación de los 13 episodios… señal de que la
recuperación cardiovascular va bien.
En su día a día sigue acompañado por su hijo Nicolás, también actor,
nacido de su relación con Paola Dominguín Bosé, y que vive con él. El
actor es, además padre de una niña, Candela, fruto de su noviazgo con la
cantante Mónica Molina.
Porque si hace 30 años alguien asegura que Coronado iba a
ser el actor que es hoy, dúctil, con firmeza, primero en la lista de los
deseados por los directores en los personajes maduros, pocos le
hubieran creído. Si su vida sentimental es un vaivén de mujeres y
romances, la profesional es un ejemplo de constancia, de perseverancia,
de aprendizaje y de alianzas muy ventajosas, como la que ha conformado
con Urbizu, que le apretó y le sacó rabia, veneno y maldad en La caja 507, La vida manchay No habrá paz para los malvados.
Sin miedo al riesgo
Coronado es feliz. Nunca ha tenido miedo a los riesgos: es,
por ejemplo, el actor español que más ha aparecido en películas sobre el
terrorismo etarra. Tampoco le importan los géneros: hoy mismo su
comedia Es por tu bien sigue amasando euros en la taquilla. Y estaba en el teatro cuando le llegó el infarto el sábado pasado. Ahora en el inicio de su nueva vida quiere dejar claro que
está anonadado con el cariño recibido y muy agradecido a la sanidad
pública. Del Hospital de La Princesa salió andando y sonriendo, con un stent
en una arteria (se manejó la posibilidad de un segundo aunque no fue
necesario). Tuvo que cancelar las dos últimas representaciones de Ushuaia,
y tenía previstas varias semanas de preparación de siguientes trabajos,
que ahora le servirán de recuperación y reordenamiento vital. No cambiarán sus exquisitas maneras, esas con las que choca la mano, sonríe y suelta su conquistador: "Hola, soy Jose". Coronator, como se le conoce en la profesión, no da un paso atrás. Solo cambia un poco el trote.