29 mar 2017
Una receta sencilla para callar a Piqué..................J.uan Cruz
El oficio de periodista nos obliga a muchas cosas, entre otras a preguntar sobre lo que ya sabemos.
Con perdón, Piqué es el Dalí del fútbol.
Le preguntas y él se lanza. Su mujer, Shakira, dice que es una persona sensata.
Seguro que porque en casa ella no le pregunta por el Madrid.
Piqué es un aficionado al fútbol que tiene dos privilegios: viste de azulgrana y de rojo.
A la roja la pusieron de blanco el martes, en París, ya es mala pata. El partido fue bueno, Piqué estuvo muy bien a tenor de las crónicas.
Los periodistas luego coincidieron con él en una vieja ceremonia, la entrevista.
En lugar de preguntarle “¿justo el resultado?”, como antiguamente, entraron en sus temas recurrentes.
Madrid-Barça, los colores, el PSG, los árbitros…, y todo fue creciendo hasta ocupar el palco del Madrid, que es un terreno novelesco.
De hecho ese palco aparece ahora en una novela de Manuel Vicent que contiene, nada más entrar en materia, una frase por la que a Piqué lo hubieran crucificado.
Dice Vicent en La regata: “Nunca se les había visto juntos en fiestas o estrenos, ni siquiera en el palco del Real Madrid, donde se junta lo mejor y lo peor de cada casa”.
A juicio del novelista, por tanto, “hay lo mejor y lo peor”. Lo que ha hecho Piqué es seleccionar.
A Dalí le preguntaban por cualquier cosa y hacía palíndromos nasales, y luego la prensa lo jaleaba.
Era un genio y él mismo lo decía: “Yo soy un genio”. En todos los idiomas.
Y decía lo que ya se sabía lo que iba a decir.
El oficio de periodista nos obliga a muchas cosas, entre otras a
preguntar sobre lo que ya sabemos.
Esta es, a mi juicio, una actitud noble, porque, aunque sepamos, los lectores tienen derecho a saber lo que sabemos.
A veces abundamos en lo que ya se sabe, y esa ya es otra cuestión. Quien ignore que Piqué va a contestar lo que ya contestó en circunstancias similares (siempre habrá un Madrid-Barça reciente, o una polémica al respecto), o que considere que Sergio Ramos no le va a responder, o que la prensa de un lado lo va a defender y la del otro lado va a afilar las uñas contra él, es que no cultiva la hemeroteca, de papel o iluminada.
Ya es cansino el asunto, y hay que buscarse recetas para hacer callar a Piqué.
Yo tengo una.
Es muy simple. En el caso que nos ocupa, su trabajo en la selección española, donde es extremadamente correcto y eficaz, imagino que habría un torrente de preguntas sobre el porvenir del cuadro de Lopetegui.
En el caso de su equipo, el Barça, hay también un espacio abierto a la curiosidad mundial.
De resto, ¿de qué más va a hablar Piqué?
Pero la receta más adecuada para que no siga hablando Piqué, es no preguntarle a Piqué por lo que ya dijo Piqué.
¿O creemos que una luz cegadora ha bajado del cielo y va a decir algún día algo que le convenga a los oídos del palco o de la grada del Real Madrid?
No le pregunten a Piqué y callará Piqué.
Le preguntas y él se lanza. Su mujer, Shakira, dice que es una persona sensata.
Seguro que porque en casa ella no le pregunta por el Madrid.
Piqué es un aficionado al fútbol que tiene dos privilegios: viste de azulgrana y de rojo.
A la roja la pusieron de blanco el martes, en París, ya es mala pata. El partido fue bueno, Piqué estuvo muy bien a tenor de las crónicas.
Los periodistas luego coincidieron con él en una vieja ceremonia, la entrevista.
En lugar de preguntarle “¿justo el resultado?”, como antiguamente, entraron en sus temas recurrentes.
Madrid-Barça, los colores, el PSG, los árbitros…, y todo fue creciendo hasta ocupar el palco del Madrid, que es un terreno novelesco.
De hecho ese palco aparece ahora en una novela de Manuel Vicent que contiene, nada más entrar en materia, una frase por la que a Piqué lo hubieran crucificado.
Dice Vicent en La regata: “Nunca se les había visto juntos en fiestas o estrenos, ni siquiera en el palco del Real Madrid, donde se junta lo mejor y lo peor de cada casa”.
A juicio del novelista, por tanto, “hay lo mejor y lo peor”. Lo que ha hecho Piqué es seleccionar.
A Dalí le preguntaban por cualquier cosa y hacía palíndromos nasales, y luego la prensa lo jaleaba.
Era un genio y él mismo lo decía: “Yo soy un genio”. En todos los idiomas.
Y decía lo que ya se sabía lo que iba a decir.
Esta es, a mi juicio, una actitud noble, porque, aunque sepamos, los lectores tienen derecho a saber lo que sabemos.
A veces abundamos en lo que ya se sabe, y esa ya es otra cuestión. Quien ignore que Piqué va a contestar lo que ya contestó en circunstancias similares (siempre habrá un Madrid-Barça reciente, o una polémica al respecto), o que considere que Sergio Ramos no le va a responder, o que la prensa de un lado lo va a defender y la del otro lado va a afilar las uñas contra él, es que no cultiva la hemeroteca, de papel o iluminada.
Ya es cansino el asunto, y hay que buscarse recetas para hacer callar a Piqué.
Yo tengo una.
Es muy simple. En el caso que nos ocupa, su trabajo en la selección española, donde es extremadamente correcto y eficaz, imagino que habría un torrente de preguntas sobre el porvenir del cuadro de Lopetegui.
En el caso de su equipo, el Barça, hay también un espacio abierto a la curiosidad mundial.
De resto, ¿de qué más va a hablar Piqué?
Pero la receta más adecuada para que no siga hablando Piqué, es no preguntarle a Piqué por lo que ya dijo Piqué.
¿O creemos que una luz cegadora ha bajado del cielo y va a decir algún día algo que le convenga a los oídos del palco o de la grada del Real Madrid?
No le pregunten a Piqué y callará Piqué.
El amor sin tabúes entre sor Juana Inés de la Cruz y la virreina de México
Un libro reúne los poemas que la gran escritora barroca dedicó a su protectora, la condesa de Paredes.
Fue una niña prodigio y una mujer de portentoso talento.
De madre criolla analfabeta y padre militar español, aprendió a leer a muy corta edad (cuentan que a los tres años) en el nada feminista siglo XVII y tuvo la osadía de consagrar su vida al estudio y la escritura y no a su marido y a su progenie
. Para ello se hizo monja, primero carmelita y luego jerónima, no tanto por vocación divina como por necesidad de encontrar un espacio para sí misma y para dedicarse al conocimiento.
Convirtió su celda en una gran biblioteca y en un punto de encuentro cultural.
Fue una poeta intelectual, según Octavio Paz.
Gracias a su determinación, la literatura tardía del Barroco, el Siglo de Oro de las letras en español, ganó una de sus escritoras más insignes y la lucha por la igualdad de las mujeres, a uno de sus referentes protofeministas.
Fue Juana de Asbaje o Juana Ramírez, nacida en 1648 (puede que en 1651) en la población mexicana de Nepantla y fallecida en 1695 en la Ciudad de México, aunque muy pronto se la conoció como sor Juana Inés de la Cruz.
Ahora, un libro reúne algunos de sus poemas más íntimos.
No se trata de una compilación al uso, sino una revisión de su obra a la luz del afecto mutuo que se profesaban la monja y la virreina de México María Luisa Gonzaga Manrique de Lara, condesa de Paredes, protectora de la escritora y promotora de su obra tanto en México como sobre todo en España.
Un amar ardiente es el título de la obra, que la editorial Flores Raras lanza la próxima semana, bajo la coordinación de Sergio Téllez-Pon. Es el compilador de la antología poética que versa sobre los desvelos amorosos de una escritora que empezó a darse a conocer muy joven con composiciones religiosas.
"Muchos estudiosos y aficionados de la obra de sor Juana", escribe en la introducción Téllez-Pon,
"han coincidido en que la relación entre la monja y la virreina fue más allá del «incienso palaciego» pero solo algunos se han dedicado a reunir o a publicar los poemas como testimonios de esa relación.
Entre los pocos que lo han hecho, en España está Luis Antonio de Villena, quien seleccionó un romance (núm. 21) de la monja mexicana en Amores iguales. Antología de la poesía gay y lésbica' (La esfera de los libros, Madrid, 2002), sin embargo, en su nota de presentación De Villena no hace referencia a la pasión por María Luisa y tampoco es uno de los poemas más intensos o representativos de la relación entre la monja y la condesa".
Poeta, ensayista, crítico y editor, Sergio Téllez-Pon (Ciudad de México, 1981) responde por correo electrónico a algunas preguntas formuladas por este periódico a propósito de la publicación el 3 de abril de la recopilación de la obra de sor Juana Inés de la Cruz, en la que confluye la sociedad de la Nueva España, el culteranismo de Góngora y la influencia de Quevedo y Calderón.
Son casi 50 poemas dedicados o escritos tan solo para María Luisa pero va un ejemplo: [Lisi es uno de los nombres con los que sor Juana Inés de la Cruz se refería a la virreina]
"Yo adoro a Lisi, pero no pretendo
que Lisi corresponda mi fineza;
pues si juzgo posible su belleza,
a su decoro y mi aprehensión ofendo.
En ese soneto, sor Juana deja claro que ama a la condesa, no importa si es correspondida o no, pero le expresa su sentir y, sobre todo, sabe que este amor no puede ir más allá porque para que el deseo se mantenga vivo no debe realizarse, su consumación sería su propio fracaso.
Es un tópico poético muy usado por los poetas: obstinarse en no saciar la sed, viajar sin llegar al destino, como Ulises, porque el viaje es la experiencia y llegar a Ítaca es la conclusión de todo lo que se aprende en el viaje.
Sor Juana no quiere consumar su amor y es que tampoco puede porque por una parte, ella obedece sus votos de castidad y, por la otra, la jerarquía de la condesa no le permitiría mantener una relación sexual con una plebeya.
P. ¿Fue un amor platónico?
R. Al igual que Francisco de las Heras, Octavio Paz y Antonio Alatorre, creo que así fue: una relación intensa pero casta.
Para enamorarte de alguien no necesitas llegar hasta la cama. Ahora existe el término “sapiosexual”, es decir, que te enamoras de la inteligencia de alguien más que de su cuerpo o de su estatus y, vaya, viéndolo retrospectivamente, creo que en el caso de sor Juana y María Luisa se enamoraron intelectualmente, pero se enamoraron al fin.
P. ¿Se sintió agobiada por el acoso de la condesa de Paredes?
R. Desde luego, María Luisa era una persona muy importante para ella, fue quien la ayudó a quitarse de encima al odioso padre Núñez de Miranda, quien la estimulaba creativamente, con quien compartía muchas cosas en común.
De madre criolla analfabeta y padre militar español, aprendió a leer a muy corta edad (cuentan que a los tres años) en el nada feminista siglo XVII y tuvo la osadía de consagrar su vida al estudio y la escritura y no a su marido y a su progenie
. Para ello se hizo monja, primero carmelita y luego jerónima, no tanto por vocación divina como por necesidad de encontrar un espacio para sí misma y para dedicarse al conocimiento.
Convirtió su celda en una gran biblioteca y en un punto de encuentro cultural.
Fue una poeta intelectual, según Octavio Paz.
Gracias a su determinación, la literatura tardía del Barroco, el Siglo de Oro de las letras en español, ganó una de sus escritoras más insignes y la lucha por la igualdad de las mujeres, a uno de sus referentes protofeministas.
Fue Juana de Asbaje o Juana Ramírez, nacida en 1648 (puede que en 1651) en la población mexicana de Nepantla y fallecida en 1695 en la Ciudad de México, aunque muy pronto se la conoció como sor Juana Inés de la Cruz.
Ahora, un libro reúne algunos de sus poemas más íntimos.
No se trata de una compilación al uso, sino una revisión de su obra a la luz del afecto mutuo que se profesaban la monja y la virreina de México María Luisa Gonzaga Manrique de Lara, condesa de Paredes, protectora de la escritora y promotora de su obra tanto en México como sobre todo en España.
Un amar ardiente es el título de la obra, que la editorial Flores Raras lanza la próxima semana, bajo la coordinación de Sergio Téllez-Pon. Es el compilador de la antología poética que versa sobre los desvelos amorosos de una escritora que empezó a darse a conocer muy joven con composiciones religiosas.
"Muchos estudiosos y aficionados de la obra de sor Juana", escribe en la introducción Téllez-Pon,
"han coincidido en que la relación entre la monja y la virreina fue más allá del «incienso palaciego» pero solo algunos se han dedicado a reunir o a publicar los poemas como testimonios de esa relación.
Entre los pocos que lo han hecho, en España está Luis Antonio de Villena, quien seleccionó un romance (núm. 21) de la monja mexicana en Amores iguales. Antología de la poesía gay y lésbica' (La esfera de los libros, Madrid, 2002), sin embargo, en su nota de presentación De Villena no hace referencia a la pasión por María Luisa y tampoco es uno de los poemas más intensos o representativos de la relación entre la monja y la condesa".
Poeta, ensayista, crítico y editor, Sergio Téllez-Pon (Ciudad de México, 1981) responde por correo electrónico a algunas preguntas formuladas por este periódico a propósito de la publicación el 3 de abril de la recopilación de la obra de sor Juana Inés de la Cruz, en la que confluye la sociedad de la Nueva España, el culteranismo de Góngora y la influencia de Quevedo y Calderón.
Son casi 50 poemas dedicados o escritos tan solo para María Luisa pero va un ejemplo: [Lisi es uno de los nombres con los que sor Juana Inés de la Cruz se refería a la virreina]
"Yo adoro a Lisi, pero no pretendo
que Lisi corresponda mi fineza;
pues si juzgo posible su belleza,
a su decoro y mi aprehensión ofendo.
En ese soneto, sor Juana deja claro que ama a la condesa, no importa si es correspondida o no, pero le expresa su sentir y, sobre todo, sabe que este amor no puede ir más allá porque para que el deseo se mantenga vivo no debe realizarse, su consumación sería su propio fracaso.
Es un tópico poético muy usado por los poetas: obstinarse en no saciar la sed, viajar sin llegar al destino, como Ulises, porque el viaje es la experiencia y llegar a Ítaca es la conclusión de todo lo que se aprende en el viaje.
Sor Juana no quiere consumar su amor y es que tampoco puede porque por una parte, ella obedece sus votos de castidad y, por la otra, la jerarquía de la condesa no le permitiría mantener una relación sexual con una plebeya.
P. ¿Fue un amor platónico?
R. Al igual que Francisco de las Heras, Octavio Paz y Antonio Alatorre, creo que así fue: una relación intensa pero casta.
Para enamorarte de alguien no necesitas llegar hasta la cama. Ahora existe el término “sapiosexual”, es decir, que te enamoras de la inteligencia de alguien más que de su cuerpo o de su estatus y, vaya, viéndolo retrospectivamente, creo que en el caso de sor Juana y María Luisa se enamoraron intelectualmente, pero se enamoraron al fin.
P. ¿Se sintió agobiada por el acoso de la condesa de Paredes?
R. Desde luego, María Luisa era una persona muy importante para ella, fue quien la ayudó a quitarse de encima al odioso padre Núñez de Miranda, quien la estimulaba creativamente, con quien compartía muchas cosas en común.
Así que las muestras tiránicas de la
virreina la agobiaban mucho. Cualquier señal, gesto tierno o desdén por
parte de María Luisa la entusiasmaba o la agobiaba.
Los enamorados de
ahora nos molestamos porque la persona que amamos (que es alguien muy
importante para nosotros) no nos contesta el móvil o nos deja con dos
palomitas vistas en el Whatsapp y, bueno, eso también les pasó a ellas:
cuando sor Juana no le escribía desde el convento, María Luisa se lo
reclamó; y cuando la virreina la fue a buscar y no la encontró o la
monja se negó a verla, se molestó muchísimo al grado de que tuvieron una
pelea que llegó hasta las lágrimas de sor Juana. Y todo eso no lo digo yo: lo dice sor Juana en sus poemas, ella es
la que va dejando las pistas de cómo fue su intensa pero fructífera
relación con la condesa. El propósito de este trabajo también es que los
poemas hablen por sí mismos, que en su contexto cuenten la historia de
amor de estas dos mujeres pues no solo están los poemas de sor Juana,
también incluyo los dos únicos intentos poéticos de la condesa que,
aunque no son tan explícitos, creo que sí muestran un poco la admiración
y la fidelidad que siempre le tuvo a la monja.
P. ¿Comparte la afirmación del prologuista, Ramón Martínez, de que la poesía de sor Juana Inés de la Cruz forma parte definitivamente del corpus literario más propio de las personas no heterosexuales? ¿Por qué?
R. Por supuesto.
P. ¿Comparte la afirmación del prologuista, Ramón Martínez, de que la poesía de sor Juana Inés de la Cruz forma parte definitivamente del corpus literario más propio de las personas no heterosexuales? ¿Por qué?
R. Por supuesto.
Otros estudiosos queer
como Judith Butler y Didier Eribon han escrito que los gais tenemos un
“canon alterno” de obras literarias que, dice Butler y la secunda
Eribon, ayudaron a la creación de la identidad gay (ellos mencionan a
autores en lengua inglesa y francesa, lógicamente, pues Butler es
estadounidense y Eribon francés: Melville, Whitman, Wilde o Proust,
André Gide, Jean Cocteau y Jean Genet).
Y lo mismo se puede decir de los
poemas amorosos de sor Juana. Lo que pasa es que en la lengua española
nos hemos tardado en asumir y reivindicar a nuestros escritores gais
para alimentar nuestra identidad y cultura gay.
Espero que este libro
sea el inicio para que otros estudiosos lo hagan con otros escritores
gais del pasado: sería interesante sacar de las obras completas, la
poesía homoerótica de Vicente Aleixandre, un poeta que pocas veces asume
que el inspirador de sus versos es otro hombre o que ya sin el ojo de
la familia, se puedan leer los poemas gais de García Lorca
P. ¿Y la opinión de Octavio Paz relativa a que sor
Juan Inés estaba absorbida por la pasión del conocimiento, que,
precisamente por ella, "tiene que neutralizar su sexo para poder acceder
al ansia de conocer"?
R. Bueno, Paz se refiere a que sor Juana tuvo que hacerse pasar por hombre para ingresar a la universidad y así saciar su sed de conocimiento, ¡pero es que hasta en eso fue muy radical esta monja!
Querer estudiar, aprender, no era precisamente algo que se les permitiera hacer tan fácil a las mujeres durante el virreinato, así que ella se las ingenió para romper con ese supuesto.
Y luego, tampoco entró al convento por ser muy beata o piadosa: si lo hizo, ella misma lo escribió, fue porque no quería que la casaran, tener que pasar sus días atendiendo a un marido y a los hijos: lo que ella quería era leer y aprender y el único lugar donde la podían dejar en paz para hacerlo era en un convento, así que allí fue a dar. Y finalmente, también rompió toda relación con el tiránico padre Núnez de Miranda en tiempos en que se creía que las mujeres eran inferiores intelectualmente y que para dar cualquier paso necesitaban del consejo de un hombre: romper con él fue otra de las muestras de su genialidad, de que ella sola se valía por sí misma. Fue así como rompió con los paradigmas de su sexo (el “sexo débil”, según la misógina definición de la RAE) en pos de su vida intelectual y también, por qué no, de su sexualidad.
R. Bueno, Paz se refiere a que sor Juana tuvo que hacerse pasar por hombre para ingresar a la universidad y así saciar su sed de conocimiento, ¡pero es que hasta en eso fue muy radical esta monja!
Querer estudiar, aprender, no era precisamente algo que se les permitiera hacer tan fácil a las mujeres durante el virreinato, así que ella se las ingenió para romper con ese supuesto.
Y luego, tampoco entró al convento por ser muy beata o piadosa: si lo hizo, ella misma lo escribió, fue porque no quería que la casaran, tener que pasar sus días atendiendo a un marido y a los hijos: lo que ella quería era leer y aprender y el único lugar donde la podían dejar en paz para hacerlo era en un convento, así que allí fue a dar. Y finalmente, también rompió toda relación con el tiránico padre Núnez de Miranda en tiempos en que se creía que las mujeres eran inferiores intelectualmente y que para dar cualquier paso necesitaban del consejo de un hombre: romper con él fue otra de las muestras de su genialidad, de que ella sola se valía por sí misma. Fue así como rompió con los paradigmas de su sexo (el “sexo débil”, según la misógina definición de la RAE) en pos de su vida intelectual y también, por qué no, de su sexualidad.
Críticas a Bertín por lo que NO se vio en su último programa
Muchos consideraron que los protagonistas hicieron un feo histórico a un compañero.
(Alguien se quiere cargar el Programa de "En tu casa o en la Mia" ¿Quién será? y de paso ¿Por qué tiene que hacer un programa nuevo Mª Teresa Campos? ¿para ayudar a sus hijas y a su "Gigoló? no entiendo el por qué. o lo entiendo muy bien, el programa se lo dan a la rancia de Teresa y se lo quitan a Bertin.
La Quinta del Buitre, la generación de canteranos del Real Madrid que triunfó en los ochenta y principios de los noventa, se reunió este miércoles en el programa Mi casa es la tuya, que Bertín Osborne presenta en TeleCinco.¿El motivo? La ausencia de uno de los cinco integrantes de esa histórica quinta: Miguel Pardeza.
Los usuarios afearon que, además de no estar, apenas se hizo ninguna referencia al exfutbolista.
Tan sólo Amancio Amaro y Butragueño, de pasada, lo nombraron.
Ninguno de sus cuatros compañeros hicieron referencia a él.
Es más, Míchel llegó a referirse a la Quinta del Buitre como un grupo de cuatro en el que todos eran de Madrid.
Pardeza nació en Huelva.
El Español asegura que, según la productora del programa, su ausencia se debe a que eligieron sólo a los cuatro nombres principales de la Quinta por ser los que marcaron a una generación. "Los que jugaron aquella época son estos cuatro que aparecen", aseguran.
Lo considero simplemente una anécdota", ha dicho el propio Pardeza en Radio Marca.
Aunque formó parte de la Quinta del Buitre, Pardeza abandonó pronto las filas del Real Madrid y se marchó al Zaragoza, donde militó durante diez años y llegó a ser el capitán.
Pese a ello, fueron muchos los que se acordaron de él y criticaron su ausencia en el programa:
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