21 mar 2017
Mercedes Milá responde a la polémica por llamar "gordo" a un científico
"Llamé a un tío gordo porque estaba gordo", insiste.
CUATRO.COM
"Ahora reivindico más lo que hice el otro día en televisión que fue muy mal recibido, porque llamé a un tío gordo porque estaba gordo", dijo Milá hace unos días sobre este asunto.
"Es feo y no debía haberlo hecho porque podría haber aprovechado esa oportunidad para haber explicado la importancia de cuidarse, tratar la alimentación como una prevención muy seria", agregó.
Y justifica así haberle llamado "gordo":
"A mí el médico me dijo que era muy importante que transmitiéramos a la población que las barrigas gordas son peligrosas para el corazón, porque cuando un cinturón va aumentando es un seguro para tener un problema de corazón, eso fue lo que intenté transmitir, pero se entendió mal aunque estoy acostumbrada".
"ME HA LLAMADO DE TODO"
Además, explicó que mostró su queja a Mulet porque, después de hablar con él y transmitirle sus disculpas, este aprovechó la coyuntura: "Estoy acostumbrada a pedir perdón y le llamé a él después pero ha aprovechado el toro cuando ya ha pasado y en vez de decírmelo a mí directamente, el científico -que es lo que le gusta a él decir que es- lo que ha hecho es llamarme de todo a posteriori".
Milá se queja de que el Mulet haya dicho que ella le había hecho bullying: "Me ha molestado mucho porque es un tema muy serio y muy grave y si alguno vio la televisión ese día creo que hice de todo menos bullying.
Lo que yo hice a lo mejor no se deba hacer pero mi idea era que mejorara su salud en un tono amistoso, pero al final resulta que no fue así".
La sorprendente doble vida de Christian Gálvez que le ha valido un nombramiento internacional
El presentador de 'Pasapalabra' simultanea su trabajo en la televisión con otra ocupación muy, muy, muy interesante.
GTRES
Como presentador de Pasapalabra, forma parte de las tardes de muchas familias, que no se imaginan el programa sin él.
Sin embargo, Gálvez tiene una doble vida que ha quedado al descubierto.
El nombramiento, en realidad, no es una sorpresa, pues hace años que Christian Gálvez simultanea su trabajo en televisión con el estudio de esa figura histórica.
De hecho, ha publicado varios libros para adultos y niños sobre la materia.
20 mar 2017
Los sombreros no solo son para las ceremonias...... Estel Vilaseca
Las firmas de moda recuperan esta prenda como un accesorio de uso diario.
“El sombrero es una nueva forma de expresión. De algún modo, es el
nuevo tatuaje”, decía Priscilla Royer, directora artística de Maison
Michel, en un artículo reciente de The New York Times.
Es innegable que esta firma sombrerera, ahora propiedad de Chanel, ha logrado que los más jóvenes se atrevan y se animen a vestir la cabeza con algo más que no sea una gorra deportiva.
En la pasarela los diseñadores también recurren a ellos.
Los vimos con un alto componente evocador en el desfile primavera/verano 2017 de Jacquemus.
El francés complementó los atuendos de sus chicas con unos enormes sombreros de paja circulares.
También en la nueva colección de J.W. Anderson para Loewe. “En un conjunto tiene mucha más importancia de la que la gente cree. Gráficamente la vista se va al sombrero.
Es como el colofón de un conjunto.
Lo tienes aquí arriba y abandera lo que llevas”, explica Betto García, el joven artesano artífice de los sombreros que lucen los chicos de Palomo Spain.
Formado al lado de la experimentada sombrerera real Edwina Ibbotson en Inglaterra, un país al que le gusta mucho adornar la cabeza, García recuerda que este complemento no es algo nuevo: “Para nosotros lo es, pero si nos centramos en la historia de la moda han sido pocos los años en los que no se ha llevado.
Hasta hace nada se vestía sombrero para todo”, reflexiona en conversación telefónica inmerso en la preparación de su nueva colección de estos accesorios que lanzará en mayo.
Por ahora la mayoría de sus encargos son para ceremonias, aunque también ha notado un incremento en el uso de esta prenda para proteger la cara del sol:
“Pero no es como en Inglaterra, que recurren a él mucho más a menudo”, explica.
Detrás del mostrador de la tienda-taller que abrió en 2013, en el barrio Gótico de Barcelona, la sombrerera Elisabet Urpí confirma que la mayoría de sus ventas son también para bodas:
“Es cuando la gente se atreve a llevar tocados y pamelas. Después hay un público más reducido, pero que va en aumento, que se anima a llevar turbante o que para un vermú en la playa busca una pamela algo más especial que la básica”.
Incluso habla de clientas que se compran un sombrero al mes.
Pero son excepción: “Para mí es un complemento que favorece mucho, pero a la gente le da apuro.
Yo siempre llevo cosas en la cabeza y te sientes observado. Al principio cuesta dar el paso”, reflexiona.
Es innegable que esta firma sombrerera, ahora propiedad de Chanel, ha logrado que los más jóvenes se atrevan y se animen a vestir la cabeza con algo más que no sea una gorra deportiva.
En la pasarela los diseñadores también recurren a ellos.
Los vimos con un alto componente evocador en el desfile primavera/verano 2017 de Jacquemus.
El francés complementó los atuendos de sus chicas con unos enormes sombreros de paja circulares.
También en la nueva colección de J.W. Anderson para Loewe. “En un conjunto tiene mucha más importancia de la que la gente cree. Gráficamente la vista se va al sombrero.
Es como el colofón de un conjunto.
Lo tienes aquí arriba y abandera lo que llevas”, explica Betto García, el joven artesano artífice de los sombreros que lucen los chicos de Palomo Spain.
Formado al lado de la experimentada sombrerera real Edwina Ibbotson en Inglaterra, un país al que le gusta mucho adornar la cabeza, García recuerda que este complemento no es algo nuevo: “Para nosotros lo es, pero si nos centramos en la historia de la moda han sido pocos los años en los que no se ha llevado.
Hasta hace nada se vestía sombrero para todo”, reflexiona en conversación telefónica inmerso en la preparación de su nueva colección de estos accesorios que lanzará en mayo.
Por ahora la mayoría de sus encargos son para ceremonias, aunque también ha notado un incremento en el uso de esta prenda para proteger la cara del sol:
“Pero no es como en Inglaterra, que recurren a él mucho más a menudo”, explica.
Detrás del mostrador de la tienda-taller que abrió en 2013, en el barrio Gótico de Barcelona, la sombrerera Elisabet Urpí confirma que la mayoría de sus ventas son también para bodas:
“Es cuando la gente se atreve a llevar tocados y pamelas. Después hay un público más reducido, pero que va en aumento, que se anima a llevar turbante o que para un vermú en la playa busca una pamela algo más especial que la básica”.
Incluso habla de clientas que se compran un sombrero al mes.
Pero son excepción: “Para mí es un complemento que favorece mucho, pero a la gente le da apuro.
Yo siempre llevo cosas en la cabeza y te sientes observado. Al principio cuesta dar el paso”, reflexiona.
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