Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

12 mar 2017

Lo que opinan 13 españolas de éxito sobre el feminismo


Preguntamos a las creadoras más influyentes su implicación con la palabra feminista y la llegada del tiempo de las mujeres.

Lo que opinan 13 españolas de éxito sobre el feminismo
Para la presentadora de 'El Intermedio', Sandra Sabatés, ha llegado el momento de decir "basta".
Foto: Ximena Garrigues y Sergio Moya

Son artistas, empresarias, autoras, actrices, periodistas, diseñadoras… Creadoras cuyo trabajo se traduce en un ejemplo de lucha a la que han hecho frente con libertad, profesionalidad, sensibilidad, integridad y empeño.

 Porque no siempre es fácil. A todas les hemos planteado dos cuestiones: 1. ¿Creen que ha llegado el tiempo de las mujeres? 2. ¿Hay que implicarse con la palabra feminista? Estas son sus respuestas: 

Carmen posa entre sus obras Desmesurada, Resplandor y Sueños vagos con chaqueta de ELENA MIRÓ y pendientes de PAPIROGA.
Carmen Calvo
(Valencia, 1950). En su cuadro Escenas de caza (1969), un cazador tira del cabello a una mujer mutilada.
 Grave pasión encantadora (2014) expone el gesto amargo de una señora de luto con unas esposas prendidas al cuello del vestido. Cuarenta y cinco años separan a estas dos obras de la artista, Premio Nacional de las Artes 2013, en su retrospectiva Todo procede de la sinrazón (1969-2016). 
«Sigue vigente el mismo tema: la manipulación de la mujer, su opresión».
 Es una de las seis académicas numerarias (de 34) de la Academia de Bellas Artes de Valencia, donde ejerce «de Pepita Grillo».
 Sus collages y performances, militantes como ella, desazonan al público, pero eso le gusta: «Yo he vivido siempre libre porque siendo niña no me encasillaron.
 En España falta cultura y formación.
 La reivindicación feminista necesita más actitudes que palabras».

Lo que opinan 13 españolas de éxito sobre el feminismo

Preguntamos a las creadoras más influyentes su implicación con la palabra feminista y la llegada del tiempo de las mujeres.

Lo que opinan 13 españolas de éxito sobre el feminismo
Para la presentadora de 'El Intermedio', Sandra Sabatés, ha llegado el momento de decir "basta".
Foto: Ximena Garrigues y Sergio Moya
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Son artistas, empresarias, autoras, actrices, periodistas, diseñadoras… Creadoras cuyo trabajo se traduce en un ejemplo de lucha a la que han hecho frente con libertad, profesionalidad, sensibilidad, integridad y empeño. Porque no siempre es fácil. A todas les hemos planteado dos cuestiones: 1. ¿Creen que ha llegado el tiempo de las mujeres? 2. ¿Hay que implicarse con la palabra feminista? Estas son sus respuestas:
Carmen posa entre sus obras Desmesurada, Resplandor y Sueños vagos con chaqueta de ELENA MIRÓ y pendientes de PAPIROGA.
Foto: Ximena Garrigues y Sergio Moya
Carmen Calvo
(Valencia, 1950). En su cuadro Escenas de caza (1969), un cazador tira del cabello a una mujer mutilada. Grave pasión encantadora (2014) expone el gesto amargo de una señora de luto con unas esposas prendidas al cuello del vestido. Cuarenta y cinco años separan a estas dos obras de la artista, Premio Nacional de las Artes 2013, en su retrospectiva Todo procede de la sinrazón (1969-2016). «Sigue vigente el mismo tema: la manipulación de la mujer, su opresión». Es una de las seis académicas numerarias (de 34) de la Academia de Bellas Artes de Valencia, donde ejerce «de Pepita Grillo». Sus collages y performances, militantes como ella, desazonan al público, pero eso le gusta: «Yo he vivido siempre libre porque siendo niña no me encasillaron. En España falta cultura y formación. La reivindicación feminista necesita más actitudes que palabras».
Vestido de SYBILLA.
Foto: Félix Valiente
Sybilla
(Nueva York, 1963). No le asustan los desafíos.
 Ha creado las prendas con las que soñaba, aceptando, con humildad, la admiración nacional e internacional.
 Y tras el frenazo de 2005, ha vuelto a poner en pie la empresa, «sin grandes recursos y con un equipo comprometido.
 Seguramente, mi mayor orgullo».
 Maestra de las texturas, el color y los volúmenes, hoy tiene un empeño: «Que la moda llegue a ser una fuerza positiva en la sociedad; un negocio capaz de reinventarse y dar respuesta a la situación del mundo. 
Yo, como mujer, quiero ropa que empodere, que me nutra, que me dé herramientas para sacar lo mejor de mí».
 En esa búsqueda de inspiración ha trabajado con grandes aliadas como Vandana Shiva o Anita Roddick.
 «Sin duda, la palabra feminismo toma fuerza y un nuevo significado, impulsado en muchos casos por los propios hombres. Las mujeres en puestos de poder pueden aportar una nueva manera de hacer y plantear los negocios». 
Su equipo (al que esta tarde se ha unido su perrita Rosi) anda de mudanza: «Nos vamos a una nave maravillosa, abrimos una tienda a la calle en Madrid y un nuevo salón de Medida y Novias. Empieza una nueva etapa».

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Sol Picó
(Alcoy, 1967). El núcleo duro de la compañía de la Premio Nacional de Danza 2016 es femenino.
 «Yo no teorizo más allá de lo que he vivido: me ha costado mucho llegar a muchos sitios por ser mujer. 
Son los hilos masculinos los que mecen la cuna; hay que crear espacios para los nuestros».
 La bailarina y coreógrafa reivindica la celebración de la imperfección de la mujer con arrojadas coreografías que se alinean con el teatro denuncia: clásico, contemporáneo, hip-hop… Ellas son recurrentes en sus montajes (La dona manca, Sirena a la plancha, We women…). «A veces, la propia mujer entra en ese flujo de no colocarse donde le corresponde sin darse cuenta. Y eso hay que vigilarlo. 
No hay que dejarse vencer: con diálogo, sin violencia».
 

Patricia Urquiola
(Oviedo, 1961). Arquitecta y diseñadora, pertenece a una familia de Oviedo culta y liberal en la que «los problemas se afrontan y se resuelven».
 Nos cita en el Pabellón Mies van der Rohe, en Barcelona (www.miesbcn.com). ¿Apasionada? «Si eres mujer, hay que tener cuidado con esta palabra porque parece que te quita lógica», puntualiza.
 Con encargos en medio mundo, Salinas, para Boffi, es un último reto. Todos los recibe con naturalidad: «Los clientes tienen fe en que experimentaré y abriré puertas», dice.
 «Para evolucionar, hay que replantearlo todo. También en el amor y la amistad».
 Aclamada por Magistretti, Lisoni o Castiglione, su mentor, a los 40 años fundó su estudio en Milán: «Si hubiera sido hombre, lo habría hecho antes… 
La vida es corta para las mujeres». Denuncia una involución: «Deberemos volver al campo de batalla. Si en algo puedo ayudar a transgredir, estoy dispuesta». Texto: Victoria Aroca.


El vestido de Ivana Baquero es de Dsquared2.
Foto: Ximena Garrigues y Sergio Moya
Ivana Baquero
(Barcelona, 1994). La niña prodigio de El laberinto del fauno estrena su primer papel adulto en la intimista Demonios tus ojos. «Era un salto al vacío; me apetecía».
 De carácter dulce y corazón guerrero, tras sus exhibiciones manejando dagas en Las crónicas de Shannara, ha rodado sus primeras escenas de sexo.
 «Teníamos claro que debían tener gusto y coherencia. En el cine, el hombre es el fuerte, el conquistador, el héroe; y la mujer, la vulnerable, la conquista, el objeto deseado.
 Muchos personajes femeninos siguen vinculados con el erotismo y el sexo: la mujer como reclamo sexual. Es triste y discriminatorio tener que desnudarse para poder trabajar».
 Su herencia ‘matriarcal’ («todas las mujeres de mi familia son jueces y fiscales») la posiciona con la causa: «Hay avances visibles en el espacio público, aunque las cifras globales quedan lejos de la paridad».




 
Eva Amaral viste top de WOLFORD, falda de MARÍA CLÉ LEAL, cinturón de BALMAIN y sandalias de JIMMY CHOO.
Foto: Ximena Garrigues y Sergio Moya
Eva Amaral
(Zaragoza, 1972).
 La palabra outsider, con la que tanto la han definido, le gustaba más antes. «Ahora se usa mucho por postureo. Me interesa la parte que habla de vivir por libre».
 En la promoción de Nocturnal Solar Sessions, su octavo disco de estudio con Juan Aguirre (han vendido juntos más de tres millones de discos), Eva parece seguir, como dice su letra de Hacia lo salvaje, en la búsqueda de su esencia más primigenia, poniendo acento en la realidad.
 «En este disco hablamos de lo que yo creo que va a salvar al mundo, que es intentar entender al que tienes enfrente».
 Considera «un tópico machista» que los hombres no entienden a las mujeres: «El feminismo no implica una lucha contra lo masculino, sino la búsqueda de un mundo igualitario.
 Yo, en la música, cada vez veo más instrumentistas, técnicas de sonido, montadoras… Es una transformación imparable».

 

Así era yo......................................Juan José Millás.

COLUMNISTAS-REDONDOS_JUANJOSEMILLAS
QUÉ PEQUEÑO resulta un escritor frente a los libros! 
No sé si estaba en la intención del fotógrafo mostrar ese contraste, pero ahí tienen a Cabrera Infante en una habitación de su casa de Londres.
 No sabemos si se acaba de levantar o aún no se ha acostado. No tenemos ni idea de la hora que es. 
Puede que las diez de la noche y que el autor de Tres tristes tigres no haya salido ni a comprar el pan.
 Tal vez se echó la bata encima al saltar de la cama y ha estado todo el día con ella, deambulando de una a otra habitación, aterido de frío en esa estancia de techos altos. 
No debe de ser fácil, ni barato, calentar tantos metros cúbicos de aire. 
 Tampoco alcanzar los libros de arriba, uno de los cuales, a lo mejor, era precisamente el que necesitaba hoy para ponerse en marcha, para escribir lo que entre las idas y las venidas del dormitorio a la cocina ha estado creciendo, como un tumor, en su cabeza. 

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Y no es solo el frío, es también el espanto. 
Observen la actitud protectora de los brazos del autor, la mirada perpleja que lanza hacia la cámara, la incongruencia de los calcetines, o el calzón, con los zapatos de vestir que asoman por debajo de la bata.
 ¿Estará deprimido? ¿Se habrá sentado a esperar la llegada de la euforia? ¿Posa tal vez? Supongamos esto último, que posa para el fotógrafo y para el futuro.
 Pero esa pose no se le ocurre sino al que ha sufrido su realidad. Mirad, nos dice, así soy yo, así era cuando estaba vivo, de instantes como este, en los que parezco un insecto frente a un muro de papel impreso, nacieron las aliteraciones de las que fallecí.
 

Polvo de estrellas ‘made in Spain’.....................Rosa Montero....

Supongo que la verdadera ciencia se hace así. La ingeniosa chapuza de hoy quizá se convierta en un valioso desarrollo técnico mañana. 

COLUMNISTAS-REDONDOS_ROSAMONTERO
EL OTRO DÍA estuve viendo una máquina que estudia el polvo de las estrellas.
En un alarde de literalidad se llama justamente así, Stardust, y no sólo es un artefacto único en el mundo, sino que es un proyecto español. 
José Ángel Martín-Gago, un físico de materiales especializado en superficies a nivel atómico, y José Cernicharo, un astrónomo que busca moléculas en el espacio, ganaron en 2013, junto a la astrofísica Christine Joblin, una subvención muy importante del European Research Council (ERC)
Se presentaron 450 proyectos de toda la UE y se aprobaron tan sólo 14, entre ellos el de Polvo de estrellas
 Durante seis años, Gago y más de 100 colaboradores usarán los 15 millones de euros que da el ERC para poner en pie su máquina. Llevan dos años construyéndola; hace un mes comenzó a trabajar en su primera fase; dentro de medio año estará totalmente operativa. 
Utilizan datos de los observatorios ALMA del desierto de Atacama (Chile), pero piensan abrirse a toda la comunidad internacional. 
“Es muy versátil”, dicen con orgullo de madres recién paridas contemplando al bicho.
 
Nos encontramos en el Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid, unas dependencias que el CSIC tiene en la Universidad Autónoma.
 En el laboratorio en donde está naciendo Stardust hay otros cacharros, como un microscopio de efecto túnel, un trasto alucinante capaz de ver y de manipular los átomos.
 Stardust es un artilugio irregular y alargado con cierto aspecto de artrópodo.
 Ahora mide unos siete metros de longitud; terminado, tendrá nueve y una rama vertical de dos metros de altura. 
Su pinta no es muy impresionante, la verdad; sobre todo si tenemos en cuenta que está recubierto de papel de aluminio, todo arrugado y puesto con menos cuidado que el que emplean las peluqueras para taparte la cabeza cuando te tiñen.
 La utilidad del papel es la misma que en la peluquería: mantener el calor.
También el microscopio de túnel lleva una caperuza de papel de plata engurruñado, lo cual confiere a estos maravillosos aparatos un aire de humildes cachivaches que me resulta delicioso.
 Ya había observado en visitas a otros centros de alto nivel científico esa misma falta de pretensión y el aparente desorden de los laboratorios, con cables sujetos provisionalmente con una goma de pelo junto a aparatos carísimos. 
Supongo que la verdadera ciencia se hace así, es algo vivo, consiste en recorrer caminos que no se han recorrido antes, solucionar problemas nuevos.
 La ingeniosa chapuza de hoy para arreglar un fallo quizá se convierta en un valioso desarrollo técnico mañana.
Hay algo orgánico en esta Stardust que se estira varios metros por el laboratorio como un insecto palo. 
Dentro de su cuerpo tubular se estudia el polvo infinitesimal que desprenden las gigantes rojas al morir; cómo ese polvo recorre la vastedad intergaláctica y cómo esas partículas interactúan químicamente con otras hasta crear molécu­las (la nanociencia es la nueva alquimia, porque se centra en las transformaciones químicas).
 Hay molécu­las muy raras en el espacio, dice Martín-Gago, y este maquinón nos va a permitir comprender cómo se forman.
 Este maquinón es, digamos, un fragmento de universo atrapado en un tubo.
De modo que también en España, pese a la falta de inversión en I+D y a la poca importancia que le damos a la ciencia, hay investigadores y proyectos de primerísima categoría.
 Eso sí, aquí todo cuesta mucho más trabajo, y no sólo ya por la falta de fondos, sino por una burocracia marciana.
 Aunque el dinero europeo es del proyecto Nanocosmos, lo gestiona el CSIC.
 Si se rompe un ordenador, tardan cuatro meses en reponerlo. 
Toda compra mayor de 18.000 euros ha de salir a concurso, lo cual implica nuevos retrasos y además por lo general la adquisición de la oferta más barata, aunque no sea la que precisan: “Necesitábamos una determinada bomba de vacío y hemos tenido que comprar otra que no tiene las mismas prestaciones”.
Todo requiere una montaña de papeles: “Los alemanes se pasman de que no tengamos una tarjeta de crédito”.
 Y, tras los seis años del proyecto, ¿qué pasará con Stardust? Quizá la dejemos arrumbada en un sótano, por falta de fondos. 
Sí, es difícil ser científico en España.

Atribulados.......................................Javier Marías

Hay una peste que comparten todas las tiranías. Es la que emiten la intolerancia, el odio a la crítica y el deseo de aniquilar a los “desobedientes”.

Javier Marías
POR AZAR, la elección de Trump me coincidió con un periodo de entrevistas a medios estadounidenses, y me encontré con que varios entrevistadores –sobre todo si eran jóvenes– me preguntaban más por cuestiones políticas que literarias.
Al ser yo español, y haber vivido bajo una dictadura y bajo el “fascismo” (Franco murió cuando yo contaba veinticuatro años), me consideraban poco menos que “un experto” y pretendían que los orientara: cómo reconocer la tiranía, consejos para hacerle frente, guías de conducta, etc.
 Notaba en esos jóvenes un gran desconcierto. 
Nunca habían previsto encontrarse en una situación como la actual, es decir, con un Presidente brutal que ni siquiera disimula. 
Intenté no resultar alarmista ni asustarlos en demasía. 
Al periodista de Los Angeles Review of Books (LARB), por ejemplo, vine a decirle: “De una cosa tened certeza: con Trump y Pence el fascismo llegaría a América si pudieran obrar a su antojo. Ese sería su deseo y su meta.
 Mi esperanza es que no serán capaces de instaurarlo plenamente, en parte por la clara separación de poderes en los Estados Unidos, en parte porque habría una fortísima oposición a ello.
 Vuestra esperanza es que una candidata tan poco atractiva como Clinton obtuvo más votos populares que Trump, casi tres millones. Una dictadura sólo es posible si: a) se establece un régimen de terror y se elimina a los críticos y disidentes, como fue el caso en Chile y en la Argentina en los años setenta, o en Alemania, Italia, España y la URSS en los treinta y cuarenta; 
b) la mayoría de la población, sea por convencimiento (Hitler) o por miedo, apoya al dictador. 
Eso, sin embargo, puede ocurrir con más facilidad de la que imagináis. 
Pero, mientras no ocurra, hay esperanza. 
Y, al menos de momento, no creo que pueda suceder en vuestro país. 
Tenemos que aceptar la democracia aunque nos desagrade lo que votan nuestros compatriotas. 
Pero debemos estar en permanente guardia, luchar contra lo abusivo, injusto o anticonstitucional. 

Por desgracia, puede que no estéis empleando la palabra equivocada –fascismo–, pero quizá sea prematuro emplearla ya”. Por su parte, el joven e interesante novelista Garth Risk Hallberg me inquirió: “¿Cómo se huele el fascismo? ¿Cuál es su hedor? ¿Cómo lo reconoceremos?”
 Al ser más poética, esta cuestión tiene más difícil respuesta.
 En cada sitio ese olor varía. Pero hay una peste que comparten todas las tiranías, aunque sean de distinto grado: del nazismo al comunismo y del franquismo al putinismo, del Daesh al chavismo y del pinochetismo al castrismo, de la dictadura argentina al maoísmo y el erdoganismo.
 Es la que emiten la intolerancia y el odio a la crítica, la persecución de la opinión independiente y de la prensa libre, el pánico a la verdad y el deseo de aniquilar a los “desobedientes”.
 Y Trump ha lanzado esa hediondez bien pronto. 
Su principal consejero, Steve Bannon, ha dicho sin tapujos que la obligación de la prensa es “cerrar el pico”, nada menos.
  Y el propio Trump ha calificado a los medios más serios y prestigiosos, como el New York Times, el Washington Post, Politico, el New Yorker, la CNN, la NBC y el Los Angeles Times, de “enemigos del pueblo”, exactamente la misma acusación de cuantos tiranos ha habido contra quienes iban a purgar o suprimir, si podían.


Por mucho que la prensa haya declinado, por mucho que demasiada gente prefiera informarse a través de las nada fiables redes sociales, sin ella estaríamos perdidos e indefensos. 
A esa prensa estadounidense, además, el mayor muñidor de mentiras –Trump– la acusa justamente de eso, de propalar noticias falsas.
 También es una táctica viejísima de los dictadores: acusar al contrario de lo que uno hace, presentarse como el defensor de lo que uno intenta derribar
. Véase el uso que hoy hacen tantos de los referéndums y los plebiscitos: los ofrecen como lo más democrático del mundo quienes en realidad aspiran a acabar con la democracia.
 Nada tan fácil de manipular, teledirigir y tergiversar como un plebiscito o un referéndum.
 El atribulado periodista de la LARB volvió al final a la carga: “¿Qué nos aconsejaría leer en este momento crítico?”
 Le contesté que mejor leer obras no políticas, porque las pausas son necesarias incluso en los peores tiempos.
 Pero, por si acaso, también le recomendé Diario de un hombre desesperado, de Friedrich Reck-Malleczewen, que he encomiado aquí otras veces.
 “Murió, como tantos”, le dije, “en un campo de concentración. Pero no era judío, si mal no recuerdo, y ni siquiera izquierdista.
 Vio muy pronto lo que significaba Hitler, cuando Hitler aún no era ‘Hitler’.
 Hay una escena increíble en la que recuerda haber tenido la oportunidad de matarlo entonces, en un restaurante.
 Bien que no lo hiciera. Uno no puede llamar a alguien fascista hasta que haya demostrado serlo”.
 Y aquí viene la pregunta ardua: ¿cuándo se demuestra eso? ¿A partir de qué acción, o basta con las declaraciones, los síntomas? ¿Ha de iniciar una guerra o una persecución injustas, una matanza? No conviene apresurarse. 
 Pero tampoco percatarse demasiado tarde.