Por mi experiencia puedo decir que son muy sensibles y que requieren de mucha atención, pero si han decidido adoptar uno, aquí va un pequeño testimonio.
Se ha puesto de moda tener uno, y mucha gente los adopta —porque de
pequeños son monísimos— pero luego se cansan de ellos y los abandonan,
me estoy refiriendo a: los actores jóvenes.
Yo tengo un actor joven, se llama Blas y por mi experiencia puedo decir que son muy sensibles y que requieren de mucha atención —si no lo tienen claro no den el paso—, pero si han decidido adoptar uno, aquí va un pequeño testimonio con mi experiencia.
Blas es macho —pero no lo tengo castrado—, de pelaje alazán y constitución atlética.
Todas las semanas lo llevo a un estreno de cine; ahí posa en el photocall —cosa que le encanta— y después ve la película —cosa que, la verdad, le aburre un poco—.
Después, en la fiesta, se relaciona con otros actores jóvenes y casi siempre se termina emparejando —ahí lo dejo solo, porque después sabe volver a casa—.
Como es muy inquieto, le he abierto una cuenta de Instagram y… ¡le chifla! Se entretiene muchísimo haciéndose selfies —en algunos incluso sale vestido—, contestando a sus fans y haciéndose selfies.
Advertencia: tengan cuidado con los comentarios negativos de los haters, porque les pueden provocar ataques de ira y después sumirlos en la melancolía; es mejor que les filtren solo los buenos.
Al mío, leer no le gusta mucho —le ofrecí La sombra del viento lo abrió y al ver que no tenía dibujos me lo tiró a la cabeza— pero me consta que hay algunos que si salen lectores.
Ahora, el deporte les gusta a todos —mejor si tienen nombre en inglés—: running, kitesurf, parachuting…
No suelen pronunciar muy bien las erres trabadas, sin embargo, tienen muy buen oído; silban y cantan de maravilla —la mayoría también se cimbrea fenomenal—.
Y, por último, en el tema de la alimentación son omnívoros y tienen mucho apetito; yo le alimento casi exclusivamente de batidos detox.
Yo tengo un actor joven, se llama Blas y por mi experiencia puedo decir que son muy sensibles y que requieren de mucha atención —si no lo tienen claro no den el paso—, pero si han decidido adoptar uno, aquí va un pequeño testimonio con mi experiencia.
Blas es macho —pero no lo tengo castrado—, de pelaje alazán y constitución atlética.
Todas las semanas lo llevo a un estreno de cine; ahí posa en el photocall —cosa que le encanta— y después ve la película —cosa que, la verdad, le aburre un poco—.
Después, en la fiesta, se relaciona con otros actores jóvenes y casi siempre se termina emparejando —ahí lo dejo solo, porque después sabe volver a casa—.
Como es muy inquieto, le he abierto una cuenta de Instagram y… ¡le chifla! Se entretiene muchísimo haciéndose selfies —en algunos incluso sale vestido—, contestando a sus fans y haciéndose selfies.
Advertencia: tengan cuidado con los comentarios negativos de los haters, porque les pueden provocar ataques de ira y después sumirlos en la melancolía; es mejor que les filtren solo los buenos.
Al mío, leer no le gusta mucho —le ofrecí La sombra del viento lo abrió y al ver que no tenía dibujos me lo tiró a la cabeza— pero me consta que hay algunos que si salen lectores.
Ahora, el deporte les gusta a todos —mejor si tienen nombre en inglés—: running, kitesurf, parachuting…
No suelen pronunciar muy bien las erres trabadas, sin embargo, tienen muy buen oído; silban y cantan de maravilla —la mayoría también se cimbrea fenomenal—.
Y, por último, en el tema de la alimentación son omnívoros y tienen mucho apetito; yo le alimento casi exclusivamente de batidos detox.