El actor protagoniza una nueva entrega de 'Con su propia voz', programa que recupera las declaraciones que dejó en festivales.
En mayo del año 2000 Gregory Peck visitó el Festival de Cannes. Presentaba allí el documental A conversation with Gregory Peck, un film producido por su hija Cecilia, en el que el protagonista de Duelo al sol
recordaba su vida y su trabajo:
“¿Habéis oído la expresión alto, guapo y moreno? No digo que me mereciera esos apelativos, pero así es como se me conoció durante muchos años”, explicó ante los periodistas.
Se merece esos apelativos y mas.....En sus películas no me emocionaba como lo hizo Paul Newman o un joven Marlon Brando y por supuesto Alain Delón.
Era un actor guapo alto y moreno, de facciones correctas, pero no me transmitía lo que hacían los antes nombrados.
También se preguntó en voz alta: “¿Qué es lo que queda cuando echo la vista atrás? No es la fama sino el trabajo y, sobre todo, la familia.
Cuando en el transcurso del tiempo todo lo demás va desapareciendo, lo único que permanece son las pocas veces que hice un buen trabajo y mi familia”.
Gregory Peck es el protagonista de una de las entregas de la serie Con mi propia voz, con la que TCM trata de recuperar las voces de las grandes estrellas del cine a su paso por festivales internacionales
Gregory Peck nació el 5 de abril de 1916 en La Jolla, en las inmediaciones de la ciudad californiana de San Diego.
Sus padres se divorciaron cuando él solo tenía cinco años y el pequeño se crio al lado de su abuela, una mujer que le llevaba al cine todas las semanas.
Así nació su vocación de actor. “Mi formación consistió en que me enviaron a una escuela militar católica. Marchábamos y rezábamos”, recordaba sonriendo.
En 1942 debutó en los escenarios de Broadway.
“Mi último director en el teatro se sentaba en el palco y quería escucharme pronunciar cada consonante y cada vocal.
Supongo que, habiendo aprendido a actuar sobre las tablas, estaba un poco verde en el cine”, explicó.
Un año después, sin embargo, ya estaba en Hollywood rodando su primera película, Días de gloria”, dirigida por Jacques Tourneur, un film que cuenta la resistencia soviética frente a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.
“Jacques Tourneur siempre me decía: ‘Greg ¿no puedes normalizar tu manera de hablar y que sea más asequible para el público?”.
A lo largo de toda su carrera, Gregory Peck trabajó a las órdenes de los mejores directores de Hollywood, como Alfred Hitchcock, Robert Mulligan, Vincente Minnelli, King Vidor, Elia Kazan, Henry King, William Wyler o Raoul Walsh.
Casi siempre interpretó personajes que encarnaban virtudes sencillas y nobles, seres que tenían profundas convicciones morales y que a menudo eran héroes, como su personaje de Atticus Finch en Matar a un ruiseñor, por el que ganó su único Oscar.
En Cannes reconoció que rechazó papeles que luego se convertirían en grandes clásicos.
“Yo había hecho una película titulada El pistolero. Pocos meses después se presentó Stanley Kramer con el guion de Solo ante el peligro.
Lo leí y me dije: ‘Es lo mismo que El pistolero’. Así que dije que no y Gary Cooper dijo que sí, se llevó el Oscar y la película se convirtió en un clásico del western”.
Finalmente, el actor también tuvo palabras para algunas actrices con las que trabajó a lo largo de su carrera, como Audrey Hepburn, su compañera de reparto en Vacaciones en Roma, o Ava Gardner. “Estaba haciendo una película con Ava Gardner.
Íbamos paseando por las calles del estudio y la gente se quedaba inmóvil -desde los operadores de cámara hasta los directores y los ejecutivos- cuando veían a Ava pasar.
Me da la impresión de que todo entonces todo era más divertido”, recordó con cierta nostalgia este inolvidable actor.
“¿Habéis oído la expresión alto, guapo y moreno? No digo que me mereciera esos apelativos, pero así es como se me conoció durante muchos años”, explicó ante los periodistas.
Se merece esos apelativos y mas.....En sus películas no me emocionaba como lo hizo Paul Newman o un joven Marlon Brando y por supuesto Alain Delón.
Era un actor guapo alto y moreno, de facciones correctas, pero no me transmitía lo que hacían los antes nombrados.
También se preguntó en voz alta: “¿Qué es lo que queda cuando echo la vista atrás? No es la fama sino el trabajo y, sobre todo, la familia.
Cuando en el transcurso del tiempo todo lo demás va desapareciendo, lo único que permanece son las pocas veces que hice un buen trabajo y mi familia”.
Gregory Peck es el protagonista de una de las entregas de la serie Con mi propia voz, con la que TCM trata de recuperar las voces de las grandes estrellas del cine a su paso por festivales internacionales
Gregory Peck nació el 5 de abril de 1916 en La Jolla, en las inmediaciones de la ciudad californiana de San Diego.
Sus padres se divorciaron cuando él solo tenía cinco años y el pequeño se crio al lado de su abuela, una mujer que le llevaba al cine todas las semanas.
Así nació su vocación de actor. “Mi formación consistió en que me enviaron a una escuela militar católica. Marchábamos y rezábamos”, recordaba sonriendo.
En 1942 debutó en los escenarios de Broadway.
“Mi último director en el teatro se sentaba en el palco y quería escucharme pronunciar cada consonante y cada vocal.
Supongo que, habiendo aprendido a actuar sobre las tablas, estaba un poco verde en el cine”, explicó.
Un año después, sin embargo, ya estaba en Hollywood rodando su primera película, Días de gloria”, dirigida por Jacques Tourneur, un film que cuenta la resistencia soviética frente a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.
“Jacques Tourneur siempre me decía: ‘Greg ¿no puedes normalizar tu manera de hablar y que sea más asequible para el público?”.
A lo largo de toda su carrera, Gregory Peck trabajó a las órdenes de los mejores directores de Hollywood, como Alfred Hitchcock, Robert Mulligan, Vincente Minnelli, King Vidor, Elia Kazan, Henry King, William Wyler o Raoul Walsh.
Casi siempre interpretó personajes que encarnaban virtudes sencillas y nobles, seres que tenían profundas convicciones morales y que a menudo eran héroes, como su personaje de Atticus Finch en Matar a un ruiseñor, por el que ganó su único Oscar.
En Cannes reconoció que rechazó papeles que luego se convertirían en grandes clásicos.
“Yo había hecho una película titulada El pistolero. Pocos meses después se presentó Stanley Kramer con el guion de Solo ante el peligro.
Lo leí y me dije: ‘Es lo mismo que El pistolero’. Así que dije que no y Gary Cooper dijo que sí, se llevó el Oscar y la película se convirtió en un clásico del western”.
Finalmente, el actor también tuvo palabras para algunas actrices con las que trabajó a lo largo de su carrera, como Audrey Hepburn, su compañera de reparto en Vacaciones en Roma, o Ava Gardner. “Estaba haciendo una película con Ava Gardner.
Íbamos paseando por las calles del estudio y la gente se quedaba inmóvil -desde los operadores de cámara hasta los directores y los ejecutivos- cuando veían a Ava pasar.
Me da la impresión de que todo entonces todo era más divertido”, recordó con cierta nostalgia este inolvidable actor.