"No me manifiesto por las calles, solo escribo libros", decía Todorov sobre su carácter insumiso.
Todorov recibiendo el Príncipe de Asturias en 2008. MIGUEL RIOPAAFP
Primavera de 2012. Había que fijarse en sus
manos, cómo fueron avanzando por la vida, con qué delicadeza se
acariciaban, parecían mensajes solitarios de su mente, qué dolor
mostraban. Como si todo el cuerpo del hombre ya enfermo se concentrara
en la pureza de cristal y hierro de esas manos. Tiempo atrás fueron
blancas, pulimentadas entre libros, y sus ojos eran risueños,
asombrados, su nariz huesuda, sus gestos ligeros en la silla. Un par de años más tarde la silla le estorbaba, le dolía el
cuerpo y hasta en los ojos estaba ese dolor físico explicando en
susurros lo que había pasado en el Este del mundo, de donde vino a
liberarse a París. Sus gafas cristalinas, su voz ya apagada, como si
estuviera dictando una última lección ante alumnos atónitos que saben
que asisten a la clase final del maestro.
Primavera de 2016.
Hablaba así, con ausencia de pasión, como si aguardara que la tarde y
el día siguiente fueran pasos de un tiempo en el que ya no se sentía
bienvenido. La materia de conversación era un libro suyo contra el odio,
a favor de la compasión. Insumisos, Galaxia Gutenberg.
Pasternak (¡y Stalin!, qué dolor), Solzhenitsyn, Mandela, Germaine
Tillion, Malcolm X… Recorrió la biografía de esos personajes en busca de
un lugar común que los confrontara con la vida del siglo XX, tan cruel
en todas partes, tan esperpéntica en su propio país, Bulgaria: la
insumisión. “Contra el odio y a favor de la compasión”, dijo que
escribía. Preguntó por José María Ridao, su amigo, su vecino. “Ah,
escribe sobre Camus. Otro insumiso”. Abrazaba el pasado de los que
fueron ejemplo acaso para su vida misma. Cuando ya la tarde era de plomo
en su tiempo de hombre vencido por la evidencia de un dolor que no se
decía saltó esta pregunta: —¿Usted se siente insumiso?—Sí y no. En
algunos aspectos me siento que no trato de confirmar opiniones, me
siento a menudo en desacuerdo. No me manifiesto por las calles, solo
escribo libros, lo que no es una vida peligrosa. Así que depende desde
qué punto de vista. Años atrás, en Miami, en México. La mirada de un escolar tranquilo, esa
cara de la que recuerdo, como si los estuviera viendo, sus ojos vivos. Y
ahora, cuando ya no está, viene a mi memoria su espalda dolorida
diciendo adiós de la puerta chica de su buhardilla. Al lado hay un
parque . Él estaba orgulloso de ese olor a plantas que tenía la vida.
Hasta entonces.
El poeta Francisco J. Uriz publica un libro sobre sus andanzas españolas con el escritor sueco-alemán.
Imagen sin datar del autor Peter Weiss. Francisco J. Uriz vino con Peter Weiss
(1916-1982) a España en 1974, aún vivo Franco aunque lánguida ya la
dictadura. Weiss quería documentarse sobre la Guerra Civil para un libro
en el que quiso dejar testimonio de lo que Uriz llama "la primera
resistencia antifascista en Europa". Weiss nació en Alemania, vivía en Suecia, y quería la ayuda de Uriz para el libro que estaba escribiendo, La estética de la resistencia, parte del cual se desarrolla en España. Uriz vive aún en Suecia y alterna esa residencia con Zaragoza, donde nació. En Viaje a la España de Franco
(Erial ediciones), cuenta la historia de esa colaboración e incluye las
palabras del novelista y autor teatral. El cuaderno de bitácora de esa
sección de la novela era el testimonio de un médico alemán, Max Hodann,
amigo de Weiss, que había ejercido su oficio enrolado en las Brigadas
Internacionales. Albacete y Denia fueron campos de operaciones del
doctor Hodann. La resurrección de la obra de Weiss en español se completa con la publicación, a finales de febrero, de Adiós a los padres
(Alpha Decay, en la traducción de traducción de Juan de Sola), novela
largamente descatalogada en la que el escritor retrató la vida de una
familia alemana de origen judío antes de la Segunda Guerra Mundial.
Pisar tierra franquista
Durante un tiempo, Uriz ayudó a Weiss con mapas de la zona. Weiss no quería pisar tierra franquista. Sin embargo, cuando fue
imposible seguir descubriendo con la minuciosidad requerida por Weiss
los rincones por los que anduvo Hodann curando heridos de la guerra, el
poeta convenció al reticente autor sueco-alemán para que hicieran el viaje español de Weiss por los sitios verdaderos. La peripecia la cuenta Uriz como una novela de aventuras.
Fueron en busca de un lugar remoto de Albacete, que fue hospital de
Hodann, y de otro caserón de Denia; en ambos lugares fueron ayudados por
autoridades locales de distinto signo para verificar la ruta del
brigadista. En aquella España aún comandada por el dictador, al
peregrino antifascista le pareció insólito que los alcaldes de entonces y
hasta la Guardia Civil le prestaran auxilio para su obra. Ese libro, La estética de la resistencia, era el regreso de Weiss a la novela, después de éxitos teatrales como Marat/Sade,
que representó en España Adolfo Marsillach con todo tipo de incidentes
que eran marca de la época de la censura. Al propio Weiss aquella
persecución de sus obras le llevó a considerar que su viaje aquí sería
un calvario o un signo de apoyo a una dictadura que detestaba. Le
sorprendió que los periodistas manchegos de la época (los únicos a los
que atendió) se atrevieran a publicar sus declaraciones en contra de
hechos recientes de la dictadura; Uriz le aclaró que los tiempos estaban
cambiando… La estética de la resistencia era, dice Uriz ahora,
"un proyecto ambicioso: narrar la lucha por la liberación de la
humanidad a los largo de cuarenta años del siglo XX y en el papel que en
ella desempeñaba la cultura". La Guerra Civil era una parte importante
"en ese combate". "¿Por qué?", se pregunta Uriz. "Así comentaba años
después el hijo de uno de sus personajes de la novela realmente
existentes, Coppi: 'Lo importante no era lo que los luchadores
antifascistas hicieron, lo importante es que hacían algo, que se
atrevían, a pesar de todo". Fue obsesivo Weiss. Paco y su mujer, Marina, le ayudaron en
lo que pudieron, en Estocolmo, para trasladarle la atmósfera española
que debió de vivir el brigadista Hodann. "Hasta que me empeñé en que
viniese a España, a ver con sus ojos el escenario de su novela". Gunilla
Palmstierna, la esposa del escritor, que escribe el prólogo del libro,
le avisó: viajar con Peter es una locura. "Pero el viaje", dice Uriz,
"discurrió sin el menor problema". Para Weiss, la España de 1974 fue una
sorpresa. "No me dio la impresión de que se fijase demasiado en el
atraso. Le sorprendió la gente. La amabilidad y su manera de expresarse
tan libremente en cuestiones políticas. ¡Si todos parecen socialistas!’,
decía". Además del prólogo de Palmstierna y la crónica de Uriz, que es como una novela en sí misma, el libro incluye el propio Diario del viaje,
de Peter Weiss, que está en alemán en sus obras completas, así como la
crónica (de Uriz) de algunos proyectos cinematográficos frustrados (de
José Luis Borau) para llevar a la pantalla la proeza de aquel brigadista
amigo del escritor peregrino en España.
En 2016 se celebró el centenario de Weiss. En Alemania y en Suecia su teatro se sigue representando, en España también; Marat/Sade, la sensación teatral de la década de 1960, se representó hace un par de años. Y su Hölderlin aún espera su momento… El libro incluye fotos también, especialmente una en la que
Weiss posa con un alcalde franquista, en las que parece, a la vez, un
doctor tímido y un inspector de Graham Greene. Las hizo Uriz, el amigo
español de Peter.
Carmen Mañana Natalie Massenet, presidenta del British Fashion Council, en Madrid la pasada semana. Bernardo Pérez
“Mi chaqueta es de Burberry; la camiseta, de Bella Freud y la falda,
de Erdem. Todo firmas británicas. Bueno, menos los zapatos, que son de
Dolce & Gabbana”. Detallar las marcas que uno viste suele ser
interpretado como un signo de vanidad, pero en el caso de Natalie Massenet (Los Ángeles, 1965) se trata casi de una cuestión de estado. Además de fundadora de Net-a-Porter —la mayor tienda de lujo online— es, desde 2013, presidenta del British Fashion Council (BFC), el organismo encargado de promocionar la moda británica y de gestionar la Semana de la Moda de Londres. Bajo su batuta, esta cita ha terminado de consolidarse como una de las
más relevantes del mundo, compitiendo incluso con Milán por el título
oficioso de capital de la moda masculina. La próxima edición de la
pasarela inglesa se celebra al mismo tiempo que la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid.
Una coincidencia recurrente. “Deberíamos organizarnos. Para los
periodistas y compradores que viajan alrededor del mundo siguiendo los
desfiles es muy difícil dividirse. Cada ciudad debe tener su momento”,
apuntaba el pasado miércoles en el bar de un hotel madrileño. Massenet
se encontraba en la ciudad para acudir a la British Fashion Night
(noche de la moda británica), organizada por la Embajada de Reino
Unido. “El año pasado exportamos a España prendas y complementos por
valor de 330 millones de libras [384 millones de euros]”, argumenta. C omo la empresaria multimillonaria que es, a Massenet le gusta respaldar
sus decisiones con datos. De hecho, una de las aportaciones al BFC de
las que más orgullosa se siente es un estudio en el que, por primera
vez, se mide el peso de la industria textil en la economía británica. Es, según explica, el sector que más rápido está creciendo, aporta
32.500 millones de euros al PIB y emplea a un millón de personas. “Cuando hablas de moda mucha gente no te toma en serio. Pero cuando
pones las cifras encima de la mesa, cuando hablas de ella como de un
negocio, la gente empieza a escuchar”. Desde las grandes cadenas de
distribución como Topshop, que reservan un espacio en sus tiendas para
vender las colecciones de diseñadores emergentes, hasta el gobierno. Massenet cuenta satisfecha que el primer evento no institucional que Theresa May organizó al llegar a Downing Street fue un encuentro con representantes del mundo de la moda. La empresaria también ha conseguido involucrar en su estrategia a prestigiosas facultades de negocios, como la London School of Economics:
“Ponemos en contacto a jóvenes con una extraordinaria mentalidad
empresarial y a los que les encantaría trabajar en la moda con creadores
noveles”, que han sido llamados por el camino de la aguja y no de la
calculadora. Además, desde que el año pasado se recortasen las ayudas
estatales, recauda fondos para becas. “Sin ellas, Alexander McQueen nunca podría haber ido a la Central Saint Martins”.
Consejos para España
Resulta inevitable la comparación con España, cuna de una de las mayores empresas textiles del mundo —Inditex—; de uno de los grandes genios de la costura —Balenciaga— y, según Massenet, de “una de las marcas más excitantes del panorama”: Delpozo. “La moda está en un buen momento en España. Y aunque sigue siendo
importante que haya una pasarela donde se cierren compras y negocios, lo
primero que deben hacer tanto los diseñadores como cualquier
organización es utilizar las herramientas que están a su alcance para
llegar a una audiencia global de forma inmediata. En Londres hacemos live streaming durante los desfiles y animamos a los diseñadores a utilizar las redes sociales”, cuenta. Massenet recuerda que, cuando llegó al cargo hace poco más
de tres años, escribió personalmente a todas las firmas presentes en la Semana de la Moda de Londres. “Les pedí que cuando organizasen sus desfiles pensasen en momentos
susceptibles de viralizarse a través Instagram; que les diesen a los
periodistas, a los blogueros y a los invitados imágenes que pudiesen
viajar por el mundo. Que pensasen en sus marcas no solo como empresas de
ropa sino como medios de comunicación, igual que hace Burberry”. Aunque la clave, asegura, radica que todos actores
implicados en el sector —diseñadores, tiendas, estado, medios, escuelas—
aúnen esfuerzos por un bien común. Incluso en un país tan poco dado al
consenso como España. “Tal vez lo único que hace falta es un Spanish
Fashion Council”.
Las claves
de la moda de la última semana: Naomi Campbell regresa a Gap 25 años
más tarde; el CEO de Ralph Lauren deja la firma por desacuerdos; ‘Sports
Illustrated’ apuesta de nuevo por las talla grandes; y Beyoncé se rodea
de jóvenes talentos para Ivy Park.
Naomi Campbell para la última campaña de Gap.
Naomi Campbell regresa a Gap 25 años más tarde
Naomi Campbell protagoniza la última campaña de Gap un cuarto de siglo después de que lo hiciera por primera vez. La top,
de 46 años, se ha retratado para la línea de la firma estadounidense
luciendo la misma camiseta blanca y el mismo pantalón corto vaquero de
su debut. Además, de la misma talla. La línea —llamada Archive ReIssue—
es una reedición limitada de las prendas icónicas de Gap. En las
imágenes facilitadas por la marca se ve a Campbell bailando con el resto
de modelos, como si esos 25 años no hubieran tenido ningún efecto para
la diosa de ébano.
El CEO de Ralph Lauren se marcha por desacuerdos
Ni el vestido azul de Melania Trump en la investidura de su esposo como presidente de EE UU, creado por Ralph Lauren,
ha sido capaz de frenar la mala racha de la firma.
Su consejero
delegado, Stefan Larsson, abandona la compañía por desacuerdos con el
fundador de la marca estadounidense de moda.
“Tenemos diferentes puntos
de vista sobre cómo evolucionar la parte creativa y cómo orientar el
negocio al consumidor”, dijo el pasado jueves Lauren.
‘Sports Illustrated’ apuesta de nuevo por la talla grande
El número más esperado de Sports Illustrated, ese dedicado a los trajes de baño —Swimsuit Issue—,
apostará de nuevo por una modelo considerada de talla grande. Si el
pasado 2016 fue Ashley Graham, para este año han elegido a Myla
Dalbesio, conocida por su trabajo en Calvin Klein. La maniquí, de 29
años, publicó la pasada semana en Instagram una de las fotos del número,
en la que aparece tumbada boca abajo en una playa solo con la parte de
abajo de su bikini: “Ha sido una de mis metas desde hace décadas, estoy
muy orgullosa”, escribió en la red social.
Beyoncé se rodea de jóvenes talentos para Ivy Park
La próxima campaña de la línea deportiva de Beyoncé,
Ivy Park, está protagonizada por jóvenes talentos estadounidenses. Además de la cantante, la actriz Yara Shadidi, de 16 años, y las modelos
Selah Marley, de 17, y Sophie Koella, de 18, aparecen en el adelanto de
la línea de primavera, su segunda colección en colaboración con
TopShop. La autora de Halo continúa con el estatus de atleta cool
del que dota a cada una de las prendas: sudaderas con el logo de la
marca, camisetas que dejan a la vista el ombligo y parkas brillantes, en
tonos negros y caquis.