Carlos E. Cué
Un nuevo juez da un impulso a la teoría del asesinato pero aún no hay certeza ni siquiera en la hora de la muerte.
Buenos Aires- Dos años después de la muerte del fiscal que conmocionó al país ni siquiera se sabe con certeza a qué hora falleció.
- Falta hasta ese dato clave para averiguar si fue asesinado -por haber presentado una denuncia contra la expresidenta Cristina Kirchner por encubrimiento en el caso AMIA, el mayor atentado del país- o se suicidó.
- Eduardo Taiano, el nuevo fiscal del caso, que ha rebotado por varios tribunales en estos dos años, admite su desolación:
"No estamos seguros de la hora. Todo es muy inédito en este caso, la investigación se llevó muy mal. Y creo que fue intencionado, por eso denuncié a la fiscal Fein [la primera que llevó el caso] y al exsecretario de seguridad Berni [que fue de los primeros en llegar a casa de Nisman esa noche del 18 de febrero de 2015]. Espero que sirvan algunas pruebas", explica a EL PAÍS.
El giro a la investigación desde que la tomó Taiano y el juez federal Julián Ercolini ha sido completo. - Ahora todos los trabajos apuntan hacia la teoría del asesinato. Antes siempre se giró sobre la hipótesis del suicidio porque no aparecía ningún elemento que hiciera pensar en la presencia de una tercera persona en ese apartamento en el que apareció el cadáver de Nisman con un tiro en la cabeza.
- "Recién ahora se descontaminó el caso y se cambió el juez", explica Patricia Bullrich, hoy ministra de Seguridad y entonces una diputada de la oposición que fue una de las últimas personas en hablar con Nisman.
- Estaban preparando una comparecencia en el Congreso para explicar la denuncia contra la expresidenta a la que el fiscal nunca llegó.
- Otro de los múltiples misterios de este caso es que esas
llamadas de Bullrich y otras muchas fueron borradas del teléfono de
Nisman. ¿Quién lo hizo?
"El objetivo era tapar todo porque Nisman quería demostrar las relaciones carnales del kirchnerismo con Irán.
Lo quisieron sacar del medio", dice la ministra, que parece tener claro que no fue un suicidio.
"Desaparecieron llamadas y registros de la computadora de Nisman.
Es evidente que su muerte está relacionada con las investigaciones que estaba realizando", explica el fiscal Taiano, que no se decanta aún por el homicidio.
Pocas cosas mueven más pasiones en Argentina que los servicios secretos.
Y casi todo en este caso gira en torno a ellos. No es la primera vez. La muerte del hijo de Carlos Menem también se les atribuyó. Y precisamente Nisman investigaba la participación de la parte más oscura del Estado en el ocultamiento del peor atentado de la historia de Argentina, el caso AMIA, con 84 muertos en 1994.
Como el propio caso Nisman, quedó sin resolver.
"Hubo 60 personas en ese departamento.
No tenía sentido. Se tenía que haber vallado el lugar. Fue una negligencia tremenda.
Se hizo todo mal y ahora tengo que trabajar con eso.
La imagen que deja la justicia argentina con este caso es espantosa, estamos intentado resolverlo", se queja el fiscal Taiano, que ha pedido a un nuevo grupo de expertos un informe concluyente para saber si fue asesinato o suicidio.
Lo que más va a costar será el cruce de las 56.000 llamadas que ha pedido analizar a la policía.
Él mismo admite que todo va a tardar mucho tiempo, en el que las teorías conspirativas seguirán creciendo.
Por si fueran pocos los componentes de la trama, el propio fiscal ha recibido amenazas a su familia.
Su hijo ahora va con escolta. Él ve a los servicios secretos detrás. "Las amenazas llegaron cuando se publicó que yo estaba haciendo el entrecruzamiento de llamadas.
Tenemos custodia, sí, pero en Argentina todo es relativo, sobre todo si están detrás los servicios de inteligencia", ironiza.
Todo es posible alrededor del caso Nisman, el último de los grandes misterios argentinos, una de las especialidades patrias.
Pero el misterio, en el país austral, se suele mezclar con unos toques de tragicomedia muy característicos.
En otros países los espías se ocultan.
En Argentina Antonio Stiuso, el más conocido de ellos, al que Nisman intentó llamar varias veces antes de morir, ha llegado a llamar en directo a una televisión para amenazar al fiscal Luis Moreno Ocampo, que en ese momento le estaba criticando.
Los argentinos también han podido ver en televisión cómo los investigadores del caso Nisman, en los primeros minutos, los más importantes para recoger las pruebas, pisaban el baño del fiscal, manchaban todo de sangre con sus huellas, o limpiaban la pistola con papel higiénico.
Todo quedó grabado para escarnio de la policía.
"Hubo 60 personas en ese departamento.
No tenía sentido.
Se tenía que haber vallado el lugar. Fue una negligencia tremenda. Se hizo todo mal y ahora tengo que trabajar con eso. La imagen que deja la justicia argentina con este caso es espantosa, estamos intentado resolverlo", se queja el fiscal Taiano, que ha pedido a un nuevo grupo de expertos un informe concluyente para saber si fue asesinato o suicidio. Lo que más va a costar será el cruce de las 56.000 llamadas que ha pedido analizar a la policía.
Él mismo admite que todo va a tardar mucho tiempo, en el que las teorías conspirativas seguirán creciendo.
Por si fueran pocos los componentes de la trama, el propio fiscal ha recibido amenazas a su familia. Su hijo ahora va con escolta. Él ve a los servicios secretos detrás. "Las amenazas llegaron cuando se publicó que yo estaba haciendo el entrecruzamiento de llamadas.
Tenemos custodia, sí, pero en Argentina todo es relativo, sobre todo si están detrás los servicios de inteligencia", ironiza.
Todo es posible alrededor del caso Nisman, el último de los grandes misterios argentinos, una de las especialidades patrias.