Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

25 dic 2016

Alerta de tsunami en el sur de Chile tras un terremoto de magnitud 7,6 en la isla de Chiloé

Hasta el momento no se ha informado de víctimas. Los vecinos de la isla de Chiloé comienzan a evacuar la zona tras el aviso.

 

Una carretera dañada tras el terremoto en Tarahuin (Chile). REUTERS
Por orden de la Oficina Nacional de Emergencias (ONEMI) y del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de Chile (SHOA), cuatro regiones de sur de Chile realizarán una evacuación preventiva ante el riesgo de maremoto, luego de un seísmo de magnitud 7,6 grados en la escala de Richter con epicentro en el municipio de Melinka, en la región de Aysén, que se ha producido a las 11:23 hora local (14:22 GMT).
"¡Mucha fuerza y ánimo a los compatriotas afectados por el sismo en Chiloé y otras zonas del sur! Protocolos de emergencia ya están operando", ha señalado la presidenta Michelle Bachelet a través de la red social Twitter. 
Las regiones afectadas por la medidas son Biobío, La Araucanía, Los Lagos, Los Ríos y Aysén.
 Hasta ahora se desconocen si existen víctimas fatales y los daños materiales del terremoto en las islas de Chiloé, aunque Chile resiste de buena forma los movimientos de fuerte intensidad. "No tenemos información de personas heridas", ha indicado el director de la ONEMI, Ricardo Toro.
 

 

Saramago y la doble identidad regresan mutados a Lanzarote


José Martret estrenará en los Jameos del Agua un montaje sobre ‘El hombre duplicado’, novela que el Nobel concibió en la isla.

Raúl Tejón y Kira Miró en la adaptación teatral de la obra de Saramago.
Cuenta Pilar del Río, la viuda de José Saramago, que un mañana el escritor, en su casa de Lanzarote, frente al espejo del baño donde se afeitaba, preguntó en voz alta:
 “¿Si existiera alguien exactamente igual a mí, sería capaz de soportarlo?”.
 De esta reflexión matinal surgiría El hombre duplicado, una obra en torno a la identidad y las posibilidades que ofrece la vida que el Premio Nobel de Literatura portugués publicó en 2002, ocho antes de su muerte en la isla canaria.
 El hombre duplicado llega ahora al teatro de la mano del director José Martret, en un montaje protagonizado por Raúl Tejón y Kira Miró, entre otros, y la colaboración especial de Nathalie Poza, que se estrenará en el auditorio de los Jameos del Agua (Lanzarote) el próximo 13 de enero, antesala de una gira futura.
 La adaptación, que cuenta con el respaldo de Pilar del Río y la Fundación José Saramago, ha sido realizada por Salvador Toscano y Félix Ortiz. 
El montaje teatral abordará de lleno “la crisis de identidad” que se aborda en la obra manteniendo, aseguran los autores de esta versión, todo “el magnetismo” de la novela.
Para José Martret, un dramaturgo con una mirada especial reflejada en sus obras anteriores (Ivanov o MBIG, entre otras) así como en la filosofía con la que creó, junto a Alberto Puraenvidia, dos de los espacios teatrales más innovadores de la ciudad de Madrid, La casa de la portera y La pensión de las pulgas, este encuentro en el escenario con Saramago es especialmente emocionante.
 Él, un mallorquín de 45 años, que desde muy joven se vio atrapado y doblegado por la obra del autor portugués.
El hombre duplicado, primera obra de Saramago que en España, salvo un montaje en Galicia, es adaptada al teatro narra la historia de Tertuliano, un profesor de historia que descubre viendo una película en el cine que hay un actor secundario que es exactamente igual que él, con las mismas cicatrices físicas que él. 
La obsesión de Tertuliano por encontrar a ese actor, de nombre Antonio, le lleva a una búsqueda implacable hasta dar con ese otro yo que descubrió en una pantalla de cine. 
Las más de 400 páginas del libro tendrán sobre el escenario una duración de aproximadamente hora y media. 

“Con Saramago se vive la literatura de otra manera, la experiencia como lector es diferente.

 Leer a Saramago requiere una atención especial que te lleva a una reflexión profunda y te cautiva.
 Esta es la premisa con la que abordo este montaje teatral.
 Quiero una experiencia teatral única para el público.
 Hay algo muy irónico en la escritura de Saramago y eso lo hemos querido plasmar. 
La obra es un thriller que se va adentrando por caminos muy inquietantes hacia un final bastante inesperado”, asegura Martret que es consciente de las dificultades teatrales de una obra muy reflexiva en torno a la identidad y el ser humano. 
“El montaje narra la historia de principio a fin y la va hilando con las reflexiones que despliega Saramago en el libro.
 La historia no queda vacía de contenido, sino que sigue teniendo la profundidad que le dio el autor portugués”, añade Martret, que se ha rodeado de un equipo técnico de lujo: Jaume Manresa, música y sonido, Alberto Puraenvidia (escenografía), David Picazo (iluminación) y Miguel Ángel Raió en las proyecciones audiovisuales.
El estreno de El hombre duplicado en los Jameos del Agua, ese bello espacio natural intervenido por el artista César Manrique, será, piensa José Martret, el mágico encuentro entre estos dos creadores que nunca llegaron a conocerse.

 

Demasiado de todo............................Rosa Montero........

Me encanta regalar, pero el consumo es sin duda la gran droga contemporánea. Y esta sociedad del desperdicio se dedica a agravar nuestra patología.

COLUMNISTAS-REDONDOS_ROSAMONTERO
LA RED, ya se sabe, es una confusa Máquina del Tiempo que nos trae todo el rato hechos antiguos que son acogidos como si fueran nuevos y que se convierten en noticias virales de última hora.
 Pues bien, el oleaje de Internet acaba de depositar una de estas viejas novedades en la playa de mi ordenador. 
Se trata de un discurso que dio en 2012 José Mujica, por entonces presidente de Uruguay, en la Cumbre de las Naciones Unidas por el Desarrollo celebrada en Río de Janeiro.
Mujica es un personaje singular; octogenario, simpático, humilde. Es cierto que fundó a los tupamaros, una organización terrorista y asesina semejante a ETA. 
Pagó con la cárcel y es probable que hoy ya no tenga nada que ver con el hombre que fue, pero no se ha arrepentido públicamente. Además ha sido amigo del chavismo, no ha abogado por los presos políticos venezolanos ni cubanos y ahora, tras la muerte de Fidel, ha escrito al dictador una carta abierta laudatoria bastante vergonzosa.
 Nadie es perfecto, y desde luego él tampoco.
 Pero el breve discurso de Río es de una veracidad y de una sabiduría estremecedoras.
 Con la misma sencillez con la que hablaría a un niño, Mujica nos enfrenta con la contradicción insalvable de nuestro sistema; con ese mercado que sólo se sostiene en la multiplicación constante de un consumo enloquecido, depredador del planeta y causante de la infelicidad humana (si googleas “discurso de Pepe Mujica en Río+20”, podrás ver el vídeo).
 
Escucho sus palabras ahora, cuatro años después, rodeada de una marea de paquetes y paquetitos: son los regalos que tengo que hacer estas Navidades, un montonazo de objetos, porque, como a veces no me siento del todo segura del presente escogido, puedo comprar alguna cosa más para reforzarlo. 
Vamos a ver, me encanta hacer regalos a los seres queridos, pero ¿de verdad me he tenido que comprar medio Madrid para ello? Hay presentes, probablemente los mejores, que no se compran, sino que se fabrican, se inventan.
 Quizá no tengamos tiempo para regalar así: sin duda es más difícil. O quizá nos arrastre la compulsión consumista.
El ser humano es drogadicto por naturaleza. 
Lo leí hace años en un ensayo brillantísimo, Escrito con drogas, de Sadie Plant (Destino, 2003). 
Y por cierto que no somos el único animal que se coloca; si no recuerdo mal, Plant hablaba de conejos que comían hierbas alucinógenas, de ciervos y otros bichos.
 Hay algo en la vida misma que parece predisponernos a la adicción, y el consumo es sin duda la gran droga contemporánea.
 Y así estamos todos ahora, con el mono, mirando hipnotizados las vertiginosas lucecitas de Navidad.
Este demencial afán de acaparar quizá provenga de nuestros orígenes; somos criaturas oportunistas que, hace miles de años, tuvimos que sobrevivir sin casi nada en entornos muy duros.
 Es de suponer que un troglodita en mitad de una glaciación no desperdiciaba nada que encontrase: ni una rama rota para hacer fuego, ni una piedra de dimensiones apropiadas para servir de herramienta.
 Tal vez nos siga quedando ese mismo gen recolector en algún rincón de nuestro cerebro, pero la urgencia acaparadora que algún día nos salvó la vida hoy nos enferma gravemente.
 No me extraña que cada día sea más común el síndrome de Diógenes, esa patología que consiste en acumular tantos objetos que llegas a vivir enterrado en basura. 

Escucho hoy a Mujica con melancólico pesimismo y pienso que todos o casi todos los humanos somos proyectos de Diógenes. 
Y que esta sociedad del desperdicio en la que vivimos se dedica a agravar nuestra patología con la obsolescencia programada, con campañas publicitarias enloquecedoras, con una inculta cultura de lo efímero.
 Y todo ello para el enriquecimiento de una élite, desde luego; pero esa élite tampoco es ajena a la compulsión y está inmersa en verdaderas orgías de consumismo.
 Qué mundo tan enfermo: ¿cómo podemos salir de esta trampa? Miro a mi alrededor y tengo demasiados libros, demasiados aparatos electrónicos, demasiados objetos decorativos, demasiada ropa, demasiado de todo.
 Ahora mismo la barbaridad de cosas que poseo, de muchas de las cuales ni me acuerdo, me angustia y me repugna. 
Pero no pasarán muchos días sin que compre algo.

Se supone que estudió......................................Javier Marías

¿Cómo puede un Ministro de Justicia sostener que las elecciones sustituyen a los tribunales? 

COLUMNISTAREDONDA_JAVIERMARIAS
DESDICHADOS LOS tiempos en los que frases aberrantes no se tienen por tales y caen en la indiferencia porque ya forman parte de la anómala “normalidad”. 
Trump dijo que, si uno es una celebridad, puede hacer lo que quiera con las mujeres –lo que quiera– y “agarrarlas por el coño” (eso es lo que significa “pussy”, o a lo sumo “conejo”, y no los eufemismos absurdos de los que se ha valido la prensa española, faltando así a la verdad).
 Y eso no lo descalificó para ocupar el más alto puesto de su país. Aseguró que los mexicanos, sin distinción, eran criminales y violadores, lo cual no impidió que al poco lo recibiera y le estrechara la mano el Presidente Peña Nieto, que no se vio obligado a dimitir al instante por ello. 
Los ejemplos abundan en todas partes, por lo que quizá no es extraño que las declaraciones de nuestro Ministro de Justicia a EL PAÍS, Rafael Catalá, el 28 de noviembre, no hayan causado estupefacción a casi nadie y que nadie –que yo sepa– haya pedido su destitución.

No leo toda la prensa ni veo ni oigo las infinitas tertulias (eso sería un castigo excesivo hasta para el mayor asesino), pero leo y veo y oigo bastante, y, aparte de una impecable columna de Julio Llamazares en este diario, no he detectado la menor reacción.
Una cosa es que lo que declaró Catalá lo digan (como han hecho) tertulianos o periodistas al servicio del PP; incluso que lo digan otros miembros del Gobierno (como también han hecho).
 Es algo que en realidad venimos soportando desde hace años.
 Pero lo que es imposible es que sea el Ministro de Justicia –él no es cualquier miembro del Gobierno, no lo puede ser– y que eso no acarree consecuencias; que permanezca en su cargo como si nada; que los jueces y magistrados no se hayan negado a seguir bajo su autoridad; que a casi ningún articulista ni editorialista le haya parecido mal.
 Veamos. 
A la pregunta “La responsabilidad política por la corrupción, ¿está saldada?”, el Ministro contestó:
 “En nuestro sistema se salda con las elecciones.
 Cuando vamos a votar hacemos balance y valoramos qué nos parece la gestión de un Gobierno o las propuestas de la oposición, y en los últimos dos años y medio ha habido todo tipo de elecciones y ha habido ocasión para que los ciudadanos hayan emitido su veredicto”. 
Se entiende que ese veredicto ha sido, según él, de absolución del PP, o ni siquiera: los ciudadanos no han considerado, siempre según él, que al PP debiera juzgárselo por corrupción.
 Esto, soltado por un Ministro de Justicia –de Justicia–, es una aberración. 
Para él, de repente, las leyes no cuentan, no existen.
 Por encima de ellas está lo que podríamos llamar el “afecto popular”, que exime de responsabilidad.
 Siguiendo el razonamiento hasta la exageración, a los jerarcas nazis no debería ni habérseles iniciado proceso porque es innegable que contaron, durante sus años de poder, con el beneplácito y el entusiasmo de los alemanes; porque estuvieron arropados y legitimados por ese “afecto popular”.
 Otro tanto habría que decir de Milosevic, Karadzic y Mladic, principales carniceros de la Guerra de los Balcanes.
 ¿Por qué se los juzgó o juzga en La Haya, si cuando cometieron sus crímenes eran jaleados por su pueblo, y el primero ganaba elecciones sin discusión? 

¿Por qué se debería haber juzgado a Franco o a Hugo Chávez, de haber sido posible, cuando las masas de sus respectivos países los adoraban, y el segundo fue votado hasta la saciedad? 
¿Cómo puede un Ministro de Justicia sostener que las elecciones sustituyen a los tribunales y están por encima de la ley?
 ¿Para qué diablos tenemos leyes, entonces, si los políticos no están sometidos a ellas y ventilan sus delitos fuera de los juzgados, las investigaciones, los procesos y los sumarios? 
No es que estén aforados, que además lo están (en España hay 280.000 individuos aforados, reconoce Catalá; léanlo de nuevo: 280.000); es que, en tanto que partido, no están sujetos a la ley, sino al capricho o a la adhesión de sus votantes.
 Son éstos quienes los condenan o exoneran, según el Ministro.
 Lo más alucinante, con todo, es que éste no tiene empacho en contradecirse de manera flagrante, en la misma entrevista. Hablando ya no del PP al que sirve, sino del “problema de Cataluña”, afirma: “En un Estado de derecho quien incumple la ley debe tener la respuesta de la Justicia … 
Si un Presidente de la Generalitat, un consejero o una Presidenta del Parlament han incumplido una ley, deben responder ante los tribunales”.
 Me parece bien, pero ¿no habíamos quedado en que quien es elegido o reelegido salda su responsabilidad política? Se supone que el señor Catalá estudió Derecho para llegar a su importantísimo cargo.
 Uno no tiene más remedio que preguntarse cómo logró aprobar las asignaturas.