El diplomático ha sido atacado mientras inauguraba una exposición de fotografía en Ankara.
El embajador ruso en Ankara (Turquía), Andrei Karlov, ha muerto este lunes tras ser disparado
por un policía turco de 22 años, según ha confirmado la Cancillería
rusa y la alcaldía de la capital turca, que ha identificado al tirador. El diplomático fue asesinado durante una visita a la exposición fotográfica, Rusia vista por los turcos, según se desprende de las imágenes emitidas en las televisiones locales. El atacante gritó "Alá es grande, Alá es grande. Alepo, venganza", como se puede escuchar en el vídeo del incidente. Las fuentes de la embajada rusa en Ankara han indicado que puede
tratarse de un ataque de islamistas radicales. Este incidente se produce
en la víspera de una reunión en Moscú entre los ministros de Exteriores
de Rusia, Irán y Turquía para tratar sobre el alto el fuego en Alepo,
al norte de Siria.
El embajador ruso en Ankara (Turquía), Andrei Karlov, ha muerto este lunes tras ser disparado
por un policía turco de 22 años, según ha confirmado la Cancillería
rusa y la alcaldía de la capital turca, que ha identificado al tirador. Las
fuentes de la embajada rusa en Ankara han indicado que puede tratarse
de un ataque de islamistas radicales. Este incidente se produce en la
víspera de una reunión en Moscú entre los ministros de Exteriores de
Rusia, Irán y Turquía para tratar sobre el alto el fuego en Alepo, al
norte de Siria.
El tirador, identificado como Mevlüt Mert Altintas, accedió
al Centro de Arte Contemporáneo de la municipalidad de Cankaya, en
Ankara, vestido con el uniforme de guarda de seguridad, según ha
informado Hürriyet. La víctima, Andrei Karlov, nació en 1954 en Moscú y llevaba
al frente de la embajada rusa en Turquía desde julio de 2013. Antes
había sido embajador en Corea del Sur.
El ministro de Exteriores del Reino Unido, Boris Johnson, condenó el ataque "cobarde" y "despreciable". "Conmocionado
al enterarme del despreciable asesinato del embajador ruso en Turquía. Mis pensamientos están con su familia", dijo el jefe de la diplomacia
británica en un mensaje en las redes sociales, recoge EFE.
La estafa millonaria al periodista Luis del Olmo
llega a juicio cinco años después. El que fuera amigo íntimo y asesor
fiscal del periodista, Rogelio Rengel, afronta una petición de 12 años
de cárcel por apropiarse de más de diez millones de euros de Del Olmo. Rengel está acusado de los delitos de estafa, apropiación indebida y
falseamiento de cuentas.
"Espero
que pase muchos años a la sombra, sé que el dinero no lo voy a
recuperar", ha dicho Del Olmo a la entrada del Palacio de Justicia de
Barcelona. En la sala de vistas, el periodista ha insistido en que
Rengel se ocupaba de todos los asuntos financieros. "Cuando estaba en la
radio, llegaba Rengel y yo firmaba", ha declarado.
Rengel se apropió de la mayor parte de la fortuna acumulada
por Del Olmo durante su trayectoria profesional en la radio. Según la
acusación, se apoderó del capital del periodista en las dos productoras
que había creado en los años 90 (Lumer y Sociedad Profesional de
Periodismo) y lo desvió a su uso y disfrute personal. La causa comenzó en 2011, cuando Del Olmo tuvo conocimiento
de la estafa a través de los familiares de Rengel, que también habían
sido estafados. Rengel, que fue durante años editor del seminario Don
Balón, admitió en su primera declaración haber desviado tres millones de
euros a las cuentas de la revista, que quebró en 2011.
La sentencia pone en peligro su cargo al frente del Fondo Monetario Internacional.
La Corte de Justicia de la República había convocado a las partes a
las tres de la tarde de este lunes para dar a conocer su decisión. Y el
veredicto ha sido el de declarar culpable a la directora gerente del
FMI, Christine Lagarde, a la que se le ha juzgado por negligencia con desvío de dinero público. La sentencia pone ahora en peligro el cargo que ocupa en el organismo internacional. El fiscal había pedido la absolución. Con el veredicto de este lunes, se terminan cinco años de proceso
judicial contra Christine Lagarde en su propio país. La cuestión que se
le plantea ahora al FMI es si puede renovar el mandato, como prevé,
al frente de la institución a una gestora cuya negligencia permitió
hace ocho años un desvío de fondos públicos de 403 millones de euros
cuando ella era ministra de Economía. El beneficiario, el empresario
Bernard Tapie, amigo del entonces jefe de Lagarde, el expresidente
Nicolas Sarkozy.
El jefe de la redacción de Libération, Laurent Joffrin,
aventuraba hoy una hipótesis que está en la cabeza de muchos franceses:
Sarkozy, que se sirvió del apoyo de Tapie para ganar las presidenciales
de 2007, habría sido favorable a un arreglo para que su amigo se
resarciera con dinero público y pudiera abandonar el largo contencioso
comercial que mantenía con la entonces entidad pública Crédit Lyonnais. Lagarde habría actuado, por tanto, dejando hacer y colmando los deseos
del Elíseo y de Tapie. Christine Lagarde, que ha acudido cada día a sentarse en el banquillo de
los acusados, ha mantenido siempre su exclusiva responsabilidad sobre
las decisiones tomadas y ha alegado desconocer los lazos existentes
entre Sarkozy y Tapie. Por difícil que sea de creer, su declarada
ignorancia acerca de posibles connivencias (su director de gabinete,
Stéphane Richard, también era amigo del empresario) también le
protegían. El fiscal Jean-Claude Marin había pedido la absolución. Consideraba que
Lagarde pudo cometer un error político, pero no un delito penal. La
naturaleza de la Corte de Justicia de la República (CJR) era otro factor
que favorecía las expectativas de la directora gerente del FMI. La CJR
es un tribunal especial que solo juzga a aforados por presuntos delitos
cometidos en el marco de sus funciones. Ha actuado muy pocas veces en
los últimos sesenta años y es una estrambótica mezcla de poder
legislativo y judicial. Solo tres de los quince jueces que hoy se iban a
pronuncian en el caso Lagarde son magistrados. Los otros doce son
parlamentarios elegidos en sus respectivas cámaras (Asamblea Nacional y
Senado) por sus pares. El resultado: seis diputados y seis senadores. En
términos ideológicos: seis socialistas (o asimilados) y cinco
conservadores y un centrista. Juzgaban a uno de los suyos, un político
en el ejercicio de su cargo. El voto de hoy es secreto y bastaba con que
ocho se pronunciasen a favor o en contra para decidir la absolución o
la condena. Esta última, en términos legales, es pequeña: un año de
cárcel (probablemente con suspensión de pena) y 15.000 euros de multa. Christine Lagarde fue la responsable de un macroministerio (Economía,
Finanzas, Industria y Empleo) entre 2007 y 2011, año en el que fue
nombrada directora del FMI para sustituir a su compatriota Dominique
Strauss-Kahn, que tuvo que dimitir por un escándalo sexual. Al poco de
aterrizar en el ministerio, Lagarde dio luz verde a un arbitraje privado
para terminar con el contencioso que enfrentaba a Tapie con el Crédit
Lyonnais. A pesar de que la justicia ya se había pronunciado en contra
de las aspiraciones millonarias de Tapie, el arbitraje se puso en marcha
y terminó nueve meses más tarde en el seno del ministerio de Lagarde
con una compensación para el empresario de 403 millones de euros. La justicia anuló el año pasado la adjudicación
e instruye ahora una causa penal por estafa contra los principales
actores de aquel arbitraje; entre ellos, el que fue director de gabinete
de Lagarde, Stéphane Richard, hoy presidente ejecutivo de Orange, y uno
de los tres árbitros elegidos, Pierre Estoup, que resultó ser amigo de
uno de los abogados de Tapie.
La Navidad es una excusa tan buena como cualquier
otra para regalar libros.
A la espera de un 2017 que empezará fuerte
(Dennis Lehane, John Connolly o Bnejamin Black regresan en los primeros
meses del año), vamos con un repaso a algunas de las mejores opciones
negrocriminales para regalar.
Va el mismo aviso de siempre: estos
consejos y sugerencias son personales e intransferibles.
No está ni de
lejos todo lo que hay. Está lo que, desde mi modesto punto de vista,
puedo recomendar con pasión: aquello que me he leído y me ha gustado.
Reediciones
de clásicos, policías malencarados, maravillas con sangre en los
estantes, un par de obras que me han dejado de piedra y thrillers de los buenos son algunas de las elecciones de este año. Pasen, lean y disfruten.
Reediciones que nunca están de más
La piedra lunar, Wilkie Collins
(Navona). Esta novela es tantas cosas que uno no sabe por dónde
empezar.
Uno de los libros fundacionales del género, una proeza
narrativa a varias voces, a todos los estilos.
Una boutade del
opiómano Collins, un libro que todavía es venerado y copiado.
La versión
que ha sacado Navona, en su colección de Ineludibles, cuenta con la
excelente traducción de José Luis Piquero y una edición de lujo: buen
papel, bonita encuadernación.
Hablaremos más sobre esta joya.
La selección cumple con tres requisitos esenciales: son libros que he leído; hay un poco de todo y están en las librerías
El caso del asesinato de Benson,
S.S Van Dine (Reino de Cordelia). Estamos ante una reedición más que
justificada de un clasicazo: no solo recupera a un personaje tan
irritante como atractivo, un tipo brillante, pedante y eficaz a partes
iguales, un Sherlock Holmes en millonario, sino que además, gracias al
trabajo de la editorial y de la traductora María Robledano, tenemos por
fin una versión íntegra, con toda la gracia y todas las alusiones
culturales que hasta ahora se habían sustraído de la edición en español.
La Dalia Negra, James Ellroy (Literatura
Random House, traducción de Albert Solé).
Entré de adolescente en el
universo de este loco de las letras norteamericanas gracias a su
interpretación del caso real de la tortura y muerte de Elisabeth Short,
una excusa como otra cualquiera para desplegar su maestría y hundir las
raíces de su narrativa en los efectos que para siempre ha dejado en él
la muerte de su madre.
Una novela que vuelves a leer ahora y sorprende
todavía más por su fuerza y lo bien que envejece.
Una excelente idea la
de recuperarla en las librerías.
Si no han leído al perro rabioso de las
letras estadounidenses pueden empezar por este.
Si lo han leído, pueden
hacer como yo y volver a chutárselo.
Caza al asesino,Jean- Patrick Manchette
(Angrama, traducción de Joaquín Jordá).
Les voy a dejar aquí con la
acertada visión que Carlos Zanón nos regala en el prólogo de esta
edición: “Fue un éxito de público y crítica; incluso los adversarios de
Manchette la apreciaron.
A priori esta novela es, en hechuras y reparto
de papeles prototípicos, el traje más clásico del vestuario de
Manchette. Pero con los buenos escritores nada es lo que parece ni tan
sencillo como se pueda asemejar.
El guiso argumental bebe aquí tanto del
western crepuscular como de la novela del siglo XIX y principios del
XX. Del primero toma la balada del pistolero que vuelve a casa (...)
Pero nadie quiere al ser humano bajo la bestia feroz, sino que ésta se
inmole o sea condenada”.
No se puede decir mucho más.
Déjense llevar por
la voz del verdadero renovador del género negro en la década de los
setenta del siglo pasado, por un escritor valiente y distinto, con todo
lo que eso significa cuando se dice de verdad.
Nemesis, Jo Nesbo (Roja y Negra, traducción de
Carmen Montes y Ada Bersten).
El cuarto caso de Harry Hole llega ahora a
las librerías de mano del sello de Penguin Random House, que está
teniendo el detalle de publicarlas en orden.
El inicio incluye una de
las mejores narraciones sobre atracos a bancos que he tenido la suerte
de disfrutar.
El resto es la primera gran historia de Hole, la novela en
la que su verdadero carácter eclosiona
. ¿No han leído ninguna? Pueden
empezar por esta y seguir adelante, no se van a arrepentir.
Una joya que merece un capítulo aparte
Sangre en los estantes, Paco Camarasa
(Destino). Un libro necesario, un diccionario personal, un anecdotario
brutal sobre las últimas cuatro décadas del género negro, una apuesta
extraña y lúcida, un artefacto a veces excesivo, único.
Con inteligencia
y humor, el que fuera libero de Negra y Criminal y factótum de la
novela negra en España repasa la historia de la ficción criminal.
Echarán en falta cosas y les sobrarán otras, pero les aseguro que leerán
muchas historias que no sabían y saldrán de la lectura de este
compendio imprescindible siendo un poco más sabios.
Cracks de distinto orden
Rey de Picas, Joyce Carol Oates
(Alfagurara, traducción de José Luis López).
Entre los escritores fuera
de serie de EE UU esta dama neoyorquina destaca por su pericia a la
hora de usar cuantas voces y géneros desee.
En este caso se pone en la
piel de un escritor de éxito, no tanto como le gustaría, con un lado
oscuro que va ganando terreno.
Un ejercicio de estilo entretenido y
brillante; una pequeña muestra del reverso oscuro de la creación; una
sátira sobre el mundo literario.
Dos rarezas, dos apuestas sociales y radicales
Hay dos libros publicados este año y que por
distintas razones me han dejado una huella marcada por el desasosiego.
Son distintos, son novela negra en los márgenes, pero no quiero dejar de
recomendarlos.
Madrid: frontera, David Llorente (Alrevés). Tardé en leer Te quiero porque me das de comer
(Alrevés) y siempre me voy a arrepentir de haber llegado con retraso a
ese radical y turbio relato sobre la violencia y el ser humano, sobre la
vida, la muerte y las esperanzas.
Por eso quizás me eché encima de Madrid: frontera
en cuanto salió para constatar que es una nueva apuesta de un autor al
que no le basta con quedarse en las líneas establecidas para el género.
Una distopía social, una pesadilla con trasfondo criminal, un Madrid
destrozado, futurista, próximo, quizás este Madrid con un poco de
exageración. Todo un hallazgo.
La escena, Clarence Cooper Jr.
(Sajalín, traducción de Guido Sénder).
Algún día hablaremos de la
excelente labor de los locos que llevan esta editorial para acercarnos
lo mejor de toda una corriente narrativa a la que no se ha prestado la
atención suficiente.
No me refiero solo a Edward Bunker, al que ya hemos rendido pleitesía aquí,
sino a toda una pléyade de autores excelentes, duros, que miran a la
sociedad estadounidense desde la basura de las aceras.
En este caso se
trata de una novela escrita por un joven afroamericano en la década de
los sesenta, un libro terrible sobre la adicción a la heroína, maleantes
sin oficio, policías corruptos y otros seres, atados todos a La escena,
un lugar en cualquier lugar de una ciudad sin nombre.
Una novela de
extraña relevancia y vigor más de 50 años después de su publicación.
Podríamos seguir un buen rato, querido lector.
Pero si ha llegado hasta aquí creo que es más que suficiente. Sé que me
dejo mucho, pero lo que pongo lo hago con el corazón y con las pestañas
chamuscadas.