Vincent van Gogh fue un pintor de excesos: muy expresivo, muy
atormentado y muy inquieto.
En los 37 años que vivió se le conocieron 38
direcciones en cuatro países
. Entre otros lugares, vivió en La Haya, Ámsterdam, Bruselas, Amberes, Londres, Ramsgate, París, Arlés, Saint-Rémy-de-Provence
y Auvers-sur-Oise.
A esta villa de unos 7.000 habitantes situada a 27
kilómetros de París, en el noroeste de la región de la Isla de Francia,
llegó, animado por Pissarro, para tratarse con el doctor Gachet y pasó
sus últimos 70 días, que fueron muy intensos y le dieron para crear 72
telas, 33 dibujos y un grabado.
Francia fue el último puerto.
Su hermano Theo se instaló en Montmartre
en la década de 1880 y convenció a Vincent de que probara suerte en la
que entonces era la capital del arte en Occidente.
Allí entabló
amistades con compañeros de gremio.
Luego se puso a prueba de la luz del
sur, conoció manicomios y altibajos, hasta que halló reposo en el
norte.
10.00 El Auberge Ravoux
Auvers está volcada con Van Gogh.
Esparcidas por el pueblo hay 29
placas con imágenes de los cuadros que pintó y los motivos (ya sea
edificio o panorámica) que los inspiraron, tal cual han resistido el
paso del tiempo.
Permiten identificar telas notables como Paisaje con carruajes y tren de fondo,
sobre la que el 13 de junio de 1890 escribió en una carta a su hermana
Willemine
: “Busco expresar el tránsito desesperadamente rápido de las
cosas en la vida moderna”.
O Campos de trigo bajo el cielo nublado, con la que quiso, según contó a Theo, explicar lo que no sabía decir con palabras.
En el Auberge Ravoux (1)
pernoctó por 3,50 francos al día.
Su habitación y la del entonces
compañero de hostal, el holandés Anton Hirschig, permanecen intactas.
Dadas las limitaciones, no cuesta imaginar a Van Gogh escribiendo su
mítica nota: “Un día u otro creo que encontraré la manera de exponer mis
cuadros, al menos en un café”.
La entrada (6 euros) incluye el visionado de un breve documental
sobre la estancia de Van Gogh en Auvers, su relación con Gauguin y Theo,
y su manera infatigable de trabajar, con su característico trazo
grueso, las luminosas obras que los paisajes le insinuaron.
El restaurante es una postal antigua, mantiene mobiliario y atmósfera
de un clásico café de artistas en el que los turistas se empapan de
bohemia.
12.00 El estudio de Daubigny
Amigo de Corot y Cézanne, influenciado por Courbet y considerado
precursor del impresionismo, Charles-François Daubigny (1817-1878) pintó
muchas escenas del valle del Oise. Tuvo casa en el pueblo y su jardín
fue pintado por Van Gogh en uno de sus cuadros memorables de esta etapa:
El jardín de Daubigny.
Una manera de celebrar a este pintor de paisajes, referente y mentor de las siguientes generaciones, es visitar su casa-taller (2), donde se exponen algunas de sus obras, retratos de familiares y de amigos como Corot u Oudinot.
No muy lejos está el Museo Daubigny (3),
situado en la magnífica villa des Colombières, donde conviven obras
suyas con exposiciones temporales que dan cuenta de la vocación
artística de este pueblo.
Para comer no hay muchas opciones: o entregarse a las recetas
tradicionales del Auberge Ravoux cueste lo que cueste, o decantarse por
los abundantes platos del Café de la Paix (4), más económico.
15.00 La casa del doctor Gachet
El doctor Gachet fue el culpable de que Van Gogh llegara hasta aquí
para tratar sus brotes.
Era un personaje extraordinario: médico,
coleccionista y artista. Compró su residencia (5) en
1872 y, en compañía de Pissarro, Cézanne, Guillaumin y Van Gogh, pintó y
grabó numerosas obras. La visita, gratuita, permite descubrir en su
estado original la presse à bras (plancha manual de grabado) y varios elementos que aparecen en las telas de Van Gogh, como la célebre mesa roja del famoso Retrato del doctor Gachet.
El paisaje que rodea la villa tiene el aura de la intimista película que realizó Maurice Pialat en 1991, Van Gogh,
que profundizaba en la posible relación entre el pintor y la hija del
doctor, Marguerite, cuyo piano también sigue ahí, idéntico al del cuadro
Marguerite Gachet al piano.
17.00 El castillo de Auvers
A 20 minutos a pie aguarda otra inmersión impresionista.
No solo por el castillo de Auvers (6),
sobrio edificio del XVII, sino también por el jardín que lo rodea,
invitación a panorámicas flotantes, setos de boj y laberintos vegetales.
En el interior del château llama la atención el centro de arte, con exposiciones temporales como Viaje al tiempo de los impresionistas,
testimonio del fin del Segundo Imperio, cuando el barón Haussmann
emprendió una reconstrucción urbanística de París que propiciaría
grandes cambios en las formas de vida.
Cafés, bailes, bulevares o
pasajes se hicieron imprescindibles y los pintores fueron cronistas en
sus cuadros de una realidad burbujeante.
Además de la legalidad de la
absenta (perniciosa bebida que también aquí tiene su museo (7):
musee-absinthe.com), coincidió ese momento con el desarrollo del
ferrocarril, lo que favoreció que muchos pintores buscasen ambientes
campestres, como haría Van Gogh en Paisaje con el castillo de Auvers y en tantos otros cuadros.
19.00 Cementerio e iglesia
No se puede decir adiós al pueblo sin visitar su iglesia (8). ¿Cómo no recordar la tela Iglesia de Auvers?
Aquí sigue, con el campanario cuadrangular propio de la región, similar
a como se la describió a Willemine: “Tengo un cuadro más grande de la
iglesia —un efecto en el que la construcción parece ser violeta contra
un cielo de simple azul oscuro, cobalto puro; las ventanas parecen como
manchas de azul ultramar, el tejado es violeta y en parte anaranjado—”.
Avanzada la tarde del 27 de julio de 1890, Vincent sufrió una recaída
y su estado de ánimo empezó a dar bandazos por estos campos que había
pintado sin desmayo durante 69 días.
De pronto sacó una pistola y se
disparó en el pecho.
Consiguió llegar a la habitación número 5 del
Auberge Ravoux. Hirschig avisó a Theo, que llegó de París al día
siguiente para verlo agonizar.
Fue enterrado en el cementerio de Auvers-sur-Oise (9),
un kilómetro más arriba de la iglesia. Seis meses después,
completamente rendido, falleció Theo.
En 1914, su esposa, Johanna,
consiguió que lo enterraran junto a su hermano.
Use Lahoz es autor de la novela Los buenos amigos (Destino)