Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

15 dic 2016

Álex González habla del accidente que cambió su vida: “Allí, en el hospital, di un golpe de timón”

Tras el éxito de 'El príncipe', el actor confiesa su paranoia ante la fama y sus problemas con sus parejas también famosas.

 


Álex González posa pensativo para ICON con jersey y pantalón de Emidio Tucci para El Corte Inglés.
“Llevaba un tiempo yendo muy rápido, en todos los sentidos”, reconoce Álex González cuando recuerda aquella época. 
Tenía 18 años y volvía a casa con la que era su novia en ese momento.
 La moto en la que iban perdió la compostura y se deslizó, imparable. 
Se estrelló violentamente contra un afilado quitamiedos. Su chica quedó inconsciente en el suelo, y el actor, que no perdió el conocimiento en ningún momento, recuerda como si fuera ayer el chorro de sangre que le salía del hombro sobre el top blanco de ella. 
Tenía el brazo desgarrado, en un estado tal que cuando ella despertó y le miró volvió a desmayarse.
 “Los médicos me dijeron que tuve mucha suerte porque me quedé a poco de cortarme la arteria. 
Allí, en el hospital, empecé a pensar en lo que era, y di un golpe de timón.
 La vida me frenó en ese momento.
La cicatriz que tengo es la culpable de que hoy sea actor”.
 Cambió de barrio, decidió estudiar interpretación y empezó a quererse más y mejor, un empeño en el que aún continúa. 

Hoy, cualquiera en el momento personal que se encuentra el actor Álex González tendría la cabeza como un molino de viento: ha rodado en EE UU el capítulo piloto de Citizen, una serie para Hulu, el brazo televisivo de Paramount.
 Si no sale adelante, el 31 de diciembre le hará un hombre libre. Pero si todo va bien, le esperan seis años viviendo el sueño americano. 
Y eso que no es lo que fue a buscar a Los Ángeles cuando terminó El príncipe en Telecinco. 
“Fui a por un poco de anonimato, a seguir formándome y, no lo voy a negar, también hay cierta ambición por ampliar el negocio.
 No tiene nada que ver con ser actor: si hubiera tenido una sombrerería habría viajado a ver qué sombreros hacen por ahí.
 Una mezcla entre necesidad personal y declaración de intenciones, saber que hay otros sitios si las cosas fueran mal en España”.
Su tono de voz hace difícil imaginarlo atormentado huyendo de cualquier sitio, incluso de la popularidad de El príncipe, una serie que se despidió este año ante 5,2 millones de espectadores. 
Le recuerdo cómo Miguel Ángel Silvestre prácticamente desapareció del mapa durante un año tras Sin tetas no hay paraíso para ser capaz de volver a colocar la cabeza en su sitio, pero ahí entramos en un terreno donde cree que puede patinar con facilidad.
“Siento pudor al hablar de las consecuencias del éxito porque es algo imposible de comprender si no lo has vivido.
 Me da miedo que cualquier cosa que diga se pueda malinterpretar. Ni mis íntimos amigos han entendido realmente lo que es hasta que no lo han vivido a mi lado. 
No me quejo, me siento muy agradecido y la gente se acerca con cariño.
 Pero mira: hasta he desarrollado una pequeña fobia al sonido que hace la cámara del móvil al disparar. 
Es oírlo y entrar en tensión. Aunque nunca he dicho no a una foto. Jamás”.
El proceso de adaptación empezó hace una década, cuando protagonizó una temporada completa de Un paso adelante y la película Segundo asalto, que le valió la nominación a mejor actor revelación en los Goya.
 Y a estas alturas, se infiere, la incertidumbre ante el futuro le afecta menos: “Me siento en efervescencia: lo que quiero es trabajar, viajar y aprender.
 ¿Que me voy fuera? Fenomenal. ¿Que me quedo aquí? Fenomenal también. 
Mira, por si quieres titularlo así: tengo una flor en el culo”, dice entre risas.
Madrileño de 36 años, reconoce haber aprendido hace poco a decir lo que piensa. “Antes mi actitud tenía mucho que ver con agradar, para que te quieran y piensen bien de ti. Incluso hacer de bueno, algo que he sabido hacer muy bien. Pero ya está: ser bueno es decir lo que piensas. Quizá sea la edad lo que hace que no me importe tanto satisfacer al otro.
 Con el éxito de El príncipe, y al estar en el ojo público, me empeñé en que todo fuera perfecto: que las entrevistas fueran genial, no decir jamás no a una foto…
 Pero ahora me estoy dando el premio de poder fallar.
 He estado muy concentrado en caer bien y en no decepcionar. Ahora lo que quiero es no decepcionarme a mí mismo”, reflexiona. 



El actor luce traje y camisa de Emidio Tucci para El Corte Inglés. Peluquería y maquillaje: Ricardo Calero (Talents) para Art Lab-Aveda y Chanel.
Una seguridad que no ha sido fruto de un día.
 La noche antes a esta sesión de fotos para ICON –con prendas de Emidio Tucci, firma de la que es imagen este otoño–, se grabó para un prueba y, si alguien no le hubiera parado, aún estaría allí delante de la cámara, repitiendo una y otra vez. 
“Dicen que los actores somos inseguros, y mira: llegas a la escuela y el profesor juzga si está bien o mal según su criterio; luego, en los castings, pasa lo mismo; cuando trabajas es el director y, al día siguiente ya te mide cualquiera que te cruzas por la calle. 
 Pero nunca hay una cosa tangible detrás, como le pasa al médico: el paciente entra enfermo y sale por la puerta sano. 
Por eso debí desarrollar esa tendencia a querer agradar siempre de la que te hablo”.
Es evidente que Álex González está pasando por un momento vital al que quizá no es posible ponerle un nombre ni ubicar en ningún lugar, pero que existe. 
Algo está cambiando. “El mundo sería mejor si por fin nos diéramos cuenta todos al mismo tiempo de que los actores populares no somos especiales, por mucha gente que insista en que lo somos.
 Por eso me fui, para dejar de escucharlo. La tele lo potencia todo y te hace más guapo, más listo y más gracioso de lo que eres. 
Y como te lo creas…”.

Ahora, soltero y sin compromiso tras un currículo amoroso que no le ha sido posible mantener en privado, echa la vista atrás y reconoce que la vida personal varía mucho si la mujer que está a tu lado es tan conocida como tú o no. 
“Es como uno lo viva.
 Cuando pasé por eso la primera vez [Chenoa, en el año 2006] no tenía ninguna herramienta personal ni emocional y me volvía loco, como si le das un ordenador a un primate. 
Y con la última [Adriana Ugarte, en 2012], aunque ya lo había vivido antes, tampoco te creas que lo dominaba. 
Ahora no sé si tengo todas las armas necesarias, pero al menos sí las suficientes para enfrentarme a lo que pueda pasar”, reconoce.
Álex parece ser un hombre que observa lo que ocurre a su alrededor, uno de los que no pasa página sin aprender antes la lección.
 Algo que le sucede desde que jugaba a los tres años en la terraza de casa a llevar a su hermana en un taxi ficticio allá donde quisiera, o el que se metía debajo del mantel de la mesa camilla con dos tenedores que le servían de volante y se iba a Marte. 
Sin embargo, aquel niño fue dando paso a un adolescente que se sentía diferente. 
“Soy de una generación temprana que dijo que quería ser actor y tuvo que escuchar que 'eso era de maricones'.
 Cuando llegué a la adolescencia, etapa en la que luchas por pertenecer a algún sitio, peleé por ser uno más de la manada”.
Ahora, lucha por todo lo contrario: ser personal.




 

El Supremo incrementa en dos años la pena para Gago por el asesinato de Isabel Carrasco

La Sala confirma los 22 y 20 años a las que fueron condenadas Montserrat González y su hija Tatiana Martínez.

 
El Tribunal Supremo durante la vista pública de los recursos contra las condenas por el asesinato de Isabel Carrasco. EFE

La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo ha estimado este jueves la petición del fiscal y ha incrementado en dos años —hasta los 14 en total—, la pena impuesta a la policía municipal de León, Raquel Gago, por complicidad y tenencia ilícita de armas en el asesinato en mayo de 2014 de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco.
 Por otra parte, la Sala confirma las condenas a 22 y 20 años de cárcel impuestas a Montserrat Ascensión González y a su hija Montserrat Triana Martínez por el crimen..

 El Supremo celebró este miércoles la vista pública de los recursos contra la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCL) que condenó a González y Martínez. 

Respecto a Raque Gago, ha aceptado el recurso del fiscal que pedía añadir a sus 12 años de condena por complicidad en el crimen, otros dos años de prisión por la de tenencia ilícita de armas.

 Por contra, el alto tribunal ha rechazado los recursos de las defensas de las tres inculpadas en el asesinato.

De este modo, no ha contemplado la posible eximente parcial de trastorno paranoide para Montserrat González y ha establecido que el relato de los hechos probados, que apunta a la plena participación de Triana Martínez en el crimen, está bien fundamentado.
El fallo ha sido hecho público este jueves y, aunque la sentencia todavía no ha sido redactada, ha sido comunicado a la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de León a los efectos oportunos.

 

Las mantas virales que vas a querer pedirle a Papá Noel............. Nuria Luis ...

Internet ha caído rendido a su caluroso abrazo. Dónde comprar y cómo hacer estas piezas que se van a convertir en tu próximo regalo de Navidad.

mantas internet
Foto: Instagram Ohhio/justynaniko
Parece que los tiempos de la temida batamanta llegaron a su fin. Según Pinterest, lo de cobijarse al calor un fin de semana enchufado a Netflix ya no está reñido con el bonitismo. 
La red social, junto a Instagram, ha caído rendida desde hace unos meses ante el esponjoso abrazo de dos mantas virales que hacen las delicias de Internet y de todo aquel que tenga en mente ya su lista de regalos de Navidad.
Una de ellas es más fácil de encontrar con su nombre inglés, “chunky blanket”.
 Una expresión que alude a su robustez precisamente por la cualidad que la diferencia: su punto.
 Frente a otras piezas similares, esta manta luce uno enorme trenzado con bastante holgura.
 En su mayoría, están hechas con lana merina, una de las mejores desde hace siglos por su gran calidad y otras propiedades como su textura sedosa, su calidez y su suavidad en contacto con la piel. Esto, aunado a lo laborioso de su proceso, justificaría los altos precios que pueden llegar a alcanzar.
¿Dónde la compro?
Ese Olimpo de las manualidades llamado Etsy es el lugar por antonomasia donde pueden encontrarse.
 Concretamente, hay una tienda de la web que está ganando especial atención con las suyas. 
Se llama Ohhio, y vende mantas hechas a mano que oscilan entre los 285 y los 674 euros. 
Su responsable, Anna Marinenko, es una ucraniana de 27 años que comenzó a tejer hace un año:
 “Un día vi un material inusual que despertó mi imaginación”, confesó a Business Insider
 “No tenía agujas, por lo que empecé a tejer con mis manos”.
 A Marinenko le gustó tanto la estética de esta manta que decidió adquirir más ovillo.
 Su popularidad ha crecido de tal manera que ya tiene su propia página web, donde también las vende.


Las mantas virales que vas a querer pedirle a Papá Noel

Internet ha caído rendido a su caluroso abrazo. Dónde comprar y cómo hacer estas piezas que se van a convertir en tu próximo regalo de Navidad

mantas internet
Foto: Instagram Ohhio/justynaniko

¿Dónde la compro?
Ese Olimpo de las manualidades llamado Etsy es el lugar por antonomasia donde pueden encontrarse. Concretamente, hay una tienda de la web que está ganando especial atención con las suyas. Se llama Ohhio, y vende mantas hechas a mano que oscilan entre los 285 y los 674 euros. 
Su responsable, Anna Marinenko, es una ucraniana de 27 años que comenzó a tejer hace un año: “Un día vi un material inusual que despertó mi imaginación”, confesó a Business Insider. “No tenía agujas, por lo que empecé a tejer con mis manos”.
 A Marinenko le gustó tanto la estética de esta manta que decidió adquirir más ovillo. 
Su popularidad ha crecido de tal manera que ya tiene su propia página web, donde también las vende.
Para el sofá, a los pies de la cama… Sus posibilidades son infinitas. En nuestro país, hay otra firma especializada en tejer que también las comercializa totalmente “made in Spain”. Con sede en Madrid, Knitting Noodles vende desde su página web cojines, alfombras y hasta cestos con este punto grueso. 
Sus mantas, que tienen un precio de 256 euros, pueden personalizarse eligiendo el tipo de patrón que más te guste y que va del clásico (el que más se ha visto en Instagram bajo el hashtag #extremeknitting) a las rayas, cuadrados o incluso nubes
Una vez elegido el tamaño y el acabado, la puedes recibir en casa.
Sus creadoras son Mar y Cristina González, dos hermanas que buscaron un proyecto que les permitiese conciliar la vida familiar con la laboral a la vez que daban “rienda suelta a su creatividad”. Lanzaron la web hace tres años y presumen de que la materia prima que usan es “española” y cada uno de sus productos está “elaborado a mano” .
 Ellas son las que nos desvelan el secreto de esta lana XL: “No es la típica que conocemos de siempre, que ya está hilada. En este caso la lana está sólo lavada y peinada, por eso tiene ese grosor tan brutal. Está directamente trabajada en la mecha”.
manta punto grueso internet
Manta de la firma española Knitting noodles.
Foto:

 

Sueño húmedo........................... Luz Sánchez-Mellado


Una mujer pasa por delante de una pared con varios relojes.

La ministra Fátima Báñez ha propuesto liderar un pacto de Estado para que la jornada laboral acabe a las seis de la tarde.

Tengo una fantasía recurrente. No es sexual, picarones, pero casi.

 Un placer tan intenso como salir del curro con el sol fuera y tener tiempo para, no sé, meterme en un cine, echarme un siestorro, ir a recoger a las crías al cole, cuando iban al cole.

 Nunca hubo caso, hasta el punto de que un día me vino la pequeña llorando porque los niños de su clase, angelicos, creían que su mamá estaba muerta.

 Llevo toda la vida trabajando —o haciendo que trabajo, vale— todo el santísimo día. 

 Entiéndaseme: ni me quejo, ni voy de mártir, ni voy a contar aquí mi problemática. 

Al revés, soy una bendita con la suerte de currar en lo suyo y de llevar 30 años vendiendo su moto y de que se la sigan comprando a un precio razonable. 

A cambio, me he perdido algunas cosas. La infancia de mis hijas, la vejez de mis padres, todas las santísimas tardes laborables con sus gozos y sus sombras.

 Que sí, que vale, que ni soy la primera ni la última. Que el trabajo es sagrado, un sacerdocio, un privilegio. Pero también os digo que, en estos lustros, he perdido y visto perder tiempo a espuertas desde al primer jefe hasta al último indio para no ser el primero en plegar y marcharse a vivir la vida por miedo a ser señalado, o a la vida propiamente dicha. 

La ministra Fátima Báñez ha propuesto liderar un pacto de Estado para que la jornada laboral acabe a las seis de la tarde.

 Le han llovido flores y cactus. 

Yo le mando fuerza. Cierto que las inercias no cambian por decreto. Pero también que los jóvenes curran el doble por la mitad y, cuando acaban, se van sin cargo ninguno cada uno a lo suyo.

 A conciliar con la familia, los amigos, el perrito que les ladre o con ellos mismos. 

Y aún hay quien se sorprende de que, cada vez que el algoritmo de Facebook lo rescata, el reportaje La felicidad de trabajar de 8 a 3, de mi colega Pablo León, se coloque como la noticia más vista. 

No habla de sexo, de acuerdo. Pero sí de nuestros sueños más húmedos.