Killing
Joke o Play Dead tocando para mil personas hasta las cejas, Bez de Happy
Mondays viajando desde Ibiza solo para abastecerse de pastillas...
Hablamos con Luis Costa, autor del libro.
Españoles, Valencia ha vuelto. Al menos, durante la segunda mitad de este agónico 2016 . La publicación de la novela de Chimo Bayo y Emma Zafón,No iba a salir y me líe (Roca), ha despertado un titán que llevaba casi treinta años aletargado: la mal llamada Ruta del Bakalao.
A rebufo de este curioso experimento literario, se ha practicado en
los medios una autopsia colectiva del cadáver valenciano; una etapa
musical que todavía hoy se nos revela como una anomalía de la España de
los 80 y que para muchos entusiastas merecía ser explicada por sus
propios hacedores, sin recurrir a anécdotas de farmacopea extrema
distorsionadas por el paso del tiempo, viejas leyendas o rumores sobre
rumores.
Y aquí es donde entra ¡Bacalao! Historia oral de la música de baile en Valencia, 1980-1995 (Editorial Contra). Luis Costa –DJ, periodista y jefe de prensa de la sala barcelonesa Razzmatazz-
vio claro que había que acudir a las fuentes originales para escribir
la historia definitiva del fenómeno valenciano. “Había poca información
sobre el tema. Toda me había llegado sesgada. Era una historia apenas
documentada. Hay un ensayo de Joan Oleaque que se titula En Éxtasi
y algunos documentales, poco más. Así que hice unas primera entrevistas
y enseguida vi que tenía algo muy gordo y desconocido”, explica Luis
Costa.
Españoles, Valencia ha vuelto. Al menos, durante la segunda mitad de este agónico 2016. La publicación de la novela de Chimo Bayo y Emma Zafón,No iba a salir y me líe (Roca), ha despertado un titán que llevaba casi treinta años aletargado: la mal llamada Ruta del Bakalao.
A rebufo de este curioso experimento literario, se ha practicado en
los medios una autopsia colectiva del cadáver valenciano; una etapa
musical que todavía hoy se nos revela como una anomalía de la España de
los 80 y que para muchos entusiastas merecía ser explicada por sus
propios hacedores, sin recurrir a anécdotas de farmacopea extrema
distorsionadas por el paso del tiempo, viejas leyendas o rumores sobre
rumores.
pulsa en la fotoFoto extraída del Facebook 'Ruta del Bakalao Valencia'
Y aquí es donde entra ¡Bacalao! Historia oral de la música de baile en Valencia, 1980-1995 (Editorial Contra). Luis Costa –DJ, periodista y jefe de prensa de la sala barcelonesa Razzmatazz-
vio claro que había que acudir a las fuentes originales para escribir
la historia definitiva del fenómeno valenciano. “Había poca información
sobre el tema. Toda me había llegado sesgada. Era una historia apenas
documentada. Hay un ensayo de Joan Oleaque que se titula En Éxtasi
y algunos documentales, poco más. Así que hice unas primera entrevistas
y enseguida vi que tenía algo muy gordo y desconocido”, explica Luis
Costa. En un esfuerzo admirable de coordinación, el autor ha encontrado y entrevistado a prácticamente todos los implicados en aquel boom
–empresarios, DJs, músicos, periodistas-, para que sean ellos quienes
nos muestren, más allá de la nebulosa, las vísceras del monstruo que
crearon. Aquí los que hablan son los tipos que oficiaban misas
multitudinarias en Barraca, Chocolate, Spook y otros santuarios de la fiesta. Los que ponían el dinero. Los que trajeron a Stone Roses
por primera vez a España. Los maestros del sonido Valencia. Más de 20
entrevistados. Nunca se ha hecho un ejercicio periodístico sobre el
asunto de esta envergadura. Quizás, nombres como Juan Santamaría, Toni “El Gitano”, Kike Jaén,
Fran Lenaers o Juanito “Torpedo” os suenan a personajes secundarios de
una película de Eloy de la Iglesia. Un par de ellos, de hecho, habrían
tumbado al Torete saliendo de fiesta. Sin embargo, se trata de
visionarios que, a golpe de chaladura, tozudez y amor por la música de
vanguardia, cambiaron por completo el concepto de ocio nocturno en
España y alumbraron algo parecido a una cultura de clubs… cuando la
cultura de clubs todavía ni se había inventado. En ¡Bacalao! hablan ellos y solo ellos construyen el relato
más fidedigno y cualificado que hasta ahora se ha volcado en papel sobre
la edad dorada de este fenómeno. “En su momento no les hicieron caso,
pero piensa que ellos sabían que tenían algo muy especial entre manos y
lo protegieron celosamente. Tampoco se dieron mucha bola. Un DJ tan
importante como Fran Lenaers no pinchaba fuera de
Valencia ni falta que le hacía: no necesitaba salir de allí, tenía la
mejor sala, el mejor equipo, el mejor público”, explica el autor. ¡Bacalao! se recrea en la etapa más efervescente de la ruta,
más o menos desde principios de los 80 hasta los primeros compases de
los 90. “Es una etapa de una variedad musical sin parangón. Se abarca un
abanico de estilos amplísimo en muy poco tiempo”, comenta el autor. Efectivamente, es un periodo apasionante e injustamente maltratado por
la historia, que solo parece interesada en el apocalipsis final de la
movida: el de la coca, el speed y el pitch al máximo. En los últimos capítulos, el libro también intenta arrojar una luz sobre
las causas de la debacle, pero donde reside su auténtico valor es en la
radiografía de los años en los que Valencia le pintó la cara a Madrid y
Barcelona.
Porque mientras que en España, la Movida copaba los focos de la modernidad, en Valencia se pirraban por el post punk, la new wave
y los sonidos más alternativos anglosajones. Como se cuenta en la obra,
hasta en en el bar más cochambroso de cualquier pueblecito podías
escuchar a Cabaret Voltaire o Suicide.
Parece que en los 80, los auténticos modernos no estaban ni en Madrid
ni en Barcelona, sino en Valencia. “Escribiendo este libro me he dado
cuenta de que Valencia es un enclave muy musical. Es cierto, en
cualquier bar de pueblo tenían dos platos y compraban vinilos en las
tiendas especializadas, que colocaban miles de copias. Siempre hubo una
cultura musical muy avanzada”, explica Luis Costa. Y la primera etapa de la ruta valenciana adquiere en el libro tintes
épicos en lo que se refiere a vanguardia y osadez. Grupos como Killing Joke o Play Dead, adscritos al underground
en sus país de origen, tocaban en salas con mil personas hasta las
cejas de mescalina, que cantaban sus canciones como si fueran himnos. Las bandas anglosajonas alucinaban, especialmente cuando comprobaban que
tenían que tocar en dos sesiones imposibles: un concierto a las 2 de la
madrugada y otro a las 7 de la mañana. Parece una broma, pero esto
ocurría en Chocolate. “Andy Jarman cuenta que cuando
leyeron el contrato pensaban que se habían equivocado con los horarios,
pero se quedaron a cuadros cuando les dijeron que no”, asegura el autor. “Por eso, muchos grupos acababan como acaban. Había grupos que decían
que no sabían quién estaba peor: si ellos o el público.”
Evidentemente, ¡Bacalao! aborda también el asunto de la
química. El capítulo de la mescalina, la cápsula verde que marcó los
años dorados de la Ruta y desapareció sin previo aviso en los 90, tiene
hasta tintes de Breaking Bad, pues se habla de
un misterioso químico de Barcelona que la fabricaba, y se puede deducir
también que el cambio de la mescalina a la zarpa fue cosa las mafias. De todos modos, el libro evita acertadamente el empacho de anécdotas
lisérgicas (Nando Dixkontrol escalando las cañerías de A.C.T.V. en busca de la Virgen, Bez de Happy Mondays
viajando de Ibiza a Valencia solo para abastecerse de mescalinas) e
intenta darle a esta sustancia legendaria la importancia relativa que
tuvo. “La mescalina se ha mitificado un poco. No fue tan decisiva.
Coincide en un momento en que la juventud empieza a disfrutar de unas
libertades inexistentes hasta entonces en España. Y todo era intenso. Se
divertían de verdad. Muchísimo. Dicen que era de una calidad superior,
que no daba bajón, bueno, todo se mitifica mucho, pero lo atribuyo más
al momento que a esa droga en concreto”, comenta Luis Costa. En este sentido, ¡Bacalao! es la historia de un subidón cósmico y un bajón letal. Es una historia oral trepidante que sería perfecta si Chimo Bayo
hubiera accedido a participar en ella. “Contacté con él en marzo. Y
durante el tiempo que lo intenté, me dijo no podía, porque estaba liado. También me explicó que estaba escribiendo su novela. Todo parecía ir
bien hasta el momento en que le dije que necesitaba hacer la entrevista
ya, porque había que entregar el texto, y entonces me dijo que no. Es
una pena, me hubiera encantado tenerle”, asegura Luis Costa. Lo cierto
es que en el libro, no hay buenas palabras de los entrevistados hacia
Chimo Bayo. Muchos le identifican como el comienzo de la gangrena, el
showman que dio sentido a la odiada 'K' de Bakalao. Definitivamente,
después de esta lectura, es la hora de ponerle la C que le correspo
Don Felipe y doña Letizia posan este año con la princesa de Asturias y la infanta Sofía en una imagen familiar.
Felicitación navideña de la familia real. Casa realLos Reyes de España han elegido este año para felicitar la Navidad una foto en la que aparecen con sus hijas, Leonor, de 11 años, y Sofía, de 9. La imagen fue tomada a finales del mes de noviembre en el palacio de La Zarzuela por el equipo de fotografía. Los cuatro aparecen vestidos de sport
y muy sonrientes. Sofía está sentada en brazos de su madre, mientras
Leonor da la mano a su padre. La felicitación va firmada por los Reyes,
la princesa de Asturias y la infanta Sofía con un sencillo texto en
castellano e inglés: "Feliz Navidad y próspero año 2017".
El palacio de La Zarzuela también ha difundido este lunes la
felicitación de Navidad don Juan Carlos y doña Sofía que reproduce la
Adoración de los Pastores, una obra de Juan Martínez Montañés, fechada
en 1609, perteneciente al retablo mayor del Monasterio de San Isidoro
del Campo de la localidad sevillana de Santiponce. Por quinto año consecutivo, la página de la Casa del Rey no
publica las postales navideñas de las infantas Elena y Cristina, que
desde la proclamación de don Felipe, han dejado de formar parte de la
familia real.
Es costumbre en todas las casas reales europeas que sus integrantes
feliciten la Navidad con este tipo de tarjetas. Cada vez es más común
que sean los miembros más jóvenes de las familias reales los que
protagonicen estas instantáneas.
Un usuario se dispone a realizar un pago a través del móvil.ÁLVARO GARCÍA | EPV
Jesús Miguel Ramos es propietario del restaurante La Cabaña
en Alcobendas. Según cuenta, más o menos el 55% de su facturación le
llega en efectivo, en billetes y monedas contantes y sonantes. El resto
de sus ingresos no pasa por sus manos, no se ve, es dinero electrónico,
pagos con tarjetas o cheques-restaurante. Le va bien así, dice, porque
con el efectivo que maneja diariamente suele hacer los pagos diarios a
proveedores, mientras que paga las nóminas, el alquiler y otras facturas
con lo que ingresa en el banco. Se puede decir que Jesús va por delante
de la media. En España, según Ovidio Egido, director general de
Mastercard, el 70% del consumo privado aún se paga en metálico. Solo el 30% se abona mediante alguno de los cada vez más variados
medios de pago electrónico. En los países nórdicos estos porcentajes se
invierten e incluso se quedan cortos: en Dinamarca o Suecia el uso de
billetes y monedas es casi anecdótico. Los expertos consultados coinciden: el efectivo es sucio, engorroso y
caro de gestionar -según Egido, el coste de manejarlo, imprimirlo,
transportarlo y asegurarlo puede llegar al 1,5% del PIB mundial. En
cambio, el dinero electrónico es seguro, cómodo, rápido y, sobre todo,
trazable, es decir, deja huella y esa huella se puede seguir, por lo que
dificulta enormemente el fraude y la economía sumergida, uno de los
grandes problemas de la economía española. “El mayor coste del dinero en
efectivo para la sociedad es que facilita el funcionamiento de la
economía sumergida”, afirma Javier Alonso, recién nombrado número dos del banco de España. Entonces, ¿por qué ese apego español al monedero? Jesús
Fernández-Villaverde, profesor de la Universidad de Pennsylvania, lo
tiene claro. “Fraude fiscal. Tenemos una economía sumergida más grande
que otros países de nuestro entorno”, responde por correo electrónico,
dejando en un segundo escalón cierta aversión o retraso tecnológico.
Emilio Vizuete, profesor de la Universidad de Barcelona, también
menciona cierta “picaresca”, pero apunta sobre todo a una cuestión
”cultural” y a una “incultura financiera” que aún se arrastra del pasado
inmediato. Santiago Fernández de Lis, Economista jefe de sistemas
financieros y regulación de BBVA, también relaciona la querencia
española por el efectivo con la economía sumergida. El Informe sobre tendencias en medios de pago 2016
de Tecnocom y AFI menciona otras razones: los que se resisten al uso de
tarjetas u otros medios electrónicos lo hacen por las “tasas y
comisiones asociadas” y por la “dificultad para controlar el gasto”.
Crecen los pagos electrónicos
Pese a todo esto, incluso en España el uso de dinero
electrónico va aumentando y se acerca a los niveles del metálico. Por
ejemplo, en el primer trimestre de este año, por vez primera los
españoles pagaron con tarjetas más dinero (27.816 millones de euros) del
que sacaron de los cajeros (26.603 millones), según el Banco de España. Este será el primer año en que se dé ese fenómeno. “Se está produciendo
un doble movimiento: por un lado, más aceptación —más TPVs en tiendas— y
mayor acceso a tarjetas”, explica Antonio Macías, director de Negocio
de Tarjetas de BBVA.
¿Nos dirigimos a un país sin billetes y monedas? Javier
Alonso tiene claro que no, por la función del dinero “como depósito de
valor, algo que se aprecia en momentos de crisis” y “porque es la
solución de emergencia cuando no hay luz”. No obstante, sí admite que
las nuevas tecnologías “contribuirán a una reducción del uso de
efectivo”, opinión que comparte Macías. Carmen Alonso, directora general
de Visa España, opina que el efectivo “tendrá cada vez menos peso,
aunque yo no veré su desaparición”. Para Fernández de Lis, “incluso en
las propuestas más ambiciosas, los billetes de baja denominación
tendrían que seguir existiendo”. Vizuete está convencido de que a medio
plazo desaparecerá, igual que Antonio Argandoña, profesor de IESE, que
lo supedita a que exista un sistema “absolutamente seguro, rápido,
cómodo y al alcance de todo el mundo” Pero sí admiten todos que técnicamente sería posible prescindir del cash. “En los próximos cinco años viviremos más innovaciones que en los
últimos 50”, afirma Egido. “El porcentaje de población bancarizada es
altísimo”, señala Macías. El parque de tarjetas bancarias en España
alcanza casi 70 millones, según el Banco de España cada vez más con tecnología contact less
-sin contacto- que permiten pagar con un simple gesto, los servicios de
pago por móvil -Bizum, Apple Pay, Samsung Pay y otros- empiezan a
ponerse en marcha… En cuanto a la seguridad, Macías asegura que, aunque
no se puede eliminar el riesgo al 100%, “las áreas de seguridad de los
bancos son de lo más potente”. Si acaso, hacen falta pequeños empujones, algunos en el ámbito legislativo. Como la rebaja a 1.000 euros del pago máximo en efectivo,
anunciada por el Gobierno el pasado 2 de diciembre. Carmen Alonso cita
medidas legislativas o administrativas para que el transporte público o
los pequeños trámites burocráticos puedan pagarse electrónicamente. Egido aboga por “inculcar a los comercios y a los consumidores los
beneficios asociados a estos métodos de pago y los costes del efectivo”. Vizuete, por su parte, apunta a los bancos, al apostar por una rebaja
de las comisiones que las entidades cobran a los comerciantes por cada
compra con tarjeta. Ramos, el dueño del restaurante, le toma la palabra:
“Si lo hicieran, ninguna empresa se complicaría en manejar cambio”.
Desde el toque masculino de
Patti Smith hasta la reivindicación del folclore de Frida Kahlo y la
sofisticación de Lisa Fonssagrives. Recreamos, con modelos actuales, la
estética de iconos que inspiraron a grandes artistas y definieron el
estilo de varias generaciones.