Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

23 nov 2016

El ángel exterminador....................................... Boris Izaguirre

Ricky Martin anunció su compromiso el Día de la Tolerancia.

Pamela Anderson, en la embajada de Ecuador en Londres, mientras visitaba a Julian Assange. GC Images

El martes, caminando por la Quinta Avenida en Nueva York, unas españolas muy simpáticas me pidieron un selfie. “Con la Trump Tower detrás, porfis”, dijeron.
 Con amabilidad me negué, porque quería subir un Instagram con la torre dorada y yo no deseaba que las chicas me fastidiaran esa exclusiva.
 Resultó bastante imposible, la acera entre las calles 56 y 57 estaba a tope, ciudadanos de todas partes del mundo, votantes que protestaban y protestantes de religión que se arrancaban con gritos de “hagamos América grande otra vez”. Como si América hubiese encogido. 
 Como con nostalgia de la talla XL.
Vayas donde vayas en Manhattan, la conversación siempre versa sobre Trump.
 Como un ángel exterminador que arrasa y nos recuerda la película de Buñuel donde un grupo de invitados no consigue salir de la casa donde cenan.
 Sucede lo mismo con Donald, no puedes dejar de hablar de él, de pensar en él, de odiarle o amarle.
 Estamos atrapados en la era Trump. 
 Los neoyorquinos aseguran que va a trasladar la Casa Blanca a la Trump Tower y, a simple vista, admites que cabría todo el gobierno, la familia y aún quedaría espacio para los bolsos, vestidos y zapatos de Melania. En la CNN están dale que te pego con que Trump nombrará a Giuliani, el alcalde que convirtió a Manhattan en un parque temático para adultos, como secretario de Estado. 
Y mientras eso se decide, van y vienen noticias de cómo el multimillonario presidente colocará a sus hijos varones y a su hija Ivanka en el gabinete.
 Un culebrón. Un reality llamado La fiebre del oro.


Ricky Martin y su novio Jwan Yosef, en Brasil. AGSP/AKM-GSI / Cordon Press
No lejos del monolito dorado, fui a comer a la cafetería del New York Times, uno de los sitios más elegantes y excitantes de la ciudad.
 Solo puedes ir invitado por alguien del periódico y cada día hay un país homenajeado en su menú.
 Ese martes tocaba Francia y pedí steak au poivre. 
 Mi anfitriona explicó que el día de las elecciones el país era Rusia. “Una mala profecía”, susurró antes de comentarme que venía de una reunión editorial sobre cómo tratar el tema Trump presidente. “A veces pienso que acabamos de convertirnos en la oposición”.
 Y si faltaba algo más, se ha desatado otra polémica porque Ivanka Trump, la hija productiva (Tiffany es más frivolona), anunció que llevaría a la primera entrevista de televisión de su papá en la CBS una pulsera de su línea de joyas, valorada en 10.000 dólares.
 ¡Una futura residente de la Casa Blanca anunciando sus productos es algo inédito para los americanos!
 Ni los más neoliberales lo habían imaginado
Ni siquiera los cacahuetes de la familia Carter pudieron manejar tal nivel de merchandising. Lamentablemente, el protocolo en Washington tiende a ser inflexible: la Casa Blanca no es un centro comercial. Ivanka tiene que darse cuenta de que su situación es justo la contraria a la del ministro Jorge Fernández. Él sale a la fuerza y ella entra con fuerza. Ivanka ya no está en la fase Instagram sino en la etapa gubernamental.
Mientras, en Londres, una vigilante Pamela Anderson, sin bañador pero con un envolvente abrigo XL sobre los hombros, le llevó una bella cesta de comida a Julian Assange, convertida en una nodriza rubia. 
El héroe cautivo de WikiLeaks continúa asilado en un despacho del consulado de Ecuador desde 2012. 
Otro ángel exterminador.
 No puede ni sacar el brazo por la ventana porque entonces lo deportan. ¿Habrá aprendido español?
 En cualquier caso, las nutritivas visitas de Pamela han producido filtraciones y rumores de que los dos estarían a punto de convertirse en la nueva pareja vigilante y vegana. 
 Es probable que Assange sea un fan de Los vigilantes de la playa. Y que ella lo vea como una rock star.
 ¡Necesitamos más Pamelas y menos Ivankas!
Hemos entrado en el cambio. 
Ya no es la era de Acuario. Es de la Superluna, que preferí no ver porque soy como los antiguos romanos que asociaban cosas terribles a cualquier rareza lunar.
 Y, sin embargo, en el Día de la Tolerancia, declarado por la ONU, Ricky Martin anunció el compromiso con su novio sirio relatando con una mezcla de deleite y torpeza cómo se equivocó sacando el anillo durante la petición.
 Una mitad del país, aplaude. Y la otra, guarda silencio, empeñados en que un compromiso no es nada hasta que haya boda. 
La verdad, me encantaría asistir. 
Y que, como en El Ángel exterminador, tardemos mucho en salir de la fiesta.

La verdad sobre Bolaño................................. CAROLINA LÓPE

Carolina López, viuda del escritor chileno, rompe su silencio para dar su versión sobre el legado del autor y explicar los motivos que le llevaron a cambiar a los gestores de la obra.

 

Carolina López y Roberto Bolaño, en una fotografía de 2002.
Recientemente se ha publicado un artículo del crítico Ignacio Echevarría (El Cultural de El Mundo, 23 de septiembre de 2016) y unas declaraciones del editor Jorge Herralde (La Vanguardia, 30 de octubre de 2016) que, lejos de referirse a cuestiones literarias de la obra de Roberto Bolaño, tratan sobre asuntos de mi vida privada, la de mis hijos y la del propio Roberto que no son ciertas.
Roberto murió en 2003 tras largos años de enfermedad y su voluntad siempre fue que su esposa y sus hijos gestionaran su obra, como hemos venido haciendo con discreción.
 Tras su fallecimiento, yo seguí viviendo en Blanes (Girona) junto a mis hijos e intentando llevar una vida anónima ajena a las rencillas editoriales. 
Siempre he mantenido mi puesto como educadora social en el Ayuntamiento de ese pueblo, donde trabajo desde hace más de 30 años.
 Ahora me veo, tristemente, en la obligación de romper este silencio de más de 10 años.
Echevarría y Herralde atribuyen que se les haya apartado de la gestión de la obra de Roberto al hecho de que, según ellos, conocían una relación sentimental de este con Carmen Pérez. Lo cual no es cierto en absoluto.
 Actúan movidos por el despecho, porque, debo decir, que se apartaron ellos mismos.
 La reciente publicación de la novela inédita El espíritu de la ciencia-ficción y la cesión de los derechos de la obra de Roberto a Alfaguara y no a Feltrinelli (sucesora de Anagrama) se debe únicamente a razones profesionales.
 La propuesta que realizó Alfaguara en el marco de las negociaciones en las que intervino mi agente, Andrew Wylie, fue mucho más ventajosa para la obra de Roberto. No solo en lo económico. 
Alfaguara tiene una mayor presencia en Latinoamérica, donde sus libros cuestan menos, algo fundamental para garantizar el acceso de los lectores a su obra.
Debe destacarse, además, que cuando Roberto murió, sólo hacía siete años que publicaba en Anagrama. 
De la totalidad de su obra (15 libros), seis los publicó en otras editoriales (Seix Barral, Acantilado, Lumen, Planeta Chile y Mondadori).
 Como bien sabe el propio Herralde, de los 20 años de vida editorial de Roberto, siete corresponden a Roberto y 13 a la gestión de su familia
. Durante estos últimos, su editorial pudo reunificar toda la obra en su sello así como publicar inéditos póstumos muy relevantes. Después de 13 años en Anagrama difícilmente se puede sostener que tomemos decisiones de forma impulsiva o vengativa.
Mi pérdida de confianza en Herralde se inició en 2008, cuando revisé los contratos.
 Me percaté de que en 2005 Anagrama había formalizado sin mi autorización un pacto por el cual estábamos pagando comisiones mucho más altas de lo habitual.
 Si las comisiones rondaban de costumbre el 20%, mis hijos y yo pagábamos entre un 35% y 55%. Anagrama prolongó la vigencia de los contratos hasta 2015 y amplió el límite de ejemplares que podía editar hasta la inverosímil cifra de 5.000.000 cuando los topes de los contratos anteriores eran de 20.000 ejemplares. Además, cuando se firmó el referido contrato en 2005, ya había caducado la vigencia de varias obras por haberse superado el límite de edición, todo ello sin abonar el adelanto habitual.

En ese contexto, la agencia literaria Andrew Wylie me ofreció representar la obra de Bolaño a nivel mundial y se produjo la renegociación con Anagrama, que además cesó en la gestión internacional de la obra.
 Fue en ese momento cuando mi nombre, que apenas había salido en la prensa, pasó a ser el centro de artículos que desacreditaban mi imagen y aludían a hechos de la esfera privada que no son ciertos.
Respecto a Ignacio Echevarría, nuestra relación profesional quedó rota en 2005 porque, igualmente, perdí la confianza en él.
 En el trabajo de coordinación de la edición del libro El secreto del mal tuve conocimiento de que había difundido por correo electrónico a terceras personas el manuscrito inédito de dicha obra sin pedir mi autorización y antes de haber firmado contrato alguno. Valoré esto como una frivolidad y una falta de responsabilidad. Cuando le pregunté por ello reconoció su error, pidió disculpas y dimitió de su cargo.
 Miente, pues, cuando afirma que lo despedí. 
Y miente cuando relata los motivos.
 En su día, él mismo encontró justificada su dimisión, como se constata en el correo electrónico que me envío el 9 de octubre de 2005: “Lamento muy sinceramente haber decepcionado tu confianza. […]Me hago cargo de lo que puede suponer una pérdida de confianza y asumo enteramente mi responsabilidad”.
 Además, se ha desdicho de lo que me escribió dos días después, en otro correo: “Por mi parte, no tengo intención de dar más vueltas al asunto, ni mucho menos de divulgarlo en forma alguna”.

Después de este mensaje no podía imaginar que Echevarría continuaría declarándose albacea de la obra de Roberto —mintiendo públicamente— hasta que en 2011, seis años después, declaré a La Vanguardia que nunca lo había sido.
 Es decir, miente cuando escribe en su reciente artículo de El Mundo que nunca se había definido como tal y que eran los periodistas quienes lo afirmaban. 
Baste leer la entrevista que concedió en El Telégrafo de Ecuador (2 de diciembre 2009):
—Cambiando de tema, hasta hace poco tiempo estuvo a cargo de la obra de Bolaño…
—Estaba, ahora no.
 Lo que pasa es que él me nombró, frente a su viuda, albacea, pero solo de palabra. 
Yo no tenía poderes jurídicos en la administración de su legado.
Mis argumentos son profesionales.
 Por eso es absurdo que Herralde y Echevarría decidan por despecho quién fue, y desde cuándo, su pareja.
 Con gran dolor, mis hijos y yo estamos pagando, me temo, las consecuencias de nuestra salida de Anagrama.
 Sobre mi vida privada, la de Roberto y mis hijos nunca he hablado en los medios y no lo voy a hacer ahora. 
Sólo me limitaré a decir que Roberto y yo mantuvimos un proyecto de vida en común, de pareja y familiar junto a nuestros hijos, durante 23 años, desde que nos conocimos en Girona en 1981 hasta su fallecimiento. 
Es falso que Roberto compartiera su vida y los últimos seis años antes de su fallecimiento con Carmen Pérez
. En todas sus declaraciones públicas, también en la entrevista que concedió pocos días antes de su fallecimiento, sus temas son la literatura y su familia, a los que profesaba un profundo amor y respeto y junto a los que vivió en Blanes hasta el final.

Concha Velasco gana el Premio Nacional de Teatro


Concha Velasco ha sido galardonada con el Premio Nacional de Teatro 2016. 
El jurado ha concedido este galardón a la actriz “por su momento de plenitud artística y por la pasión, valentía y excelencia con que aborda papeles tan complejos como los últimamente interpretados en La vida por delante, Hécuba, Olivia y Eugenio y Reina Juana.” También resalta "su figura como referente de la escena y el magisterio que durante su carrera ha ejercido sobre las nuevas generaciones”.
Actriz muy querida por el público desde sus comienzos, Velasco ha sido distinguida en numerosas ocasiones por sus trabajos en cine, teatro y televisión.
 En los escenarios debutó en revistas y musicales y logró grandes éxitos como Mamá, ¡quiero ser artista! o Carmen, Carmen. Actualmente se encuentra de gira por España con Reina Juana, dirigida por Gerardo Vera, y escrita por el director del Centro Dramático Nacional, Ernesto Caballero.
En el cine comenzó a los 15 años con pequeños papeles.
 Sus primeros éxitos, Las chicas de la Cruz Roja, Los tramposos y El día de los enamorados.
 A partir de entonces participa en numerosas películas, entre las que se pueden destacar La Verbena de la Paloma (1963), Tormento (1974), Pim... Pam... Pum... ¡Fuego (1975), La Hora Bruja (1985), Más Allá del Jardín (1996), París - Tombuctú (1999), etc.
 

El franquismo que entra por los ojos...... Natalia Marcos

'Lo que escondían sus ojos' sabe a qué público se dirige —el de Telecinco— y le da lo que quiere. Poco más.

La Guerra Civil ha terminado hace poco.
 En una fiesta con invitados de la clase alta, Ramón Serrano Suñer, entonces ministro de Exteriores, conoce a la marquesa de Llanzol, Sonsoles de Icaza.
 Con cruzar sus miradas es suficiente. 
Una pasión incontrolable nace entre los dos, que protagonizarán un amor clandestino que fue un secreto a voces entre la altas esferas.
Esta historia real es la base de la miniserie Lo que escondían sus ojos, con la que Telecinco vuelve a jugar sus bazas de forma inteligente.
 ¿Del gusto de todos? Seguro que no, pero sí del gusto del público de la cadena, y con eso es más que suficiente.
 Con tono de melodrama romántico, la ficción apuesta por dos de los rostros más de moda en la televisión nacional: Blanca Suárez y Rubén Cortada.
 La primera es protagonista casi total de la historia (o, al menos, del arranque, emitido este martes) en una producción que le permite lucir palmito y modelos. 
Las limitadas cualidades actorales de Cortada quedan tapadas por lo que realmente importa: que dé bien ante la cámara.
 Y eso está asegurado. 
Interpretativamente hablando, la balanza se vuelca del lado de los secundarios, donde destaca Javier Gutiérrez con un Francisco Franco que evita caer en la parodia habitual al trasladar a la pantalla al dictador. 

Lo que escondían sus ojos busca ganarse al espectador por la vista. Lo hace con sus protagonistas y también con las localizaciones y la ambientación, mostrando el lujo en el que vivía el bando ganador de la guerra.
 El resultado es una serie que sabe a qué tipo de público se dirige y le da lo que quiere.
 No marcará un antes y un después, ni lo pretende. 
Tampoco es de las producciones españolas que están dando un paso adelante y tratando de quitar el olor a naftalina a la ficción nacional. 
Lo que escondían sus ojos da lo que promete: melodrama, romance, caras bonitas, lujo y una trama política de fondo para que no se pierda del todo la base histórica.
 Nada más que eso.
 O nada menos, según se quiera ver.