Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

22 nov 2016

mpleo intenta tapar el agujero que las ‘tarifas planas’ generan en las pensiones....................... Manuel V. Gómez

La ministra de Empleo anuncia en la Comisión del Pacto de Toledo que el Estado compensará las reducciones de cotización a la Seguridad Social.

La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, hoy en el Congreso. Jaime Villanueva | EPV
La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, ha reconocido ante la comisión del Pacto de Toledo que la situación del sistema de pensiones "se ha deteriorado" en los últimos años. 
Y lo atribuye en gran medida a la caída del empleo.
 No obstante, en su primera comparecencia ante esta comisión, en una intervención de casi una hora de duración, apenas ha esbozado unas líneas generales de sus propuestas y concretado una: convertir las tarifas planas que buscan incentivar el empleo indefinido y a los autónomos en bonificaciones que asumirá el presupuesto, ya que hasta ahora son reducciones directas sin compensación para la Seguridad Social.

Las otras líneas que ha apuntado la ministra son "avanzar en la separación de fuentes", que no tiene que suponer "un cambio de naturaleza jurídica".
 Con estas dos expresiones, la ministra Báñez apunta en una dirección: que las prestaciones de viudedad y orfandad se paguen del presupuesto general sin que eso las convierta en pensiones asistenciales.
La tercera pata de sus propuestas se ha reducido a una frase: "Reforzar la contribución entre regímenes".
 Estas palabras técnicas se traducen en buscar que los autónomos coticen más a la Seguridad Social de forma "voluntaria", aclaran en Empleo.
Hasta aquí las propuestas. 
La mayor parte de la intervención de Báñez se ha dedicado a defender su gestión en los años anteriores, tratar de tranquilizar a la ciudadanía asegurando que "las pensiones están garantizadas" y a señalar que la caída del empleo es la principal responsable de la situación actual de la Seguridad Social.
 "El problema principal que atraviesa nuestro modelo de pensiones está derivado de la pérdida de 3,5 millones de empleos", ha afirmado reiteradamente.
Para tranquilizar sobre las pensiones y asegurar que no hay riesgo alguno, Báñez ha sido contundente: "La única garantía del sistema de pensiones es el crecimiento económico y el empleo. La  garantía del sistema es el estado mismo".

 

21 nov 2016

Mujeres Bellas sin cirujia.

  • Meryl Streep se resiste a la cirugía

    La actriz se suma al listado de mujeres que se siente orgullosas de sus arrugas. (Foto: Cordon Press).Carolina y varias más
  • Meryl Streep se resiste a la cirugía
  • Jamie Le Curtis  se resiste a la cirugía
  • Emma Thompson se resiste a la cirugía

    La actriz luce sus arrugas en la alfombra roja y se niega a realizarse cualquier retoque estético. (Foto: Cordon Press).
    • Emma Thompson se resiste a la cirugía
  • Carolina de Mónaco evita coincidir con Ernesto de Hannover cuando este se acerca a ver a la hija que tienen en común, Alexandra de 12 años
  • La princesa Carolina hace mucho que renunció a entablar una batalla contra el tiempo

arolina de Mónaco, abuela incansable A sus 56 años es la abuela más guapa de la realeza. En ausencia de Charlene, Carolina de Mónaco ha tenido un ajetreado fin de semana junto a su hermano, el príncipe Alberto.

Los rumores de una sempiterna crisis entre Alberto de Mónaco y Charlene volvieron a saltar el pasado 30 de abril cuando Alberto de Mónaco fue solo a la CORONACIÓN DE GUILLERMO ALEJANDRO Y MÁXIMA DE HOLANDA. Además, Alberto fue el único príncipe soberano en acudir a la cita royal, pues todos los demás convidados eran príncipes herederos, lo que hizo que todos los focos se centraran aún más en esa ausencia.

Carolina de Mónaco en un festival de flores en Mónaco
La princesa Carolina de Mónaco, que en ausencia de Charlene sigue ejerciendo de primera dama, saluda a una niña a su llegada al Festival de Flores en Fontvieille, en principado.

Carolina de Mónaco en un festival de Flores en Mónaco
Carolina y Alberto de Mónaco en la exposición floral ante un espectacular centro de mesa. 


Carolina de Mónaco, la abuela más guapa de la realeza mundial.
Carolina de Mónaco en el festival de flores de Mónaco
Carolina, que sigue ostentando el título de princesa de Hannover, es la mejor imagen del principado de Mónaco.




Carolina de Mónaco en un festival de flores
A sus 56 años, Carolina sigue siendo una de las princesa más guapas del mundo.


conjunto negro de Chanel.
Carolina y Alberto de Mónaco presiden un concierto benéfico
Carolina, la mejor escudera de Alberto. La princesa ha tenido un fin de semana cargado de actos.

carolina-de-monaco
Carolina de Mónaco sigue siendo uno de los iconos mundiales de la elegancia.
Carolina de Mónaco, de 59 años, es un auténtico icono de la elegancia a nivel mundial y este año competirá por la atención de los flashes con su hija, Carlota Casiraghi, quien podría presentar oficialmente a su nuevo novio, el cineasta italiano Lamberto Sanfelice, con quien mantiene una discreta relación desde el año pasado, tras su ruptura con el actor francés Gad Edmaleh, padre de su hijo Raphaël..

La verdad detrás del vacío.................................................................................. Cecilia Dreymüller

Morir en primavera, de Ralf Rothmann, es la mejor novela en años sobre el final de la Segunda Guerra Mundial y un hermoso relato antibélico de validez universal.

Deportados franceses vuelven a Francia en 1945.
Sobre la época nazi y la Segunda Guerra Mundial se han escrito tantos libros que cada nueva novela con sádicos comandantes de las SS y atroces combates en el frente oriental no sólo produce cierto hartazgo temático, sino también suscita la sospecha de que los autores se sirvan de los hechos históricos como reclamo publicitario o como pantalla de proyección para sus fantasías de violencia y destrucción.
 Demasiados precedentes avalan este temor al abuso (uno no muy lejano, especialmente abyecto, era Las benévolas, de Jonathan Littell).
Naturalmente, el tema del pasado bélico no está agotado, ni para la literatura alemana ni para la de cualquier otro país del mundo. 
Cada generación de escritores ha de encontrar sus propias formas de expresión para enfrentarse de nuevo a la memoria del gran cataclismo europeo y a las secuelas psicológicas sufridas hasta el día de hoy.
 Y precisamente a esto exhorta la primera frase de la novela última de Ralf Rothmann, autor de una decena de títulos ya casi clásicos que todavía están por descubrir en España: “El silencio, el rechazo absoluto a hablar, especialmente sobre los muertos, es un vacío que tarde o temprano la vida termina llenando por su cuenta con la verdad”. 
El programa de Morir en primavera se completa con una cita bíblica del libro de Ezequiel: “Los padres comieron las uvas agrias y a los hijos les dio dentera”.
 Y así es que la novela arranca con un hijo que en los años ochenta del siglo pasado intenta sacar a su padre moribundo del silencio toda una vida guardado sobre lo que le pasó en la guerra. 
Walter Urban, que muere apenas sexagenario con el cuerpo destrozado en la mina de carbón, no consigue hablarle a su hijo de su trauma bélico, pero le hace un vago encargo: “El escritor eres tú”. 


Deportados franceses vuelven a Francia en 1945.

Hasta qué punto Rothmann, que en sus relatos y novelas siempre ha retratado la Alemania obrera y pequeñoburguesa, especialmente la de los antiguos mineros de la cuenca del Rur, elabora en Morir en primavera su propia historia familiar no viene al caso.
 La honda emoción que impulsa la narración, la amorosa descripción de los personajes y el minuciosamente investigado fondo ambiental hacen suponer que su motivación al acometer la historia de Walter Urban ha sido muy personal.
 En todo caso, el resultado se sale por completo de la novela al uso sobre el final de la Segunda Guerra Mundial, aunque parta de las conocidas circunstancias de la primavera de 1945, cuando se movilizan las últimas fuerzas para la agónica maquinaria bélica de Hitler:
 Walter, hijo de mineros de la cuenca del Rur que a sus 17 años ha encontrado trabajo en una granja, es reclutado a la fuerza, junto con su amigo Fiete, para un comando de las SS. 
Walter tiene suerte y “sólo” conduce convoyes de abastecimiento; Fiete en cambio es enviado al frente en Hungría, donde, tras ser herido gravemente, trata inútilmente de escapar.
 Es allí donde se produce el fatal reencuentro, pues a Fiete le condenan a muerte por intento de deserción y Walter es obligado a formar parte del pelotón de fusilamiento.

Rothmann muestra un dominio narrativo absoluto al situar este indisoluble conflicto en la mitad del relato, como punto culminante y sin retorno.
 Pues en la trayectoria vital de su adolescente protagonista, esta caída involuntaria en la culpa representa el pivote sobre el que gira el resto de su existencia. 
Tras una milagrosa supervivencia que pasa por el campo de internamiento americano y el reencuentro con su madre y hermana —un hogar imposible, infectado de desamor y violencia—, la vida de Walter desemboca en la vuelta a la cuenca del Rur, donde se instala como minero. 
Se ha sumido en un silencio que es incapaz de romper, ni ante los amigos ni ante la familia.
El motivo de la culpa del inocente, fundamental en toda la literatura bélica, está magistralmente desarrollado
El motivo de la culpa del inocente, fundamental en toda la literatura bélica, y en Alemania nuevamente discutido a causa de las tardías confesiones de Günter Grass sobre su pertenencia a las SS, está magistralmente desarrollado. 
Rothmann posee además una capacidad de recrear ambientes —el de la granja lechera donde trabajan Walter y Fiete tanto como el de un campo tras un bombardeo— absolutamente prodigiosa.

Con buen ritmo se alternan escenas absolutamente pacíficas con otras de absurda crueldad que el verismo lacónico del autor, a pesar de su understatement narrativo, su negativa al efecto llamativo, hacen difíciles de pasar.

 Con su realismo lírico el texto alcanza alturas insólitas. Cada palabra está en su sitio.

 La belleza de la prosa duele.

 Cuando el enamorado Walter pedalea por la noche invernal hacia el baile donde espera encontrar a su chica, pasa por este paisaje: “En los campos, los primeros brotes de la siembra de primavera brillaban como cristales bajo la luna”.

 Que a la vuelta, tras haber sido atrapado Walter por las SS, ha cambiado:

 “A ambos lados del camino, los tallos de la primera siembra, antes todavía rígidos y translúcidos bajo la luz de luna, se inclinaban en todas las direcciones, cubiertos por un velo de escarcha”. 

 

El lector se siente remitido a las tempranas novelas de Heinrich Böll.
 De hecho, no sería exagerado llamar a Rothmann el único digno sucesor de Böll (pero más sobrio, sin sentimentalismos ni moralina católica). 
 Sea como sea, Morir en primavera es la mejor novela en años sobre la guerra alemana, y un profundamente humano, hermoso relato antibélico de validez universal.
Morir en primavera. Ralf Rothmann. Traducción de Carles Andreu. Libros del Asteroide, 2016. 232 páginas. 19,95 euros