Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

21 nov 2016

La verdad detrás del vacío.................................................................................. Cecilia Dreymüller

Morir en primavera, de Ralf Rothmann, es la mejor novela en años sobre el final de la Segunda Guerra Mundial y un hermoso relato antibélico de validez universal.

Deportados franceses vuelven a Francia en 1945.
Sobre la época nazi y la Segunda Guerra Mundial se han escrito tantos libros que cada nueva novela con sádicos comandantes de las SS y atroces combates en el frente oriental no sólo produce cierto hartazgo temático, sino también suscita la sospecha de que los autores se sirvan de los hechos históricos como reclamo publicitario o como pantalla de proyección para sus fantasías de violencia y destrucción.
 Demasiados precedentes avalan este temor al abuso (uno no muy lejano, especialmente abyecto, era Las benévolas, de Jonathan Littell).
Naturalmente, el tema del pasado bélico no está agotado, ni para la literatura alemana ni para la de cualquier otro país del mundo. 
Cada generación de escritores ha de encontrar sus propias formas de expresión para enfrentarse de nuevo a la memoria del gran cataclismo europeo y a las secuelas psicológicas sufridas hasta el día de hoy.
 Y precisamente a esto exhorta la primera frase de la novela última de Ralf Rothmann, autor de una decena de títulos ya casi clásicos que todavía están por descubrir en España: “El silencio, el rechazo absoluto a hablar, especialmente sobre los muertos, es un vacío que tarde o temprano la vida termina llenando por su cuenta con la verdad”. 
El programa de Morir en primavera se completa con una cita bíblica del libro de Ezequiel: “Los padres comieron las uvas agrias y a los hijos les dio dentera”.
 Y así es que la novela arranca con un hijo que en los años ochenta del siglo pasado intenta sacar a su padre moribundo del silencio toda una vida guardado sobre lo que le pasó en la guerra. 
Walter Urban, que muere apenas sexagenario con el cuerpo destrozado en la mina de carbón, no consigue hablarle a su hijo de su trauma bélico, pero le hace un vago encargo: “El escritor eres tú”. 


Deportados franceses vuelven a Francia en 1945.

Hasta qué punto Rothmann, que en sus relatos y novelas siempre ha retratado la Alemania obrera y pequeñoburguesa, especialmente la de los antiguos mineros de la cuenca del Rur, elabora en Morir en primavera su propia historia familiar no viene al caso.
 La honda emoción que impulsa la narración, la amorosa descripción de los personajes y el minuciosamente investigado fondo ambiental hacen suponer que su motivación al acometer la historia de Walter Urban ha sido muy personal.
 En todo caso, el resultado se sale por completo de la novela al uso sobre el final de la Segunda Guerra Mundial, aunque parta de las conocidas circunstancias de la primavera de 1945, cuando se movilizan las últimas fuerzas para la agónica maquinaria bélica de Hitler:
 Walter, hijo de mineros de la cuenca del Rur que a sus 17 años ha encontrado trabajo en una granja, es reclutado a la fuerza, junto con su amigo Fiete, para un comando de las SS. 
Walter tiene suerte y “sólo” conduce convoyes de abastecimiento; Fiete en cambio es enviado al frente en Hungría, donde, tras ser herido gravemente, trata inútilmente de escapar.
 Es allí donde se produce el fatal reencuentro, pues a Fiete le condenan a muerte por intento de deserción y Walter es obligado a formar parte del pelotón de fusilamiento.

Rothmann muestra un dominio narrativo absoluto al situar este indisoluble conflicto en la mitad del relato, como punto culminante y sin retorno.
 Pues en la trayectoria vital de su adolescente protagonista, esta caída involuntaria en la culpa representa el pivote sobre el que gira el resto de su existencia. 
Tras una milagrosa supervivencia que pasa por el campo de internamiento americano y el reencuentro con su madre y hermana —un hogar imposible, infectado de desamor y violencia—, la vida de Walter desemboca en la vuelta a la cuenca del Rur, donde se instala como minero. 
Se ha sumido en un silencio que es incapaz de romper, ni ante los amigos ni ante la familia.
El motivo de la culpa del inocente, fundamental en toda la literatura bélica, está magistralmente desarrollado
El motivo de la culpa del inocente, fundamental en toda la literatura bélica, y en Alemania nuevamente discutido a causa de las tardías confesiones de Günter Grass sobre su pertenencia a las SS, está magistralmente desarrollado. 
Rothmann posee además una capacidad de recrear ambientes —el de la granja lechera donde trabajan Walter y Fiete tanto como el de un campo tras un bombardeo— absolutamente prodigiosa.

Con buen ritmo se alternan escenas absolutamente pacíficas con otras de absurda crueldad que el verismo lacónico del autor, a pesar de su understatement narrativo, su negativa al efecto llamativo, hacen difíciles de pasar.

 Con su realismo lírico el texto alcanza alturas insólitas. Cada palabra está en su sitio.

 La belleza de la prosa duele.

 Cuando el enamorado Walter pedalea por la noche invernal hacia el baile donde espera encontrar a su chica, pasa por este paisaje: “En los campos, los primeros brotes de la siembra de primavera brillaban como cristales bajo la luna”.

 Que a la vuelta, tras haber sido atrapado Walter por las SS, ha cambiado:

 “A ambos lados del camino, los tallos de la primera siembra, antes todavía rígidos y translúcidos bajo la luz de luna, se inclinaban en todas las direcciones, cubiertos por un velo de escarcha”. 

 

El lector se siente remitido a las tempranas novelas de Heinrich Böll.
 De hecho, no sería exagerado llamar a Rothmann el único digno sucesor de Böll (pero más sobrio, sin sentimentalismos ni moralina católica). 
 Sea como sea, Morir en primavera es la mejor novela en años sobre la guerra alemana, y un profundamente humano, hermoso relato antibélico de validez universal.
Morir en primavera. Ralf Rothmann. Traducción de Carles Andreu. Libros del Asteroide, 2016. 232 páginas. 19,95 euros

 

Jorge Javier Vázquez lo reconoce: ''He destrozado GH''

El presentador se sincera con María Teresa Campos en '¡Qué tiempo tan feliz!' sobre su paso por 'GH17', del que ha hecho unas sorprendentes declaraciones.
 

María Teresa y Jorge Javier se reencuentran en televisión

El presentador de 'Sálvame', Jorge Javier Vázquez acudió a '¡Qué tiempo tan feliz!' para hablar con María Teresa Campos de sus fracasos en televisión, la muerte de su padre, sus peleas con Risto y de cómo afronta las diversas críticas por presentar 'Gran Hermano'.
 Uno de los temas que más debate generó fue el relativo a su participación en 'GH'. "Es inútil quejarse, creo que es muy sano no entrar en polémicas.
 Cuando se estrenó 'Gran Hermano', yo sabía lo que iba a pasar. Yo sabía que me iban a criticar por presentarlo", reconoció el presentador, que no obstante, aclaró que para él fue una buena experiencia: "Presentar 'GH 17' ha sido increíble". 
 Además, confiado y seguro lejos de los rumores que afirmaban que la productora no querría renovarle el contrato, reveló: "Voy a presentar 'GH 18'".

Loewe toma Madrid...................................................................... Carmen Mañana

La firma de lujo fundada, en España hace 170 años publica un libro, inaugura exposición y tienda y organiza una fiesta en Madrid en una jornada que celebra su nuevo esplendor.

J.W. Anderson, director creativo de Loewe.

 En el pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico de Madrid decenas de empleados de Loewe corren de aquí para allá con cajas de champán, dosieres de prensa y baterías de móvil. J. W. Anderson, el director creativo de la firma, cruza el hall a toda prisa, pero algo le detiene en seco. 

Hay un calendario torcido. 

Es el que contiene las imágenes que Steven Meisel ha realizado para la exposición que está a punto de inaugurar. 

Lo mueve unos milímetros y se toma su tiempo para comprobar que está recto.

En cuestión de horas, la firma fundada en España en 1846 presentó un libro, descubrió la reforma de la tienda situada en la calle Serrano y organizó la pertinente fiesta posterior. 
“Soy inglés y cuando pienso en Londres, pienso en Burberry; y lo que quiero es que cuando la gente piense en Madrid, lo haga en Loewe.
 Por eso he querido tomar la ciudad, por decirlo de alguna manera, y organizar un gran evento cultural que homenajee el made in Spain y a la marca”, explica el diseñador.
Image de Steven Maisel para la exposición 'Pasado, presente, futuro', de Loewe.
Parte de los 170 años de historia de Loewe contemplan al visitante desde las paredes del pabellón Villanueva: la nota de agradecimiento que la princesa de Kent escribió tras recibir unos guantes de ante negro; una foto del recién electo presidente de Estados Unidos Donald Trump en la fiesta de inauguración de la boutique neoyorquina; o una imagen de la primera colección que Anderson firmó hace ahora tres años para la casa propiedad del conglomerado de empresas de lujo Louis Vuitton Möet Hennesy. Momentos que el editor Luis Venegas ha compilado en un volumen de 592 páginas y que constituye un emocionante, y a veces disparatado, viaje por el legado de Loewe.
“Puede que las últimas tres décadas hayan sido menos excitantes, pero las 15 anteriores demuestran que la vanguardia y la creatividad han estado siempre en su ADN. Encargar sus oficinas a un arquitecto como Javier Carvajal en la España de 1960 constituye una prueba incontestable”, argumenta Venegas.
Para la segunda parte de la exposición, abierta hasta el 9 de diciembre, Anderson encargó a Steven Meisel 13 fotografías inspiradas en la obra de la británica Constance Spry, que revolucionó el arte del diseño floral en la primera mitad del siglo XX.
 Estas obras ilustran una edición limitada de 500 calendarios impresos mediante técnicas artesanales de reproducción. “Meisel nunca ha hecho un libro, así que este proyecto es algo único”, presume el diseñador. 
Son las semillas de una nueva era para Loewe que traspasa los límites del Jardín Botánico hasta llegar a la recién reformada boutique de la milla de oro, donde Anderson ha abierto una floristería dirigida por la española Elisabeth Blumen.
El coqueto puesto cumple una doble función. 
Por un lado, constituye una de las herramientas mediante las que el diseñador pretende transformar la relación de Loewe con los jóvenes. “Una marca de lujo es cara porque tenemos que pagar un sueldo decente a nuestros empleados.
 Pero necesitamos que las nuevas generaciones redescubran la firma, por eso la exposición es gratis y por eso he llenado las calles de la ciudad de carteles y grafitis.
 Pero además quiero que puedan comprar algo por 50 euros o una rosa para sus parejas por cinco”, explica.
 La floristería también busca romper la barrera que disuade a muchos de entrar en una tienda con precios tan intimidantes como los agentes de seguridad que flanquean sus puertas.

 

 La muestra, titulada Pasado, presente y futuro, es solo uno de los cuatro eventos que la marca celebró el jueves en Madrid.

El vestido de Marilyn Monroe con el que cantó ‘Cumpleaños feliz’, vendido en 4,5 millones

La pieza fue adjudicada a la empresa Ripley que posee una cadena de museos dedicado a los objetos de significado histórico.

El vestido de Marilyn Monroe, con el que cantó 'Cumpleaños feliz'. FREDERIC J. BROWN AFP / Vídeo: EL PAÍS
El legendario vestido usado por Marilyn Monroe para cantar Cumpleaños feliz a presidente John F. Kennedy por su 45 cumpleaños se ha vendido en 4,8 millones de dólares (4,5 millones de euros) en una subasta celebrada el jueves por la noche en Beverly Hills. 
De color dorado y con 2.500 cristales bordados, la pieza salió a la venta por un precio de entre dos y tres millones en una cita organizada por la casa de subastas de Julien.
 La prenda fue comprada finalmente por la empresa Ripley, un conglomerado que posee una cadena de museos, incluyendo uno en Hollywood, dedicado a objetos de significado histórico.

El vestido es en apariencia sencillo, pero sobre su cuerpo causó el efecto deseado ya que su tejido la hacía aparecer casi desnuda mientras entonaba de la forma más sensual las notas de un inocuo Cumpleaños feliz en la fiesta celebrada en el Madison Square Garden por el aniversario de Kennedy.
El vestido vendido en 4,8 millones de dólares EFE

La primera vez que salió a la venta, en 1999, fue comprado por Martin Zweig, un rico hombre de negocios que pagó 1,3 millones de dólares.
 El récord de ventas para un vestido de Marilyn sigue siendo de 5,5 millones, abonado hace cinco años por el comprador del vestido que llevó en la escena de la película La tentación vive arriba, donde la actriz se pone de pie en un orificio de ventilación.
En la subasta se vendieron otros artículos como un traje usado por la actriz en la película Con faldas y a lo loco, que se vendió en 450.000 dólares y otro de noche, adjudicado por 125.000 dólares. Por un par de zapatos de Ferragamo se llegaron a pagar 34.000 dólares.
La mayor parte de los artículos a la venta procedían de la colección de Lee Strasberg, amigo de Marilyn Monroe y su profesor de interpretación, que heredó todas sus pertenencias.