La celebración de la fiesta nacional del Principado es uno de los actos más importantes para los compatriotas y la familia Real.
Andrea Casiraghi, Tatiana Santo Domingo y su hija India Casiraghi. Este es el primer acto oficial al que acude la pequeña.Pascal Le SegretainGetty Images
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La princesa Carolina con su nieto Sacha y su hija pequeña, la princesa Alexandra.
La princesa Estefanía de Mónaco junto Carlota
Casiraghi y su hijo Raphael. A la derecha de la imagen el hijo de
Estefanía, Luis Ducruet
El príncipe Alberto y su mujer Charlenne acompañados de sus dos hijos, la princesa Gabriella y el príncipe Jacques.
El príncipe Alberto de Mónaco pasa revista a las tropas.
De izquierda a derecha, la princesa Alexandra,
la princesa Carolina, la princesa Charlenne, el príncipe Alberto y
Andrea Casiragui y su hija India.
Raphael Casiraghi , hijo de Carlota en el balcón del Palacio Real.
La princesa Estefanía, Alberto de Mónaco, su mujer Charlenne y la princesa Carolina, durante le oficio religioso.
La princesa Carolina con sus dos nietos y su hijo Andrea Casiraghi.
La estafa sufrida por Josep Borrell pone de manifiesto la importancia de operar solo con entidades registradas.
Josep Borrell es catedrático de análisis económico, ingeniero
aeronáutico, doctor en ciencias económicas y máster por Stanford.
Además, ha sido secretario de Estado de Hacienda, ministro de Obras
Públicas y presidente del Parlamento Europeo. Este impresionante
currículo no le ha servido para esquivar una estafa protagonizada por un
falso intermediario bursátil que le ha costado 150.000 euros. El de ConsortFX —así se denominaba el supuesto bróker que timó a
Borrell— es un caso de manual de cómo operan los falsos intermediarios y
pone de manifiesto el peligro que suponen para los ahorradores, con
independencia de su nivel de formación. El término “chiringuito
financiero” define de manera informal a aquellas entidades que ofrecen y
prestan servicios de inversión sin estar autorizadas para hacerlo. Son
peligrosos porque en la mayoría de los casos la aparente prestación de
tales servicios es solo una tapadera para apropiarse del capital de sus
víctimas, haciéndoles creer que están realizando una inversión de alta
rentabilidad. “Los elevados rendimientos que ofrecen suelen ser
demasiado buenos para ser ciertos: solo son un cebo con el que consiguen
que los inversores menos informados o más confiados les entreguen sus
ahorros. Cuando no pueden justificar las pérdidas, simplemente
desaparecen o cambian de nombre. Sencillamente, son estafadores”,
explica la CNMV en una guía de reciente publicación. Mientras que las empresas autorizadas para prestar servicios de
inversión (sociedades y agencias de valores, gestoras de carteras,
Eafis, bancos y cajas) están sometidas a las normas que regulan los
mercados de valores y a controles por parte de los organismos
supervisores, los chiringuitos actúan al margen de la legalidad. Esto
supone que no están adheridos al fondo de garantía de inversiones o de
depósitos, por lo que el dinero de los ahorradores no está protegido en
caso de insolvencia. “No existe un tipo concreto de víctima ya que a
menudo se trata de estafas muy elaboradas y con apariencia de
credibilidad en las que puede caer cualquiera: pequeños empresarios,
particulares con cierto nivel de ahorro, profesionales liberales… Es
fácil resultar vulnerable ante las promesas de enriquecimiento rápido y
sin riesgo de los chiringuitos, que por muy bien construidas que estén
siempre son falsas”, advierte la CNMV.
Patrones de actuación
Los canales que utilizan los chiringuitos financieros para contactar
con sus potenciales víctimas no son distintos de los que puede emplear
cualquier entidad legalmente autorizada para difundir sus propuestas
comerciales entre clientes o posibles clientes: teléfono, cartas, correo
electrónico o anuncios publicitarios. Para obtener los contactos
recurren a bases de datos (a menudo obtenidas de forma fraudulenta) de
las que extraen direcciones de personas que, por ejemplo, han suscrito
un determinado producto financiero, reciben periódicamente una
publicación económica o contestaron a alguna encuesta en la que
reflejaron sus aficiones y situación económica familiar. Es habitual que las personas tomen sus decisiones de inversión
basándose en recomendaciones de conocidos o familiares. Sabiendo esto,
en ocasiones los chiringuitos pagan grandes rentabilidades a los
primeros clientes, utilizando para ello su propio dinero o el de otros
inversores en una estafa piramidal. Así, la aparente eficacia de su
gestión se difundirá de forma espontánea entre el círculo de relaciones
de esos clientes satisfechos”, describen desde la CNMV.
Qué hacer si ya ha picado
1. Amenaza. Cuando la persona de contacto se vuelve
inaccesible o no se atienden las solicitudes de reembolso, es
aconsejable presionarlos para que devuelvan el dinero, amenazándolos si
es necesario con acudir a las autoridades . Este aviso no siempre es
efectivo, ya que la situación de ilegalidad de los chiringuitos les
permite desaparecer o cambiar de nombre con facilidad. 2. Aportaciones. En ocasiones su respuesta es que la
inversión no ha ido como se esperaba y que es el momento de aportar más
dinero ante el inminente cambio de tendencia del mercado. No hay que
hacerles caso. 3. Denuncia. Tanto si el inversor consigue que le
devuelvan todo o parte del capital como si no es así, es muy importante
que ponga los hechos en conocimiento de la CNMV y denuncie lo ocurrido a
la policía o al juzgado correspondiente.
Los chiringuitos financieros no aceptan un no por respuesta y
utilizan diferentes técnicas de persuasión para convencer a sus
potenciales víctimas.
Una estrategia típica es la de las predicciones
acertadas: hacen un gran número de llamadas y a algunos ahorradores les
dicen que la Bolsa bajará y a los otros que subirá.
En los días
siguientes repetirán el proceso, pero solo con el grupo con el que han
acertado para que finalmente un reducido grupo de ellos se dé cuenta de
su infalibilidad.
También suelen transmitir apariencia de respetabilidad y éxito
(visten trajes caros y alquilan buenas oficinas); abusan de las
explicaciones incomprensibles y del uso de tecnicismos; ofrecen grandes
beneficios con pocos riesgos; insisten para que se tome una decisión
rápida; y realizan una presión psicológica (pueden llegar a la
descalificación, cuestionando la inteligencia o habilidad del inversor
para tomar una decisión).
“La mayor parte de las actitudes y argumentos empleados por los
chiringuitos no se darían en intermediarios autorizados ya que éstos se
encuentran sujetos a estrictas normas de conducta. Deben de mantener
adecuadamente informados a los clientes y los datos que aporten tienen
que ser imparciales, claros y no engañosos”, concluye el supervisor
bursátil.
ESTA TAZA de oro de 18 quilates, signifique lo que signifique
quilates, se expuso en uno de los servicios de la quinta planta del
Guggenheim de Nueva York. Ya ven ustedes las estrecheces del lugar, la
esquina incómoda en la que destaca más que una tarántula en un plato de
nata (cortesía de Raymond Chandler), el suelo de granito común, el
portarrollos de papel higiénico grosero. Creía uno que el Guggenheim de Nueva York disponía de mejores
instalaciones para sus visitantes. La particularidad es que el objeto,
obra del artista Maurizio Cattelan, no solo se podía tocar, sino que te
podías cagar en él. Literalmente, se entiende. Y había cola, pese a la
frialdad de sus bordes. Le venían a uno a la memoria los retretes
japoneses, por el interior de cuyas tapaderas orgánicas, muy
capilarizadas, discurre un torrente de agua tibia que los muslos
agradecen
El oro y la mierda siempre han guardado una relación muy estrecha
(véase Freud), hasta el punto de que en ocasiones se confunden.
Recuerden ustedes, si tienen hijos, el alborozo con el que los pequeños
muestran a los papás sus primeras defecaciones conscientes y la alegría
con la que estos las reciben. Recuerden también cómo Jacobo Gordon, uno
de los protagonistas de la Gürtel, se iba al váter a contar la pasta del
soborno. Lo que estaba por ver era que se fabricara un retrete con la
misma materia que estaba destinado a recibir. Viene a ser como fabricar
una cuchara de harina o un cuchillo de carne de ternera. Ahí es donde
debe de residir el arte de la pieza. Ahora bien, aunque la jaula sea de
oro no deja de ser prisión.
El autor le cuenta cómo es la España de hoy a su progenitor y las paradójicas alianzas que han surgido décadas después.
O NOS llevábamos bien, pero no por eso dejo de pensar que, de no haber muerto tan a destiempo, hoy nos reiríamos juntos con
los brazos por los hombros. Tu última humorada fue elegir un 20 de
noviembre para fallecer, con lo que siempre te evoco junto a la
disolución de Franco, porque lo que se dice morir, no murió. Sí, querido
padre, el caudillismo sigue vivo, aunque, por una de esas paradojas de
la historia, hoy los falangistas son rojos.
Estos absurdos son los que nos harían reír juntos como no pudimos
hacerlo entonces. Verás, tú fuiste un hombre honrado. Alférez
provisional, pero de los honrados. Te tocó dirigir la arquitectura y
urbanización de uno de los conglomerados económicos más enormes de la
España de los años cincuenta, el dilatado espacio entre Sabadell y
Tarrasa donde se iban a levantar colosales ciudades dormitorio copiadas
del desarrollo italiano. Manejaste unos presupuestos que dejan enanos a
los de la corrupción inmobiliaria democrática. Sin embargo, no te
lucraste. Debo reprochártelo. A tus hijos nos empujaste a la única
dignidad que dejaba el franquismo, la revolución soviética aplicada a
ritmo de jota. Naturalmente, fracasamos, y menos mal que fracasamos. Los
actuales líderes de los sóviets son unos chavales tan semejantes a
nosotros que parecen salidos de una película de Alfredo Landa. Más que
antiguos, rancios.
Me parece que ya oigo tus carcajadas desde algún lugar que no ha de ser ni cielo ni infierno, pero tampoco el limbo
Si, por el contrario, te hubieras enriquecido, ahora tus hijos
nadaríamos en la abundancia, como los hijos y nietos de los franquistas,
y haríamos negocios con las grandes familias caciquiles, porque los
dueños del feudo catalán siguen siendo los mismos. Lo más gracioso es que aquella izquierda que luchó contra la
burguesía, aquellos inmigrantes que fundaron los sindicatos comunistas
con la sangre de su trabajo, son ahora aliados de los caciques. Con
decirte que las manifestaciones sindicales en Cataluña se pasean con
banderas nacionalistas… Pues así es: aquellos católicos y nacionalistas
catalanes, hijos del carlismo, son ahora los aliados de la extrema
izquierda catalana, incluidos los sumisos socialistas. De poco sirvió la Guerra Civil, o la triste, criminal y necia
posguerra. Todo sigue casi igual: la media España rica odia a la España
pobre. La ignorancia y el salvajismo se han reduplicado gracias al
progreso técnico. La violencia permanece entre paisanos. El desprecio de
las leyes y el “vivan las caenas” suenan por doquier disfrazados de
motín. Cierto es que la agitación, la vehemencia con que nos tomamos la vida
política de este país no merece la pena. Giramos en una noria tirada por
un asno que mejor es no conocer de nombre. La clase dirigente española
camina sobre aceite. Mueve las piernas, pero no avanza. Miro ahora el
cielo y constato que brilla en él la hermosa luz que tú gozaste. Es
suficiente. Descansa en paz.