Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

26 oct 2016

Sólo hay cuatro tipos de personalidades: ¿cuál es la tuya?.........................Silvia C. Carpallo

Científicos de la Universidad Carlos III de Madrid han hecho un estudio en el que, mediante una prueba en equipo, han concluido que las personalidades generalmente se dividen en cuatro tipos: envidiosos, pesimistas, confiados y optimistas.

Sólo hay cuatro tipos de personalidades: ¿cuál es la tuya?
Un trabajo en equipo puede ser una prueba concluyente sobre el tipo de personalidad que tienes.
Foto: Cordon Press

 

Cada persona es un mundo, o eso suele decirse. Aunque quien ha pasado por varios trabajos sabe que, por alguna u otra razón, parece haber ciertos patrones que se repiten. Si las personas se dividieran por grupos, según su forma de actuar ante diferentes situaciones, ¿sabrías reconocer cada uno de ellos?
Esa es la idea que han intentado demostrar, no científicos americanos, sino españoles, procedentes de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), en colaboración con de las universidades de Barcelona, Rovira i Virgili y Zaragoza.
 Concretamente, el estudio revelaba que el 90% de la población se puede clasificar en cuatro tipos básicos de personalidad: optimistas, pesimistas, de confianza y envidiosos
 Todo esto entendiendo que no se trata de una clasificación, según las características propias de la persona, sino sobre todo observando sus comportamientos sociales, principalmente cuando se trata de cooperar o trabajar en equipo.
La teoría de los juegos
Para analizar estos comportamientos sociales, el estudio se ha basado en la llamada “teoría de los juegos” .
 Tal y como comenta Ángel Sánchez, investigador en este estudio y profesor del Grupo Interdisciplinar de Sistemas Complejos del Departamento de Matemáticas de la UC3M, “la teoría de juegos es una manera matemática de abordar situaciones en las que dos o más personas tienen que tomar decisiones que les afectan a todos”. 
Esta idea se basa en que todas las personas conocen de antemano las consecuencias de sus decisiones y que, por lo tanto, van a actuar según su propio interés.
Según el estudio, en el que se analizaron las respuestas de 541 voluntarios para cientos de dilemas sociales, la teoría de los juegos puede aplicarse para buscar diferentes patrones en sus personalidades.
 Uno de los juegos más conocidos de esta teoría es el llamado ‘dilema del prisionero’, que muestra que dos personas pueden no cooperar, incluso si ello va en contra del interés de ambas.
Sánchez aclara que la mejor forma de entenderlo es a través de un ejemplo concreto: 
“Supongamos que tú y yo tenemos que hacer un trabajo del cual debemos responder ante un jefe.
 Cada uno tenemos que tomar una decisión entre dos opciones: esforzarnos y ayudar al otro, o pasar y dejar que el otro haga todo”. En este caso las opciones serían la de que los dos repartamos esfuerzos, que uno se esfuerce y otro no, o que finalmente ninguno lo haga, teniendo en cuenta que en este caso ninguno de los dos cobraría por dicho trabajo.

Siguiendo con el ejemplo, existirían cuatro grupos muy diferenciados. 
Por una parte, los envidiosos “que son aquellos que cuando interaccionan con otra persona prefieren ganar menos, si con ello se aseguran ganar más que la otra persona”, es decir, que podrían boicotear el trabajo; después los optimistas, es decir “los que van a por la máxima ganancia, suponiendo con ello que la decisión del otro va a ser la que les permita conseguirlo”, de manera que puede dar por sentado que será el otro el que haga todo el trabajo; el contrapuesto de estos serían los pesimistas, “ que por el contrario, piensan que el otro va a venir a fastidiarles, y por tanto intentar asegurarse de salir lo menos mal posible”, de manera que se esforzarán en sacar el trabajo, pensando que no lo hará el otro; y finalmente estarían los confiados, es decir “la buena gente que adopta la decisión que conduciría a un mejor resultado para todos (aunque no sea el mejor para ellos a título individual)”. 
Este era uno de los ejemplos, aunque la idea fue proponer a los voluntarios diferentes juegos sociales del estilo, registrando qué tipo de decisiones tomaban en cada uno de ellos.

Te encontrarás con más envidiosos
Analizando la muestra, los resultados eran que un 20% de las personas respondían a un perfil optimista, otro 20% a un perfil pesimista, otro 20% a confiados y en cambio un 30% al perfil envidioso.
  Otro 10%, en cambio, no respondía a los patrones establecidos, ya que parecía escoger más bien por azar.
Si se puede sacar alguna conclusión de este estudio, es que es cierto aquello de que en España somos más bien envidiosos
 “Con la clasificación en grupos que nosotros vemos (y que nos gustaría que otros experimentos confirmaran), uno podría pensar que cuando sale a la calle tiene un 30% de probabilidades de tropezarse con un envidioso, un 20% de probabilidades de dar con un optimista, y así sucesivamente, e intentar adoptar sus decisiones basándose en esta información”.
Si bien los investigadores dejan claro que esto es un estudio muy teórico y que “las personas no funcionamos así, porque cuando nos encontramos a un desconocido, que es lo más parecido al experimento, no sabemos de qué tipo es, por lo que tampoco es fácil tenerlo en cuenta para interaccionar con él”. 
La idea que sí dejan en el aire es que “si por lo que sea interaccionamos repetidamente con la misma persona, podemos empezar a entender su personalidad y a usar esa información para nuestras propias decisiones”.
Cómo reconocer e interactuar con cada tipo de personalidad
La cuestión que cabría plantearse es cómo podemos reconocer estas personalidades o en qué deberemos de fijarnos para clasificarlos. En opinión de Ángel Sánchez, “quizá lo más importante es reconocer a los envidiosos, porque son gente dañina”.
 No hay que olvidar que al fin y al cabo, “estar dispuesto a tener menos beneficios, para quedar por encima del otro es una conducta sumamente destructiva, y lo que es peor, no sólo para el otro, sino para el propio envidioso”.
 Para reconocerlos, añade que “lo mejor es precisamente fijarse en la atención que prestan a lo que obtienen los demás a la hora de interactuar con ellos”.
En cuanto a los optimistas y pesimistas, Sánchez relata que “en nuestro estudio vemos también que son comportamientos que van asociados a percepciones del riesgo muy diferentes: así, los optimistas son gente muy amiga de arriesgarse, mientras que los pesimistas son todo lo contrario”.
 De esta manera “si vemos que alguien se comporta de manera, digamos, alocada, es bastante probable que sea un optimista”, de forma contraria, las personas excesivamente precavidas y que tienden a la inactividad y a las excusas, podrían responder a un perfil pesimista. 
Sin embargo, no hay que dejarse confundir con el carácter positivo de los primeros y negativo de los segundos, ya que “con ambos hay que tener precauciones, puesto que según qué situación compartamos, sus decisiones pueden ser malas para nosotros”.
 Así, sin ir más lejos, en el ejemplo puesto según la teoría de juegos, “el optimista no trabajaría, por lo que más nos vale trabajar a nosotros”.


25 oct 2016

El lobo Falcó, la última criatura de Pérez-Reverte, se presenta al público............................. Jesús Ruiz Mantilla

El escritor habla en Madrid de su nueva novela, ambientada en la Guerra Civil.

El escritor y académico Arturo Pérez-Reverte. EFE

Quienes entraron ayer a la sala de columnas del Círculo de Bellas Artes, en Madrid, miraban alrededor por si la sombra de Falcó se les aparecía con sombrero, gabardina y pitillo en mano.
 Y es que, como dijo el periodista de EL PAÍS Jacinto Antón, la presentación de la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, editada por Alfaguara, con el título del nombre de su personaje, supone el nacimiento de un héroe.
Un lobo oscuro, amoral, solitario, que se ha escapado vivo de la primera entrega tratando de liberar a José Antonio Primo de Rivera, y anda por ahí, entre la penumbra.
“A mí me gustan más los lobos que los corderos, lo siento pero es así”, asegura el autor. 
“Responden más a las reglas de la naturaleza.
 El mundo real es de los lobos y yo me identifico más con ellos. Procuro ser más lobo que cordero. 
Falcó es de estos: mata, miente, se manejaría mejor en este mundo donde, no nos engañemos, hoy, en Haití o en África, no te asesinan por un Martini, sino por dos dedos de agua”.
En los tiempos de la Guerra Civil, donde está ambientada la novela, también se respiraba esa crueldad.
 Quizás haya pasado a la historia como una carnicería más ideologizada, pero la coartada de la supervivencia, vaya que si influía. 
“Me atraía llevar la historia a esa época para colocar en medio de un escenario tan etiquetado de buenos y malos a un personaje amoral. 
Pero esta no es una obra sobre el conflicto; este es solo un pretexto, un buen espectáculo donde este tipo opera de forma transversal”, indica el novelista.
Porque Falcó no ha sido llevado a su extremo más cruel por unas deudas trágicas pendientes.
 Este señorito andaluz, expulsado de la Marina por conducta indecorosa, está ahí por elección propia
. “Podía haber caído en otro bando; en realidad, él busca la aventura, la adrenalina…”, detalla el escritor. 
Nada que pueda ser confundido ni por asomo con la nobleza.

 

Rouge de Chanel

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Por qué aprender a tirar cosas te puede hacer más feliz........................................Silvia C. Carpallo

La teoría del Dan-sha-ri anima a tirar todos esos objetos que no son necesarios y que acumulamos sin sentido, como una nueva forma de mejorar nuestro estado de ánimo.

dan sha ri ordenar cosas
'Dan Sha Ri', la técnica que promete poner en orden tu casa y tu vida.
Foto: Facebook Hideko Yamashita

Elouise Casserly no se gusta cuando se mira al espejo.

 Tampoco le gusta su trabajo y casi todas sus relaciones interpersonales son un tanto tóxicas.

 Un día lee un artículo que le impulsa a hacer limpieza general en su casa y en su vida. El resultado es que cada vez que tira la basura se siente más ligera, segura y poderosa, lo que le hace descubrir que organizar su casa, está acabando con el caos de su vida.

 Ese es el argumento de la nueva edición de la novela Al llegar la primavera de Milly Johnson, pero lo cierto es que es una historia que ya ha traspasado la ficción.

Gracias a Marie Kondo son muchas las personas que han descubierto que ordenar su casa puede ser el primer paso para ordenar su vida.

 Sin embargo, la conocida japonesa se inspiró para crear su método en la llamada teoría DAN-SHA-RI, que ya llevaba años practicándose en territorio asiático.

 Ahora, la precursora de esta filosofía de vida, Hideko Yamashita, publica en España su ya ‘best seller’ Ordena tu vida. Quédate solo con lo necesario, ¡y encuentra la felicidad! (Planeta), que pretende no ser solo un modelo de decoración, sino sobre todo un revolucionario método autoayuda.

Esta idea se basa en tres principios básicos. El DAN, que supone cerrar el paso a las cosas innecesarias que tratan de entrar en nuestra vida, es decir, adquirir solo cosas que de verdad sean necesarias; el SHA, que significa tirar todo aquello que es inservible y que inunda nuestras casas y por último el RI, que es convertirse en una persona despegada de las cosas, consiguiendo un entorno más relajado y por lo tanto un mejor humor.

Personas que no saben tirar
Tras 8 años impartiendo seminarios de Dan-sha-ri, Hideko Yamashita ha elaborado una lista de los tres tipos de personas que “acumulan trastos”, teniendo en cuenta que las distinciones a veces no son del todo claras y que hay quién comparte varias características.
 Así, la autora define las siguientes:
Tipo huida de la realidad: Se trata de un tipo de persona incapaz de ponerse a ordenar las cosas al estar muy ocupada y apenas pasar tiempo en casa. 
En muchos casos, el hecho de no estar en casa, se debe a su descontento con la familia o se busca excusas para estar cada vez más ocupado.
 Es fácil caer en el círculo vicioso de no querer estar en casa, precisamente porque está desordenada y no es un lugar en el que nos sintamos cómodos.
Tipo apego por el pasado: Serían las personas que guardan cosas del pasado, que en la actualidad ya no utilizan. Por ejemplo, guardan álbumes y trofeos como si fueran algo de suma importancia.
 Detrás de eso se suele ocultar un aferrarse a épocas felices del pasado.
 En ocasiones, tiene cierta relación con el tipo anterior, en el sentido de que no quiere enfrentarse a la realidad.
Tipo inquietud hacia el futuro: Las personas que se corresponden con este tipo comparten una gran inquietud por las cosas que podrían suceder en el futuro.
 Una característica es la de almacenar un exceso de objetos cotidianos, como por ejemplo cajas de pañuelos de papel. 
Suelen justificarlo por el hecho de que quedarse sin estos elementos, sería un problema que les haría sentirse intranquilos.
 De los tres tipos descritos, este último sería el más abundante.
¿Por qué ordenar tu casa ordena tu vida?
El libro explica no solo los orígenes y metodología del DAN-SHA-RI, sino sobre todo cuáles pueden ser sus efectos positivos, de una forma muy práctica y cercana.
 Si te has sentido identificado con alguno de los tres tipos de personas “que no saben tirar”, el practicar Dan-sha-ri te puede ayudar a reflexionar sobre algunas de las siguientes cuestiones:
1. La elección de las cosas implica tomar conciencia: Las cosas que elegimos también hablan de nosotros. 
De esta forma, al practicar Dan-sha-ri “comienza a activarse un mecanismo psicológico que nos permite usar cosas de calidad y cambia nuestra percepción de nosotros mismos”.
 Por ejemplo, reservar ciertos utensilios para ocasiones especiales porque “es una lástima usar algo tan bueno”, se traduce en que “no es apropiado para mí”.
 Por ello, la autora recuerda que “las cosas que usamos ofrecen tanto una imagen de sí mismas, como de las personas que las utilizan”.
2. Recuperar la energía y el espacio de los que se habían apoderado las cosas: Cuando uno empieza a pensar en tirar cosas, se da cuenta de que el espacio en el que vive, tiene más trastos de los que pensaba. Por ejemplo, “guardar los cubiertos de plástico que vienen con la comida precocinada, por si acaso nos vamos de picnic”, ¿pero los hemos usado realmente alguna vez para irnos de picnic como para seguir guardándolos? 
 ¿Podemos usar ese espacio para algo más útil?
3. Redefinirse a uno mismo empieza por los cajones: ¿Cuánta ropa vieja de esa de “a ver si me la puedo volver a poner” guardamos en el armario? 
Hay que distinguir entre lo que es necesario y lo que guardamos por apego. 
Pero según la autora “no es el cariño lo que nos lleva a guardar tanta ropa, es un apego mal entendido, casi obsesivo”.
4. La relación con las cosas cambia la relación con la gente: Elegir las cosas que queremos en nuestra vida, también ayuda a elegir mejor a las personas que queremos en ella.
 Según Yamashita “alguien que se conforma con cualquier cosa, recibe un trato equivalente de los demás”. Si parece que cualquier cosa nos vale, repararán menos en nosotros, por ejemplo, para tener más mimo en un regalo.
5. Tirar basura ayuda a pulir el sensor de inteligencia inherente: Según la autora “tirar las cosas que podemos calificar de basura, equivale a pulir nuestra inteligencia inherente. Es un acción simple”.
 Eso es así, porque al hacerlo es nuestro propio juicio el que debe de encargarse de mantener un ambiente cómodo y apropiado, lo que supone un trabajo constante de pulir y pulir, prolongado en el tiempo, que supone establecer una forma diferente de pensar.
6. Las cosas tienen valor cuando se utilizan: Muchos de nuestros problemas de estrés o ansiedad derivan de pensar demasiado en pasado o en futuro. 
También por eso acumulamos cosas, pensando en el cariño de un momento pasado o en una posible utilidad en el futuro.
 Sin embargo, Yamashita deja claro que las cosas “deben cumplir su función en el momento del presente. Son bellas cuando están donde deben estar”.
7. Cambiar el planteamiento de restar por el de sumar: El hecho de sentirnos activos y de tomar la iniciativa en nuestra casa y en nuestra vida, también cambia la orientación de nuestros pensamientos.
 “Si no confiamos en nosotros mismos es porque restamos al pensar”, por ejemplo con ideas del tipo “tampoco hoy he hecho esto…”. En cambio, proponernos eliminar lo que sobra de nuestra vida es un trabajo continuo que ayuda con pensamiento del tipo “hoy he hecho esto y he cumplido mi promesa”, que nos hace sentir mejor con nosotros mismos.