Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

25 oct 2016

Por qué aprender a tirar cosas te puede hacer más feliz........................................Silvia C. Carpallo

La teoría del Dan-sha-ri anima a tirar todos esos objetos que no son necesarios y que acumulamos sin sentido, como una nueva forma de mejorar nuestro estado de ánimo.

dan sha ri ordenar cosas
'Dan Sha Ri', la técnica que promete poner en orden tu casa y tu vida.
Foto: Facebook Hideko Yamashita

Elouise Casserly no se gusta cuando se mira al espejo.

 Tampoco le gusta su trabajo y casi todas sus relaciones interpersonales son un tanto tóxicas.

 Un día lee un artículo que le impulsa a hacer limpieza general en su casa y en su vida. El resultado es que cada vez que tira la basura se siente más ligera, segura y poderosa, lo que le hace descubrir que organizar su casa, está acabando con el caos de su vida.

 Ese es el argumento de la nueva edición de la novela Al llegar la primavera de Milly Johnson, pero lo cierto es que es una historia que ya ha traspasado la ficción.

Gracias a Marie Kondo son muchas las personas que han descubierto que ordenar su casa puede ser el primer paso para ordenar su vida.

 Sin embargo, la conocida japonesa se inspiró para crear su método en la llamada teoría DAN-SHA-RI, que ya llevaba años practicándose en territorio asiático.

 Ahora, la precursora de esta filosofía de vida, Hideko Yamashita, publica en España su ya ‘best seller’ Ordena tu vida. Quédate solo con lo necesario, ¡y encuentra la felicidad! (Planeta), que pretende no ser solo un modelo de decoración, sino sobre todo un revolucionario método autoayuda.

Esta idea se basa en tres principios básicos. El DAN, que supone cerrar el paso a las cosas innecesarias que tratan de entrar en nuestra vida, es decir, adquirir solo cosas que de verdad sean necesarias; el SHA, que significa tirar todo aquello que es inservible y que inunda nuestras casas y por último el RI, que es convertirse en una persona despegada de las cosas, consiguiendo un entorno más relajado y por lo tanto un mejor humor.

Personas que no saben tirar
Tras 8 años impartiendo seminarios de Dan-sha-ri, Hideko Yamashita ha elaborado una lista de los tres tipos de personas que “acumulan trastos”, teniendo en cuenta que las distinciones a veces no son del todo claras y que hay quién comparte varias características.
 Así, la autora define las siguientes:
Tipo huida de la realidad: Se trata de un tipo de persona incapaz de ponerse a ordenar las cosas al estar muy ocupada y apenas pasar tiempo en casa. 
En muchos casos, el hecho de no estar en casa, se debe a su descontento con la familia o se busca excusas para estar cada vez más ocupado.
 Es fácil caer en el círculo vicioso de no querer estar en casa, precisamente porque está desordenada y no es un lugar en el que nos sintamos cómodos.
Tipo apego por el pasado: Serían las personas que guardan cosas del pasado, que en la actualidad ya no utilizan. Por ejemplo, guardan álbumes y trofeos como si fueran algo de suma importancia.
 Detrás de eso se suele ocultar un aferrarse a épocas felices del pasado.
 En ocasiones, tiene cierta relación con el tipo anterior, en el sentido de que no quiere enfrentarse a la realidad.
Tipo inquietud hacia el futuro: Las personas que se corresponden con este tipo comparten una gran inquietud por las cosas que podrían suceder en el futuro.
 Una característica es la de almacenar un exceso de objetos cotidianos, como por ejemplo cajas de pañuelos de papel. 
Suelen justificarlo por el hecho de que quedarse sin estos elementos, sería un problema que les haría sentirse intranquilos.
 De los tres tipos descritos, este último sería el más abundante.
¿Por qué ordenar tu casa ordena tu vida?
El libro explica no solo los orígenes y metodología del DAN-SHA-RI, sino sobre todo cuáles pueden ser sus efectos positivos, de una forma muy práctica y cercana.
 Si te has sentido identificado con alguno de los tres tipos de personas “que no saben tirar”, el practicar Dan-sha-ri te puede ayudar a reflexionar sobre algunas de las siguientes cuestiones:
1. La elección de las cosas implica tomar conciencia: Las cosas que elegimos también hablan de nosotros. 
De esta forma, al practicar Dan-sha-ri “comienza a activarse un mecanismo psicológico que nos permite usar cosas de calidad y cambia nuestra percepción de nosotros mismos”.
 Por ejemplo, reservar ciertos utensilios para ocasiones especiales porque “es una lástima usar algo tan bueno”, se traduce en que “no es apropiado para mí”.
 Por ello, la autora recuerda que “las cosas que usamos ofrecen tanto una imagen de sí mismas, como de las personas que las utilizan”.
2. Recuperar la energía y el espacio de los que se habían apoderado las cosas: Cuando uno empieza a pensar en tirar cosas, se da cuenta de que el espacio en el que vive, tiene más trastos de los que pensaba. Por ejemplo, “guardar los cubiertos de plástico que vienen con la comida precocinada, por si acaso nos vamos de picnic”, ¿pero los hemos usado realmente alguna vez para irnos de picnic como para seguir guardándolos? 
 ¿Podemos usar ese espacio para algo más útil?
3. Redefinirse a uno mismo empieza por los cajones: ¿Cuánta ropa vieja de esa de “a ver si me la puedo volver a poner” guardamos en el armario? 
Hay que distinguir entre lo que es necesario y lo que guardamos por apego. 
Pero según la autora “no es el cariño lo que nos lleva a guardar tanta ropa, es un apego mal entendido, casi obsesivo”.
4. La relación con las cosas cambia la relación con la gente: Elegir las cosas que queremos en nuestra vida, también ayuda a elegir mejor a las personas que queremos en ella.
 Según Yamashita “alguien que se conforma con cualquier cosa, recibe un trato equivalente de los demás”. Si parece que cualquier cosa nos vale, repararán menos en nosotros, por ejemplo, para tener más mimo en un regalo.
5. Tirar basura ayuda a pulir el sensor de inteligencia inherente: Según la autora “tirar las cosas que podemos calificar de basura, equivale a pulir nuestra inteligencia inherente. Es un acción simple”.
 Eso es así, porque al hacerlo es nuestro propio juicio el que debe de encargarse de mantener un ambiente cómodo y apropiado, lo que supone un trabajo constante de pulir y pulir, prolongado en el tiempo, que supone establecer una forma diferente de pensar.
6. Las cosas tienen valor cuando se utilizan: Muchos de nuestros problemas de estrés o ansiedad derivan de pensar demasiado en pasado o en futuro. 
También por eso acumulamos cosas, pensando en el cariño de un momento pasado o en una posible utilidad en el futuro.
 Sin embargo, Yamashita deja claro que las cosas “deben cumplir su función en el momento del presente. Son bellas cuando están donde deben estar”.
7. Cambiar el planteamiento de restar por el de sumar: El hecho de sentirnos activos y de tomar la iniciativa en nuestra casa y en nuestra vida, también cambia la orientación de nuestros pensamientos.
 “Si no confiamos en nosotros mismos es porque restamos al pensar”, por ejemplo con ideas del tipo “tampoco hoy he hecho esto…”. En cambio, proponernos eliminar lo que sobra de nuestra vida es un trabajo continuo que ayuda con pensamiento del tipo “hoy he hecho esto y he cumplido mi promesa”, que nos hace sentir mejor con nosotros mismos. 



 

¿Es o no es un Insulto? no se les cae la cara de verg{uenza? El PSOe le da el Gobierno a Rajoy.....adios a las pensiones a todo lo que queriamos

El líder del PP asegura que no ha decidido su Gobierno y que quiere que la legislatura dure cuatro años...eso, total ya...

El candidato del PP y presidente en funciones, Mariano Rajoy, ha aceptado el encargo del rey Felipe VI de enfrentarse al debate de investidura, que comienza este miércoles.

 Mariano Rajoy acudirá al Congreso sin los votos necesarios para ser elegido presidente en la primera votación, en la que necesita una mayoría absoluta, pero con la previsión de ser investido en la segunda, donde solo es necesaria mayoría simple, gracias a la abstención que los socialistas decidieron en el comité federal del pasado domingo.

 El líder del PP ha aprovechado su rueda de prensa tras el encuentro con el Monarca para agradecer al PSOE su cambio de postura: "Es una decisión responsable y razonable", ha dicho.Algo Horrible!!!

¿ Y que le pasa al Papa ahora? se les acaba el negocio?

La Iglesia prohíbe esparcir las cenizas de los difuntos o tenerlas en casa..........eso es un debate muy profundo sobre los muertos la Iglesia católica no debe decidir nada ni en agua ni en la tierra, las cenizas irán donde haya dicho el difunto. ¿Que van a hacer con las que estan en el agua o en el viento?, esos ya se han incinerado.....y fue su deseo....

 

El incumplimiento de esta medida puede suponer la negación del funeral al fallecido.....que fuerte!! Ay Francisco que con la Iglesia siempre topamos, si no haces esto no te rezamos......que feo, que feo....


El Papa en la plaza de San Pedro. GIUSEPPE LAMI (EFE) / VÍDEO: EPV

La Iglesia católica sigue prefiriendo enterrar a los muertos, pero en el caso de que –por razones higiénicas o por la voluntad expresa del finado—se optase por la cremación, prohíbe desde hoy que las cenizas sean esparcidas, divididas entre los familiares o conservadas en casa.
 Según un documento redactado por la Congregación para la Doctrina de la Fe –el antiguo Santo Oficio-- y firmado por el papa Francisco, la prohibición pretende evitar cualquier “malentendido panteísta, naturalista o nihilista”.El Santo Oficio es la Inquisición?

El documento aprobado, que se titula Instruccion Ad resurgendum cum Christo y sustituye a otro de 1963, advierte de que "no se permite la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos".
 Y va más allá: "En el caso de que el difunto hubiera sido sometido a la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le ha de negar el funeral". 
La Congregación para la Doctrina de la Fe justifica la elaboración de un documento así de drástico como reacción a las nuevas prácticas en la sepultura y en la cremación "contrarias a la fe de la Iglesia".
La conservación de las cenizas en el hogar solo se contemplará "en casos de graves y excepcionales circunstancias", o cuando una persona lo pida "por piedad o cercanía", ha explicado el consultor de la Congregación de la Doctrina de la Fe, el español Ángel Rodríguez Luño, en la rueda de prensa de la presentación del documento.
 Para la Iglesia, "la conservación de las cenizas en un lugar sagrado ayuda a reducir el riesgo de apartar a los difuntos de la oración". Además, "se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas".
Según la Congregación para la Doctrina de la Fe, las cenizas deben mantenerse "por regla general en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente. 
El prefecto de la Congregación, el muy conservador cardenal alemán Gerhard Mueller, llegó a decir durante la presentación del documento: "Los muertos no son propiedad de los familiares, son hijos de Dios, forman parte de Dios y esperan en un campo santo su resurrección".

Aunque la Iglesia admite que "no ve razones doctrinales" para prohibir la cremación --"la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo", el secretario de la Comisión Teológica Internacional, Serge-Thomas Bonino, la calificó como "algo brutal", por tratarse de "un proceso que no es natural, sino que interviene la técnica y que además no permite a las personas cercanas acostumbrarse a la falta de un ser querido".

Arturo Pérez-Reverte: “Mi compromiso es con la narrativa, no con el lector”...................... Juan Cruz

El autor de 'El pintor de batallas' y 'Hombres buenos' vuelve a la acción con 'Falcó', embrión de una saga de espías ambientada en la Guerra Civil y protagonizada por un tipo amoral.

Arturo-Pérez Reverte, a principios de octubre en Madrid.
A Arturo Pérez-Reverte, el autor de La piel del tambor o La reina del sur, le gusta el calificativo revertiano para referirse a obras como esas, donde la intriga novelística está mezclada con el espionaje, de cualquier tipo, o la violencia, sea ésta callejera, religiosa o mafiosa.
 A veces se ha escapado de ese adjetivo y de ese tono, que también subyace en su famosa saga de El capitán Alatriste, como en la muy melancólica El pintor de batallas o en El tango de la Guardia Vieja y Hombres buenos, en las que asume una voz más madura, más distante de aquellas trifulcas marineras o religiosas de algunas de sus novelas más famosas, y escribe como si estuviera navegando, pausadamente.
 Esta vez ha escrito una novela de intriga y acción, que sucede en un periodo muy difícil de convertir en ficción, el inicio de la guerra civil española, cuando Franco aspiraba a tener el poder él solo y persistía encarcelada en Alicante la sombra de José Antonio Primo de Rivera.
 Esa presencia-ausencia del líder de Falange y la posibilidad (que él recrea como ficción pero que en la realidad se vivió) de que fuera finalmente liberado el líder de Falange no resulta tan decisiva en el libro como el cinismo que domina la acción de los intervinientes en la trama.
Esta novela última, Falcó, tiene el aire de convertirse en el principio de otra saga; el espía todoterreno que la protagoniza, que se llama así, Falcó, es mucho menos humano que Alatriste.
 Falcó es un amoral, cayó en el lado de Franco, pero pudo haber caído de cualquier lado.
 Ese sitio amoral de las guerras es un terreno que acoge a Falcó con los brazos abiertos. 
Y de ese recodo oscuro de aquellos caminos bélicos trata la ficción revertiana.
 De ella habla Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), que fue periodista de acción y que ahora libra en la Real Academia batallas que ya son públicas.
 Al final de la conversación le preguntamos si quería referirse a ellas. 
 “Eso no viene a cuento aquí. Yo respeto muchísimo la Academia”.

PREGUNTA. Parece el principio de una saga…
RESPUESTA. Lo parece. En El tango de la Guardia Vieja me quedaron en la cabeza flecos por resolver, me dije que había una novela y me puse a trabajar en ella.
 Vi que había un canon que la definía, un tipo de diálogos; que no era como las otras.
 Y mientras escribía me di cuenta de que disfrutaba con este modelo de escritura, y era una pena cerrarlo.
 Así que hay puertas abiertas para poder seguir con Falcó.
P. Tanto en El pintor de batallas como en El tango de la Guardia Vieja hay un aliento emocional que aquí desaparece…
R. Cada novela tiene sus exigencias.
 No puedes escribir El duelo de Conrad como si escribieras Guerra y paz, de Tolstói.
 Una novela de espionaje, de acción, de violencia, de pasiones no puede tener un desarrollo muy lento, porque aburre al lector y lo saca del tema.
 Esta novela me exigía contención, limpieza, descripciones mínimas y eficaces, diálogos mucho más cortados y picados, y una velocidad narrativa muy superior a las de otras novelas.
P. ¿Y cómo afecta eso a la vocación literaria que subyacía, por ejemplo, en El pintor de batallas?
R. No le afecta porque soy un escritor profesional, llevo 20 años en este oficio, mi trabajo lo conozco razonablemente bien. 
Cuando me planteo un libro, antes veo cómo lo voy a contar. Cuando se me ocurre Hombres buenos, El pintor de batallas o esta novela no me digo: “Voy a ver cómo me sale el impulso creativo, qué bien, qué emoción”. 
No, no. Durante meses reflexiono serenamente lo más que puedo, fríamente, estructuro la historia para contar eficazmente la novela. Cada novela tiene un canon.
 Puedes ser el más chulo del mundo, pero hay algo que se llama humildad profesional.
 Cuando trabajas no eres tú quien se pone en la novela, es la novela la que te dice cómo quiere que la escribas.
P. ¿A qué obliga hoy una novela que ocurre en la Guerra Civil?
R. Una precisión importante: no es una novela sobre la Guerra Civil. Está de fondo. 
Es una novela de espías, de personajes. Mi objetivo no es explicar la Guerra Civil, ni juzgarla, ni enjuiciarla. Describo un telón de fondo para mover a mis personajes
. Como España es un país conflictivo parece que haya que abordarlo siempre con un compromiso moral previo: esto es bueno, esto es malo.
 Pero esta novela no tiene ese objeto. Yo no quiero contar la Guerra Civil, yo no quiero que el lector la entienda, mi compromiso es con la narrativa, no con el lector.
P. Pero ahí está el conflicto: una guerra de la que aún hay rescoldos.
R. Hay muchas formas de abordar una guerra civil. Una es la ideológica, los buenos y los malos.
 En esta guerra es evidente quiénes son los buenos, los republicanos, y los malos son los rebeldes, nadie lo discute.
 Pero en el ámbito de trinchera, de individuo, el azar, la vida, los intereses, las ambiciones aparecen mucho más grises.
Y otra cosa importantísima: a mí no me han contado la Guerra Civil. Yo he vivido siete guerras civiles, las he visto, no las conozco por los libros o por los telediarios.
 Las conozco porque yo hacía los telediarios. Sé que cuando te acercas al paisaje todo es mucho más difuso. 
Sabes de antemano quiénes son los buenos y los malos, pero cuando los ves de cerca hay mil matices, mil ideas. P. ¿Y quién es Falcó?
R. Es un tipo amoral, sin escrúpulos, sin ideología; es un mercenario de sí mismo, un golfo, un vividor, un mujeriego, un asesino.
 También encantador, guapo, simpático, elegante. 
Me permito el lujo de no darle una ideología, de hacerlo un oportunista.
P. Quizá por eso es el espía que vino de fuera…
R. Sí, vino de Suiza para no contaminarlo con la cutrez de buenos y malos, de la vieja barricada española.
 Un hombre viajado, de mundo; no es un cateto marcado por ideologías brutales o por ideologías radicales, que lo presentaría como un personaje que toma posturas violentas frente a las cosas. Y no se deja engañar por el discurso dominante de la época, ni por los nacionales ni por los republicanos.


P. Su jefe le dice que se han salvado unos militares de su bando, y Falcó pregunta: “¿Y estamos a favor o en contra?”.
R. Eso define perfectamente al personaje.
 Pero no es un invento literario, hay mucha gente así.
 Creemos que cuando hay guerras civiles y grandes conflictos la gente toma partido ideológico.
 Pero son muy pocos. La mayor parte está ahí porque su familia está ahí, porque su hermano ha sido fusilado, porque han caído en ese bando, por simpatía, por amor… 
A la gente no la mueve sólo las ideologías.
P. ¿Qué la mueve?
R. En España, este país enfermo históricamente, creemos que las ideologías lo determinan todo, y es mentira.
 Fue republicano, pero no sabemos por qué lo fue.
 A lo mejor no fue por la ideología.
 O se dice que un abuelo fue nacional, o falangista, pues a lo mejor fue porque cayó en ese bando.
 O a lo mejor tu abuelo, héroe nacional o héroe republicano, al que tanto admiras, no estuvo en el frente, a lo mejor estuvo fusilando gente y robando.
 Porque alguien tuvo que hacerlo. ¿O es que todos eran héroes?
P. ¿Le ha preocupado esa dicotomía de buenos y malos a lo largo de la escritura?
R. No. Tengo una ventaja moral, personal: la violencia, el dolor, el horror, la soledad, las noches oscuras, los cruces de fronteras no me los han contado, los he vivido.
 Cuando tienes en la mochila todo eso te importa un carajo la interpretación.
 Que lean mejor, que se fijen cuando lean. No me preocupa… En esta novela todo ocurre en la oscuridad o en la penumbra. Y es que no era lo mismo 1936 que 2016. 
Entonces no había luz, ahora das a un interruptor y se enciende. 
He querido que el lector vea el mundo en esa penumbra, de claroscuros.
P. En un momento de la novela se acata una condena por traición. Esa violencia entre iguales o afectos es mucho más dura que entre los enemigos…
R. No pretendo explicarlo, pero esa es la condición humana.
P. De todos modos, hay un punto de partida, el 18 de julio de 1936 y lo que pasa enseguida…
R. Indiscutiblemente.
 Existe una asociación de militares contra la República y una barbaridad, la de los nacionales que con el terror y la violencia quieren aplastar la resistencia. 
Y la de los otros, que por miedo a los nacionales, por necesidad de limpieza interior, por rencor y porque la condición humana es infame, también se entregan a barbaridades.
 Solamente que en un bando la barbaridad dura tres años y en el otro dura cuarenta.
 Evidentemente los daños fueron enormes, mucho más de un bando que de otro. Y las consecuencias, claro.
P. ¿En qué se notan las consecuencias, aún hoy?
R. En “el que no está conmigo está contra mí”, en esa especie de vileza que supone querer al enemigo vencido, exterminado.
 Y eso es la Guerra Civil; parece que lo inventó Franco en 1936, y está ahí desde el Concilio de Trento y aún antes.
P. El personaje es un cínico en un mundo de cínicos. ¿Hay flores en las grietas, se salva algún sentimiento en esa dicotomía? ¿Todo es cinismo en una guerra?

R. No. Hay dignidad. Y justamente en esta novela hay gente con dignidad, en los dos bandos.
 La dignidad no conoce bandos. La dignidad personal no es ideológica.
P. ¿Y el perdón tampoco?
R. Todo. Las virtudes son personales, no hay virtudes colectivas.
 Es algo de la civilización cristiana que inventaron los curas.
P. José Antonio es un fantasma en la novela, pero tiene encarnadura en la guerra. ¿Qué protagoniza él?
R. No protagoniza nada, al contrario…Es su ausencia, paradójicamente, lo que cuenta, no su presencia. Esa ausencia condiciona la Guerra Civil. 
Este es el detalle interesante, pero en la novela, como personaje, José Antonio me importa un pimiento… Y lo que me ha importado es lo bien que me lo he pasado escribiendo Falcó.
P. Tampoco triunfa mucho Franco en su novela como personaje…
R. Franco era una mala presencia, traiciona a todo el mundo.
 Su hermano Nicolás sí está; era el que llevaba los servicios de información, el jefe último de Falcó.

P. ¿Cuáles son las diferencias entre Falcó y Alatriste?

R. Alatriste ha tenido fe y la vida se la ha quitado, pero tiene códigos, lealtades, un canon por el que se guía.

 Falcó es amoral, carece de códigos.

 Es un jeta. Alatriste es moralmente salvable, Falcó no.

 Con Alatriste un profesor enseñó ética durante un año. Con Falcó sería imposible. Yo me iría de copas con Falcó, seríamos amigos; pero si tengo que confiar en alguien la vida de mi gente, ese sería el capitán Alatriste. 

Muy bien esa elección, aunque tengo que esperar a leer Falcó, pero me gusta esta entrevista que hace Juan a Arturo, después de todo conocí a Arturo cuando Juan lo trajo a Canarias en varias ocasiones, y tengo todas sus novelas, las de Juan y Las de Arturo.