Tras Eastwood, Tarantino y Almodóvar, la actriz francesa se convierte en la primera mujer que recibe el gran premio del festival de cine clásico de Lyon.
En su país, es de dominio público que no soporta los homenajes: los considera un sinónimo de “momificación”.
Por una vez, Catherine Deneuve se ha saltado su propia regla. A los 72 años, la actriz francesa ha recibido este fin de semana el premio Lumière que concede el festival de cine clásico del mismo nombre, que terminará hoy en Lyon.
Si ha hecho una excepción, tal vez sea por la importancia adquirida por el galardón en su corta historia.
Desde que fue creado en 2009, lo han recibido cineastas como Clint Eastwood, Martin Scorsese, Ken Loach y Pedro Almodóvar. Deneuve es la primera mujer que lo obtiene.
“No tenía miedo, pero sí sentía cierta aprensión”, confesaba ayer Deneuve, tras una ceremonia de homenaje celebrada en la noche del viernes, a la que asistieron 2.500 personas.
Entre ellos, Roman Polanski –quien la dirigió en Repulsión y le entregó el premio–, además de los cineastas Quentin Tarantino, Bertrand Tavernier, Jerry Schatzberg, Park Chan-wook, Michel Hazanavicius, Marisa Paredes y su hija, la actriz Chiara Mastroianni.
El homenaje también fue la ocasión de recordar sus colaboraciones con Jacques Demy, François Truffaut, André Téchiné, Jean-Paul Rappeneau, Philippe Garrel, Robert Aldrich y Luis Buñuel.
“Un personaje sorprendente, atormentado pero con mucho humor, y menos sordo de lo que se dice”, afirmó el viernes en una masterclass.
Deneuve también recordó su proyecto fallido con Hitchcock, quien murió antes de poder llevarlo a cabo.
“Fue una lástima, aunque no la mayor de mi carrera. Hay cosas que podría haber hecho mejor, con más atención”, confesó.
Al contemplar su trayectoria, Deneuve dijo sentirse como “un salmón que remonta el río”.
En la ceremonia, el actor Vincent Lindon la definió, tal vez con más acierto, como “una mimosa púdica, esa planta que, al tocarla, se vuelve a cerrar”.
De todos los tópicos sobre su persona, el que le sienta peor es que la llamen “fría”.
“Supongo que es por Belle de jour… Y no soy alguien que hable con facilidad.
La contención me parece una buena forma de guardarme ciertas cosas para mí.
En general, nos preguntan poco sobre las películas y mucho sobre nuestra vida.
En especial, a las actrices.
Por mi actitud, hay cosas que no se atreven a preguntarme, y creo que es mejor así”, bromeó.
El festival también ha proyectado una selección de sus películas favoritas, donde figuran obras de George Cukor, Elia Kazan, Jean Renoir y dos directores vivos: Martin Scorsese y Raymond Depardon, de quien escogió su serie documental Profils paysans, sobre la Francia rural.
Por una vez, Catherine Deneuve se ha saltado su propia regla. A los 72 años, la actriz francesa ha recibido este fin de semana el premio Lumière que concede el festival de cine clásico del mismo nombre, que terminará hoy en Lyon.
Si ha hecho una excepción, tal vez sea por la importancia adquirida por el galardón en su corta historia.
Desde que fue creado en 2009, lo han recibido cineastas como Clint Eastwood, Martin Scorsese, Ken Loach y Pedro Almodóvar. Deneuve es la primera mujer que lo obtiene.
“No tenía miedo, pero sí sentía cierta aprensión”, confesaba ayer Deneuve, tras una ceremonia de homenaje celebrada en la noche del viernes, a la que asistieron 2.500 personas.
Entre ellos, Roman Polanski –quien la dirigió en Repulsión y le entregó el premio–, además de los cineastas Quentin Tarantino, Bertrand Tavernier, Jerry Schatzberg, Park Chan-wook, Michel Hazanavicius, Marisa Paredes y su hija, la actriz Chiara Mastroianni.
El homenaje también fue la ocasión de recordar sus colaboraciones con Jacques Demy, François Truffaut, André Téchiné, Jean-Paul Rappeneau, Philippe Garrel, Robert Aldrich y Luis Buñuel.
“Un personaje sorprendente, atormentado pero con mucho humor, y menos sordo de lo que se dice”, afirmó el viernes en una masterclass.
Deneuve también recordó su proyecto fallido con Hitchcock, quien murió antes de poder llevarlo a cabo.
“Fue una lástima, aunque no la mayor de mi carrera. Hay cosas que podría haber hecho mejor, con más atención”, confesó.
Al contemplar su trayectoria, Deneuve dijo sentirse como “un salmón que remonta el río”.
En la ceremonia, el actor Vincent Lindon la definió, tal vez con más acierto, como “una mimosa púdica, esa planta que, al tocarla, se vuelve a cerrar”.
De todos los tópicos sobre su persona, el que le sienta peor es que la llamen “fría”.
“Supongo que es por Belle de jour… Y no soy alguien que hable con facilidad.
La contención me parece una buena forma de guardarme ciertas cosas para mí.
En general, nos preguntan poco sobre las películas y mucho sobre nuestra vida.
En especial, a las actrices.
Por mi actitud, hay cosas que no se atreven a preguntarme, y creo que es mejor así”, bromeó.
El festival también ha proyectado una selección de sus películas favoritas, donde figuran obras de George Cukor, Elia Kazan, Jean Renoir y dos directores vivos: Martin Scorsese y Raymond Depardon, de quien escogió su serie documental Profils paysans, sobre la Francia rural.
“Dedico este premio a todos los agricultores franceses”, proclamó Deneuve.
“Es un mundo que conozco un poco. Soy sensible a su destino, que
también es el nuestro.
Si no estuvieran ahí, nuestro mundo y nuestro
país serían distintos”, aclaró ayer.
Su trayectoria dibuja una extraña
coherencia, una tendencia a lo inesperado y casi un gesto de autor.
“No
me considero un autor.
En todo caso, no en términos absolutos”, rebatió.
Sobre el escenario, Tarantino se encargó de contradecirla: “El crítico
James Monaco dijo una vez que Robert De Niro era el mayor cineasta
estadounidense de los setenta, y tiene algo de razón. Yo propongo a
Catherine Deneuve como la mayor cineasta europea”.
El cineasta Arnaud Desplechin, con quien ha trabajado dos veces y con
quien publicó un libro de entrevistas, la definió una vez como “el Bob
Dylan francés”, aludiendo a su talante radical y a su tendencia irrefrenable a reinventarse.
“Es una comparación extravagante, pero que me halaga. No me he reinventado, pero sí he tenido una evolución personal que ha correspondido a la del cine”, afirmó Deneuve, sorprendida por su Nobel de Literatura, que ella aprueba sin matices.
A falta de un reconocimiento similar, tendrá que conformarse con “el Nobel del cine”, como insiste en definirlo Thierry Frémaux, director de este certamen y también del Festival de Cannes, sin demasiada modestia a la vista.
Al recibirlo, una Deneuve inusualmente sobrecogida solo pronunció un par de frases: “No he preparado nada. Ha hablado de mí la gente que me quiere, y con eso es suficiente.
No volveré a vivir un momento como este”.
“Es una comparación extravagante, pero que me halaga. No me he reinventado, pero sí he tenido una evolución personal que ha correspondido a la del cine”, afirmó Deneuve, sorprendida por su Nobel de Literatura, que ella aprueba sin matices.
A falta de un reconocimiento similar, tendrá que conformarse con “el Nobel del cine”, como insiste en definirlo Thierry Frémaux, director de este certamen y también del Festival de Cannes, sin demasiada modestia a la vista.
Al recibirlo, una Deneuve inusualmente sobrecogida solo pronunció un par de frases: “No he preparado nada. Ha hablado de mí la gente que me quiere, y con eso es suficiente.
No volveré a vivir un momento como este”.