Lo importante es participar y enhorabuena a los premiados.
En cualquier caso ha sido una ocasión para volver a escuchar repetidamente el término «obrero», a unos con sarcasmo y a otros con melancolía.
Qué mejor momento entonces para repasar la manera en que el cine ha retratado un movimiento reivindicativo que marcó decisivamente la historia contemporánea europea y en menor medida la del resto del mundo, dando lugar a un puñado de buenas películas e incluso alguna que otra obra maestra.
Así que voten su favorita o añadan alguna otra si lo creen necesario.
Germinal
Antes de nada, situémonos: tanto esta como las siguientes películas incluidas en esta lista son la perfecta antítesis del «cine de tacitas».
Es la lucha de clases hecha subgénero cinematográfico.
El té y las
pastas son sustituidos por el vino peleón y la panceta, los sombreros
aparatosos y polisones dejan paso a las características gorras obreras y
la ropa de pana y, en definitiva, la lánguida Keira Knightley con su sonrisa bajando la mirada cede el sitio a un Gérard Depardieu que lanza arengas enfervorecidas a obreros en huelga y saca pecho ante las bayonetas.
La novela de Émile Zola tuvo una primera adaptación cinematográfica en 1963, aunque esta versión tres décadas posterior es más recordada.
Novecento
Aquí tenemos de nuevo a Gérard Depardieu y, como en la anterior, se rinde también homenaje al cuadro El Cuarto Estado.
Estamos ante una epopeya enormemente ambiciosa en la que Bernardo Bertolucci se
propuso narrar la historia de Italia durante la primera mitad del siglo
XX.
Su duración de más de cinco horas la hizo poco adecuada para los
cines, resultando más apta bajo un formato de miniserie de cuatro
episodios, que es como puede encontrarse en YouTube.(Yo la vi varias veces y enterita).
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El acorazado Potemkin
El
27 de junio de 1905 los marineros del acorazado Potemkin se rebelaron
contra sus oficiales y pusieron rumbo a Odesa bajo una bandera roja.
Lenin
consideró este episodio un ensayo de la revolución que le daría el
poder, así que el vigésimo aniversario de aquella fecha se celebró con
una película propagandística que supo estar a la altura. Eisenstein
creó un estilo narrativo que tuvo una enorme influencia en todo el cine
posterior.
La cinta ha sido copiada y homenajeada desde entonces en
cada detalle de todas las formas imaginables, por ejemplo en Titanic los
planos con los pistones a pleno rendimiento son un claro guiño.
Y qué
decir de la escena del carrito del bebé despeñándose por la Escalera
Potemkin de Odesa, si no la recuerdan de Los intocables, entonces de Agárralo como puedas o de Brazil.
Aquí pueden ver este clásico.
Daens
Se
ha señalado a menudo, y no es a estas alturas una sorpresa para nadie,
que el movimiento obrero ha tenido mucho de herejía del cristianismo.
Un
ejemplo nítido de ello lo encontramos en el sacerdote belga Adolf Daens,
un hombre sinceramente convencido de lo que leía en los Evangelios
sobre la compasión por los débiles y los desheredados del mundo.
La
explotación infantil, el sufragio censitario, los horarios laborales
interminables, las pésimas condiciones sanitarias e ínfimos sueldos que
soportaban los fieles de su parroquia le partían el corazón y le
llevaron a enfrentarse abiertamente a los propietarios de las fábricas y
al poder político, fundando un partido que le costaría la condena del
mismísimo papa.
Este biopic nos muestra su trayectoria.
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Jimmy’s Hall
Una selección de este tipo que no incluya algún film de Ken Loach
se quedaría no ya coja, sino manca y tuerta.
Así que mencionaremos la
más reciente, que está entre las mejores que ha hecho.
Es también
biográfica, en torno a James Gralton, uno de los
líderes de lo que más adelante sería el Partido Comunista Irlandés. Tras
regresar de Estados Unidos abre un local de reunión para los jóvenes,
cosa que terminará enfrentándolo a los poderes fácticos de la localidad.
Los miserables
Las
revoluciones burguesas y liberales del siglo XVIII y comienzos del XIX
fueron dejándose impregnar por el movimiento obrero, con causas
indisociables de ambas como el sufragio universal.
La insurrección de
junio de 1832, motivaba tanto por ideales republicanos como por la
crisis económica, nos sirve como un ejemplo de ello.
Ese fue el
escenario elegido por Victor Hugo para su novela, que más adelante sería adaptada a un musical, que a su vez conocería una versión en cine en 2012 con Hugh Jackman cantando a grito pelado.
Tiempos modernos
Charles
Chaplin nos propuso una crítica al sistema de producción industrial que
acaba convertido en un monstruo que devora a sus trabajadores. Esta
imagen suya arrastrado por enormes engranajes ha llegado a ser una de
las más icónicas de la historia del cine.
La clase obrera va al paraíso
Algo
parecido a lo que vemos aquí, con empleados de una fábrica alienados
por un trabajo que ha perdido todo su sentido.
Recibió la Palma de Oro
en el Festival de Cannes en 1972 y contiene un humor muy ácido del que
no se salvan tampoco unos pedantes universitarios de extrema izquierda
de quienes dice entusiasmado el obrero protagonista a su mujer: «¡Si
supieras cómo hablan, uf, no se les entiende nada!».
¡Vivir!
Por añadir otra perspectiva a la europea y americana, así es como describió Zhang Yimou la revolución maoísta y el Gran Salto Adelante.( Y que diría Mao y los Maoistas viendo a los chinos haciendo un capitalismo de copias?
Mi hermano es hijo único
Ambientada
en la Italia de los años sesenta, narra el enfrentamiento entre dos
hermanos, uno marxista y el otro fascista… al menos hasta que este
último conoce a una amiga del otro, tan guapa que no nos sorprende que
abrace el ideario que haga falta para aproximarse a ella.
Toda la
película rebosa nostalgia y un humor entrañable, como la escena en la
que asaltan una sede política con un crucifijo en la mano, quizá
confundiendo a los comunistas con vampiros.
¡Qué verde era mi valle!
John Ford
hizo aquí un retrato muy sutil, optimista sin ser ingenuo, de un pueblo
minero galés y de los conflictos sindicales y políticos que afrontaba,
evitando en todo momento el maniqueísmo tan común en esta clase de
películas.
La tradición y la modernidad a veces pueden chocar, nos dice,
pero decantarnos incondicionalmente por una u otra es como pretender
andar con una sola pierna.
La ley del silencio
Toda
narración acostumbra a ser una fábula moral con buenos y malos, por eso
a veces es interesante darle la vuelta a los papeles.
A diferencia de
los anteriores ejemplos en este caso los villanos no son los patronos
sino los sindicalistas, cosa por otra parte frecuente en la ficción
estadounidense, ahí tenemos también a Jimmy Hoffa y Frank Sobotka.
Esta película fue también una forma de justificarse de Elia Kazan
por su papel como delator de sus antiguos compañeros del Partido
Comunista ante el Comité de Actividades Antiamericanas en 1952.
Metrópolis
Estamos ante una obra maestra del expresionismo y de la ciencia ficción, enormemente imaginativa e inspiradora aún hoy.
Thea von Harbou, la esposa de Fritz Lang,
fue la autora del guion y era bastante nazi a decir verdad, aunque aquí
tampoco se nota demasiado.
La reconciliación de clases sociales que
anhelaba el nacionalsocialismo está presente, pero expresada de una
forma benevolente y con otro estilo que el de los guiones que firmaría
en los años treinta, una vez que su ya por entonces exmarido había huido
a Estados Unidos.
La película pueden verla aquí.
Titanic
Concluimos con este clásico contemporáneo que merece ser incluido no solo por su vínculo anteriormente mencionado con El acorazado Potemkin,
sino porque su trama hace especial hincapié en la diferencia de clases.
Interiorizada hasta tal punto por Jack que acepta su lugar fuera de la
tabla sin protestar, sin hacer la prueba de subirse ambos, de ir
turnándose o directamente de dejarla a ella fuera, que ya ha vivido con
bastantes privilegios hasta entonces, que se joda.
Pues no, es el pobre
de tercera clase el que tiene que morir congelado porque así es el orden
natural de las cosas.
Qué injusticia.