Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 ago 2016

El último objeto de deseo de la moda: la bolsa de la compra de 2 euros que Balenciaga vende por 2.000........................Clara Ferrero..

Demna Gvasalia firma el accesorio de la temporada: un bolso con estampado de rayas inspirado en el que los tailandeses usan para ir al mercado.

 ¿Por qué estas creaciones fascinan a la industria?

 

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A la izquierda, el bolso de Balenciaga (2.300 euros). A la derecha, la bolsa en la que los thailandeses llevan la ropa a la lavandería (2 euros).
Foto: Imaxtree / Twitter
Cuando Demna Gvasalia fue elegido nuevo director creativo de Balenciaga no cabía duda de que sus propuestas iban a acaparar críticas y alabanzas a partes iguales
. El georgiano, conocido por elevar a la recién llegada Vetements a los altares de la industria, presentó su primera colección para la histórica casa durante la pasada Semana de la Moda de París.
 Y allí, entre plumíferos de proporciones imponentes, prendas deportivas y maxicadenas, se colaron los bolsos de la discordia.
  Si las colecciones de Gvasalia para Vetements ya eran conocidas por apropiarse de logos de otras marcas (el chándal de Champion o la camiseta con el logo de la empresa de mensajería DHL son solo un par de ejemplos), pocos dudaron en acusar al diseñador de tomar prestado el estampado de rayas arcoíris de las bolsas tradicionales tailandesas conocidas como ‘sampheng bag’.
  Las redes sociales se inundaron de jóvenes poseedores de las bolsas “originales” que ironizaban diciendo que “ellos también tenían un Balenciaga” y algunos llegaron a mostrar su preocupación acerca de si al viajar fuera de su país podrían ser acusados de llevar un bolso falso. 
El Departamento de Propiedad Intelectual de Tailandia, sin embargo, no tardó en acabar con los rumores de plagio: “La bolsa de arcoíris se ha utilizado en Tailandia desde hace mucho tiempo.
 No es ilegal llevarla a Europa ya que no es una imitación. 
Si uno tiene la intención de copiar; el material, modelo, forma y color deben ser los mismos”, explicó en aquel momento Nantawan Sakunkarn, director del departamento.
Aunque la sombra del copypaste dejase de planear sobre Gvasalia, sus bolsos no han abandonado los titulares de la prensa especializada. 
La colección de accesorios, bautizada irónicamente como ‘Bazar’, acaba de ponerse a la venta y, como era de esperar cuando la vimos sobre la pasarela, tiene todas las papeletas para convertirse en la más buscada y deseada del otoño.
 El modelo más pequeño cuesta 1.195 euros en la web de la firma y la versión XXL, aún más similar a las del país asiático, alcanza los 2.300.
 Mientras tanto, las bolsas tailandesas –que, por cierto suelen verse en los mercados o lavanderías locales– pueden comprarse por un par de euros aunque su precio ha aumentado hasta los 100 Baht, unos 3 euros, desde que subiesen a la pasarela
. Eso sí, la versión deluxe es de manufactura italiana y está elaborada en piel de cordero mientras que la asiática es de plástico y nylon
. Una notable diferencia potenciada gracias al logo de Balenciaga impreso sobre el diseño.
 Diez letras doradas que transforman un accesorio puramente funcional y olvidado por la industria de la moda en el nuevo ‘it bag’ de la temporada.

Esta versión cuesta unos 1.200 euros

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Igual que ocurrió en la era Hedi Slimane-Saint Laurent (en la que el diseñador consiguió duplicar las ventas), parte del éxito de todo lo que hace Gvasalia radica en reinventar elementos que ya existían encontrando la exclusividad en lo masivo

. Da igual si es un logo, un estampado o un taquillazo como Titanic

Poco importa el grado de feísmo de la prenda en cuestión.

 La cosa es que la visión comercial del georgiano se extiende de Vetements a Balenciaga –salvando las diferencias– y promete convertir en éxito de ventas las parkas con el Balenciaga estampado en la espalda, seguir cosechando clones de sus plumas exagerados y, por supuesto, lograr que sus ‘bolsas de la compra tailandesas’ se conviertan en objeto inseparable de editoras de moda y street stylers 

 (Natasha Goldenberg lució la suya durante la pasada Semana de la Alta Costura).

 Todo ello a pesar de que la idea ya se le hubiera ocurrido antes a unos cuantos diseñadores. 

Igual que ocurrió en la era Hedi Slimane-Saint Laurent (en la que el diseñador consiguió duplicar las ventas), parte del éxito de todo lo que hace Gvasalia radica en reinventar elementos que ya existían encontrando la exclusividad en lo masivo
. Da igual si es un logo, un estampado o un taquillazo como Titanic.
 Poco importa el grado de feísmo de la prenda en cuestión
. La cosa es que la visión comercial del georgiano se extiende de Vetements a Balenciaga –salvando las diferencias– y promete convertir en éxito de ventas las parkas con el Balenciaga estampado en la espalda, seguir cosechando clones de sus plumas exagerados y, por supuesto, lograr que sus ‘bolsas de la compra tailandesas’ se conviertan en objeto inseparable de editoras de moda y street stylers (Natasha Goldenberg lució la suya durante la pasada Semana de la Alta Costura).
 Todo ello a pesar de que la idea ya se le hubiera ocurrido antes a unos cuantos diseñadores.
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La ‘it-girl’ Natasha Goldenberg ya ha paseado uno de los modelos y se pregunta en Instagram si debería hacerse con la versión XXL.

En octubre de 2006 Marc Jacobs subió a la pasarela primavera-verano 2007 de Louis Vuitton unos bolsos de cuadros que solo se diferenciaban de las bolsas ‘made in China’ para ir a la compra gracias al logo bien visible de la firma y un precio infinitamente más alto. 

 Pero la obsesión de la moda con este gesto tan mundano de ir al supermercado o a la lavandería no quedó ahí. 

 Raf Simons ideó unas simples bolsas de plástico de colores flúor cauasi transparentes para Jil Sander en el verano de 2011 y el inventó arrasó tanto que incluso H&M se atrevió con un clon difícilmente distinguible del original. 

Y después llegó Phoebe Philo que, al igual que Jacobs, se inspiró en el estampado de cuadros de las famosas bolsas conocidas como ‘tati bags’, especialmente populares en determinados barrios parisinos.

 Así la diseñadora convirtió la colección otoño-invierno 2013 de Céline en una sucesión de combinaciones de cuadrados rojos, azules, negros y blancos que envolvían el cuerpo de la cabeza a los pies en una tela aparentemente rígida con pinta de aguantar un chaparrón. 

Sobra decir que a ninguna de estas ocurrencias consiguieron resistirse editoras de moda, celebrities y demás piezas del engranaje de la moda.

Marc Jacobs ya se adelantó en su colección primavera-verano 2007 imitando las bolsas de la comprabolsa compra balenciaga 

Ahora las creaciones de Gvasalia siguen despertando el interés de los expertos que se preguntan si deberíamos considerar estos bolsos como una especie de meme o como una acertada jugada de marketing. Tal y como reflexiona la experta en virales interneteros Ari Spool en este artículo de The Guardian, “la moda, especialmente la actual, adora el juego entre las clases altas y las bajas. Mientras que el bolso y el logo son normales, es la batalla entre la Alta Costura y la masa lo que lo hace atrayente”.
Esto es amplificado por el altavoz de Internet donde a golpe de memes y hashtag (el de #Balenciaga incluye varias referencias a las bolsas tailandesas) aumenta la ironía y el hype. Y en rediseñar prendas existentes, enmarcarlas en un nuevo contexto y convertirlas en objeto de deseo, dentro y fuera de Internet, Gvasalia es un experto.
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El estampado estrella de Céline otoño-invierno 2013 fue el mismo que el de las famosas bolsas parisinas.

 

 

Lili Brik y Elsa Triolet, dos mujeres a la vanguardia de la insumisión.................................. María Robert

Legendarias figuras de la Rusia comunista y musas de los poetas Vladímir Maiakovski y Louis Aragon, las dos hermanas vivieron una existencia tan fascinante como convulsa.

Lili Brik retratada por Rodchenko en un fotomontaje propagandístico de la Rusia soviética.
 El cartel es una de las obras más célebres del constructivismo.

 

Neruda las llamaba “la indomable Lili” y “una espada de ojos azules”.
 Las palabras del poeta apenas reflejan todo lo que Lili Brik y Elsa Triolet aportaron a la intelectualidad del siglo XX, pero sí resumen el carácter explosivo de dos de las figuras más singulares de la mitología vanguardista.
 Las hermanas Lilia (1891-1978) y Elsa Kagan (1896-1970) nacieron en una acomodada familia judía del Moscú de los últimos zares.
 De padre abogado y madre profesora de música, desde bien pequeñas se labraron un porvenir cosmopolita, con una sensibilidad exquisita para las artes.
 Pero también eran seres indomables. Juntas formaban dos partes de un todo, dos fuerzas de la naturaleza que se complementaban entre sí
. El periodista y escritor Jean Noël Liaut aborda su historia en Lili Brik. Elsa Triolet. Las hermanas insumisas, que ahora se publica en castellano, un año después de su edición original.
Vivieron una infancia acomodada.
 Lili tenía 19 años y Elsa 15 cuando su padre falleció súbitamente; al mismo tiempo, la menor se enfrentó a la intensidad del primer amor tras cruzarse con el hombre que marcaría la existencia de ambas, el poeta Vladímir Maiakovski, quien años más tarde se convertiría en una de las voces más relevantes de la poesía de las vanguardias soviéticas.
El encuentro se produjo cuando la familia todavía guardaba luto por el padre
. La mayor de las hermanas ya se había casado con el escritor Ósip Brik, un matrimonio que distaba mucho de los convencionalismos
. Al principio, Lili no mostró el menor interés por conocer al enamorado de su hermana, pero le escuchó recitar sus versos y el embrujo surgió entre ambos.
Elsa pasó a un segundo plano.
 La lealtad fraternal era algo inconcebible para Lili, creyente en los preceptos de los nuevos tiempos del comunismo, que consideraba aquella actitud un invento burgués.
 De igual forma, entre el marido de Lili y su amante surgió una admiración mutua instantánea, carente de cualquier rivalidad.
 Brik consintió la relación de su esposa con el poeta e incluso llegaron a convivir los tres durante más de una década en armonía.
Solo los celos de Maiakovski rompían de vez en cuando el hechizo.
 Lili, convertida en musa indiscutible de la obra de Maiakovski y en uno de los referentes de las vanguardias rusas, toleraba los escarceos de su amante, pero al revés no sucedía lo mismo.
 La inagotable sucesión de hombres en la vida de la mayor de las Kagan atormentaron durante muchos años al escritor futurista
. Lili coleccionó una lista de genios como amantes: Pasternak, Ródchenko, Malévich, Shostakóvich, Eisenstein o Maya Plisétskaya.


Elsa acabó perdonando a su hermana por haberle arrebatado a su amor de juventud, pero tuvo que abandonar la URSS para alcanzar la plenitud lejos de la sombra de Lili.
Empeñada en convertirse en escritora, marchó a París en 1918
. Un año después se casó con el oficial francés André Triolet, matrimonio que apenas duró un suspiro. Se separaron de forma amistosa y ella recibió una pensión que la ayudó a subsistir y le permitió frecuentar los centros clave del arte y la intelectualidad de la ciudad francesa, entonces la capital artística del mundo.
A mediados de los años veinte, comienza su prolífica carrera como escritora. 
Publica de forma consecutiva sus cuatro primeros libros, que edita en ruso y tuvieron una acogida nefasta.
 En un café literario conoce, a finales de esa misma década, a quien se convertiría en su segundo esposo, el poeta y novelista Louis Aragon.
 En 1938, publica su primer libro en francés, Bonsoir Thérèse.

Tras la ocupación francesa por los nazis en 1940, ambos entraron juntos en la Resistencia y se convirtieron en parte fundamental de la propaganda literaria y la prensa clandestina
. Uno de los volúmenes que escribió durante la guerra, Le Cheval blanc, le valió el Premio Goncourt en 1944.
 Fue la primera mujer que ganaba el galardón más prestigioso de las letras francesas.
En la otra punta de Europa, la vida de su hermana no resultó menos tumultuosa
. Maiakovski se suicidó de un tiro en el corazón en abril de 1930 tras romper con su última amante.
 En cierta forma, se responsabilizó a Lili de haber causado el desamor del poeta y su final.
 Desde entonces, una de sus empresas más obsesivas fue la conservación y la difusión del legado literario del hombre con el que había compartido más de 15 años.
Ese mismo año, tras divorciarse de Brik, se casaba con el general soviético Vitaly Primakov, una de las víctimas, en 1937, de las purgas estalinistas de los juicios de Moscú.
 Al año siguiente, contraería su último matrimonio con el también escritor Vasykly Katanyan, biógrafo de Maiakovski, con quien permanecería hasta su muerte.

Unidas hasta el final

Ambas hermanas siguieron unidas hasta el final de sus vidas por medio de la correspondencia
. Su relación mutua no se resintió nunca, aunque las circunstancias de una y de otra habían dado un radical giro que las llevaba al lado opuesto del punto de salida.
 Lili, quien fuese musa irresistible, pasó sus últimos años empobrecida y sola en un modesto apartamento
. Postrada en una cama, pero decidida a morir como había vivido, se pegaba un tiro en Peredélkino, una pequeña ciudad cercana a Moscú que fue hogar de muchos relevantes escritores soviéticos.
Después de publicar La Mise en mots (1969) y Le Rossignol se tait à l'aube (1970), sus dos últimos trabajos, Elsa Triolet murió de una dolencia cardíaca convertida en lo que en todo momento había querido ser, una reconocida escritora.
Yace enterrada junto a su marido cerca de París
 . Una frase en su lápida resume a la perfección lo que fue la vida de estas dos fascinantes mujeres. “Cuando estemos al fin lado a lado, yacentes, la alianza de nuestros libros nos unirá para bien y para mal en ese porvenir que era el mayor de nuestros sueños y de nuestros desvelos”.

Athina Onassis elige al abogado de las estrellas para su divorcio

La millonaria ha contratado a Robert Stephan Cohen, letrado de Ivana Trump, Tommy Mottola y Michael Bloomberg, entre otros.

La millonaria Athina Onassis.

 

En el divorcio entre Athina Onassis y Doda Miranda hay mucho dinero en juego, y la nieta del fallecido Aristóteles Onassis, consciente de ello, ha elegido al abogado de las estrellas, Robert Stephan Cohen, para que lleve su caso.
 El letrado es conocido en Estados Unidos por haber representado a personalidades como Tommy Mottola en su divorcio con Mariah Careya Ivana Trump y Marla Maples en sus respectivas rupturas con Donald Trump o a otro multimillonario, Michael Bloomberg, en 1993.

Según el acuerdo prenupcial de Onassis, de 31 años, y Miranda, de 43, la millonaria heredera debe pagar un millón de euros a su exmarido por cada año de matrimonio, que han sido 11 años en total. Al parecer, el jinete brasileño no se conforma con esta cantidad y está dispuesto a luchar por aumentar la suma.
 En el contrato, además, ambos acordaron que en caso de divorcio se separaban los bienes, es decir, que cada uno se quedaba con lo que tenía antes de estar casados. 
La noticia sobre el abogado de Onassis llega días después de que se supiera que Miranda competiría en los Juegos Olímpicos Rio 2016 con un caballo purasangre propiedad de su exesposa
. Aunque se siguen sin confirmar los motivos del divorcio, que se anunció el pasado marzo, muchos medios brasileños apuntan a una infidelidad por parte del jinete.
Athina heredó una gran fortuna de su abuelo, Aristóteles, y aunque no se sabe con certeza, algunos medios financieros estiman que ronda los 3.000 millones de euros.
 Aristóteles Onassis perdió a su hijo y heredero con tan solo 23 años de edad en un accidente aéreo, mientras su hija Christina llevó una vida llena de excesos y relaciones sentimentales fallidas.
 Tras la muerte del patriarca Christina fue designada heredera universal, pero Jackie Kennedy, su viuda, reclamó la tercera parte de las posesiones del que fue su marido, como estaba estipulado en el acta de matrimonio.
 Resuelto el conflicto y tras la muerte también prematura de Christina, a los 37 años, los dos tercios restantes de la herencia pasaron a su única nieta

Una vida enclaustrada en 64 casillas...................................................... Leontxo García

Una película sobre el ajedrecista más famoso de la historia, Bobby Fischer, revela la estrecha línea que separa la superioridad intelectual de la locura y la infelicidad.

Bobby Fischer (dcha.), y Boris Spassky en su último juego juntos, en Reikiavik (Islandia), en 1972. J. WALTER GREEN
El cociente intelectual de Bobby Fischer (1943-2008) era superior al de Albert Einstein.
 Pero el ajedrecista más famoso de la historia, cuya educación dejó mucho que desear, fue también un enfermo mental
. La película El caso Fischer, que se estrena en España este viernes, intenta alumbrar la oscura frontera entre genialidad y locura. 
Pero diseccionar un personaje tan explosivo en 114 minutos roza lo imposible.

Bobby Fischer (dcha.), y Boris Spassky en su último juego juntos, en Reikiavik (Islandia), en 1972. J. WALTER GREEN

“Todas las partidas entre Kárpov y Kaspárov están amañadas. Son unos farsantes”, repetía Fischer durante nuestro primer encuentro secreto, en Fráncfort (marzo de 1991), junto a uno de sus pocos amigos de verdad, el venezolano Isidoro Chérem, y el empresario catalán José Ignacio Borés.
 Yo intentaba razonar: “Bobby, si me dijeras que alguna de sus 144 partidas por el título mundial se amañó por motivos comerciales podría aceptarlo.
 ¿Pero todas? Es imposible.
 Hablamos de la mayor rivalidad en la historia de todos los deportes, que yo he vivido desde muy cerca durante cinco años”
. Era inútil: él se enrocaba en sus obsesiones.
Y esa era la más liviana.
 La noche anterior, mientras paseábamos a solas tras la cena, descubrí que el gran ídolo de millones de ajedrecistas odiaba a mujeres, negros, comunistas, periodistas (a mí me respetaba porque antes fui jugador semiprofesional durante diez años) y judíos, a pesar de que él era judío, por parte de madre y de padre
. Aquel rebelde autodidacta que fue primera página en todo el mundo cuando destronó al soviético Borís Spassky en 1972 tenía ahora amistades nazis, y llevaba 19 años sufriendo en absoluto silencio (sin un solo acto público ni entrevista con la prensa), sin dinero (donó gran parte de lo que ganó a sectas religiosas), olvidado por la Casa Blanca, que lo utilizó como el héroe que había roto la superioridad intelectual de la URSS en plena guerra fría.
Su infancia fue muy convulsa, pero la película pasa de puntillas sobre esa etapa, que quizá sea la clave del desarrollo de la enfermedad
. El eminente físico húngaro Paul Nemenyi, quien trabajó en la Universidad de Iowa por recomendación de Einstein, visitaba con frecuencia en Nueva York a Bobby y a su madre, Regina, quien lo presentaba al niño como “un amigo” Nemenyi llevaba años enviando dinero a Regina para que no tuviera que volver al hospicio en el que había pasado una temporada con su bebé tras enviar a su hija, Joan, a casa de sus padres. 
Nemenyi murió (ataque cardiaco) ocho días antes de que Bobby cumpliera nueve años, lo que fue muy traumático para el niño: sólo entonces supo que “el amigo Paul” era su padre verdadero, lo que Regina ocultó para no ser estigmatizada por sus relaciones extramatrimoniales.
Lo que se relata en El caso Fischer se entendería mejor si se resumiera bien todo eso antes de centrar la acción en el escandaloso duelo Fischer-Spassky (Reikiavik, 1972), que el estadounidense sólo aceptó jugar tras una llamada del Secretario de Estado (equivalente a ministro de Exteriores) Henry Kissinger, a petición del presidente Richard Nixon. 
Además, Fischer no se mostraba tan desequilibrado en ese periodo como se ve en la película.
 Eso vino después, cuando aquel joven y rico héroe nacional idolatrado por la Casa Blanca se retiró como campeón del mundo porque, desde el punto de vista psicológico, ya no tenía nada que ganar.
 Sólo así puede explicarse que en 1975 rechazase la bolsa de cinco millones de dólares (equivalentes hoy a diez veces más; de ellos, dos tercios para el ganador) que ofreció el dictador filipino Ferdinand Marcos por defender su título ante Kárpov en la isla de Baguio. 
El único testimonio público de su enclaustramiento hasta 1992 llegó de la policía de Pasadena (California), que lo detuvo, vestido como un pordiosero, tras confundirlo con un atracador, y lo maltrató en la comisaría. 
”.
 El padre oficial, el alemán Gerhardt Fischer, nunca pudo entrar en EE UU, por su nacionalidad y sus “conexiones comunistas”.
Mucho después, Fischer dijo: “Los niños que pierden a un padre se vuelven lobos”.
 Y pudo haber añadido una palabra: solitarios.
 Fischer, que fue a clase hasta los 14 años pero con la mente siempre absorta en el ajedrez, pasó muchas horas solo en casa durante su infancia analizando partidas porque Joan (cinco años mayor), volvía más tarde, y su pluriempleada madre apenas disponía de tiempo para atenderlos.
 Regina, nacida en Suiza, había vivido en Alemania y en París, y estudió Medicina en Moscú (donde conoció a Gerhardt, padre de Joan) antes de mudarse a EE UU. 
Bobby nació en Chicago, pero los Fischer cambiaron con frecuencia de residencia y Estado, rozando varias veces la indigencia.
 A ello contribuyó que Regina estuviera vigilada durante 30 años por el FBI, sospechosa de comunista. 
Su expediente (nº 100-102290), de 900 folios, dice que era “superdotada, hiperactiva, paranoica pero no psicótica, incapaz de controlar a su hijo”. 
Trabajó como maestra, enfermera y médica, entre otras labores. Varios testimonios coinciden en que se preocupó mucho por la obsesión de Bobby, e incluso lo llevó a un psiquiatra, quien despachó el asunto con displicencia: 
“No se preocupe. Hay obsesiones mucho peores que el ajedrez”.
Cuando nos vimos en Fráncfort él ya estaba mal. 
Sus análisis de partidas de ajedrez eran maravillosos, y los de política internacional muy brillantes… hasta que salían a relucir los judíos, y la conversación se hacía insoportable. 
A veces parecía un niño de 48 años, como cuando me contó su visita a la isla de Komodo (Indonesia) para ver dragones vivos.
 Lo visité de nuevo seis meses después, en Los Ángeles; una tarde, tras un opíparo almuerzo en mi hotel y cuatro horas de paseo a ritmo rápido, me pidió que me diera media vuelta para que no supiera cuál era el número del autobús que lo iba a llevar a casa. 

Asilo político en Islandia

Su estado mental se agravó mucho en los años siguientes, tras su reaparición en 1992, también contra Spassky, en Sveti Stefan (Montenegro), que le supuso una ganancia de 3,3 millones de dólares, pero violando el embargo internacional contra Yugoslavia, lo que causó su detención 12 años después en el aeropuerto de Tokio.
 Antes había ocurrido otro hecho que le produjo gran dolor: sus recuerdos personales fueron embargados y subastados en Pasadena por no pagar la renta. 
A partir de ahí cayó en picado: justificó el Holocausto y se alegró de los atentados del 11-S “porque EE UU lo merecía”.
 El Parlamento islandés le concedió asilo político y lo rescató de una prisión japonesa en 2005 para evitar su extradición a EE UU, un país que primero lo encumbró y ahora lo perseguía con saña. Murió en Reikiavik a los 64 años (uno por cada casilla del tablero), en 2008, por una hiperplasia benigna de próstata que derivó en consecuencias letales porque Fischer se negó a recibir tratamiento médico.

A pesar de todo (incluidas algunas cosas inventadas e inverosímiles, como que Spassky le hable a Fischer durante una partida), El caso Fischer es una buena película para quien desee asomarse a esa estrecha frontera entre la genialidad y la locura. Pero la magnífica obra de teatro Reikiavik, de Juan Mayorga, refleja mucho mejor lo ocurrido en aquel histórico duelo
. Y para conocer a Fischer es más adecuado leer Endgame, de Frank Brady (publicada en español por Editorial Teell) y ver el impresionante documental Bobby Fischer contra el mundo, de Liz Garbus.
 En sus últimos minutos, hay un testimonio muy valioso del neurólogo islandés Kari Stefansson, quien convivió con Fischer: “La mayoría de nosotros piensa dentro de unos límites.
 . Algunas personas excepcionales, muy creativas, son capaces de pensar fuera de la caja.
 Pero a veces no pueden volver a lo normal.
 Eso es la enfermedad, que en el caso de Fischer está muy ligada a su genialidad”.
A El caso Fischer le falta un mensaje similar al testimonio del propio ajedrecista que cierra Bobby Fischer contra el mundo: “A veces echo de menos una vida más equilibrada”. 
Los psiquiatras coinciden en que la buena educación de un niño superdotado es un factor decisivo.
 Los padres, maestros y entrenadores deberían tenerlo muy en cuenta para evitar las obsesiones.
 Fischer hizo mucho por el ajedrez, y sus grandes partidas serán siempre veneradas.
 Pero fue una persona muy infeliz.


Cuatro genios bien educados

Cuatro de los mayores genios que ha producido el ajedrez han visitado España en los últimos dos meses.
 Gari Kaspárov, Magnus Carlsen, Judit Polgar y Yifán Hou son personas mucho más equilibradas que Bobby Fischer, y a veces encantadoras
. Su factor común es una buena educación, y sus vidas merecen varias películas.
Kaspárov, de 53 años, impresionó en Madrid el 1 de junio durante su conferencia en el congreso MABS, para directivos. 
Derrocar al presidente Vladímir Putin es el gran objetivo de su vida desde que se retiró del ajedrez, en 2005. 
Se mudó a Nueva York en 2013 porque su vida corría peligro en Moscú, donde permanece su madre.
 Ella lo educó para que dedicase su vida a objetivos grandiosos, equilibrando el ajedrez con una gran cultura.
El noruego Carlsen, de 25, tuvo momentos de ira hace tres semanas durante la Final de Maestros de Bilbao: llegó a tirar su chaqueta al suelo con violencia tras empatar una partida.
 Pero el comportamiento general del actual campeón del mundo es correcto casi siempre.
 Desde los cuatro años, sus padres fueron conscientes de que era un genio, y pusieron un especial cuidado en su educación.
La húngara Judit Polgar, de 40, única mujer que ha estado entre los diez mejores del mundo, cautivó a los asistentes a un congreso en Vitoria en julio.
 Nunca fue al colegio porque sus padres la educaron en casa para demostrar que los genios no nacen, se hacen.
 Retirada de la competición en 2014, ahora se dedica al ajedrez como herramienta educativa.
La china Yifán Hou, de 22, actual campeona del mundo, es la única que puede emular a Polgar.
 Mañana regresará a Pekín junto a su madre, quien casi siempre la acompaña, tras dejar una impresión muy grata en sus exhibiciones de Alcubierre (Huesca) y Valencia. 
Licenciada en Relaciones Internacionales, planea doctorarse. Desprende mucha calma: 
"Nunca me planteo grandes objetivos, porque si los consiguiera, mi vida perdería su sentido".