Numerosas regiones cerebrales se activan y la concentración de hormonas aumenta al estar con una pareja o al pensar en ella.
Todos lo hemos sentido alguna vez en la vida.
Los
poetas han escrito sobre él, los cantantes le han canta
do, y a su
alrededor ha crecido toda una industria dedicada a encontrarlo,
expresarlo y conservarlo. Pero, ¿qué es el amor?, ¿dónde reside?, ¿qué
lo desencadena?, y ¿qué pasa realmente en nuestras mentes y en nuestros
cuerpos cuando nos enamoramos “perdidamente”?
Aunque a menudo sea difícil de definir, el amor
romántico abarca el desarrollo de un fuerte vínculo emocional –conocido
como “apego”–, la atracción sexual y los cuidados
. Los “enamorados”
experimentan una serie de sentimientos intensos, como los pensamientos
intrusivos, la dependencia emocional y un aumento de la energía, aunque
estos sentimientos pueden limitarse a las primeras fases de la relación.
En cualquier caso, parece que el amor romántico es
universal.
Ahora bien, el grado en que se expresa o constituye una parte
importante de la relación sexual puede variar. Por ejemplo, menos de un 5% de estadounidenses dice que se casaría sin amor romántico, frente a un 50% de pakistaníes.
La actividad cerebral
Numerosas regiones cerebrales, en particular las
relacionadas con la recompensa y la motivación, se activan cuando
pensamos en una pareja romántica o
estamos en su presencia, entre ellas el hipocampo, el hipotálamo y el
córtex del cíngulo anterior.
La activación de estas áreas puede servir
para inhibir el comportamiento defensivo, reducir la ansiedad y aumentar
la confianza en la pareja.
Además, se desactivan áreas como la amígdala
y el córtex frontal, un proceso cuya función posiblemente sea reducir
la probabilidad de la aparición de emociones negativas o juicios sobre la pareja.
Por consiguiente, al parecer la activación cerebral
en repuesta a la pareja romántica premia la interacción social al tiempo
que impide las respuestas negativas.
El grado de activación cerebral
durante las primeras fases de una relación romántica parece que influye
tanto en nuestro propio bienestar como en qué medida la relación es un
éxito o un fracaso.
Por ejemplo, la felicidad, el compromiso con la pareja y la satisfacción con la relación tienen que ver con la intensidad de la activación del cerebro.
Todos lo hemos sentido alguna vez en la vida. Los
poetas han escrito sobre él, los cantantes le han cantado, y a su
alrededor ha crecido toda una industria dedicada a encontrarlo,
expresarlo y conservarlo. Pero, ¿qué es el amor?, ¿dónde reside?, ¿qué
lo desencadena?, y ¿qué pasa realmente en nuestras mentes y en nuestros
cuerpos cuando nos enamoramos “perdidamente”?
Aunque a menudo sea difícil de definir, el amor
romántico abarca el desarrollo de un fuerte vínculo emocional –conocido
como “apego”–, la atracción sexual y los cuidados. Los “enamorados”
experimentan una serie de sentimientos intensos, como los pensamientos
intrusivos, la dependencia emocional y un aumento de la energía, aunque
estos sentimientos pueden limitarse a las primeras fases de la relación.
El amor romántico puede cumplir una
importante función evolutiva, por ejemplo, al aumentar el apoyo parental
disponible para la posterior descendencia
En cualquier caso, parece que el amor romántico es
universal. Ahora bien, el grado en que se expresa o constituye una parte
importante de la relación sexual puede variar. Por ejemplo, menos de un 5% de estadounidenses dice que se casaría sin amor romántico, frente a un 50% de pakistaníes.
La actividad cerebral
Numerosas regiones cerebrales, en particular las
relacionadas con la recompensa y la motivación, se activan cuando
pensamos en una pareja romántica o
estamos en su presencia, entre ellas el hipocampo, el hipotálamo y el
córtex del cíngulo anterior.
La activación de estas áreas puede servir
para inhibir el comportamiento defensivo, reducir la ansiedad y aumentar
la confianza en la pareja.
Además, se desactivan áreas como la amígdala
y el córtex frontal, un proceso cuya función posiblemente sea reducir
la probabilidad de la aparición de emociones negativas o juicios sobre la pareja.
Por consiguiente, al parecer la activación cerebral
en repuesta a la pareja romántica premia la interacción social al tiempo
que impide las respuestas negativas.
El grado de activación cerebral
durante las primeras fases de una relación romántica parece que influye
tanto en nuestro propio bienestar como en qué medida la relación es un
éxito o un fracaso.
Por ejemplo, la felicidad, el compromiso con la pareja y la satisfacción con la relación tienen que ver con la intensidad de la activación del cerebro.
La influencia hormonal
La oxitocina y la vasopresina son las hormonas más
estrechamente asociadas al amor romántico. Las produce el hipotálamo y
las libera la glándula pituitaria.
Si bien ambas influyen tanto en los hombres como en las mujeres, las
segundas son más sensibles a la oxitocina, y los primeros, a la
vasopresina.
El grado de activación cerebral durante
las primeras fases de una relación romántica parece que influye tanto en
nuestro propio bienestar como en qué medida la relación es un éxito o
un fracaso
Las concentraciones de ambas hormonas aumentan
durante las fases intensas del amor romántico, actúan sobre numerosos
sistemas del interior del cerebro y sus receptores están presentes en
diversas áreas cerebrales relacionadas con el amor romántico.
La
oxitocina y la vasopresina interactúan sobre todo con el sistema de
recompensa dopaminérgico y pueden estimular la liberación de dopamina
por el hipotálamo.
Las vías dopaminérgicas activadas durante el amor
romántico crean una sensación placentera gratificante.
Esas vías están
relacionadas también con el comportamiento adictivo, que tiene que ver
con la conducta obsesiva y la dependencia emocional observables
normalmente cuando el amor romántico está en su fase inicial.
Los especialistas han investigado con frecuencia la manera en que la oxitocina y la vasopresina influyen en animales no humanos tales como los topillos de pradera y de montaña.
Ha quedado
claramente demostrado que en los topillos de la pradera (que forman
relaciones monógamas de por vida llamadas “parejas estables”) la
densidad de receptores de oxitocina y vasopresina son mucho más elevadas
que en los promiscuos topillos de montaña, particularmente en el
sistema de recompensa de la dopamina.
Además, los topillos de pradera se vuelven promiscuos
cuando se bloquea la liberación de oxitocina y vasopresina.
En
conjunto, estos descubrimientos ponen de relieve cómo la actividad
hormonal puede facilitar (o estorbar) la formación de una relación
estrecha.
El amor y la pérdida
El amor romántico puede cumplir una importante
función evolutiva, por ejemplo, al aumentar el apoyo parental disponible
para la posterior descendencia.
Sin embargo, lo habitual es que
entablemos una serie de relaciones en nuestra búsqueda de “la persona”, y
la pérdida del amor romántico es frecuente, bien por la ruptura de la
relación, bien por fallecimiento.
Existe una serie de similitudes entre las
respuestas fisiológicas al amor romántico y al amor materno. Por
ejemplo, las regiones del cerebro activadas por el amor materno se
solapan con las activadas por el amor romántico
Una minoría de personas que viven una pérdida por
fallecimiento desarrolla una aflicción compleja caracterizada por
sentimientos dolorosos recurrentes y obsesión con la pareja
desaparecida
Todos los miembros de una pareja que pasan por un duelo
sienten dolor en respuesta a estímulos relacionados con la pérdida (como
una postal o una fotografía).
Hay quien afirma que en las personas que
sufren una aflicción compleja, los estímulos también activan los centros
de recompensa del cerebro, lo que produce una forma de compulsión o adicción que reduce su capacidad de recuperarse de la pérdida.
El amor materno
Existe una serie de similitudes entre las respuestas
fisiológicas al amor romántico y al amor materno. Por ejemplo, las
regiones del cerebro activadas por el amor materno se solapan con las
activadas por el amor romántico.
Concretamente, se activan las áreas de
recompensa cerebrales que contienen altas concentraciones de oxitocina y
vasopresina, mientras que las regiones desactivadas durante el amor
romántico –incluidas las relacionadas con los juicios y las emociones
negativas– se desactivan durante el amor materno.
Además, el aumento y la disminución de la concentración de oxitocina fomentan y cohíben, respectivamente, el comportamiento maternal.Sin embargo, entre el amor materno y el romántico existen diferencias debido a que el primero activa determinadas regiones (como la materia gris periacueductal) que no están activadas en el amor romántico, lo cual acentúa la naturaleza única del vínculo maternal.
Pocas cosas parecen tan espontáneas como las fases
iniciales del “verdadero amor” o del amor que una madre siente por su
hijo, pero la realidad es bastante más compleja, un juego de hormonas y
complicadas interacciones fisiológicas que lo convierten en una pequeña
maravilla del mundo.
Para saber más sobre el papel de los procesos biológicos en el amor romántico y la actividad sexual, ver Biological Psychology.