El estrés y el exceso de información pueden ser los causantes de
nuestra mala memoria, pero es importante distinguir cuáles de nuestros
despistes pueden ser un síntoma de alerta.
En 'Siempre Alice' Julianne Moore interpreta a una enferma de Alzheimer.
Foto: Cordon Press
¿Alguien ha visto mis gafas? ¿Y mi reloj? ¿Mis llaves? Pero… ¿era hoy
cuándo habíamos quedado? Parece que cada día tenemos más despistes, más
olvidos, y a veces nos planteamos si será algo normal o si realmente
tenemos problemas con nuestra memoria.
Si bien
España es el tercer país con más alta prevalencia de demencia lo cierto es que no todos nuestros problemas de memoria están asociados con una enfermedad.
Según Sagrario Manzano, coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la
Sociedad Española de Neurología
(SEN), “hemos de ser capaces de diferenciar una enfermedad de Alzheimer
de otros procesos ligados al estrés, bajo ánimo, o exceso de
responsabilidades”.
Y es que hay muchos factores que pueden afectar a
nuestra memoria, o a los fallos de la misma, que debemos tener en
cuenta.
De hecho, parece que los problemas de memoria afectan cada vez a
gente más joven (no, somos los únicos en tener molestos despistes). Así
lo afirma el neuropsicólogo Álvaro Bilbao
( http://www.saludcerebral.com/12aprendeaentrenartumemoria.htm), autor
del libro
Cuida tu cerebro y mejora tu vida.
“Sabemos que debido al estrés y a la cantidad de tareas que gestionamos mentalmente,
cada vez hay más personas jóvenes que experimentan dificultades en la memoria”.
De hecho, la prueba de que no se trata tanto de un problema asociado a
la edad, sino al estilo de vida, es que “afecta incluso a los niños, ya
que cada vez hay más problemas de atención y la atención es la vía de
entrada de los recuerdos”.
En este sentido, hay que tener en cuenta cuáles son los factores
externos que pueden estar provocando esos olvidos, quizás no tan
alarmantes, pero sí preocupantes para llevar con normalidad nuestro día a
día
. Señalando primero lo que nos afecta negativamente, Manzano apunta a
que es importante “evitar tóxicos como el tabaco, el exceso de alcohol,
o los estilos de vida poco saludables que incluyan la dieta grasa, el
sedentarismo…”. Vamos, que lo que sabemos que afecta a nuestro cuerpo,
también afecta a nuestra mente
. Centrándonos un poco más en esa parte
mental, la experta insiste en que también es importante
tratar nuestro bajo ánimo en caso de que pasemos una mala época, y que se evite el aislamiento social.
De forma contraria, hay factores favorecedores, como el trabajar
nuestra estimulación cognitiva con juegos de mesa, tertulias,
actividades de ocio estimulantes como la pintura o la informática y
sobre todo mantener una buena red social, además de realizar ejercicio
físico regular.
Eso sí, no vale tachar solo una de las cosas de la
lista, y es que según la SEN “es fundamental implementar todas las
medidas en su conjunto, para poder realizar prevención (retrasar el
momento clínico de la demencia), y no solo una por separado”.
Cuando debemos de preocuparnos
Si bien podemos prevenir el problema, también es importante saber
distinguir cuando estos despistes entran dentro de la normalidad, o
cuando son una señal de alarma para actuar con celeridad.
Así, el
neuropsicólogo reflexiona que “los problemas de memoria relacionados con
el envejecimiento o enfermedades neurológicas aparecen generalmente a
partir de los 55-65 años de edad, y suelen caracterizarse por
dificultades para encontrar palabras o para recordar cosas que hemos
hecho hace unos pocos días”.
Sin embargo, “
los problemas de
memoria de la gente más joven suelen tener que ver con no recordar
detalles del pasado y sobre todo, con no recordar cosas que tenemos que
hacer en el futuro”.
La experta de la SEN, por su parte, insiste en que la forma de
diferenciar si estamos hablando de una demencia o de un problema
asociado a nuestro ritmo de vida, es que “estos últimos, más que un
problema de memoria puro al realizar exploraciones neuropsicológicas
extensas, lo que suelen tener es una alteración atencional y de la
capacidad de concentración, que es la responsable de las dificultades a
la hora de codificar la información”.
De esta forma aporta que los síntomas que realmente deben alertarnos,
son principalmente los cambios de carácter de forma significativa, la
desorientación en entornos conocidos, o el abandono de actividades por
evidenciar más dificultad, además de despistas “que vayan más lejos de
no saber dónde he puesto las llaves, que nos puede pasar a todos alguna
vez”.
Todo ello, teniendo en cuenta, según Sagrario Manzano, que “la
capacidad diagnóstica actual de los problemas de memoria, no es
comparable a la que se tenía hace 10 años, de igual manera que la
población general está más concienciada e informada.
Todo ello
condiciona una llegada de los pacientes a consulta en fases muy precoces
y por tanto las cifras de prevalencia e incidencia se incrementan”.
Ejercicios para la memoria
Además de ser precavidos y
llevar una agenda, que
como menciona Álvaro Bilbao “es efectiva para prevenir olvidos y ayuda a
fortalecer la memoria”, existen ejercicios específicos para fortalecer
nuestra memoria, siempre teniendo en cuenta, como dice el experto, que
“la memoria humana es limitada y la cantidad de información que
gestionamos en la vida y los trabajos actuales es muy superior a la que
podemos gestionar”, que es otra de esas cosas que no deberíamos de
olvidar.
1. Caminar: “Puede parecer una tontería, pero se han
hecho muchos estudios donde se observa que la memoria mejora sobre todo
con ejercicio físico, porque ayuda a oxigenar el cerebro y esto es
fundamental para una buena memoria y prevenir sus enfermedades”, aporta
Bilbao, teniendo también en cuenta que andar suele ayudar a despejar la
mente y colocar nuestras ideas.
2. Tener una vida social rica y tomarse las cosas con calma:
Ya lo comentaban desde la Sociedad Española de Neurología, pero
desgranando esta idea, Álvaro Bilbao relata que “concretamente ayuda a
mejorar la capacidad de aprendizaje y el recuerdo. Mucha gente invierte
tiempo en ejercicios tipo sopa de letras y, en realidad, un café con
unas buenas amigas puede ser mucho más beneficioso para su memoria”.
3. Escribir: Si nos centramos no tanto en ejercicios
generales, sino en ideas concretas que desarrollen la memoria, el
neuropiscólogo apunta a que lo más efectivo “sería escribir un diario o
tener el Facebook al día. Ambos han demostrado que ayudan mucho a
mejorar el recuerdo de las cosas que hacemos”.
4. Recordar cada día: “Cerrar los ojos cada noche en
la cama e intentar repasar todo lo que hemos hecho durante el día”, ese
es otro de los consejos claves de Bilbao para mejorar la memoria, ya
que “ayuda a fortalecer la capacidad de evocación, es decir traer a la
mente los recuerdos que tenemos guardados”.
5. Repetir números: No todos los ejercicios han de
ser creativos, también hay ideas más prácticas como “ser capaz de
repetir números de teléfono u otras cifras y darles la vuelta. Es un
ejercicio muy completo y fortalece la capacidad de memorización su
efecto es similar al de hacer sudokus”, insiste el experto.
6. Leer y hacer crucigramas: Si nos cansa pensar
nuestras propias ideas, podemos aprovechar productos ya hechos, y que
además son ideales para desconectar. Así, “para no olvidar palabras y
tenerlas accesible lo mejor son los crucigramas y la lectura.
Las
personas que leen mucho conservan por más tiempo su riqueza de
vocabulario”.
7. Una dieta neurosaludable: Lo que comemos también
es memoria, y es que como concluye el experto, “hay alimentos como el
curry, por ejemplo, que han demostrado que pueden ayudar a retrasar la
pérdida de memoria”.