Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

5 jul 2016

Cómo ir de vacaciones en agosto sin arruinarse.................................................. Laura Delle Femmine

Internet y flexibilidad son las claves para encontrar buenas ofertas en el mes más caro del verano

España no se desmiente: en lo que va de año, el número de turistas extranjeros que ha llegado al país ha crecido un 11,4% con respecto a 2015, hasta superar los 25,2 millones, de acuerdo con Encuesta de Movimientos Turísticos en Frontera (FRONTUR) publicada el pasado jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este número está destinado a subir a medida que avance el verano: el pasado agosto —mes por excelencia para las vacaciones—, la cifra de viajeros internacionales que eligió a España como destino para su descanso estival rebasó los nueve millones de personas.

Los españoles que tengan margen para elegir fechas alternativas al mes de agosto no solo evitarán sumarse a la ola de turistas que viene a veranear a España, sino tendrán otros beneficios.
 Porque el problema va más allá de una playa abarrotada de gente: en temporada alta crece el número de viajeros y también levitan los precios.

Este año los españoles se gastarán 2.246 euros de media para sus vacaciones de verano, según un estudio de American Express.

 Dentro de este presupuesto, alojamiento y transporte se llevan la mayor tajada: un 57%, frente al 20% destinado a restaurantes, 12% a ocio y 7% a compras.

 De acuerdo con el mismo estudio, la costa es el destino más buscado, pero es también el lugar donde más suben los precios para el alquiler vacacional —aunque con diferencias importantes en función del lugar—. ¿Se puede disfrutar de la tregua del trabajo sin gastarse una fortuna?   

Londres es, un año más, el destino más reservado por los españoles durante el verano, según un análisis del comparador de vuelos Skyscanner.

 Pero es a la vez uno de los trayectos que más se encarece en agosto. Junto con Palma de Mallorca, Roma y Ámsterdam, volar a la capital británica en el mes más concurrido del año supone gastarse entre un 21% y un 42% más en comparación con el precio medio que tiene el billete a lo largo del año. Esperar hasta septiembre supondría un ahorro de casi el 20%. Los destinos que al contrario resultan más accesibles en agosto son Bilbao, Oslo y Zúrich —el precio del vuelo baja entre un 3% y un 6%—, así como Lisboa, Düsseldorf y Oporto —el boleto se encarece en solo en un 10% en estas fechas—.

Si el trayecto no es muy largo, existe la opción del coche. 
El propio o el de los demás: la explosión de la economía colaborativa ha brindado una infinidad de herramientas para abaratar el coste de los viajes sobre cuatro ruedas.
 Desde BlaBlacar a Amovens o Shareling —con esta última aplicación también se puede viajar fuera de España—, las ofertas suelen ser muy competitivas. 
Pero en función de horario y ruta puede resultar más ventajoso el autobús, el tren o inclusive el avión.
Páginas como Gopili o Liligo comparan el coste de cubrir el mismo recorrido con diferentes medios de transporte. 
Si por ejemplo hubiéramos salido el pasado viernes de Madrid rumbo a Málaga, la opción más barata hubiera sido el coche compartido, por 23,47 euros, apunta Gopili.
 También de Madrid a Valencia, con fecha de salida el próximo 9 de agosto, el coche ganaría, aunque por solo un euro de diferencia con el tren, de acuerdo con Liligo. 
En la ruta Bilbao-Barcelona, saliendo el 12 de agosto, el medio de transporte más económico sería por otro lado el avión, y el más caro el coche compartido. 
Al contrario, la manera menos prohibitiva para desplazarse de Valencia a Barcelona el 5 de agosto es el autobús: ocho euros frente a los 22 del tren, 23 del automóvil y 79 del vuelo. 
En Internet se pueden encontrar también descuentos para viajar en tren. 
La plataforma Railpanda revende billetes de AVE, y los precios que recomienda para la ruta Madrid-Barcelona oscilan entre los 55 y los 59 euros, mientras para Madrid-Sevilla sugiere tarifas de entre 40 y 45 euros. 
Si compramos el billete y al final no podemos salir de viaje, siempre podemos volver a venderlo en la misma página.
 En Compartetren podemos encontrar viajeros con los que compartir la Tarifa 4 Mesa de Renfe, y lo mismo podemos hacer en sitios web como Truecalia, donde también se encuentran billetes baratos de autobús.
Si viajamos con nuestro vehículo, más allá de respetar las medidas de conducción eficiente, como apagar el coche durante las paradas prolongadas o reducir el uso del aire acondicionado, existen aplicaciones y páginas web, como el geoportal de hidrocarburos del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, que ayudan a encontrar las estaciones de servicio más baratas de cada provincia.

Bueno, bonito y barato: aprovecha los descuentos en restaurantes

Internet se presenta como un válido aliado también a la hora de comer. 
Aunque no pueda todavía prepararnos un filete, sí puede indicarnos donde conseguir uno, tanto en España como en el extranjero.
 El sector de las reservas online en restaurantes no solo funciona como guía de locales, sino que permite reservar mesa y obtener descuentos interesantes, de hasta el 70% sobre el precio final.
Páginas como restaurantes.com o tripadvisor.es permiten filtrar la búsqueda por precio, tipo de comida, ubicación, fecha y hasta por promociones. 
Además, los usuarios pueden dejar comentarios para valorar la calidad del servicio y de la comida, y así orientarnos sobre nuestra elección no solo desde el punto de vista del precio, sino de su experiencia.

 

 

Cartas que daban la vida..................................................Manuel Morales

Un estudio rastrea la correspondencia que se cruzaron los presos del franquismo y sus familias.

“Es en las cartas donde se existe, mucho más que se existió en la vida, porque en ellas se sobrevive”.
 Quien escribió esto lo sabía por propia experiencia, el poeta Pedro Salinas, miembro de la Generación del 27, que se exilió a EE UU por la Guerra Civil
. De lo que para los españoles encarcelados desde 1936 y durante el franquismo supuso escribir y recibir cartas de sus seres queridos —ya fuese para pedir comida o ropa, o como despedida para siempre—, se ocupa el minucioso estudio Cartas presas (editorial Marcial Pons), de la doctora en Historia Verónica Sierra Blas.
Preso escribiendo en un cuaderno en la prisión de Carabanchel (Madrid), 1944, dibujo de José Manaut Viglietti.
Esta profesora de la Universidad de Alcalá ha manejado miles de misivas que halló en archivos públicos y personales: epistolarios, autobiografías y diarios, tanto publicados como inéditos.
 De ellas analizó unas 1.500 de hombres y mujeres, mayores y jóvenes, analfabetos o cultos, que querían "combatir su soledad y preguntar a su pareja cómo estaba, cómo crecían los hijos y si se ocupaban de la casa", dice esta historiadora especializada en las comunicaciones escritas en la Edad Contemporánea.
 "Muchos historiadores, tradicionalmente, no han tenido en cuenta este tipo de documentos por su subjetividad. 
Yo creo, sin embargo, que tienen gran valor porque permiten construir la historia de los hombres y mujeres corrientes".
Tras la Guerra Civil, con la represión dentro y fuera de las prisiones, se creó "una comunidad carcelaria que abarcaba también a los familiares". 
"Las madres tenían que adoptar el rol paterno y trabajar fuera, y ocuparse de los trámites para intentar sacar a sus maridos de la cárcel. 
Yo las llamo las secretarias de las penas", explica Sierra (Guadalajara, 1978). Para poder empezar a escribir, los presos afrontaban una dificultad básica: las materiales, como conseguir papel y lápiz. Cartas presas recuerda que se utilizaron páginas arrancadas de libros y periódicos, trozos de cartones, papel higiénico, telas…
El siguiente paso para los que sabían leer y escribir —los iletrados tenían que recurrir a compañeros o a personal de la prisión— era esquivar la censura. “No había una legislación clara, y cada director de prisión actuaba según la situación de su centro.
 La censura decidía cuándo se podía escribir; los temas, que eran el estado de salud y poco más, y el formato". 
Sobre este último aspecto, subraya que, "en un 80%, la correspondencia carcelaria eran tarjetas postales que el preso o su familia compraban en el economato de la prisión".
 "La vigilancia era férrea, se censuraban muchas cartas, pero a ello se oponía la inventiva de los encarcelados, sobre todo a la hora de esconder las misivas".

“Es en las cartas donde se existe, mucho más que se existió en la vida, porque en ellas se sobrevive”. Quien escribió esto lo sabía por propia experiencia, el poeta Pedro Salinas, miembro de la Generación del 27, que se exilió a EE UU por la Guerra Civil. De lo que para los españoles encarcelados desde 1936 y durante el franquismo supuso escribir y recibir cartas de sus seres queridos —ya fuese para pedir comida o ropa, o como despedida para siempre—, se ocupa el minucioso estudio Cartas presas (editorial Marcial Pons), de la doctora en Historia Verónica Sierra Blas.
Preso escribiendo en un cuaderno en la prisión de Carabanchel (Madrid), 1944, dibujo de José Manaut Viglietti.
Esta profesora de la Universidad de Alcalá ha manejado miles de misivas que halló en archivos públicos y personales: epistolarios, autobiografías y diarios, tanto publicados como inéditos. De ellas analizó unas 1.500 de hombres y mujeres, mayores y jóvenes, analfabetos o cultos, que querían "combatir su soledad y preguntar a su pareja cómo estaba, cómo crecían los hijos y si se ocupaban de la casa", dice esta historiadora especializada en las comunicaciones escritas en la Edad Contemporánea. "Muchos historiadores, tradicionalmente, no han tenido en cuenta este tipo de documentos por su subjetividad. Yo creo, sin embargo, que tienen gran valor porque permiten construir la historia de los hombres y mujeres corrientes".
Tras la Guerra Civil, con la represión dentro y fuera de las prisiones, se creó "una comunidad carcelaria que abarcaba también a los familiares". "Las madres tenían que adoptar el rol paterno y trabajar fuera, y ocuparse de los trámites para intentar sacar a sus maridos de la cárcel. Yo las llamo las secretarias de las penas", explica Sierra (Guadalajara, 1978). Para poder empezar a escribir, los presos afrontaban una dificultad básica: las materiales, como conseguir papel y lápiz. Cartas presas recuerda que se utilizaron páginas arrancadas de libros y periódicos, trozos de cartones, papel higiénico, telas…
El siguiente paso para los que sabían leer y escribir —los iletrados tenían que recurrir a compañeros o a personal de la prisión— era esquivar la censura.
“No había una legislación clara, y cada director de prisión actuaba según la situación de su centro. La censura decidía cuándo se podía escribir; los temas, que eran el estado de salud y poco más, y el formato". Sobre este último aspecto, subraya que, "en un 80%, la correspondencia carcelaria eran tarjetas postales que el preso o su familia compraban en el economato de la prisión".
 "La vigilancia era férrea, se censuraban muchas cartas, pero a ello se oponía la inventiva de los encarcelados, sobre todo a la hora de esconder las misivas".

Ansiedad y equívocos

De los muchos ejemplos que recoge Sierra, hay uno que demuestra la ansiedad con que se leían aquellas cartas, lo que daba lugar a equívocos: una toledana y dos de sus hijas estaban en la prisión de Amorebieta (Vizcaya), cuando recibieron una carta de su hijo pequeño cuya primera página acababa con la frase "padre ha muerto"
. La mujer arrugó la carta y se desesperó, pensando en sus pequeños huérfanos.
 Cuando recobró algo de calma, sus compañeras le  animaron a que terminara la lectura, y al doblar la carta seguía: "Padre ha muerto un cerdo de catorce arrobas, hemos hecho la matanza…".
Tarjeta postal ilustrada del preso Marcelino Díez López a su mujer, Melchora Muñoz, desde la prisión de  Figueirido (Pontevedra), agosto de 1939.
El estudio de Sierra se centra de 1939 a 1950, "los de mayor terror de la dictadura", aunque también incluye ejemplos de encarcelados por la República. 
Dedica un capítulo a las cartas de petición o súplica. "Eran las que rompían la intimidad porque entraban en lo público: se solicitaba atención médica, otras eran pliegos de descargo, o se pedía una reducción de condena o el indulto".
 Todas con un lenguaje de formulismos de respeto y deferencia al destinatario (“Muy señor mío y de toda consideración más distinguida”).
 De esa panoplia sobresalen las mandadas a Franco suplicando clemencia.
 Llegaron cientos, y también a su mujer y a su hija, como la de una niña de 12 años cuyo padre estaba sentenciado a muerte: “[…]el fin de rogarle, encarecidamente, interceda cerca de su papá, que todo lo puede, para que indulte al mío". 

  La historiadora Verónica Sierra, en el museo de la Imprenta de Madrid.









"De vacaciones entre nata y buñuelos"

Para evitar la censura en las cartas que los presos del franquismo enviaban a sus familias, lo mejor era no escribir algo que pudiera molestar a las autoridades de la prisión, pero hubo quien optó por mentir a sus hijos para que no sufrieran.
 El preso Josep Fortuny Torrens, encarcelado en León, hizo creer a  su pequeño Pedro que estaba de vacaciones en un pueblo donde había "muchos dulces, plátanos, nata, churros, buñuelos y otros artículos de tu específico paladar".
"Si alguna vez puedo ya te mandaré un paquete".

 

La sonda espacial ‘Juno’ llega a Júpiter tras cinco años de viaje

La nave de la NASA ya orbita alrededor del planeta más grande del Sistema Solar.

Sonda espacial ‘Juno’.  El País Vídeo/ NASA
La sonda Juno de la NASA, la nave impulsada por energía solar que ha viajado más lejos en el espacio, ha llegado este martes tras cinco años de viaje a la órbita de Júpiter, el planeta más grande del Sistema Solar, a la que dará 37 vueltas antes de estrellarse contra su superficie.
— NASA (@NASA) 5 de julio de 2016
Juno, lanzada el 5 de agosto de 2011, se incorporó a la órbita del planeta hacia las 23:54 del lunes en la costa este de EE UU (03:54 GMT del martes), como estaba previsto, según informó la agencia espacial estadounidense (NASA).

Juno mirará bajo las nubes que ocultan los secretos de Júpiter
Desde 1973, Júpiter ya ha recibido la visita de nueve sondas, aunque solo una, Galileo, se quedó en su órbita. En los 70, Pioneer 10 y Pioneer 11 aprovecharon el tirón gravitatorio del planeta gigante para tomar velocidad y ahorrar combustible en su viaje hacia los confines del Sistema Solar, algo parecido a lo que hicieron Voyager 1 y 2.
 De pasada, descubrieron su potente magnetosfera, los anillos que rodean el planeta y la actividad volcánica de su luna Io o la presencia de agua helada sobre Europa.
 Entre 1995 y 2003, Galileo recogió una gran cantidad de información sobre todo el sistema jupiterino y llegó incluso a fotografiar el impacto del cometa Shoemaker-Levy 9 contra su superficie.
 Más recientemente, Cassini, destinada a Saturno, y la sonda New Horizons, dirigida a Plutón, también han visitado Júpiter y han acumulado más información sobre el planeta gigante.
 Sin embargo, aún quedan misterios que resolver sobre el cuerpo más influyente de nuestro sistema planetario después del Sol.

¿Qué pasa debajo de su atmósfera?

Juno recibe su nombre de la mitología romana donde era la esposa y hermana de Júpiter
. En una ocasión, el dios se había encaprichado de una ninfa, Io, y envolvió la Tierra con nubes espesas para que su mujer no pueda ver su infidelidad desde el Olimpo. Juno, sin embargo, no se dejó engañar y levantó el velo para descubrir el engaño
. Algo así es lo que hará la sonda que acaba de llegar al planeta gigante.
 Las espesas nubes de gas ocultan la parte interior de la atmósfera, su composición, su temperatura o como se mueve debajo de la capa superficial.
 El gran tamaño de Júpiter y su fuerza gravitatoria le han permitido conservar una composición similar a la de sus orígenes.
 Debajo del manto de este planeta se puede contemplar la historia del Sistema Solar.

¿Cuánta agua contiene?

Uno de los elementos más interesantes de la atmósfera de Júpiter es el agua.
 Por un lado, conocer la cantidad de agua que contiene permitirá saber si se formó en la misma posición del Sistema Solar donde se encuentra ahora o si lo hizo en otro lugar.
 Este conocimiento es importante también para entender la historia de otros planetas.
 Algunas teorías indican que los movimientos del planeta gigante pudieron barrer y recolocar otros planetas menores durante los primeros años de evolución del sistema planetario, y el análisis del agua en su atmósfera servirá para comprender aquellos movimientos.
 Otro de los aspectos interesantes es que la cantidad de agua hallada en Júpiter puede dar una idea de la que pudo haber durante la formación del Sistema Solar.
Esos datos servirían de referencia para deducir de dónde pudo llegar el agua que permitió la aparición de la vida en la Tierra.