«Compartimos el dolor del Gobierno y del pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica ante tanta muerte»
Los Reyes han acudido este martes a la embajada de los EE.UU. para firmar en el libro de condolencias tras el atentado de Orlando
y han expresado su consternación «ante tanta muerte y tamaña herida»,
que en palabras de Don Felipe, supone «un ataque contra la vida, la
convivencia pacífica y los valores de la democracia».
A primera
hora de la mañana, antes de asistir a sendos actos oficiales en San
Lorenzo de El Escorial y Madrid, Don Felipe y Doña Letizia han querido
sumarse en la legación diplomática de los EE.UU. en Madrid a las muestras de afecto y solidaridad por el ataque a un club nocturno de ambiente gay en el que murieron 50 personas.
«Profundamente
consternados por el atentado ocurrido en Orlando, Florida, compartimos
el dolor del Gobierno y del pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica
ante tanta muerte y tamaña herida que han sufrido; un ataque contra la
vida, la convivencia pacífica y los valores de la democracia», ha
escrito el jefe del Estado.
En el texto, firmado también por la Reina Letizia,
ambos subrayan que «la unidad y la cooperación serán siempre la mejor
vía para que los que queremos la paz, la democracia y el respeto a los
derechos humanos logremos vencer al terror y a cualquier forma de
ideología totalitaria».
14 jun 2016
“Cualquier gobernante japonés habría abandonado el debate llorando”
El debate electoral del lunes, visto por los lectores de EL PAÍS.
. Y eso gracias a que fueron preguntados directamente por Ana Blanco.
Sólo dos de ellos contestaron a la pregunta (10 segundos para cada uno).
Cuatro eran los candidatos y, curiosamente, los cuatro varones, deben ignorar que la mitad del planeta son mujeres con unos problemas claramente diferenciados, pero que a todos deberían afectar por igual.— César Reglero Campos. Roda de Bará (Tarragona).
Veinte segundos dedicados a la violencia de género no parece ser
indicativo de una gran preocupación de los candidatos por un tema tan
terrorífico. Y eso gracias a que fueron preguntados directamente por Ana
Blanco
. Sólo dos de ellos contestaron a la pregunta (10 segundos para cada uno). Cuatro eran los candidatos y, curiosamente, los cuatro varones, deben ignorar que la mitad del planeta son mujeres con unos problemas claramente diferenciados, pero que a todos deberían afectar por igual.— César Reglero Campos. Roda de Bará (Tarragona).
El candidato Rajoy entró haciendo gala del tan proclamado por él, “síndrome de Adán”; varias veces dijo que “gobernar es difícil”, así como si fuese el primero que ha gobernado un país.
Ante los intentos de ruborizarle por parte de Sánchez, Iglesias y Rivera, quedó indemne, no por el escaso grueso de los hechos, sino porque parecen no afectarle.
Cualquier gobernante japonés, hubiera abandonado el atril sumido en un mar de lágrimas; en cambio, el candidato popular, permítanme, sorteó a los tres espadas y, salió por la “Puerta Grande”.— José Solano Martínez. Cartagena (Murcia).
Así se presentaron los candidatos en el debate a cuatro
. Tres de ellos —Iglesias, Sánchez y Rivera— con la lección de sus asesores aprendida e incapaces de salirse del guión.
Y Rajoy con la intención de revisar su examen al objeto de subir nota.
Nada más. Ni vencedores ni vencidos
. Ni debate, ni proyectos de futuro serios para nuestro país. Sólo monólogos, que únicamente dieron paso a algún tic partidista si se tocaban temas sensibles
. Lo demás esperable y sabido.
El profesor Rajoy sólo titubeó con la corrupción, Sánchez fue incapaz de superar el no de Iglesias a su investidura, Albert ha corregido errores y se muestra como un chico bueno y voluntarioso, y Pablo —ya era hora— ha abandonado el tono populista, aunque le sigue costando mostrarse convincente en su programa económico.
Llegaban con el objetivo de movilizar al 30% de indecisos, y es probable que a estas horas seamos muchos más.
Los que sí movilizaron al espectador fueron los moderadores.
Mi voto para ellos. Otra oportunidad perdida.— Luis Alberto Rodríguez Arroyo. Santo Tomás de las Ollas (León).
. Sólo dos de ellos contestaron a la pregunta (10 segundos para cada uno). Cuatro eran los candidatos y, curiosamente, los cuatro varones, deben ignorar que la mitad del planeta son mujeres con unos problemas claramente diferenciados, pero que a todos deberían afectar por igual.— César Reglero Campos. Roda de Bará (Tarragona).
El candidato Rajoy entró haciendo gala del tan proclamado por él, “síndrome de Adán”; varias veces dijo que “gobernar es difícil”, así como si fuese el primero que ha gobernado un país.
Ante los intentos de ruborizarle por parte de Sánchez, Iglesias y Rivera, quedó indemne, no por el escaso grueso de los hechos, sino porque parecen no afectarle.
Cualquier gobernante japonés, hubiera abandonado el atril sumido en un mar de lágrimas; en cambio, el candidato popular, permítanme, sorteó a los tres espadas y, salió por la “Puerta Grande”.— José Solano Martínez. Cartagena (Murcia).
Así se presentaron los candidatos en el debate a cuatro
. Tres de ellos —Iglesias, Sánchez y Rivera— con la lección de sus asesores aprendida e incapaces de salirse del guión.
Y Rajoy con la intención de revisar su examen al objeto de subir nota.
Nada más. Ni vencedores ni vencidos
. Ni debate, ni proyectos de futuro serios para nuestro país. Sólo monólogos, que únicamente dieron paso a algún tic partidista si se tocaban temas sensibles
. Lo demás esperable y sabido.
El profesor Rajoy sólo titubeó con la corrupción, Sánchez fue incapaz de superar el no de Iglesias a su investidura, Albert ha corregido errores y se muestra como un chico bueno y voluntarioso, y Pablo —ya era hora— ha abandonado el tono populista, aunque le sigue costando mostrarse convincente en su programa económico.
Llegaban con el objetivo de movilizar al 30% de indecisos, y es probable que a estas horas seamos muchos más.
Los que sí movilizaron al espectador fueron los moderadores.
Mi voto para ellos. Otra oportunidad perdida.— Luis Alberto Rodríguez Arroyo. Santo Tomás de las Ollas (León).
Estuvieron todo el día hablando de cómo iba a ir vestido en vez de intentar dilucidar cuáles serían sus argumentos para defender el programa de Podemos.
¿Llevaría corbata? ¿Se pondría vaqueros? ¿Se soltaría la coleta? ¿Luciría camisa de Alcampo? A falta de mujeres en el debate, Iglesias se ha convertido en el nuevo florero-objeto del papel couché. ¡Felicidades!
¡Ya le falta menos para entender a qué nos enfrentamos —todos los días— las mujeres profesionales!— Adela Estévez Campos. Madrid.
El retorno a las salas............................................... Gregorio Belinchón
El cine es la actividad de ocio cultural con más adeptos: el 54% de la población española fue al menos una vez al cine en 2015.
¿Ha llegado la remontada? ¿O el cine español se sigue beneficiando
solo de los impulsos de algunos títulos taquilleros? ¿El público ha
firmado la paz y vuelve a disfrutar de sus películas, o es solo el espejismo de los Ocho apellidos?
Aún habrá que esperar a ver las cifras de 2016 para llegar a conclusiones, pero por ahora parece que los espectadores vuelven a los cines: la taquilla de los cines españoles durante el primer trimestre de 2016 alcanzó los 162,5 millones de euros (20,7% más que en el mismo periodo de 2015). Y las películas españolas, por acotar el mercado, recaudaron ese trimestre 29,2 millones de euros, frente a los 14 millones de euros de esos tres meses de 2015: un crecimiento del 108,5%.
Aún habrá que esperar a ver las cifras de 2016 para llegar a conclusiones, pero por ahora parece que los espectadores vuelven a los cines: la taquilla de los cines españoles durante el primer trimestre de 2016 alcanzó los 162,5 millones de euros (20,7% más que en el mismo periodo de 2015). Y las películas españolas, por acotar el mercado, recaudaron ese trimestre 29,2 millones de euros, frente a los 14 millones de euros de esos tres meses de 2015: un crecimiento del 108,5%.
Espectadores
en millones
143,93
0
50
100
150
200
2002
’04
’06
’08
’10
’12
2014
Españolas
Extranjeras
Total
Radiografía de España. ELPAÍS
¿Ha llegado la remontada? ¿O el cine español se sigue beneficiando
solo de los impulsos de algunos títulos taquilleros? ¿El público ha
firmado la paz y vuelve a disfrutar de sus películas, o es solo el espejismo de los Ocho apellidos?
Aún habrá que esperar a ver las cifras de 2016 para llegar a conclusiones, pero por ahora parece que los espectadores vuelven a los cines: la taquilla de los cines españoles durante el primer trimestre de 2016 alcanzó los 162,5 millones de euros (20,7% más que en el mismo periodo de 2015).
Y las películas españolas, por acotar el mercado, recaudaron ese trimestre 29,2 millones de euros, frente a los 14 millones de euros de esos tres meses de 2015: un crecimiento del 108,5%.
Suena bien, porque según un estudio de FECE (la federación que
aglutina a los dueños de las salas), el cine es la actividad de ocio
cultural con más adeptos: el 54% de la población española fue al menos
una vez al cine en 2015 y los espectadores más habituales son los
jóvenes con edades comprendidas entre 15 y 19 años (86,3%). Eventos como
la Fiesta del Cine y el esfuerzo por crear ofertas atractivas para devolver a la gente a los patios de butacas están creando nuevos clientes.
Para entender la debacle y resurrección actual del cine en España, hay que echar un vistazo rápido al pasado, cuando quien mandaba en las salas eran sus dueños, los exhibidores.
Pero España se dio al ladrillo, y por tanto a la construcción desaforada de centros comerciales.
Y un mall sin multicine no es nada, así que cambió la ley de la oferta y la demanda: los gerentes de salas necesitaban películas y a ser posible que el otro centro comercial cercano no las proyectara. De repente los distribuidores, en especial las majors de Hollywood, pudieron imponer sus términos, y en el reparto del dinero de las entradas creció su porcentaje.
Cuando la crisis azotó las salas, y con la electricidad más cara de
Europa, los exhibidores aseguraron no poder bajar el precio de las
entradas: no había de dónde rascar, al menos en su lado.
Puede que el cine no sea caro en comparación con el resto de Europa, pero la sensación que tienen los españoles es la contraria. Y las sensaciones se imponen a los hechos.
Por otro lado, el público mayoritario que asiste a los cines en todo el mundo se sitúa en una franja de edad de entre 18 y 24 años es la que lo piratea en España.
Todavía no ha cuajado la conciencia de que cuando alguien se descarga una película de forma ilegal quien lo sufre no es Hollywood sino la señora de limpieza que acaba en el paro tras cerrar la sala de cine.
Porque sí, los cines cierran: de 1.223 en 2002 (había un exceso, es cierto) se ha pasado a 710 en 2014.
Sobre todo se clausuran los viejos cines con una sola, y a menudo enorme, sala, que no han digitalizado sus proyectores.
Y para remate de la tormenta perfecta, el IVA al 21% y el constante mensaje de “qué malos, corruptos y subvencionados son los del cine español”.
La subvención es ridícula, y vuelve multiplicada a las arcas del Estado. ¿Corruptos? Visto lo visto, como en otros sectores, aunque uno desearía oír voces más contundentes desde el sector en contra de los beneficiados por el fraude del taquillazo.
El nuevo Gobierno tiene que entender que lo audiovisual debería entrar ya en los planes educativos, y que el cine es un gran negocio. Las actuales exenciones fiscales vigentes tras la última reforma del PP de la Ley del Impuesto sobre Sociedades para los rodajes provocan la carcajada del resto de Europa.
Sería un primer paso.
El siguiente, que el público sea consciente de que sí hay buen cine español.
Y que merece la pena verlo.
Aún habrá que esperar a ver las cifras de 2016 para llegar a conclusiones, pero por ahora parece que los espectadores vuelven a los cines: la taquilla de los cines españoles durante el primer trimestre de 2016 alcanzó los 162,5 millones de euros (20,7% más que en el mismo periodo de 2015).
Y las películas españolas, por acotar el mercado, recaudaron ese trimestre 29,2 millones de euros, frente a los 14 millones de euros de esos tres meses de 2015: un crecimiento del 108,5%.
Para entender la debacle y resurrección actual del cine en España, hay que echar un vistazo rápido al pasado, cuando quien mandaba en las salas eran sus dueños, los exhibidores.
Pero España se dio al ladrillo, y por tanto a la construcción desaforada de centros comerciales.
Y un mall sin multicine no es nada, así que cambió la ley de la oferta y la demanda: los gerentes de salas necesitaban películas y a ser posible que el otro centro comercial cercano no las proyectara. De repente los distribuidores, en especial las majors de Hollywood, pudieron imponer sus términos, y en el reparto del dinero de las entradas creció su porcentaje.
Puede que el cine no sea caro en comparación con el resto de Europa, pero la sensación que tienen los españoles es la contraria. Y las sensaciones se imponen a los hechos.
Por otro lado, el público mayoritario que asiste a los cines en todo el mundo se sitúa en una franja de edad de entre 18 y 24 años es la que lo piratea en España.
Todavía no ha cuajado la conciencia de que cuando alguien se descarga una película de forma ilegal quien lo sufre no es Hollywood sino la señora de limpieza que acaba en el paro tras cerrar la sala de cine.
Porque sí, los cines cierran: de 1.223 en 2002 (había un exceso, es cierto) se ha pasado a 710 en 2014.
Sobre todo se clausuran los viejos cines con una sola, y a menudo enorme, sala, que no han digitalizado sus proyectores.
Y para remate de la tormenta perfecta, el IVA al 21% y el constante mensaje de “qué malos, corruptos y subvencionados son los del cine español”.
La subvención es ridícula, y vuelve multiplicada a las arcas del Estado. ¿Corruptos? Visto lo visto, como en otros sectores, aunque uno desearía oír voces más contundentes desde el sector en contra de los beneficiados por el fraude del taquillazo.
El nuevo Gobierno tiene que entender que lo audiovisual debería entrar ya en los planes educativos, y que el cine es un gran negocio. Las actuales exenciones fiscales vigentes tras la última reforma del PP de la Ley del Impuesto sobre Sociedades para los rodajes provocan la carcajada del resto de Europa.
Sería un primer paso.
El siguiente, que el público sea consciente de que sí hay buen cine español.
Y que merece la pena verlo.
Régis Debray: “Los economistas siembran guerras, deben ir al tribunal”.....................................Joseba Elola
El pensador francés reivindica la necesidad de las fronteras como mecanismo de defensa del débil, como instrumento de paz, en un mundo donde el mercado sustituye al Estado.
Fronteras cruzadas para orillar por un tiempo la filosofía en París y
ponerse al servicio de la revolución cubana, para seguir los pasos del Che Guevara en Bolivia, para seguir en primera línea el tránsito político de Salvador Allende en Chile, para secuestrar al nazi Klaus Barbie y llevarlo a Francia, para recorrer el mundo en su calidad de asesor del presidente François Mitterrand.
La vida de Régis Debray, intelectual francés de 75 años, está jalonada de fronteras.
La vida de Régis Debray, intelectual francés de 75 años, está jalonada de fronteras.
El escritor y filósofo francés Régis Debray, en Madrid, ayer en Madrid. JAIME VILLANUEVA
Su mirada sobre esos límites que se graban con línea continua en los mapas cambió el día en que viajó a tierras palestinas.Allí se desplazó el escritor y pensador francés a finales de 2006, enviado por el presidente francés Jacques Chirac, para confeccionar un informe sobre la coexistencia etnoreligiosa en Oriente Próximo. Fue entonces cuando un palestino le explicó lo mucho que necesitaba su pueblo de una frontera.
El internacionalista que habitaba en Debray, el de un mundo abierto y sin barreras, se revolvió en la silla.
Pero tardó poco en comprobar que si había un muro, era por la ausencia de frontera
. Comprendió que es esta la que impide que otro se crea en su casa cuando no lo está.
Que puede ser un factor de paz. Incluso un instrumento en la lucha contras las desigualdades.
El episodio se convirtió en elemento de reflexión, y más tarde de ensayo, para el filósofo francés, que el domingo pasado presentaba en la feria del libro de Madrid Elogio de las fronteras (Gedisa, 2016), libro en el que se vuelca una conferencia que pronunció en la casa franco-japonesa de Tokio en marzo de 2010
. Un texto en el que defiende la necesidad de fronteras en países cuyas señas de identidad se desdibujan como consecuencia de la globalización, que ha propiciado, sostiene, que el mercado sustituya a los Estados.
“Contra las fronteras estaban Hitler, Bin Laden y Murdoch”, espetaba ayer con brío Debray en una sala del Institut Français de Madrid.
“Para ellos las fronteras no existían. Para el dólar, la moneda única, no las hay; ni para el yihadismo sunita cuando emite una fetua
. El fanatismo religioso no tiene fronteras, el imperialismo político no tiene fronteras, el capitalismo financiero no tiene fronteras”.
A Debray le gusta dotar a sus declaraciones de ritmo, se recrea con el lenguaje, con la forma, con el fondo.
Construye su discurso con latigazos que alterna con paradas que le permiten buscar la palabra precisa, la idea fuerza, incluso el titular
. Reivindica las fronteras porque ayudan a que unos se definan con respecto a otros
. Pero se muestra muy enérgico en la protesta ante las barreras que crecen para poner freno a la llegada de refugiados que huyen del horror de la guerra.
“La reacción de Europa ante los refugiados es lamentable y vergonzosa
. Muestra que ya no existe como espacio de solidaridad, la reduce a construcción de cartón piedra. Cada cual a su interés nacional, estrechamente considerado; en el fondo, eso es cada cual a lo suyo, como en un naufragio”.
Y remata: “Es triste ver hasta qué punto los privilegiados, y aquí todos lo somos, son egoístas y cómo se convierten en corazones duros”.
Reniega de la Europa de los mercaderes.
Sin ambages. “Los ingenieros no comprenden el mundo y los economistas son los que siembran las guerras”, explica.
“Se creen que el mundo se puede gobernar con cifras, con normas técnicas, con directivas económicas y en el no man´s land [tierra de nadie] indentitario que están creando van a creer insurrecciones identitarias”.
Prefiere no pronunciarse en cuestiones internas, como la cuestión catalana, pero no duda en disparar contra los poderes financieros:
“Nuestros grandes economistas son los que generan las guerras, tienen que pasar delante de un tribunal.
Han hecho de Europa un sobre vacío, hecho de números, donde se tiende a regular los mercados como si el ser humano fuera ante todo un productor y un consumidor de bienes”.
Debray no reniega de su pasado revolucionario.
“Volví a ser un reformista cuando regresé a Europa porque la lucha armada aquí no puede ser otra cosa que una provocación policial”, dice, y se ríe.
Aunque conserva un fondo marxista —”las capas más antiguas suelen ser las más sólidas”—, ya no considera que sea necesaria una revolución.
“Creo que hemos pasado de una época en la que se podía concebir otro mundo a una en la que descubrimos que hay que salvar las mejores cosas de nuestro mundo”. Hay que evitar, afirma, fundamentalmente, que el mundo se deshaga bajo las embestidas de la mercantilización universal, la tribalización y el fundamentalismo.
Preguntado por algunos de los personajes clave que han jalonado su trayectoria, declara: “El Che era un místico, más que un político.
Mitterrand era un político más que un místico. Allende vivió como un político pero murió cómo héroe místico”.
En Francia se acaba de publicar una recopilación de sus escritos literarios en Gallimard (Carnet de route) y la cadena Arte ha emitido, hace menos de un mes un documental dedicado a su vida.
En cuanto a su actitud ante la existencia, a estas alturas del viaje, tras tanta frontera atravesada, lo tiene claro: “Me gustaría atemperar la melancolía con la alegría, con algo de humor, de ligereza, ser un melancólico alegre.
No quiero llorar; si acaso, una sonrisa a través de las lágrimas, que se suele decir”.
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