Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 jun 2016

Abecedario de la Feria del Libro 2016...................................... Javier Rodríguez Marcos

¡De la A a la Z, una visión despeinada de la cita librera del año!


Una caseta en Feria del Libro de Madrid.
A– Como decíamos ayer, sigue siendo la letra favorita de las editoriales españolas para buscarse nombre
. Desde A Buen Paso hasta Autores Premiados pasando por Abada, Acantilado, Akal, Anagrama, Aguilar, Alpha Decay, Astiberri, Atalanta, Ana o Automática, este año hay en la feria 37 sellos que empiezan por el principio.

Una caseta en Feria del Libro de Madrid.
A– Como decíamos ayer, sigue siendo la letra favorita de las editoriales españolas para buscarse nombre.
Desde A Buen Paso hasta Autores Premiados pasando por Abada, Acantilado, Akal, Anagrama, Aguilar, Alpha Decay, Astiberri, Atalanta, Ana o Automática, este año hay en la feria 37 sellos que empiezan por el principio.
AUTOFICCIÓN– Descanso del guerrero. // En algunos casos es a los novelistas lo que los discos acústicos a los músicos. // Género memorialístico cultivado por narradores omniscientes. // En algunos casos es a los novelistas lo que los discos en directo a los músicos. // Véase, HARTOFICCIÓN.
BOOKTUBER– Bernard Pivot en formato de bolsillo. // La de 2016 se recordará como la feria en la que triunfaron los booktubers.
 Puede que alguien recuerde también los libros de los que hablaban. // Cuando el booktuber señala la luna, el paseante mira al booktuber (y a la cola) y no a la luna.
CUMPLEAÑOS– Pretexto para convertir en novedad una reedición. // La feria del libro cumple 75 años; Alianza, 50; Calambur, 25; varias editoriales del grupo Contexto, 10. Los cadáveres de Cervantes y Shakespeare, 400. Parece que fue ayer.
DEBRAY, Régis- Intelectual francés –valga la redundancia- que el domingo 12, día de clausura de la feria, presentará a las 11,30 su libro Elogio de las fronteras (Gedisa).
 Le acompañará Alfonso Guerra.
 Como estamos en campaña, es posible que algún espontáneo le pida al ex vicepresidente del Gobierno: “Dale caña, Alfonso”.
EDITORIAL- No paran de nacer, crecer y reproducirse.
 En este curso ha visto la luz un buen puñado: Armenia, Arpa (otras dos con A), Dirty Works, El Paseo, Hoja de Lata, Rata, Ultramarinos... // Antes la gente con inquietudes culturales montaba una revista; ahora monta una editorial.

FERLOSIO, Rafael Sánchez- Escritor poco dado a la vida literaria que el sábado 11 firmará ejemplares a las 19 h. en la caseta de la librería El Buscón. Acaba de publicar el segundo tomo de sus ensayos completos: Gastos, disgustos y tiempo perdido (Debate).
FRANCIA- País invitado que ya lo fue en 2009. Aquella vez, con más peine que gloire. Este año ha ido mucho mejor, tanto que la experiencia organizativa madrileña ha llevado a nuestros vecinos a organizar, del tirón, una Eurocopa de fútbol.
GIL, Emilio- Autor del cartel.
GOPEGUI, Belén- Este año el lema de la feria procede de El lado frío de la almohada, la novela de Belén Gopegui publicada en 2004 por Anagrama:
 “Porque no se imagina en el aire. Porque imaginar tiene que ver con hacer, con poder hacer”.
HARTOFICCIÓN- Término propuesto por Luis Magrinyà, que fue lexicógrafo de la RAE antes que fraile/escritor, como sinónimo de AUTOFICCIÓN.
IDA. La Residencia de Estudiantes acaba de publicar 'La voz de Ida Vitale' en su estupenda colección de audiolibros
. Recoge dos lecturas de la poeta uruguaya en la Colina de los Chopos.
"Uno llamar azar / a su imaginación insuficiente", dice.
JOVEN- A veces se confunde con nuevo a pesar de que todo el mundo sabe que nuevos, por irreductibles, son autores como el citado Ferlosio o Isidoro Valcárcel Medina. // Planta de unos grandes almacenes.
KAIRÓS- Sello barcelonés que un día antes de que se inaugurase la feria ganó el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial. Su caseta es la número 280.

LUCA, Erri de- Escritor italiano que tras una larga travesía del desierto, publica sus novelas en Seix Barral y los libros que no lo son (o no exactamente) en sellos como el Círculo de Bellas Artes y Sígueme
. Esta última -caseta 313- acaba de publicar Y dijo, una particular lectura de los diez mandamientos en la que, desierto por desierto, cumbre por cumbre, Moisés ejerce de alpinista.
MADRID- Poblachón invitado a la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara (México) en 2017.
MIEDO- "Ni pena ni miedo". El poeta chileno Raúl Zurita, que pasó un martes por el Retiro para presentar dos libros imprescindibles, escribió esas cuatro palabras en el desierto de Atacama.
Son, por cierto, las mismas que Rosa Montero lleva tatuadas en la espalda.

Ñ- Eñe estrena director (el novelista Luisgé Martín) y ese director se estrena con una entrega dedicada a Cataluña.
 De ahí que la revista, por una vez, se llame Enye. J. M. Caballero Bonald escribe sobre Carlos Barral y una de las grandes expertas en Barral, Carme Riera, no ejerce esta vez de tal sino que publica, otro estreno, poemas.
 También escriben, entre otros, Isabel Coixet, Ignacio Martínez de Pisón, Lorenzo Silva y Sergi Pàmies.
 Por su parte, Miquel de Palol publica una serie de aforismos.
 Como este: "El destino es aquello que se hace para evitarlo". Es decir, "El destí és allò que es fa per evitar-lo".
ORDEN- Francisco Rico, que el jueves 9 recorrió la feria buscando huellas de Cervantes, tiene una idea: agrupar las casetas temáticamente. Tienen un año para pensarlo.
PENA- Véase, MIEDO.
QUIJOTE- Hidalgo de los de lanza en astillero. Andrés Trapiello, que hablará en el Micrófono de la Feria el día de la clausura, publicó durante el segundo fin de semana de festejos un artículo en el que sugería una corrección para su versión moderna de la novela de Cervantes: En astillero.
REDONDO- Según Juan Villoro, Dios lo es. También es temporalmente francés.
SENA- Río que ha pasado por Madrid. // Río que se ve desde el sillón de Amin Maalouf en la Academia Francesa.
NUEVO- Véase JOVEN.

TRADUCIR- Acto de amor no siempre correspondido. // Trabajar por cuenta ajena para un lector que a veces no se da ni cuenta de que trabajas para él.
UDL- Distribuidora que ha conseguido que muchos editores independientes sean lo primero además de lo segundo, es decir, que consigan un grado de profesionalidad poco acostumbrado en un oficio en el que el realismo solía ser inversamente proporcional al pragmatismo.
VALLADOLID- Ex capital de España cuya feria del libro coincide con la de la capital actual. Dura una semana más. Por si alguien se queda con ganas.
WILDE- "Ahora me parece que el amor, sea cual fuere su calidad, es la sola explicación posible de la extraordinaria suma de sufrimiento que hay en el mundo".
 Lorca subrayó esta frase del De profundis de Oscar Wilde en el ejemplar que tenía en su biblioteca. Lo cuenta Luis García Montero en el libro que acaba de publicar:
 Un lector llamado Federico García Lorca (Taurus), un recorrido por las lecturas del poeta granadino. Seguro que alguien subraya el subrayado.
XORDICA- Editorial aragonesa que ha publicado Dentro del secreto. Un viaje por Corea del Norte del escritor portugués José Luís Peixoto, una gran contribución a ese género literario que empieza a ser el país más hermético del mundo.
YOUTUBER- Fenómeno que ha vuelto a dividir el mundo entre apocalípticos e integrados. // Muchacho famoso que a veces produce -o le producen- merchandising en forma de libros que terminan en la feria del libro. // Comentarista de la vida, es decir, novelista por otros medios.

 

Sociedades exasperadas......................................................Daniel Innerarity

Ante el ascenso de indignados y populistas de extrema derecha, el autor invita a convertir las exasperaciones en transformaciones reales.

No creo exagerar si afirmo que vivimos en sociedades exasperadas.

 Por motivos más que suficientes en algunos casos y por otros menos razonables, se multiplican los movimientos de rechazo, rabia o miedo.

 Las sociedades civiles irrumpen en la escena contra lo que perciben como un establishment político estancado, ajeno al interés general e impotente a la hora de enfrentarse a los principales problemas que agobian a la gente.

No creo exagerar si afirmo que vivimos en sociedades exasperadas. Por motivos más que suficientes en algunos casos y por otros menos razonables, se multiplican los movimientos de rechazo, rabia o miedo. Las sociedades civiles irrumpen en la escena contra lo que perciben como un establishment político estancado, ajeno al interés general e impotente a la hora de enfrentarse a los principales problemas que agobian a la gente.
El virtual candidato presidencial republicano Donald Trump habla rodeado por su familia el martes 7 de junio de 2016, en Briarcliff Manor, Nueva York (EE.UU.). EFE
Probablemente todo esto deba explicarse sobre el trasfondo de los cambios sociales que hemos sufrido y nuestra incapacidad tanto de entenderlos como de gobernarlos.
Asistimos impotentes a un conjunto de transformaciones profundas y brutales de nuestras formas de vida.
 Hay quien culpabiliza de estos cambios a la globalización, otros a los emigrantes, a la técnica o a una crisis de valores
. Hay decepcionados por todas partes y por muy diversos motivos, frecuentemente contradictorios, en la derecha y en la izquierda, a los que ha decepcionado el pueblo o las élites, la falta de globalización o su exceso.
 Este malestar se traduce en fenómenos tan heterogéneos como el movimiento de los indignados o el ascenso de la extrema derecha en tantos países de Europa.
 Por todas partes crece el partido de los descontentos
En la competición política, tienen las de ganar quienes aciertan a representar mejor la gestión de los malestares.
 Y no hay nada peor que parecer ante la opinión pública como quien se resigna ante el actual estado de cosas, lo que probablemente explique a qué se deben las dificultades de los partidos clásicos, que son más conscientes de los límites de la política, menos capaces de hacerse cargo de las nuevas agendas y con unas posiciones equilibradas que resultan incomprensibles para quienes están enfurecidos.
La extensión de tal estado emocional no sería posible sin los medios de comunicación y las redes sociales
. En esta sociedad irascible, gran parte del trabajo de los medios consiste precisamente en poner en escena los ataques de ira, mientras que las redes sociales se encienden una y otra vez dando lugar a verdaderas burbujas emocionales.
 En esta mezcla de información, entretenimiento y espectáculo que caracteriza a nuestro espacio público, se privilegian los temperamentos sobre los discursos.
 Las virulencias son vistas como ejercicios de sinceridad y los discursos matizados como inauténticos; quienes son más ofensivos ganan la mayor atención en la esfera pública.
 Gracias a los medios y las redes sociales, hay una plusvalía que se concede a quienes saben asegurar el espectáculo.
Deberíamos comenzar reconociendo la grandeza de la cólera política, de esa voluntad de rechazar lo inaceptable.
 La realidad de nuestro mundo es escandalosa, en general y en detalle.
 Mientras que la apatía pone los acontecimientos bajo el signo de la necesidad y la repetición, la cólera descubre un desor­den tras el orden aparente de las cosas, se niega a considerar el insoportable presente como un destino al que someterse.
El cuadro de las indignaciones estaría incompleto si no tuviéramos en cuenta su ambivalencia y cacofonía.
 El disgusto ante la impotencia política ha dado lugar a movimientos de regeneración democrática, pero también está en el origen de la aparición de esa “derecha sin complejos” que avanza en tantos países.
 Hay víctimas pero también victimismos de muy diverso tipo; además el estatus de indignado, crítico o víctima no le convierte a uno en políticamente infalible.
Para ilustrar en variedad de iras colectivas, pensemos en cómo la política americana ha visto nacer después de 2008 dos movimientos de auténtica cólera social de signo contrario (el Tea Party y Occupy), así como en el hecho de que los últimos ciclos electorales han estado marcados por la polarización política y el ascenso de los discursos extremos.
 El éxito de Donald Trump ha sido interpretado como la gran cólera del pueblo conservador.
 Pero a veces se olvida que lo que impulsó al Tea Party fue el anuncio del Gobierno de Obama de nuevas medidas de rescate financiero a los grandes bancos, exactamente lo mismo que puso en marcha a los movimientos de protesta en la izquierda altermundialista.


No creo exagerar si afirmo que vivimos en sociedades exasperadas. Por motivos más que suficientes en algunos casos y por otros menos razonables, se multiplican los movimientos de rechazo, rabia o miedo. Las sociedades civiles irrumpen en la escena contra lo que perciben como un establishment político estancado, ajeno al interés general e impotente a la hora de enfrentarse a los principales problemas que agobian a la gente.
El virtual candidato presidencial republicano Donald Trump habla rodeado por su familia el martes 7 de junio de 2016, en Briarcliff Manor, Nueva York (EE.UU.). EFE
Probablemente todo esto deba explicarse sobre el trasfondo de los cambios sociales que hemos sufrido y nuestra incapacidad tanto de entenderlos como de gobernarlos. Asistimos impotentes a un conjunto de transformaciones profundas y brutales de nuestras formas de vida. Hay quien culpabiliza de estos cambios a la globalización, otros a los emigrantes, a la técnica o a una crisis de valores. Hay decepcionados por todas partes y por muy diversos motivos, frecuentemente contradictorios, en la derecha y en la izquierda, a los que ha decepcionado el pueblo o las élites, la falta de globalización o su exceso. Este malestar se traduce en fenómenos tan heterogéneos como el movimiento de los indignados o el ascenso de la extrema derecha en tantos países de Europa. Por todas partes crece el partido de los descontentos. En la competición política, tienen las de ganar quienes aciertan a representar mejor la gestión de los malestares. Y no hay nada peor que parecer ante la opinión pública como quien se resigna ante el actual estado de cosas, lo que probablemente explique a qué se deben las dificultades de los partidos clásicos, que son más conscientes de los límites de la política, menos capaces de hacerse cargo de las nuevas agendas y con unas posiciones equilibradas que resultan incomprensibles para quienes están enfurecidos.
La extensión de tal estado emocional no sería posible sin los medios de comunicación y las redes sociales. En esta sociedad irascible, gran parte del trabajo de los medios consiste precisamente en poner en escena los ataques de ira, mientras que las redes sociales se encienden una y otra vez dando lugar a verdaderas burbujas emocionales. En esta mezcla de información, entretenimiento y espectáculo que caracteriza a nuestro espacio público, se privilegian los temperamentos sobre los discursos. Las virulencias son vistas como ejercicios de sinceridad y los discursos matizados como inauténticos; quienes son más ofensivos ganan la mayor atención en la esfera pública. Gracias a los medios y las redes sociales, hay una plusvalía que se concede a quienes saben asegurar el espectáculo.
Deberíamos comenzar reconociendo la grandeza de la cólera política, de esa voluntad de rechazar lo inaceptable
. La realidad de nuestro mundo es escandalosa, en general y en detalle.
Mientras que la apatía pone los acontecimientos bajo el signo de la necesidad y la repetición, la cólera descubre un desor­den tras el orden aparente de las cosas, se niega a considerar el insoportable presente como un destino al que someterse.
El cuadro de las indignaciones estaría incompleto si no tuviéramos en cuenta su ambivalencia y cacofonía.
El disgusto ante la impotencia política ha dado lugar a movimientos de regeneración democrática, pero también está en el origen de la aparición de esa “derecha sin complejos” que avanza en tantos países.
 Hay víctimas pero también victimismos de muy diverso tipo; además el estatus de indignado, crítico o víctima no le convierte a uno en políticamente infalible.
Para ilustrar en variedad de iras colectivas, pensemos en cómo la política americana ha visto nacer después de 2008 dos movimientos de auténtica cólera social de signo contrario (el Tea Party y Occupy), así como en el hecho de que los últimos ciclos electorales han estado marcados por la polarización política y el ascenso de los discursos extremos.
El éxito de Donald Trump ha sido interpretado como la gran cólera del pueblo conservador. Pero a veces se olvida que lo que impulsó al Tea Party fue el anuncio del Gobierno de Obama de nuevas medidas de rescate financiero a los grandes bancos, exactamente lo mismo que puso en marcha a los movimientos de protesta en la izquierda altermundialista.
A la indignación le suele faltar reflexividad.
 Por eso tenemos buenas razones para desconfiar de las cóleras mayoritarias, que frecuentemente terminan designando un enemigo, el extranjero, el islam, la casta o la globalización, con generalizaciones tan injustas que dificultan la imputación equilibrada de responsabilidades.
 Hay que distinguir en todo momento entre la indignación frente a la injusticia y las cóleras reactivas que se interesan en designar a los culpables mientras que fallan estrepitosamente cuando se trata de construir una responsabilidad colectiva.
Por todas partes crece el partido de los descontentos. 
Tiene las de ganar quien representa mejor los malestares
El hecho de que la indignación esté más interesada en denunciar que en construir es lo que le confiere una gran capacidad de impugnación y lo que explica sus límites a la hora de traducirse en iniciativas políticas.
 Una sociedad exacerbada puede ser una sociedad en la que nada se modifica, incluido aquello que suscitaba tanta irritación.
 El principal problema que tenemos es cómo conseguir que la indignación no se reduzca a una agitación improductiva y dé lugar a transformaciones efectivas de nuestras sociedades.
Ante el actual desbordamiento de nuestras capacidades de configuración del futuro, las reacciones van desde la melancolía a la cólera, pero en ambos casos hay una implícita rendición de la pasividad. En el fondo estamos convencidos de que ninguna iniciativa propiamente dicha es posible.
Los actos de la indignación son actos apolíticos, en cuanto que no están inscritos en construcciones ideológicas completas ni en ninguna estructura duradera de intervención
. Lo político comparece hoy generalmente bajo la forma de una movilización que apenas produce experiencias constructivas, se limita a ritualizar ciertas contradicciones contra los que gobiernan, quienes a su vez reaccionan simulando diálogo y no haciendo nada.
 Tenemos una sociedad irritada y un sistema político agitado, cuya interacción apenas produce nada nuevo, como tendríamos derecho a esperar dada la naturaleza de los problemas con los que tenemos que enfrentarnos.
La política se reduce, por un lado, a una práctica de gestión prudente sin entusiasmo y, por otro, a una expresividad brutal de las pasiones sin racionalidad, simplificada en el combate entre los gestores grises de la impotencia y los provocadores, en Hollande y Le Pen, por poner un ejemplo (la Hollandia y la Lepenia, como decía Dick Howard).
La miseria del mundo debe ser gobernada políticamente.
 Se trataría de acabar con las exasperaciones improductivas y reconducir el desorden de las emociones hacia la prueba de los argumentos.
 Nos lo jugamos todo en nuestra capacidad de traducir el lenguaje de la exasperación en política, es decir, convertir esa amalgama plural de irritaciones en proyectos y transformaciones reales, dar cauce y coherencia a esas expresiones de rabia y configurar un espacio público de calidad donde todo ello se discuta, pondere y sintetice.

 

13 Premios Nobel alertan en una carta abierta de los riesgos del ‘Brexit’

El texto, suscrito por el físico Peter Higgs, teme que la ciencia británica se quede sin financiación.

Peter Higgs, ovacionado en la conferencia del CERN AP
El físico Peter Higgs y otros doce ganadores del Premio Nobel alertan en una carta abierta que ha publicado este sábado el diario Daily Telegraph de los riesgos para la ciencia británica que representaría la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE).
 Además de Higgs, que propuso la existencia del bosón que lleva su nombre, el grupo incluye a Martin Evans, galardonado por sus investigaciones sobre células madre, Andre Geim, que ganó el Nobel por su trabajo con grafeno, y Paul Nurse, reconocido por sus descubrimientos sobre las células.
"La perspectiva de perder la financiación europea para investigación es un riesgo clave para la ciencia en el Reino Unido", señalan en su escrito.
 Para el grupo de investigadores, las afirmaciones de que el Gobierno británico compensaría la pérdida de inversiones comunitaria con nuevos fondos para la ciencia "resultan ingenuas y complacientes".
"Sucesivos gobiernos (británicos) han permitido que el Reino Unido languidezca hasta estar por debajo de la media de la OCDE y la UE en cuanto a la proporción del PIB que invierte en investigación", comenta el texto.
"La ciencia avanza gracias a la permeabilidad de ideas y de personas, florece en ambientes de inteligencia compartida, que minimizan las barreras y están abiertos al libre intercambio y la colaboración", indican los científicos, que subrayan que la Unión "promueve un ambiente como ése".
La revista Nature publicó abril una encuesta que reflejaba que el 83 % de los científicos británicos creen que abandonar el bloque comunitario podría dañar sus programas de investigación y defienden que Londres mantenga sus lazos con Bruselas.
La comunidad científica ya expresó esa opinión en una carta publicada en marzo por el diario The Times, en la que el físico Stephen Hawking encabezaba una lista de 150 investigadores que se posicionaron en contra del Brexit.
 Aquella misiva advertía de que dejar la UE supondría un "desastre para la ciencia británica", tanto por las trabajas que supondría para captar talento europeo como por la pérdida de financiación.
A dos semanas para el referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea que se celebrará el 23 de junio, las encuestas predicen un resultado ajustado
. Un sondeo de YouGov publicado este lunes anticipa una victoria de los partidarios de seguir en Europa (43 % frente al 42 %), mientras que otro estudio, de ICM, divulgado pasado domingo, prevé una victoria del "Brexit" (48 % frente al 43 %).
La Ciencia es la gran olvidada, y se necesita mucho de ella, en cualquier faceta, la comunidad ciéntifica nos resuelve grandes lagunas y para ello hay que financiarla. Todo lo que nos ocurre, desde los orígenes del universo, hasta avanzar en la lucha contra el cáncer, y saber que son eso de las enfermedadas "raras" como hoy se sabe que produjo la Peste negra necesita un desembolso económico de los gobiernos para investigar, siempre hay que investigar, por más que hablar de Ciencia sea dar opiniones de "ciego" todos sabemos que en "algún lugar" hay "alguien" que trabaja en equipo en su ucha contra todo lo que podamos averiguar.....Y hablar con propiedad de los blasones y no hacer gala de ser "anafalbetos" cientificos , 

 

El azaroso talento.................................................Javier Marias

¿Por qué el talento ha de ser proporcional? Jamás lo ha sido.

 

Los Óscars hace ya mucho que me parecen una de las mayores injusticias del año.
 Se suelen conceder a películas espantosas (a menudo pretenciosas); los de interpretación van a parar a alardes circenses que nada tienen que ver con el oficio de actuar: al actor histriónico y pasado de rosca; a la actriz que se afea o adelgaza o engorda hasta no parecer ella; al actor que hace de transexual o de disminuido físico o psíquico; a la actriz que logra una aceptable imitación de alguien real, un personaje histórico no muy antiguo para que el público pueda reconocerlo
. Cosas así. Como he dicho alguna vez, hoy sería imposible que ganaran el Jack Lemon de El apartamento, el James Stewart de La ventana indiscreta o el Henry Fonda de Falso culpable, que interpretaban a hombres corrientes.
Los Óscars hace ya mucho que me parecen una de las mayores injusticias del año
Tampoco es que ganaran en su día, por cierto; Cary Grant no fue premiado nunca y John Wayne sólo al final de su carrera, a modo de consolación, por un papel poco memorable.
 En fin, Hitchcock no se llevó ninguno como director, y con eso ya está dicho todo sobre el ojo de lince de los tradicionales votantes de estos galardones.
 Pero todo ha ido a peor: al menos John Ford consiguió cuatro en el pasado.
 La estupidez no ha hecho sino ir en aumento en este siglo XXI
. Pero qué se le va a hacer, son los premios cinematográficos más famosos y a los que más atención se presta, y sólo por eso me ocupo del Asunto que ha dominado la edición de este año.

Los Óscars hace ya mucho que me parecen una de las mayores injusticias del año. 
Se suelen conceder a películas espantosas (a menudo pretenciosas); los de interpretación van a parar a alardes circenses que nada tienen que ver con el oficio de actuar: al actor histriónico y pasado de rosca; a la actriz que se afea o adelgaza o engorda hasta no parecer ella; al actor que hace de transexual o de disminuido físico o psíquico; a la actriz que logra una aceptable imitación de alguien real, un personaje histórico no muy antiguo para que el público pueda reconocerlo. 
Cosas así. 
Como he dicho alguna vez, hoy sería imposible que ganaran el Jack Lemon de El apartamento, el James Stewart de La ventana indiscreta o el Henry Fonda de Falso culpable, que interpretaban a hombres corrientes.

Los Óscars hace ya mucho que me parecen una de las mayores injusticias del año
Tampoco es que ganaran en su día, por cierto; Cary Grant no fue premiado nunca y John Wayne sólo al final de su carrera, a modo de consolación, por un papel poco memorable
. En fin, Hitchcock no se llevó ninguno como director, y con eso ya está dicho todo sobre el ojo de lince de los tradicionales votantes de estos galardones. Pero todo ha ido a peor: al menos John Ford consiguió cuatro en el pasado. 
La estupidez no ha hecho sino ir en aumento en este siglo XXI. Pero qué se le va a hacer, son los premios cinematográficos más famosos y a los que más atención se presta, y sólo por eso me ocupo del Asunto que ha dominado la edición de este año.
Como sabrán, la ceremonia ha sido boicoteada por numerosos representantes negros porque, por segunda vez consecutiva, no hubiera ningún nominado de su raza en las cuatro categorías de intérpretes, ergo: racismo.
 A continuación se han unido a la queja los latinos o hispanos, por el mismo motivo.
 Y supongo que no tardarán en levantar la voz los asiáticos, los árabes, los indios y los esquimales (ah no, que estos dos últimos términos están prohibidos).
 Y que llegará el momento en que se mire si un candidato “negro” lo es de veras o sólo a medias, como Halle Berry u Obama, uno de cuyos progenitores era sospechosamente blanco.
 Los hispanos protestarán si entre sus candidatos hay mayoría de origen mexicano o puertorriqueño (protestarán los que desciendan de cubanos o uruguayos, por ejemplo).
Los asiáticos, a su vez, denunciarán discriminación si entre los nominados hay sólo chinos y japoneses, y no coreanos ni vietnamitas, y así hasta el infinito.
 En la furia anti-Óscars de este año se han hecho cálculos ridículos, que, según los calculadores, demuestran la injusticia y el racismo atávicos de la industria cinematográfica: mientras los actores blancos han ganado 309 estatuillas, los negros sólo 15, los latinos sólo 5, 2 los indios y 2 los asiáticos.
Es como decir que la música clásica es racista y machista porque en el elenco de compositores que han pasado a la historia y de los que se programan y graban obras, la inmensa mayoría son varones blancos.
 La pregunta obvia es esta: ¿acaso hubo negros, o gente de otras razas, que en la Europa de los siglos XVII, XVIII y XIX –el lugar y la época por excelencia de esa clase de música– se dedicaran a competir con Monteverdi, Vivaldi, Bach, Haendel, Mozart, Beethoven y Schubert? ¿Acaso a lo largo de la historia del cine hubo muchos cineastas negros?
 Sucede lo mismo con las mujeres. Es lamentable que a lo largo de centurias éstas fueran educadas para el matrimonio, los hijos y poco más, pero así ocurrió, luego es normal que el número de pintoras, escultoras, arquitectas, compositoras e incluso escritoras (en la literatura se aventuraron mucho antes que en otras artes) haya sido insignificante en el conjunto de la historia.
¿Acaso a lo largo de la historia del cine hubo muchos cineastas negros?
¿Que el mundo ha sido injusto con su sexo? Sin duda alguna.
 ¿Que se les impidió dedicarse a lo que quizá muchas habrían querido? Desde luego.
 Es una pena y una desgracia, pero nunca sabremos cuántas grandes artistas se ha perdido la humanidad, porque lo cierto es que no las hubo, con unas pocas excepciones.
 ¿Clara Schumann, Artemisia Gentileschi, Vigée Lebrun?
 Claro que sí, pero son muy escasas las de calidad indiscutible. Muchas más en literatura: las Brontë, Jane Austen, Dickinson, George Eliot, Madame de Staël, Pardo Bazán, Mary Shelley, e innumerables en el siglo XX, cuando ya se incorporaron con normalidad absoluta. 
Pues lo mismo ha sucedido con los negros de las películas: durante décadas tuvieron papeles anecdóticos y apenas hubo directores de esa raza. 
Si hoy constituyen el 13% de la población estadounidense, que se hayan llevado el 4,5% de todos los Óscars otorgados no es tan infame teniendo en cuenta que el primero a actor principal (Sidney Poitier) no llegó hasta 1963. Pero dejo para el final la pregunta que hoy nadie se hace: en algo que supuestamente mide el talento, ¿por qué éste ha de ser proporcional? Jamás lo ha sido, ni por sexo ni por raza ni por países ni por lenguas. ¿Cabría la posibilidad de que los nominados al Óscar de un año fueran todos no-blancos? Sin duda.
 No veo por qué no la habría de que otro año todos fueran de raza blanca, si son los que han destacado.







 La única vez que un libro mío ha sido finalista de un importante premio estadounidense, compitió con cuatro novelas de mujeres, de las cuales dos eran blancas, una medio japonesa y otra africana. Ganó esta última, y, que yo sepa, nadie acusó de sexismo ni de racismo a los miembros del jurado.