9 abr 2016
8 abr 2016
Celuloide en vespa.......................................................Carles Gámez
El nacimiento de un mito, Audrey Hepburn; la
química de una pareja, Peck-Hepburn; el regreso por la puerta grande de
la comedia romántica; la tarjeta postal de una Roma transformada en
icono cinematográfico; y la aparición de una vespa convertida en
estrella cinematográfica.
La comedia popular del cine italiano de
postguerra hará de la vespa uno de sus medios de transporte más
populares entre las 'maggioratte', las exuberantes bellezas encabezadas
por Sophia Loren y Gina Lollobrigida y sus novios taxistas, bomberos o
maduros seductores.
La Italia del boom económico de la década de los
sesenta, mudará de la vespa por la Aurelia Lancia de la película 'La
escapada'.
El mito BB formando pareja con otra estrella
leyenda del cine francés, Jean Gabin, y argumento literario de Georges
Simenon.
Como galán y amante cinematográfico del sex-symbol, el italiano
Franco Interlenghi y la vespa como medio de transporte de la pareja.
De nuevo la vespa como el vehículo que acompaña a
las clases populares en la comedia italiana de postguerra. Un joven
Renato Salvatore, antes de ser enrolado por Luchino Visconti en su drama
épico 'Rocco y sus hermanos'.
La vespa como parte del atrezzo imprescindible
para una comedia juvenil con las estrellas emergentes del pop italiano:
Adriano Celentano y Mina, una debutante Elke Sommer antes de ponerse en
el primer bikini del cine español ('Bahía de Palma') y la presencia, ni
más ni menos, de Chet Baker en su exilio por tierras europeas.
Los melodramas románticos protagonizados por Troy
Donahue como el nuevo héroe juvenil de Hollywood cruzaban el Atlántico
con destino Italia.
En la tarjeta postal cinematográfica no podían
faltar canciones del Festival de San Remo, maduros 'latin lover' y una
excursión en vespa por las costas italianas.
El reclamo de la imagen exultante de la actriz
Angie Dickinson sobre una vespa, servía de presentación para una comedia
elaborada por Hollywood con toda clase de tópicos, esta vez con la isla
de Sicilia como paisaje
. El director Pietro Germi con 'Divorcio a la
italiana' mostrará ese mismo año una imagen más corrosiva de la sociedad
siciliana.
Otra vez Hollywood viajaba al viejo continente
con los juegos del amor y del sexo llevando de cabeza a sus
protagonistas, por un lado, la pareja de adultos formada por Rock Hudson
y Gina Lollobrigida, y por otro lado, la pareja juvenil, con el
cantante Bobby Darin y la actriz Sandra Dee, que acabaría dándose el sí
en el altar.
Para su debut en la pantalla, Rocío Dúrcal,
además de poner de relieve sus dotes expresivas y aptitudes musicales de
la mano del maestro Augusto Algueró, hacía uso de la vespa como objeto
de modernidad y símbolo de autonomía.
Marisol, ahora como estrella juvenil, y el Dúo
Dinámico, como ídolos de la llamada música moderna, sumaban fuerzas en
la pantalla.
Y de nuevo la vespa como símbolo generacional.
En la galería de personajes de la película, Terry
“The Toad” Fields- interpretado por Charles Martin- se llevaba la parte
más humorística de la pandilla de adolescentes de la localidad
californiana pilotando una vespa, sin duda el vehículo más exótico del
parque automovilístico de la ciudad.
En su momento fracaso comercial para una película
promovida como el 'West Side Story' de la década de los ochenta.
El
Londres de finales de los años cincuenta, entre el jazz, el rock y el
nacimiento de la nueva cultura de los 60, y como no, el héroe
cinematográfico, aquí un fotógrafo, con la scooter como medio de
transporte.
La figura del actor y director Nanni Moretti por
las calles de Roma en vespa, acabará conformando una de las imágenes
icónicas del cine europeo de la década de los noventa. La vespa renacía
sobre las calles de la ciudad como símbolo de libertad y de estilo sin
fecha de caducidad.
Además de poner su vida en peligro a lo largo de
la película – a pesar de los desvelos de Sean Penn paraqué esto no
sucediera-, Nicole Kidman tenía tiempo de subirse sobre una vespa por
las calles de Nueva York.
La estrella de Disney Channel, Hilary Duff y su
personaje televisivo, Lizzie McGuire, en viaje a la ciudad eterna como
en las viejas comedias de Hollywood, donde, como mandan los tópicos , le
sucederán toda clase de aventuras entre canción y canción, y por
supuesto, su imprescindible viaje en vespa a ritmo de 'Volaré'.
La historia de la scooter italiana está señalada
por sus campañas publicitarias, que han contado con la participación de
toda clase de estrellas y celebridades como imagen de la marca.
Amigos íntimos en tierras de Palestina, y ahora
enemigos a muerte sobre la arena del circo romano, Charlton Heston y
Stephen “Mesala” Boyd se relajan un rato en el plató de 'Ben-Hur' sobre
una vespa antes de otra dura jornada de carrera de cuádrigas.
Durante el rodaje de la película 'El curioso caso
de Benjamin Button' en la ciudad de Montreal, Brad Pitt descubrió los
placeres de conducir un medio de transporte como la vespa. Igual que en
una futura entrega de la saga 'Ocean’s Eleven' lo vemos corriendo por el
Strip de Las Vegas sobre una scooter.
Silencio........................................................ Carlos Boyero
Al finalizar mi visión de esta película, o acontecimiento cultural y mundano, me pregunto dónde residen los sublimes méritos de la contención, qué demonios querrá decir eso.
JULIETA
Dirección: Pedro Almodóvar.
Intérpretes: Adriana Ugarte, Emma Suárez, Dario Grandinetti.
Género: drama. España, 2015.
Duración: 96 minutos.
Intérpretes: Adriana Ugarte, Emma Suárez, Dario Grandinetti.
Género: drama. España, 2015.
Duración: 96 minutos.
Pero al finalizar mi visión de esta película, o acontecimiento cultural y mundano, o lo que sea, después de haber asistido a la suntuosa campaña de marketing y de que me hayan aclarado hasta el aburrimiento múltiple corifeos o legítimamente enamorados espectadores de Julieta que en esta ocasión se trataba del Almodóvar más contenido y profundo, me pregunto dónde residen los sublimes méritos de la contención, qué demonios querrá decir eso.
Consumida con notable indiferencia, esta película de temática presuntamente intensa y de visión obligada por la cultivada y exuberante personalidad de su creador, aunque desde hace mucho tiempo me plantee por qué tengo la obligación de ver el cine de este señor y que, sin embargo, nadie me pida explicaciones por ignorar tanto celuloide de sufrir, desdeñar y tirar, llego a la conclusión de que lo único que me sugiere es silencio, y no precisamente por el lirismo que Paul Simon encontraba en los sonidos del silencio, sino porque es lo único que me inspira.
Silencio ante un argumento que pretende hablar con lenguaje estilizado y contenido de los sentimientos más devastadores, de la depresión a perpetuidad de una mujer que sufre el rechazo y el abandono de su única hija (ya he pillado las artísticas razones de un plano largo, el parecido que establece el muy culto y penetrante Almodóvar entre el desgarro de esa mujer rota y el autorretrato que aparece de Lucian Freud, el escalofriante y siempre atormentado nieto de Sigmund) y que no logra transmitirme nada, ni emocional ni artístico.
Es el problema que entraña no creerte nada, ni los sentimientos transparentes ni los subterráneos, ni lo que expresan los personajes ni lo que callan, ni protagonistas ni secundarios, ni el tonillo presuntamente natural que acompaña los diálogos, ni el ilusionante pasado de la dulce profesora de Filosofía Clásica ni el entre angustiado y desolado presente de alguien que no puede comprender las razones de que su principal raíz con la existencia haya volado. Y se supone que el desenlace de esta trágica historia almacena poder de conmoción.
Al no haberlos tenido, desconozco el amor que se siente hacia los hijos, pero podría identificarme y conmoverme con la conclusión final si el lenguaje para describírmelo fuera poderoso.
Pero no hay forma; es imposible que me afecten ni las descripciones psicológicas, ni el vagabundeo en plan sonámbulo de la deprimida crónica, ni la erupción del volcán sentimental en ese desenlace con vocación de remover las entrañas del espectador, ni el pretendido broche melómano con Chavela Vargas describiendo los pesares del corazón, ni el pretendidamente insólito y sobrio plano que cierra Julieta y que me recuerda excesivamente al desenlace de Los exiliados románticos.
Todo el mundo parece estar de acuerdo en que la interpretación de Emma Suárez es prodigiosa.
Yo la considero una actriz excelente y una mujer muy atractiva, pero aquí no me resulta nada turbadora, aunque todo el rato nos muestre que está sangrando por dentro
. No existe ningún personaje que me resulte verosímil, pero algunos me provocan involuntariamente la risa
. Como esa Rossy de Palma ataviada con un estropajo metálico en la cabeza que pretende el simbolismo con la tétrica ama de llaves de Rebeca
. O la ceramista cancerosa, a la que el marido adúltero define con un sonrojante “nunca ha habido nada entre nosotros. Solo follamos”
. También me pongo rojo cuando una dama recuerda su ruptura con la novia: “Yo me fui a estudiar diseño a Nueva York y ella buscó un refugio espiritual en los Pirineos.
Nos volvimos a ver años después en Como”. O el labrador que le explica a su hija cómo conocieron a la señora marroquí que cuida a la madre:
“Nos encontramos con ella en el festival de música sacra en Fez”. Y trato de entender qué coño pintan el ciervo o el suicida del tren.
Y trato de imaginarme en medio de mi tedio cómo sería Julieta si en vez de ser contenida hubiera optado por la intensidad o el desmadre. Pero no hay que fustigarse eligiendo lo malo o lo peor.
‘Julieta’, en palabras de Almodóvar
El pasado 20 de marzo EL PAÍS SEMANAL publicó un reportaje sobre Julieta, con amplias declaraciones de su director. Pedro Almodóvar se refería a ella como un “drama seco”.
“He luchado mucho con las lágrimas de las actrices, contra la necesidad física de llorar.
Esa lucha es muy expresiva. No es por pudor, es porque yo no quería lágrimas, lo que quería era abatimiento.
Eso que se queda dentro después de años y años de dolor”, añadía.
“Esta es una película de mujeres imperfectas pero defendibles, como sois, como somos todos”, explicaba.
“El cine es mi vida de una forma total. Lo cual de alguna forma me condena.
Si no estoy involucrado en una película, mi vida me resulta triste”.
“He luchado mucho con las lágrimas de las actrices, contra la necesidad física de llorar.
Esa lucha es muy expresiva. No es por pudor, es porque yo no quería lágrimas, lo que quería era abatimiento.
Eso que se queda dentro después de años y años de dolor”, añadía.
“Esta es una película de mujeres imperfectas pero defendibles, como sois, como somos todos”, explicaba.
“El cine es mi vida de una forma total. Lo cual de alguna forma me condena.
Si no estoy involucrado en una película, mi vida me resulta triste”.
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